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domingo, 31 de marzo de 2019

La Cajita de Jaspe

Dramaturgia de Patricia Suárez y Dirección de Herminia Jensezian.








Domingos 19 30 hs en Tadrón Teatro ( Niceto Vega 4802 )

La prolífica y talentosa Patricia Suárez, una vez más nos acerca un texto valioso, que nos hablará acerca de la identidad de las personas, de la fuerza de los recuerdos y sus cicatrices, mostrando como muchas veces, detrás de ciertas personas, que parecen comunes y corrientes, se ocultan historias de vida riquísimas, que nunca imaginaríamos.








En este caso, la autora escribe esta comedia dramática, en formato de monólogo de manera especial, para ser interpretada por Susana Di Gerónimo, una estupenda actriz, a la que ya conocía de anteriores trabajos: Fue por ello, que cuando Herminia Jensezian, otra vieja conocida, le comentó que estaba buscando un texto para Susana, enseguida se inspiró y fue tomando forma este entrañable proyecto, tan cálido y humano.

La obra se iniciará, con un señora elegantemente vestida, que es retenida, por personal de seguridad de un shopping, acusada de haberse robado un perfume. La situación resulta graciosa, la mujer que a regañadientes, informa llamarse, Elena de Federici, les hablará a sus ocasionales carceleros, acerca de las influencias, de su poderoso esposo, del fuerte carácter de sus hijas, de su hijo que vive en Sidney y como se enojarían todos, si fueran molestados por una tontería, como resulta el tema del perfume hurtado.








La charla es amena y el personaje interpretado por Susana Di Gerónimo, genera una empatia absoluta con los espectadores, que siguen encantados su relato en apariencia trivial y algo fabulador, hasta que de a poco irán descubriendo, que detrás de esa mujer con una vida aparentemente aburrida y tranquila, se esconde un gran secreto, que pugna por salir a la superficie.

No vamos a adelantar mucho más, solo decir, que en un momento Elena, revelará que su apellido es Klimek y hablará de sus padres polacos, que criaban chanchos para ganarse la vida, hasta que los alemanes invadieron Polonia, dando lugar a la guerra y a las atrocidades, que siempre van de su mano.








Sin pensarlo, esas personas de seguridad, a quien no vemos, pero que sentimos presentes e inquisidores, serán testigos de la confesión de una mujer, que con sus recuerdos, nos llegará al corazón. Pero bueno cumpliremos nuestra palabra y no contaremos más, dejaremos que el espectador cuando vea la obra, descubra cual es ese secreto, que Elena guarda desde hace muchos años en esa cajita de jaspe.

Nos encantó la interpretación de Susana Di Gerónimo, con una fluidez y un oficio escénico que se disfruta enormemente. Se nota que siente muy cómoda, con este personaje escrito a medida, que le permite desplegar toda su sensibilidad y emotividad, redondeando una composición magnífica.

La puesta de Herminia Jensezian, la directora, es original y exigente para la protagonista, ya que la disposición de las butacas, formando un cuadrilatero que rodea a la mujer, no es casual. Elena se siente observada, desde los cuatro lados, con ojos inquisidores, que parecen acorralarla. Por eso, Elena caminará todo el tiempo por el escenario, de manera nerviosa y con algo de angustia, contando su historia y tratando de lograr la aprobación y la clemencia de esas personas que la acusan por robarse un perfume, hecho que genera un efecto impensado en la mente de aquella mujer que se transporta en el tiempo, a momentos muy sufridos de su infancia.








La escenografía es despojada, solo una música incidental de fondo y un lucido diseño lumínico, que acompañarán a la protagonista, que sola en escena, irá creciendo, junto a un texto, que al principio luce inofensivo, pero que se irá transformando, a medida que la historia avanza.

 La Cajita de Jaspe transita su segunda temporada, algo que en estos tiempos, pocas obras consiguen , con una historia, que pasa por todos los estados de ánimo, de la mano de una fantástica Susana Di Gerónimo, que resulta la intérprete perfecta, para este texto de Patricia Suárez,








Una vez más nos vamos contentos de un Tadron, que siempre ofrece piezas valiosas, que invitan a la reflexión. Solo nos queda recomendar La Cajita de Jaspe,  disfrutarán de una obra sensible, que nos recordará los horrores de la guerra y las humillaciones que muchas personas debieron soportar, para convertirse en sobrevivientes de un pasado oscuro y soportando a los fantasmas que pese a los años, siguen apareciendo en sus vidas.

