martes, 11 de julio de 2017

Pequeñas Infidelidades

Sábados 20 y 22 hs en El Tinglado ( Mario Bravo 948 )






Guión de Mario Diament y Dirección de Manuel González Gil.

Siempre hay expectativas, cuando un dramaturgo de los quilates de Mario Diament, uno de los autores más reconocidos de nuestro teatro, estrena una obra. Por mencionar, sólo algunas de las piezas de su autoría, podemos mencionar Citas a Ciegas, Franz y Albert, Guayaquil y Tierra del Fuego. Seguramente usted lector, recordará haber disfrutado de al menos una de las obras mencionadas.
En esta oportunidad,  Mario, decide explorar en el universo de las relaciones de pareja, matrimonios fallidos e infidelidades.

La historia, cuenta como Emma ( Marcela Ferradás ) y Alejandro ( Horacio Peña ) de manera fortuita, se encuentran veinte años después de haberse divorciado.

El azar parece haber hecho de las suyas, para que Alejandro en la búsqueda de un departamento para comprar , encuentra que la agente inmobiliaria, encargada de mostrárselo, será nada menos que su ex esposa.

La historia parece cerrada, hace ya 20 años que se divorciaron, pero muchas veces las apariencias engañan y el reencuentro inofensivo, que se inicia con algunas preguntas formales y  de compromiso, comienza a variar. Las razones, de la separación, parecen no estar del todo claras, si bien hay una versión oficial, Emma no se nota convencida de que sea la verdadera y comenzará a revolver en ese pasado, que parecía sepultado.





La casa está sin muebles, pero llamativamente, para aflojar tensiones, aparece una botella de whisky, comienzan a beber, en especial Alejandro y la bebida funciona para soltar la lengua, aparecen fechas que no cierran, llegan algunas confesiones y la sombra de la infidelidad, comienza a agigantarse en la historia de esta ex pareja.

Queda claro, que aunque hayan pasado 20 años, las cuentas no quedaron cerradas, hay un fracaso amoroso que dá vuelta en sus mentes, circunstancias no aclaradas  y cuando quedan interrogantes sin responder,  las historias nunca terminan de cerrarse por completo.

El guión atrapa y el suspenso vá creciendo a medida que la trama de despliega, al mismo tiempo que sube la tensión, entre estas dos personas que fueron marido y mujer y alguna vez se quisieron, hoy reinan los reproches y las ironías, evidentemente hay heridas,  que aunque pasaron los años no cicatrizaron.

El peso de la obra, se sostiene en los dos protagonistas, enormes actores ambos, con una experiencia y un bagaje técnico que garantizan la excelencia interpretativa.

En el caso de Horacio Peña, confieso que es uno de mis actores preferidos, lo ví por primera vez hace años en un memorable trabajo en el San Martín, en Decadencia, obra donde formaba dupla con Ingrid Pellicori y desde allí siempre recuerdo sus enormes trabajos, pido disculpas por el flashback, pero quería mencionarlo. En este caso interpreta a un ex marido, muy negador, que se refugia en la bebida, para intentar escapar a sus responsabilidades y a las revelaciones que van surgiendo y no lo dejan bien parado. Una gran interpretación la de Horacio, a la altura, de su inmensa valía actoral.

Su compañera de escena, es otra enorme actriz como Marcela Ferradás, multipremiada y con una notable trayectoria. Esta temporada la vimos en El Padre, actualmente en cartel en La Carpintería donde la rompe. Aquí interpreta a una Emma, inteligente y sagaz, que no quedó conforme con el final que tuvo la historia que tuvieron en común y con paciencia sabrá llevar a su ex marido al terreno de las confesiones y de la verdad.






Es un placer verlos en escena, bajo la precisa dirección de Manuel González Gil, que conociendo sus condiciones, les deja espacio libre para su lucimiento, sabiendo que obtendrá la mejor respuesta.

La escenografía, es desprovista, solo vemos un ambiente vacío del departamento, tal vez podría haber ofrecido algo más, pero entiendo, que la idea del director, era dejar claro, que la puesta era dominada por estos dos actores y sus palabras, ellos sin interferencias debían completar esas piezas del rompecabezas, que aún faltan en el tablero.

En conclusión, estamos en presencia, de una historia de relaciones humanas, fuerte, que por momentos nos hará reir y que en otros momentos nos conmoverá por las revelaciones y por los ácidos diálogos que mantienen los protagonistas, que más que antiguos compañeros, parecieran dos enemigos, algo muy habitual en esas relaciones que terminan mal y donde la palabra fracaso, resuena en forma dolorosa y marca sus vidas por siempre..

El espectador, sin dudas encuentra cercana la historia y se identifica claramente con ella, si a esto le sumamos la posibilidad de disfrutar en escena de estos dos intérpretes de lujo, la mesa está servida, para acercarse al renovado y cálido Tinglado, para disfrutar de una entrañable noche de teatro.


Pensador Teatral.




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