Viernes 20 30 hs en Teatro Andamio 90 ( Paraná 662 )
Guión de Monica Ottino y Dirección de Alejandro Giles.
En esta oportunidad, el teatro nos lleva a la Francia de fines del Siglo 18, poniendo el foco en uno de los líderes de la Revolución Francesa, nos estamos refiriendo a Maximilien Robespierre, nacido en la localidad de Arras, en el norte del país galo.
Fue un reconocido, abogado, escritor y político francés, apodado el Incorruptible, un hombre íntegro y con fuertes principios, fue diputado y dos veces presidente de la Convención Nacional y miembro del Comité de Salvación Pública, entidad que gobernó Francia, entre 1793 y 1794, instaurando el Reino del Terror , que gobernó al país en forma autoritaria, con la firme decisión de purificar a Francia de cualquier atisbo opositor a la Revolución, llegando a justificar la imposición de la pena de muerta, a la que tanto se había opuesto en el pasado.
La obra, tiene una muy interesante mezcla de países en su componente, ya que la autora es la dramaturga argentina Mónica Ottino, el personaje elegido es el francés Robespierre y la protagonista elegida para interpretar a este fascinante personaje, es la actriz Mónica Lleó, nacida en las Islas Canarias ( España ) . Fue estrenada en Tenerife, a principios del 2017 y luego de ser presentada en diversas ciudades españolas, llega a Argentina, sólo por unos meses, ya que en Octubre, la obra arrancará una gira internacional por Francia y España, con esta misma actriz y montándose versiones en español, francés, catalán e ingles, lo que demuestra el carácter internacional de esta pieza que circunstancialmente, podemos ver en cartel, en estos momentos en Buenos Aires.
Si bien la pieza parece estar orientada a personas que gustan de la historia, ya que recorre momentos claves de la historia francesa y de los personajes que fueron relevantes en esos años, como Voltaire, Luis XVI, María Antonieta y por supuesto el protagonista absoluta de la obra, el jurista y político Maximilien Robespierre.
La historia arranca, en la infancia del futuro político, huérfano de madre de niño, con padre ausente y criado con los abuelos. Fue un chico retraído y con muchos problemas afectivos, no tuvo una niñez sencilla y probablemente esto haya forjado su carácter duro e inflexible, que tuvo en su adultez.
Pese a su humilde origen, pudo recibirse de abogado, gracias a las becas otorgados por Luis XVI.
La obra si bien explora estos ricos años de la historia francesa, lo hace desde los ojos de este personaje emblemático, mostrando su costado humano, poblado de virtudes y de miserias como cualquier mortal.
No entraremos en detalles, solo recordar que Robespierre, murió en forma temprana, cuando tenía escasos 36 años y queda a la vista, que le alcanzaron esa breve, pero intensa existencia, para escribir páginas muy importantes de la historia francesa y mundial
Realmente un desafío, contar esta historia, desde un unipersonal, donde el papel del protagonista, en vez de intepretarlo un hombre, lo aborda una mujer, la genial actriz canaria Mónica Lleó. Sin dudas que no era una tarea sencilla la que se propuso la autora e indudablemente en el buen resultado final tuvo mucho que ver la precisa dirección de Alejandro Giles, director y docente teatral, oriundo de Mar del Plata.
La interpretación de la actriz canaria es extraordinaria.
Absolutamente compenetrada en el personaje, impacta su aire de masculinidad.
Impactan su energía y su presencia en el escenario, lo recorre con una seguridad total. La exigencia es enorme, ya que Mónica, esta todo el tiempo en escena, en total soledad, logrando darle una buena dinámica al texto, ya que pese a estar sola, no solo representa a Robespierre, sino que desdobla a otros personajes, armando diálogos imaginarios, entre los personajes. Para lograr esto, indudablemente, hay que tener una jerarquía acorde con la exigencia y la canaria lo tiene.
En definitiva, una entrega actoral y física absoluta de Mónica, que por momentos conmueve y deja sin aliento, al espectador, que la observa con admiración.
Un disfrute, observar sus gestos, sus desplazamientos por el escenario, sus diversos tonos de voz y hasta la belleza de su particular acento, con una dicción perfecta, que le otorgan un estilo muy particular a su labor.
Hay momentos que quedarán en la memoria del espectador como cuando entona las estrofas de La Marsellesa o al describir con lujo de detalles y extrema crudeza, las ejecuciones de Luis XVI y de María Antonieta. Cada momento es transitado, con una intensidad y una energía, que hay que destacar.
La puesta está muy cuidada, presenta una iluminación tenue, es la penumbra la que reina la mayor parte de la obra, tal vez como una metáfora de los tiempos lúgubres que se estaban viviendo en Francia. La escenografía es sobria, conteniendo sólo lo indispensable, aquí la palabra es la que prevalece por sobre todas las cosas. Hay que destacar el lucido vestuario a cargo de María Carcagno y el buen recurso de la pantalla de fondo, donde se proyectan algunas imágenes y palabras que acompañan el accionar de la protagonista, por último hacemos mención a la música original de Damián Mahler.
Son muchos los detalles, puestos en acción, para enriquecer la puesta.
En definitiva, estamos en presencia de una obra de carácter internacional, con una jerarquía acorde y si bien la obra tiene mucho de historia y está orientada a espectadores que gustan de ella, es también una posibilidad inusual de poder ver sobre el escenario a una actriz de fuste, como la española Mónica Lleó, que realmente brilla con una interpretación extraordinaria ( la enorme ovación que recibe al final de la función, es prueba de ello )
Por todo lo comentado, no quedan dudas que llegarse al Andamio 90, mientras la obra esté en Buenos Aires, es una muy buena forma de conocer en toda su dimensión, a un personaje emblemático de la historia francesa como fue Robespierre y junto a él, respirar los aires que reinaban, en aquella Francia revolucionaria.
Pensador Teatral.
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