sábado, 20 de mayo de 2017

El Servidor.

Miércoles 21 15 hs en Teatro La Comedia. ( Rodriguez Peña 1062 )




Obra escrita por Lauro Campos y dirigida por Alberto Clementin.

Una cita con la historia, nos presenta El Servidor, estupenda obra, autoría de Lauro Campos, en cuyo relato, nos trasladamos​ al Siglo XVI, poniendo la lupa en la particular relación entre el Rey de Inglaterra, Enrique VIII y Tomás Moro, abogado y prestigioso hombre de ley de la época, reconocido por su hombría de bien y su integridad.

El poderoso Enrique VIII, segundo monarca de la Casa Tudor, tenía una entrañable amistad con Tomás Moro, dueño de unos valores y una fé inquebrantable​.

La relación entre de ellos era de amistad y de respeto, hasta podría decirse de admiración mutua, realmente se apreciaban, pese a que la investidura del rey, lo hacía a Enrique, el hombre más poderoso del país.




Pero hubo un hecho, que rompió esa fuerte amistad, el Rey casado con Catalina de Aragon, que no puede darle hijos que hereden el trono, está decidido a romper ese matrimonio, para casarse con su amante de entonces, Ana Bolena, pero para esto necesitaba la dispensa papal, algo complicado sin ayuda de alguna persona influyente en el clérigo. Para conseguir su objetivo, Enrique pide la colaboración de su amigo Tomas Moro, quien sorpresivamente se niega a ayudarlo en ese cometido, lo que desata la furia del monarca, que no se iba a quedar con los brazos cruzados y entonces decide romper con la Iglesia Católica de Roma y crear su propia iglesia, en lo que fue el origen de la Iglesia Anglicana.

Una vez más Tomas Moro, servidor del Rey, estaba contra la espada y la pared, ya que debía escoger entre sus convicciones religiosas que respondían a la iglesia católica o al Rey que fundó una iglesia nacional independiente, que lo tenía como máxima autoridad.

Repasamos un poco, esta apasionante historia, para que el espectador, se ponga en situación, pero vayamos ya a la pieza que nos ofrece Lauro, donde se nos presenta la escena, con estos dos hombres, ya enemistados, que repasarán los hechos que desencadenaron esta tensa relación actual y el desenlace ya anunciado por los conocedores de esta historia. No vamos a ahondar en ello, solo recordar que Tomás Moro, fue beatificado en 1886 y canonizados en 1935 por la Iglesia Católica Romana, que lo considera un santo.

La trama es atrapante y tiene muy buena dinámica, sobre el escenario se desarrolla un profundo drama, donde valores como la amistad, la lealtad y la ética estarán bajo constante cuestionamiento.




Que sucede cuando las convicciones personales chocan contra la autoridad ? A qué poder debemos responder ?? Al poder supremo de un monarca o a un poder divino que está por encima de todo y es concordante con nuestros valores y convicciones.

La obra es muy profunda y en todo momento invita a la reflexión, ya que este tema de las lealtades a cualquier costo o el defender nuestros ideales, es un tema de absoluta vigencia,

Debemos destacar la precisa dirección de Alberto Clementin , que le dá fluidez a la trama, en esto tiene gran influencia las brillantes actuaciones de la dupla protagónica.

Walter Muni, es Enrique VIII, una interpretación soberbia, una presencia que impacta, un tono de voz que se impone, con una dicción perfecta, que resulta un placer para los oídos. Su gestualidad, sus cambios de estado de ánimo, sus silencios,  todo ejecutado con una prestancia y una energía que debemos destacar.

Y Alejandro Giles, es Tomás Moro, que complementa de manera perfecta al monarca, con otra excelente actuación, con un tono más pausado, más calmo, pareciendo sumiso a la autoridad real por momentos, pero dejando claras sus convicciones y sus pensamientos, en el momento preciso.

Una pareja protagónica, de enorme experiencia en las tablas, que con pasión y compromiso llevan adelante la historia, mostrando un gran entendimiento entre ellos y una absoluta entrega actoral.




La puesta tiene un grado de intimidad muy alto, el espectador puede disfrutar las caras, los gestos y los movimientos de los actores, a muy corta distancia, algo que permite esta señorial Sala 3 de La Comedia, que tanto nos gusta.
El director aprovecha muy bien las posibilidades que ofrece la sala, en cuanto a tener diferentes puertas de acceso, para entrar y salir de escena, además de conseguir una atmósfera íntima, que enriquece mucho una puesta bella y minimalista.

Destacamos el diseño lumínico, que marca los diferentes climas y el logrado vestuario de época, además de la buena musicalización, todos detalles, que elevan el nivel de la composición, que tiene un alto contenido poético.

Realmente disfrutamos mucho de la obra, ya que nos presenta una historia muy interesante, con una temática vigente, al hablar de amistad, traiciones y de utopías, permitiendo además el lujo, de deleitarnos, con las magníficas actuaciones de los dos protagonistas.

Por todo lo manifestado, no queda más, que recomendar a los amantes del buen teatro, que no se pierdan El Servidor, una de esas obras del off, que no deberíamos dejar pasar.


Pensador Teatral.

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