El prolongado y emocionado aplauso del público al final de la obra, es un justo premio a la entrañable actuación de la protagonista y una clara demostración de cuanto nos movilizó la obra.




Pensador Teatral.


miércoles, 13 de marzo de 2019

El Casamiento

Dramaturgia de Witold Gombrowicz y Dirección de Cintia Miraglia.







Domingos 18 hs en Teatro El Extranjero ( Valentín Gómez 3378 )

El Casamiento, es la segunda obra escrita por Witold Gombrowicz, escritor y dramaturgo polaco, candidato en vida al Premio Nobel de Literatura,  que pese a haber nacido bien lejos de estas tierras, consideraba a Argentina como su patria adoptiva,  ya que vivió veinticuatro años en el barrio de Flores, donde escribió gran parte de sus textos.

La llegada de Witold a nuestro país, tuvo mucho de fortuita, ya que viajó a nuestro país en 1939, en un trasatlántico que había zarpado desde Varsovia en su viaje inaugural, que lo tenía entre sus invitados especiales. Llegaba a Buenos Aires, para quedarse algunas semanas, dictando algunas conferencias y seminarios, pero en esos momentos, estallaba la Segunda Guerra Mundial en Europa, los nazis invadían Polonia y la estadía de Gombrowicz, planeada para un par de semanas, finalmente se prolongó por más de dos décadas.








Hasta allí una introducción, que nos permite ver la relación de uno de los creadores literarios más importantes del Siglo XX, con nuestro país. Yendo a la obra que nos convoca, digamos que una vez más, el autor hace gala de su creatividad y de textos ambiciosos, que salen de las convenciones, teniendo siempre presentes temas como el poder, la guerra y la locura.

En este caso, para escribir El Casamiento, Witold, toma como referencia una obra shakespereana como Hamlet, para montar una historia, donde ficción y realidad se mezclan de manera continua. Es más el protagonista, juega mucho con este tema, interpelando a la platea en varios pasajes y sosteniendo que nada de lo que está sucediendo es real, sino es producto de un sueño o de su propia imaginación.

Esos que aparecen allí son realmente sus padres ?? Era esa su casa ?? Y que pasó con su prometida, que ahora luce como una sirvienta ?? Enrique retorna de la guerra y nada es lo que era. Todo es diferente a cuando partió. Pero realmente volvió de la guerra ?? Esos personajes son reales o todo lo que vive es una pesadilla ?? Seràn sus recuerdos lo que arman este presente que le resulta tan artificial ?







No contaremos más, quienes hayan visto antes alguna obra de este gran novelista, famoso en su país y casi un desconocido aquí. conoce la creatividad sin límites del autor y el vuelo que le otorga a sus personajes. Y para aquellos espectadores, que aún no saben cual es su estilo, con El Casamiento, tendrán una excelente aproximación.

La puesta que nos propone la directora, es muy atractiva y para un texto que no es sencillo de representar, se apoya en el muy buen elenco reunido, que compra los boletos para el onírico viaje , que propone el autor, lo que nos permite ver magníficas interpretaciones.

Mariano Bassi, es Enrique, el gran protagonista de la historia y para nosotros la actuación más destacada de la noche. Con gran carisma y un dominio escénico para resaltar, se nota que disfruta del protagónico. Será quien manejará los tiempos de la trama y dialogará mucho con el público, generando mucha empatía y saliendo de la trama, cada tanto, dejando congelados al resto de los actores, para tratar de descubrir con la platea, si algo de lo que está ocurriendo allí es real o es todo producto de su mente. Fenomenal trabajo de Mariano.








