Dramaturgia de Karina Hepner. Dirección de Nicolás Sorrivas.
Martes 21 hs en Espacio Callejón ( Humahuaca 3759 )
Una original propuesta llega de la mano de Karina Hepner, que inspirándose en recuerdos de su infancia, anécdotas familiares e inmersa en la cultura judaica que la vió crecer, presenta una ficción artesanalmente elaborada, que pondrá el foco en el judaísmo ortodoxo, aquella rama de la religión, que adhiere de manera estricta a las creencias y prácticas religiosas.
Para quienes no integran ese mundo, todo lo relacionado con lo ortodoxo, está rodeado de misterios y secretos. Una corrientes religiosa que se resiste a a la modernización y se aferra a los preceptos que dicta la Torá, con ceremonias tradicionales, vestimentas particulares, el guardado del shabat y la alimentación de acuerdo a las normas alimentarias religiosas, que determinan que productos son kosher, es decir aptos para el consumo, como algunas normas de obligatorio cumplimiento.
La autora tomando varios de estos elementos y una anécdota que le relató una amiga hace unos años, elaboró un relato cargado de humor y de satirizaciones, que resulta una excelente cubierta para presentar una historia que se atreve a cuestionar muchos temas que resultan casi sagrados y a la vez denunciar ese doble standard, que en algunas ocasiones se esconden bajo la alfombra, poniendo al descubierto una serie de contradicciones y situaciones absolutamente enfrentadas, con las buenas prácticas y valores, que toda religión que se precie enuncia.
La historia se centrará en Mirele, una mujer judía que tiene un emprendimiento tan original como extravagante, ya que se dedica a vender pelucas kosher. Su casa es el centro de operaciones de este particular negocio, ya que allí hará las reuniones, en las que recibirá a mujeres de buen pasar económico de la comunidad, interesadas en comprar estas pelucas. Pero no solo la casa, es el lugar elegido para las reuniones, ya que en el subsuelo de la misma, se esconde un turbio secreto.
Mirele vive con su hija Ieudtih, que tiene un retraso madurativo importante, en una convivencia que no se caracteriza por los buenos tratos. No queremos contar demasiado para mantener el suspenso, pero si diremos que el secreto que esconde Mirele en la casa, es un taller clandestino, en el que emplea a mujeres del interior, que en condiciones laborales que rayan con la esclavitud, resultan la mano de obra ideal, para la confección de las pelucas, pero cumplimos con nuestra palabra y hasta allí contamos.
Una de las mayores virtudes que tiene esta tragicomedia, es que dentro de una atmósfera disparatada y con varias situaciones bizarras, logra describir diferentes mundos y dentro de ellos, la hipocresía y la falsedad como moneda corriente de los vínculos que se establecen, algo que como dijimos contrasta con las intenciones que se gritan al exterior.
Interpretamos que de manera no casual y haciendo alusión a la diferencia que hace el judaísmo ortodoxo, que establece sitios donde solo pueden estar hombres y otros donde solo puede haber mujeres, en la obra se elige esta última opción y serán nada menos que nueve las mujeres que estarán en escena y ningún hombre. Este elenco numeroso, no es algo que debemos dejar de pasar y por el contrario, debemos destacar, ya que acostumbrados a que el teatro independiente, últimamente tiene mayoría de unipersonales, encontrarnos con una propuesta que tenga nueve actrices en escena, es algo que en lo personal disfrutamos mucho.
Dentro del muy buen elenco reunido, entendemos que los mayores elogios, sin dudas se los lleva María Nydia Urso Ducó, una actriz de gran experiencia en el off y a la que elogiamos muchas veces desde este sitio. Siempre recordamos su gran trabajo en Un Hombre sin Suerte, la obra escrita por Samanta Schweblin, que pudimos ver en El Kafka, espacio que hoy ya no existe y en el que María Nydia realizaba una composición fabulosa.
Aquí en un papel totalmente diferente y con gran presencia escénica María Nydia vuelve a mostrar su carisma y versatilidad, para dar vida a una Mirele, manipuladora y bastante despiadada, en especial en el trato con su hija. Excelente su trabajo. La autora Karina Herpner se dá el gusto de participar de su obra y lo hace con un personaje muy querible, como el de Ieudtih, una mujer con mente de niña, que sufre los destratos de su madre. Muy bueno el aporte de Natalia Imbrosciano, como Tali, la acompañante terapeútica de Ieudith, que con mucho amor, trata de apuntalarla y además busca llevar cordura a una casa que no la tiene.
Entre las clientas destacamos en especial el trabajo de Catalina Motto, como Malka, que no tendrá empacho en mostrar en la intimidad de las reuniones sus verdaderos pensamientos. Y en el taller, nos gustaron las actuaciones de Paloma Santos y Clarisa Balcarce, a ambas las conocíamos por muy buenos trabajos en el off y es un gusto volver a verlas aquí, aprovechando los minutos en escena, para mostrar sus virtudes.
No queremos ser injustos con Marina Apat, Bettina Brozzo y Brenda Lem, las otras integrantes del elenco, que cumplen muy bien sus papeles. Como dijimos, son nueves las actrices en escena, pero el texto y la puesta, deja espacio a todas, para encontrar momentos de lucimiento, dependiendo claro de los minutos que cada una tiene en escena. Se nota una muy buena química entre todas y enfocadas en el conjunto.
La puesta de Nicolás Sorrivas, que se incorpora en la dirección, en la segunda temporada de la obra tiene muchos puntos altos, dando dinámica a una trama que no presenta un relato lineal y tiene saltos temporales. Se nota un muy buen aprovechamiento de las posibilidades que ofrece el Callejón, para presentar diferentes espacios escénicos, jugando con las escaleras y demás elementos que tiene la sala. Muy logrado el diseño escenográfico que presenta la obra, algo que no sorprende, cuando sabemos que José Escobar está a cargo de ese ítem.
Para ir concluyendo, podemos decir que La Casa de las Pelucas Kosher es una propuesta valiente, ya que se atreve a exponer un mundo que por lo general permanece oculto y lo hace de una manera poco habitual, ya que jugando con el humor, logra dejar al descubierto algunas contradicciones, que si bien no suenan novedosas, pocos se atreven a señalar. Las religiones tienen un grado de poder que las galvaniza y por ello no es algo común, cuando alguien se atreve a plantear dudas y esto es algo que el texto de Karina consigue.
La Casa de las Pelucas Kosher, es una obra que por momentos nos hará reír y por momentos nos va a horrorizar. Si bien la trama puede dejar algún suelto o sonar algo liviana, creemos que esto es precisamente lo que busca la dramaturgia, ya que esta supuesta inocencia, permite ver con nitidez contradicciones fuertes y situaciones que nos hablan de la doble moral de personas que dicen estar comprometidas con los valores religiosos, pero que tienen comportamientos en su vida diaria, que nada tienen que ver con ellos.
Salimos gratamente sorprendidos, con esta original y valiente propuesta, que de la mano del muy buen elenco reunido y una puesta muy atractiva, nos permite disfrutar de una historia que moviliza y que nos invitará a reflexionar sobre las verdades que muchas veces se esconden bajo la alfombra de la religión y que más allá de los anuncios grandilocuentes, lo más importante es como nos comportamos a diario, nosotros mismos y en nuestra relación con el prójimo.
Pensador Teatral.