Domingos 18 hs en Ladran Sancho ( Guardia Vieja 3811 )
Obra escrita y dirigida por Juan Seré.
Nuestro rico teatro off, nunca para de sorprendernos, en este caso con Himalaya, una obra que transita ya su segunda temporada, cosechando elogios de los espectadores que la descubren.
Esta es una de las obras, donde podemos ver, como la magia del teatro funciona a pleno, ya que imaginación mediante, nos trasladamos a Nepal, más precisamente a la base del Monte Manaslu, que con sus 8.156 metros altura, es uno de las montañas más altas del Himalaya.
Allí, se alista un campamento, al mando de Blas ( Pablo Bronstein ), un experimentado y particular instructor, quien junto a su esposa Helen ( Belen Ribelli ), se preparan para recibir a un grupo de alpinistas, que con sus egos muy altos y un espíritu de competencia sin techo, buscarán vencer las exigencias físicas y climáticas, para llegar a la cima de aquella montaña.
Pero este grupo de alpinistas, no estará solo en esas latitudes, también están los sherpas, que son pobladores nativos de la región, que conocen la zona y consideran sagrada a la montaña. Los sherpas son los que marcan con sogas, el camino para los alpinistas, para que ellos siguiendo el camino marcado, puedan concretar sus hazañas, a cambio de una retribución económica.
La obra tiene numerosos puntos interesantes, en primer lugar un guión super creativo, para hacernos partícipes de la aventura de estos alpinistas, que tienen como objetivo, vencer a la naturaleza.
Por otro lado, el marcado choque cultural entre el hombre blanco y los sherpas, como el primer grupo somete al otro, sólo por tener el poderío económico, haciendo que el sherpa ponga en riesgo su vida, por cumplir, los deseos aventureros del alpinista, en una tierra que no es suya. Una reflexión muy interesante, ya que se le dá una vuelta de rosca, no muy difundido al tema de este deporte extremo, que no suele tener mala prensa.
La trama que se apoya mucho en el humor, realmente tiene una dinámica vertiginosa, los personajes entran y salen de escena, a cada momento, generándose diversas mini historias, en forma paralela, en la vastedad del Manaslu.
El despliegue escénico, es muy grande, tenemos nada menos que 12 actores en escena, en un escenario de dimensiones reducidas, ya hablaremos más tarde de eso, ahora vamos a centrarnos en las actuaciones, que son realmente excelentes.
Como dijimos antes, podemos hacer una división entre dos grupos bien marcados, por un lado los alpinistas, entre los que mencionamos ya a Blas ( Pablo Bronstein ) y a su mujer Helen ( Belen Ribelli ), una pareja muy graciosa, que discute mucho y hasta dan lugar a un triángulo amoroso, que no vamos a adelantar.
Tony ( Francisco Ortíz ) y Samuel ( Eloy Rodríguez Tale ) son dos alpinistas muy particulares, que con rasgos exagerados y muy bien logrados, nos personifican a un alpinista típico, personas que con buen poder adquisitivo y ansias de aventuras se animan a desafiar las alturas. Muy buenas sus interpretaciones.
Completa este grupo particular, otra mujer Natacha ( Eugenia Mercante) en una actuación que nos gustó mucho, mostrando un toque seductor y la competencia con el sexo opuesto, entrando además en una interacción muy interesante, con uno de los sherpas que acompaña desde hace años las expediciones de Blás, nos referimos a Fishi ( Luis Tenewicki ), que logra una gran composición, un nativo, que arranca parco, casi sin hablar y que de a poco se vá soltando, dando vida a un personaje, que provoca muchas risas y a la vez, da un poco de miedo.
Otros sherpas, son Pibu ( Nicolás Levin ), Gastón Filgueira Oria ( Catu ) y Mogli ( Marcos Krivocapich ). Una muy buena pintura que realiza el autor, de estos nativos, que con un dialecto muy particular y con muchos momentos graciosos, muestran una mezcla de descontento y mandato familiar por tener que cumplir, esta función de asistentes del hombre blanco, a cambio de unos morlacos ( asi le dicen ellos ) que necesitan para sobrevivir en este mundo actual, que indudablemente no les resulta amigable. Muy buenas sus interpretaciones, donde muestran mucho amor y respeto por la la madre naturaleza, que es su Dios.
Además hay un hombre solo ( Manuel Iglesias ), esta Manaslu ( Jennifer Sztamfater ) esa madre naturaleza, que reina en esas tierras y que vé como el hombre blanco invade cada vez más su territorio. Un gran personaje este, con un vestuario y un maquillaje que impresiona. Y la obra tiene hasta un animal, la Wawa ( Agustina Trimarco ) , una cabra, delicioso personaje, el disfraz, el maquillaje, las caras, impresionante composición y hay que escuchar sus moralejas.
Mencionamos a los doce protagonistas, ya que cada uno aporta lo suyo, con las caracterísiticas personales que al autor imprime a cada personaje. Es magnífico el trabajo que realiza este grupo de actores, adpatándose a las caracterísiticas del escenario y con una gran coordinación, para darle el ritmo a la obra, que exige el director.
A estas estupendas actuaciones, debemos sumarle el magnífico diseño escenográfico, que presenta la obra, a cargo de Federico Dirrheimer y Juan Fiori, que nos ofrecen una extraordinaria muestra, de como no siempre, se necesita un escenario grande y mucho dinero para montar una escenografía. Demuestran que con ingenio y creatividad, hasta podemos recrear el Himalaya.
Cómo lo logran en un escenario tan reducido ?? Lo consiguen haciendo un aprovechamiento integral del mismo y dando profundidad a medida que la obra transcurre, ese espacio muy reducido del comienzo, parece que vá mutando, tomando otras formas y una amplitud impensada.
Y hechizo teatral mediante, las montañas aparecen, con telas pintadas, que se disponen de una manera muy precisa.
De igual modo, con el tema de la iluminación, con muy pocos recursos, se logra recrear los climas y los momentos que pide la trama, siendo otro item que se destaca.
Resaltamos también el vestuario, que en el caso de los sherpas tiene algún toque grotesco y por último resaltar el diseño sonoro y la música en vivo, que es muy efectiva y se logra con los operadores, al lado de los espectadores, que pueden seguir sus movimientos, en un guiño artesanal, que indudablemente se percibe en la puesta.
Como pueden observar, quedamos gratamente sorprendidos con Himalaya, ya que son esos casos, donde se unen, un guión original y muy creativo, con actuaciones magníficas, una puesta minimalista brillante, que nos permite sentirnos en plena montaña, para reflexionar y reir junto al director y a este grupo de actores, que nos invitan a vivir este cuento y a volar con nuestra imaginación a las alturas del Nepal.
Un hermoso momento teatral, que sin dudas recomendamos, lo invitamos a usted espectador, a que prepare su equipo de alpinismo y magia del teatro off mediante, se anime como nosotros a escalar el Himalaya, en pleno Abasto.
Pensador Teatral.
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