Monica Driollet es su madre y nos encantó su composición de personaje, muy gestual y con aire espectral. A Mónica la vimos el año pasado destacarse mucho en Las Encadenadas, una entrañable obra del off  y en esta oportunidad volvemos a elogiar su trabajo. Hugo Dezillio, será el padre de Enrique, por momentos será tabernero, en otros será rey y en algunos simplemente padre. Destacamos la gracia y el histrionismo de Hugo, responsable de gran parte de las situaciones graciosas y disparatas de la obra.

María Colloca es la revelación de la obra, será la prometida de Enrique, era su novia antes de partir a la guerra, pero ahora luce muy diferente y sin el aura virginal de aquel entonces. Una estupenda interpretación de María, jugando mucho con su cuerpo, con mucho de clown y una expresividad a flor de piel. Además podemos disfrutar su hermosa voz, que se luce en las partes cantadas.

Completan el elenco, Victor Salvatore, como Pepe, el amigo de Enrique, Fabián Carrasco, como un borracho muy insistente y Luciano Nobati, como el dignatario. Los tres cumplen muy bien sus papeles y además hacen las veces de juglares, musicalizando la trama, con guitarra, acordeón y violín, respectivamente.








La puesta de Cintia Miraglia, se acopla al texto y es absolutamente descontracturada, logrando incluir al público, apelando al humor ácido, al grotesco y a situaciones delirantes, contando ademas con muy buenos momentos musicales, logradas coreografías, logrando una trama con gran vuelo poético, en una puesta con una estética muy cuidada.

Es la segunda temporada, de El Casamiento en un teatro cálido y acogedor como El Extranjero, una vez más se sigue presentando a sala llena, agotando las localidades en cada función, por un público que seguramente por el boca a boca, es convocado, a esta ceremonia tan particular, donde la imaginación y los sueños colmarán el escenario, para el disfrute de los espectadores, que sin querer distinguir, los límites de la ficción y la realidad, se sumaran a este viaje onírico que nos propone este escritor de culto, con tantos lazos con Argentina
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Pensador Teatral.


viernes, 8 de marzo de 2019

La Maldad del Mundo

Dramaturgia y Dirección de Alfredo Staffolani.








Viernes 21 hs en Centro Cultural Ricardo Rojas ( Av. Corrientes 2038 )

Una historia muy atractiva, nos acerca Alfredo Staffolani, inspirada en un hecho real ocurrido en su propia familia en los años sesenta. Por eso no deberemos sorprendernos, que la función arranque con la proyección de un video, donde Luisa, la mismísima madre del director, relatará como encontró a un bebe abandonado, que resultó ser el hijo de una prostituta del barrio. Alberto era el nombre de ese niño, al que criaron como un hijo propio, como si fuero uno más de una familia numerosa, que tenía nueve hijos ya.









Hasta allí el hecho verídico, que Staffolani rescata del arcón de los recuerdos familiares y luego su decisión de fundirlo con un film italiano de Pier Paolo Pasolini, que tenía muchos puntos de coincidencia, con su historia familiar, nos referimos, a Mamma Roma escrita en 1962 y en la que una prostituta romana, lucharía por darle, un futuro provechoso a su hijo.

La fusión que consigue el autor es valiosa, ya que tomará los personajes del film de Pasolini  y los situará en Florencio Varela, conurbano rural en esa época. Allí criaron a ese bebé, hasta que unos años después regresará Célica, su madre, reclamando a su hijo de sangre, para que fuera a vivir con ella al barrio de Constitución, a pocos minutos del Obelisco. El destino de Alberto, debía estar en la Capital y ella iba a hacer lo imposible, para que su hijo lo perdonará y pudiera tener las oportunidades que ella nunca tuvo.

La obra tiene una dramaturgia muy potente y nace en el marco de Proyecto Familia, ciclo curado por Maruja Bustamante, donde La Maldad del Mundo es un exponente muy destacado, ya que nos hablará de marginalidad, del lugar de nacimiento como determinante, ya que establecerá las oportunidades que tendremos en nuestra vida y lo difícil que puede ser reponerse a las carencias de una infancia compleja, donde todo se hace cuesta arriba.








El texto es fuerte y no dá tregua, enmarcado en un universo tanguero y arrabalero, donde la figura de la mujer en la sociedad luce postergada y sometida al dominio del hombre, en una sociedad machista a ultranza.

