Dramaturgia de Oscar Martínez y Dirección de José Manuel Espeche.
Cuando mencionamos a Oscar Martínez, pensamos en el gran actor que es y seguramente recordamos alguno de sus trabajos, ya sea en la televisión, en el teatro o en el cine. Oscar recibió el Premio Konex de Platino en 2011 por su trayectoria como actor de teatro en la última década y sin dudas es unos de los referentes en materia de actuación en nuestro país.
Pero no todos saben, que además de actuar, Oscar Martínez, escribió algunas obras teatrales y Ella en mi cabeza, es una de las más destacadas. Fue estrenada en el 2005, en el Paseo La Plaza y el elenco en esa ocasión, estaba constituido nada menos que por Julio Chavez, Soledad Villamil y Juan Leyrado, bajo su dirección.
En este caso la obra vuelve al teatro independiente en el Espacio Gadí y con tan buena respuesta de público, que se encuentra transitando su segunda temporada.
Ella en mi Cabeza, es una comedia dramática, que nos habla de amor, de las relaciones de pareja, de esos vínculos amorosos que nunca son sencillos, desde la mirada de Adrián ( Diego Fenández Ribas ) que se encuentra en una encrucijada, ya que por un lado siente que no soporta más a su esposa Laura ( Eva Matarazzo ), llevando diez años de casado y con un hijo en común, pensando que lo mejor sería separarse, pero por otro lado siente que no podría vivir sin ella, vaya contradicción.
Adrian esta obsesionado con Laura, según su opinión, ella es la culpable de todos sus males, su inteligencia le permite estar siempre está un paso adelante, lo controla, lo manipula y seguramente también lo engaña. No sabe como resolver la situación y es allí donde aparece en escena, un psicólogo muy particular, Klimovsky ( Eugenio Colusi ) que en las sesiones de terapia que tienen, tratará de hacerlo mirar a su interior, intentando que comprenda muchas veces proyectamos en el otro, pensamientos y comportamientos, que solo están en nuestra cabeza, generándose un muy rico intercambio entre paciente y psicólogo.
La trama es muy entretenida, tiene mucha dinámica y siempre está presente el humor, generalmente ácido, ya que la pareja se tira dardos venenosos, en la mayoría de los diálogos.
El espectador se engancha en la historia, porque claramente los personajes y los diálogos son reconocibles, ya que todos sabemos los que son las peleas en la pareja y vivimos algunas en mayor o menor medida, por lo que se logra un alto grado de identificación.
Si la obra funciona y ya está en su segunda temporada, además de hacerlo por el libro interesante que tiene, se explica por las ricas interpretaciones que presenta la pieza, ya que los tres protagonistas se destacan mucho en sus personajes.
El eje de la historia es Diego Fernández Ribas, como un Adrián agobiado, obsesionado y paranóico con su esposa. Parece que todos sus males, son culpa de ella y aunque no esté con él, su voz retumba permanentemente en su mente. Muy buen trabajo de Diego, que está siempre en escena y lleva muy bien el ritmo de la historia.
Su esposa Laura es Eva Matarazzo, ella es la mala de la película, la manipuladora, la victimaria según el pensamiento de Adrián, es la culpable de que las cosas anden mal en esa pareja. Será realmente así o será la construcción que el se hace de ella ?? No vamos a contar más, el espectador descubrirá esto cuando vea la obra. Volviendo a la actuación de Eva, nos gustó mucho su interpretación, componiendo una esposa atractiva y despiadada.
El triángulo se cierra con Eugenio Colusi, como Klimovsky, el terapeuta de Adrián, es quien trata de hacerlo entrar en razón y orientarlo para que descubra como salir del laberinto, que es actualmente su relación con Laura. Eugenio es quien genera los momentos más divertidos de la noche, algunos francamente desopilantes, dando vida a un psicólogo muy divertido. Nos encantó su interpretación.
El director logró reunir un muy buen elenco y se nota que hay muy buen entendimiento entre los tres protagonistas, ya que la historia con muchos diálogos, fluye en muy buena forma.
Debemos destacar especialmente la muy buena escenografía de Mariela Solari, con el cálido mobiliario, que muy funcional permite tener al mismo tiempo la casa de la pareja y el consultorio del psicólogo, jugando además mucho con los placards, desde donde aparecen y desaparecen algunos protagonistas, lo que permite darle esa dinámica que comentamos tiene la pieza.
En definitiva, estamos ante una muy buena versión de la obra de Oscar Martínez, una dramaturgia elaborada y que requiere atención de parte de espectador para no perder detalle, un guión que nos invita a reflexionar acerca de los vínculos de pareja y como muchas veces, es más sencillo, culpar al otro de todos los males, en vez de mirar un poco a nuestro interior y también apreciar como muchas veces, nosotros adjudicamos al otro pensamientos o comportamientos, que solo está en nuestra imaginación, pero que a nuestros intereses nos resulta más conveniente dar por ciertos.
Por todo lo dicho, recomendamos Ella en mi Cabeza, además de las excelentes actuaciones que presenta la pieza, nos vamos a reír y seguramente nos vamos a sentir identificados con muchas de las situaciones que ocurren en la obra. El prolongado aplauso con que el público despide a los protagonistas, al término de la función, es fiel demostración, que la historia gustó y llegó al espectador.
Pensador Teatral.