No vamos a contar más, preferimos que el espectador sea quien descubra esta original composición, que además de tener una dramaturgia muy bien elaborada, presentará actuaciones muy destacadas, que debemos mencionar.

A nuestro entender, la actuación más destacada de la noche, es la de Fabiana Falcón, ella es Célica, la la mujer que se fue deVarela, huyendo, al no poder soportar el casamiento del Negro, una especie de protector para ella, sin importar que en esa huida desesperada, debiera dejar a su hijo. Magnífica la labor de Fabiana, con gran presencia escénica y una interpretación, cargada de sentimiento, con mucho carisma.









En el mismo alto nivel, debemos mencionar a Diego Veggezi, que será Alberto, el niño abandonado y rescatado. Ingenuo y perdido en la vida, ya adolescente, deberá hacerse fuerte, para sobrevivir en una Capital, que no le hará la vida sencilla, debiendo luchar además con los fantasmas que lo acompañan. Diego, es un joven actor, muy talentoso, a quien vimos el año pasado en una actuación consagratoria en Juegos de Amor y Guerra en el Centro de la Cooperación y aquí volvemos a ver otra estupenda actuación de su parte, en un papel muy exigente.

Nos gustaron mucho, los otros dos papeles femeninos de la obra, Paula Staffolani como Pistorio, amiga de la vida de Célica, pero ella sigue viviendo y trabajando en Varela. Un personaje muy divertido, que aporta mucha frescura, el de Paula. Julia Gárriz es Bruna, madre soltera y luchadora que se las deberá ingeniar, para criar sola su hijo y será cotejada por Alberto. Se luce mucho Julia.








Alejo Mango, aporta su experiencia e histrionismo para una divertida composición, de un sacerdote con unos cuantos vicios. Completando el elenco, Fabio Petrucci como el Negro y Eric Siage, Lautaro Cuevas y Osqui Ferreiro, esos adolescentes críados en Constitución, que se aprovechan de la fragilidad de Alberto y le marcan territorio.

Nombramos a todos los integrantes de este numeroso elenco, porque La Maldad del Mundo, es una de esas obras, donde cada uno de los actores hace un aporte importante, para el conjunto de una pieza, donde todos tienen lugar para destacarse.









La puesta, sensible y poética, tiene varios elementos para destacar, arrancamos mencionando, que obra se presenta en la sala biblioteca del Rojas, con un espacio escénico amplio y profundo, que los actores aprovechan muy bien ( corriendo y bailando por ejemplo ) . La escenografía es despojada y se aprovechan las características de la sala, donde los estantes de madera y los tubos, proporcionan una atmósfera muy lograda,  mostrando una vez más, como en el teatro independiente, es fundamental adaptarse a las posibilidades que se tienen, potenciando las mismas.

Otro punto a destacar, es la música en vivo que acompaña la trama, con Valentín Piñeyro y Santiago Rovito, musicalizando y dando sonoridad a una puesta ambientada en los sesenta, que tiene al tango muy presente. Importante el aporte de ambos.










En definitiva, nos fuimos muy satisfechos del Rojas, luego de ver esta original propuesta, que a partir de un hecho real y elementos de la ficción cinematográfica, nos ofrecerá un texto potente y despiadado a la vez, que nos mostrará cuantos espinas puede tener el camino de la vida, cuando los orígenes son humildes y el saber, cuanto habrá que sacrificarse, para poder superar casi siempre en soledad, los obstáculos que irán apareciendo, con un entorno, que en el mejor de los casos será indiferente y en oportunidades nos pondrá más difíciles las cosas.

Se está desarrollando con muy buen  suceso, la segunda temporada de La Maldad del Mundo, con muy buena respuesta de crítica y de un público, que reconoce a estos personajes, que aunque estén ambientados, unas cuantas décadas atrás, reflejarán con precisión, la hostilidad y la crudeza de un mundo, que muchas veces, parece ensañarse con la gente más humilde.



Pensador Teatral.



domingo, 3 de marzo de 2019

El Próximo Verano

Dramaturgia y Dirección de Dario Bonheur.








Sábados 20 30 hs en Abasto Social Club ( Yatay 666 )

Siempre resultan atrapantes los textos de Darío Bonheur, joven director y dramaturgo, dueño de una pluma sensible y sabedor de encontrar historias que resultan cercanas al espectador, que las reconoce y las toma coma verosímiles.

En este caso El Próximo Verano, puede definirse como una tragicomedia o una comedia negra, donde si bien hay humor y abundan situaciones desopilantes por doquier, el trasfondo es profundamente oscuro y siniestro.









La historia se desarrolla en un pueblo chico, de esos donde poco sucede, pero parece que un día sucedería todo junto. Alguien desaparece y una familia se convierte en la principal sospechosa, porque el ultimo lugar donde se la vió a la persona, fue en su casa.

La familia en cuestión está formada por Selva ( María Nydua Ursi - Ducó ) y Rodolfo ( Jorge García Marino ), quienes no parecen llevarse demasiado bien. Tiene una bella hija adolescente Felicitas ( Paloma Santos ), extremadamente callada y muy sobreprotegida, especialmente por el padre.

La obra tiene mucho suspenso, así no vamos a adelantar mucho de la trama, solo decir que con la desaparición de aquella persona, llegará a la casa, el oficial Marega que tratará de investigar que pudo haber pasado con aquel hombre que no volvió a su hogar. Y además a la casa familiar llegará Enrique ( Martín Caminos ), estudiante de filosofía y devenido en prometido de Felicitas ,quien deberá pasar el examen y las preguntas de rigor, principalmente del padre, que no está muy a gusto, que aquel joven coteja a su hija.








Hasta allí contaremos, como mencionamos antes, se darán muchas situaciones graciosas y momentos un tanto disparatados, pero de a poco, iremos viendo el hilo conductor de la trama, que nos llevará a la mentira y a la simulación como modus operandi, de aquel matrimonio, que al principio, parece risueño, irá virando en cinismo y terminará en algo más que nada siniestro, explorando cual será el límite que tenemos, para ocultar alguna situación que no queremos transcienda, si es que ese límite existe.

La trama atrapa al espectador desde un comienzo y la atmósfera que arranca light y risueña, de a poco irá cambiando a un ambiente de tensión, teniendo mucho mérito en ello, el autor, que en un principio parece esconder, también lo que dentro de esa casa se está cocinando.









La obra, tiene muy buenas actuaciones. Una vez más, vemos un estupendo trabajo de María Nydia Ursi-Ducó, una actriz de mucha experiencia en el off y que recordamos mucho por su gran actuación en Un Hombre sin Suerte. Aquí parece ser la que lleva las riendas en esa familia tan particular y la que trata de guardar más las apariencias de normalidad. De igual manera se luce Jorge García Marino, su esposo, quien luce como más reservado, algo quedado, pero que sin embargo, cuando observemos un poco más en detalle, descubrimos a un hombre violento y manipulador. Gran trabajo de Jorge, que junto con María Nydia, son las figuras más destacadas de la noche.

Jorge Noya, es el bonachón oficial Marega, cansado de ser policía, en ese pueblo no pasa nada y agobiado por sus problemas personales. Es muy bueno lo de Jorge, un actor de gran trayectoria. Martín Caminos, por su parte, compondrá un personaje muy gracioso, estudiante de filosofía, que sin saberlo, meterá la cabeza en la boca del lobo.








Y para el final dejamos a Paloma Santos, una joven y talentosa actriz, que tiene en esta oportunidad un papel muy complejo, que resuelve en gran forma, ya que solo hablará por medio de sus gestos y expresiones. Es el personaje clave de la historia y no diremos nada más. Nos gustó mucho lo de Paloma.

Es muy cuidada la puesta que propone Darío, con esa ambientación de los setenta, que resalta en el vestuario de los protagonistas y en el diseño escenográfico de esa casa familiar, donde el tocadiscos y los long plays,  musicalizarán el ambiente y marcarán los diferentes climas de la trama.









En definitiva otra muy buena propuesta de este joven autor, que con una cubierta de humor y absurdo, nos hará reflexionar acerca de la mentira y los secretos familiares, situaciones que al principio no parecen relevantes, pero que con el correr del tiempo, se irán agravando y llegará un momento, donde el monstruo se vuelve algo incontrolable y familias en apariencia normales, esconderán dentro secretos inconfesables.

Es la segunda temporada de El Próximo Verano en este bonito y cómodo teatro que es el Abasto Social Club. El lleno total de la sala y los prolongados aplausos que reciben los protagonistas al final de la función, no dejan dudas de la excelente recepción que tiene la obra, de parte de un público que siente cercano el argumento de la obra y que seguro reflexiona sobre propios secretos familiares, que nunca deben salir a la luz.



Pensador Teatral.



sábado, 2 de marzo de 2019

Trinidad Guevara

Dramaturgia y Dirección de Marianella Morena.








Viernes 21 hs en Teatro El Ópalo ( Junín 380 )

Desde la otra orilla del Río de la Plata, llega esta multipremiada obra, escrita por la dramaturga y directora uruguaya Marianella Morena, que rescata la figura de Trinidad Guevara, gran actriz de la segunda mitad del Siglo XIX, nacida en Uruguay y con una intensa y dilatada carrera, desplegada entre Montevideo y Buenos Aires.

Trinidad fue una adelantada a la época, transgresora y rebelde, que desafió las normas de una sociedad conservadora, donde el papel del mujer estaba totalmente relegado.  Madre de siete hijos de padres diferentes, amante del político y militar uruguayo Manuel Oribe y del actor argentino Juan Casacuberta. No aceptaba mandatos sociales, ni reglas morales, revolucionaria y por sobre todas las cosas, apasionada. Tuvo una vida dolorosa, pero con mucha valentía, siempre buscó sortear las adversidades.







Lo interesante en la propuesta de la autora, es que no ofrece una mirada enciclopedista, ni un compendio de datos, sobre la vida de Trinidad. Prefirió acercarse a su vida intensa y vibrante, sufriendo los embates de una sociedad que no la aceptaba, mostrando el lado humano y sexual de una mujer, que en soledad, quería mostrarse fuerte y hacer pie, en una Montevideo en crisis, que se debatía en la guerra contra el colonialismo..

La potencia del personaje de Trinidad Guevera, requería una actriz de gran sensibilidad, para ponerse ese traje y sin dudas, que en Cecilia Cósero, encontró a la actriz indicada. Cecilia es uruguaya y al igual que Trinidad, cruzó al charco, para desarrollar su profesión en Buenos Aires.







El papel es realmente exigente y la prestación de Cósero  es superlativa, con una pasión y una entrega que llega al corazón del espectador. Sin escenografía y parada en el centro del escenario durante toda la trama, se valerá de su propio cuerpo para musicalizar  y darle ritmo a sus palabras. Con una presencia escénica imponente y una gestualidad admirable, la protagonista se transforman en la temperamental Trinidad, sabiendo transmitir todo su dolor, la profunda soledad que siente y la culpa que la acompaña.

Fanstástica interpretación de Cecilia, que recibió varios  premios, por esta labor Les aseguramos que viendo su labor, queda claro la justicia que hubo en aquellos reconocimientos y hasta parecen pocos, ante la magnitud y el compromiso de su labor.

La puesta de la directora privilegia la palabra, como dijimos no hay escenografía, ni objetos en el escenario, es la protagonista, solita con su personaje, de cara al público. Hay un excelente diseño lumínico de Claudia Sánchez, que permite marcar los climas y acompañar a la protagonista, colaborando además, para generar esa atmósfera de tensión que se respira en la sala.








La propuesta es realmente valiosa, ya que nos posibilita tener una buena semblanza, humana y emocional, de la esta figura relevante del teatro del 1800 , transgresora y adelantada a su época, que prefirió ser actriz y no esposa.

Recomendamos la obra, se encontrarán con un texto potente y pleno de poesía, una puesta original y sobre todo con una interpretación fantástica de Cecilia Cósero, que deja la piel en el escenario, para honrar la memoria de la gran actriz del Rió de la Plata, que fue Trinidad Guevara.




Pensador Teatral.