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viernes, 3 de agosto de 2018

Código Tartufo. Moliere 1975

Dramaturgia de Merceditas Elordi y Dirección de David Señoran.








Viernes 21 hs en Teatro Payro ( San Martín 766 )

Una propuesta original y muy creativa, llega con Código Tartufo, donde ficción y realidad se cruzarán de manera inquietante. En la idea participaron Ariel Osiris y David Señorian que trabajaron en principio con el clásico y ahí llegó Merceditas, para atravesarlo con un hecho real que enseguida relataremos..

El relato, se sitúa en el año 1975, época en que Argentina atravesaba un momento difícil, con el régimen militar en el poder. El 24 de Mayo de ese año, se produce la fuga de 26 mujeres de la Cárcel del Buen Pastor en la ciudad de Córdoba. Eran presas políticas, pertenecientes a diferentes organizaciones revolucionarias. Una de las fugadas, Alicia de tan solo 19 años, desesperada buscando donde refugiarse, irrumpe en una sala de teatro cercana a la cárcel, donde en ese momento, un grupo de actores estaba ensayando Tartufo de Moliere.







Por lo tanto, partiendo de este hecho real de la fuga, es que nace esta adaptación criolla del Tartufo. En un arranque, pareciera que estamos viendo la obra original, donde Orgon ha caído bajo los encantos de Tartufo, un verdadero embaucador a quien invitó a vivir a sus casa y al que además le ofrece la mano de su bella hija, para contraer matrimonio. Las acciones fluyen y en el escenario se recrea la pieza de Moliere, con buenas cuotas de humor, hasta que unos ruidos en el exterior, interrumpe aquella representación.

Allí es donde la obra dá un giro, ya que la entrada de Alicia al teatro, modifica todo. La joven confiesa que se ha fugado de la cárcel y pide ayuda a ese grupo de actores, para que la cobijen y la escondan, ya que las autoridades policiales, estaban tras sus pasos  y seguramente en breve preguntarían alli, si vieron algo.








Ese es el disparador, ya que el clima de comedia que se respiraba hasta ese momento, vira al drama y los actores deberán bajar a la realidad, para decidir si ayudan o no a la chica, sabiendo el peligro que corren. La decisión no es sencilla y cada uno tiene su punto de vista, apareciendo un muestrario, de lo que es la sociedad, algunos tienen un mirada egoísta y optan por el no te metas, si estaba presa, algo habrá hecho y otros en cambio, quieren ser solidarios con la situación de la fugitiva.

Allí es donde en un guiño interesante, se cruzan ficción y realidad, ya que en Tartufo, se habla de hipocresía, doble moral y la impostura, pudiendo comprobar como muchas de estas conductas, que aparecían en las interpretaciones de los actores, se reproducen ahora en la vida real.

Acompañan este interesante libro, actuaciones muy parejas del elenco reunido, que se nota comprometido con la historia que se cuenta.
Arranquemos por David Señoran, que además el el director de la pieza, interpretando al Tartufo, el encantador de serpientes, primera figura de la compañía, que muestra con la joven, la misma hipocresia que su personaje tiene en la obra de Moliere. Muy bueno lo de David.








Destacamos especialmente las actuaciones de Julia Azar, una actriz de gran trayectoria que nos gusta mucho (  el año pasado la vimos lucirse mucho, en Bodas de Sangre, ) y de María Laura León como Dorina, que se luce muchísimo en la primer parte de la obra, cuando se veía el Tartufo tradicional, festejando el público cada una de sus histriónicas intervenciones..

Ariel Osiris es Orgón, el engañado por Tartufo y padre de la bella Mariana, interpretada por Belén Fernández Diaz, que no quiere aceptar el mandato de su padre ya que su corazón, late por su amado Valerio ( Mauricio Mendez ). Los tres componen en muy buena forma sus personajes.
Aquí el espectador cuando vea la obra, verá como realidad y ficción se confunden, no vamos a adelantar nada más.








Resta mencionar a Agostina Botta, ella es Alicia, quien cambia la historia, con su irrupción sorpresiva. Una actuación con mucha energía y presencia escénica, en un papel que requiere mucha carga emocional y Agostina sabe entregarla.

Los siete actores, se complementan muy bien y aportan para el conjunto, en una obra que no es sencilla de representar, por los cambios de registros, que se presentan, ante las situaciones teatrales y reales, ya que la pieza tiene mucho del llamado teatro dentro del teatro.

La puesta es muy dinámica, con una escenografía desprovista, donde la importancia la tiene la palabra y el trabajo de los actores. Se aprovecha muy bien el amplio escenario del Payro, por el que los actores de desplazan, corren por momentos y ejecutan muy buenas coreografías,
Mencionamos un lucido vestuario de Federico Casalinuovo, que además junto con Sergio Postigo, componen la música original que tiene la pieza.









En definitiva, son varios los factores que confluyen para logran una pieza atractiva, que transita por diferentes estados, arrancando en clave de comedia en su primera parte y pasando al drama en la segunda parte.
Como dijimos la dramaturgia es original y arriesgada al mezclar un clásico de Moliere, con un hecho de nuestra historia, tan sentido para todos.

La obra permite reflexionar, como mucha veces, la indiferencia y quedarse cuidando nuestra quintita, parece resultar lo más sencillo,  pero en realidad esa falta de compromiso, resulta peligroso y contraproducente, para la sociedad, ya que hoy como no nos toca a nosotros, preferimos mirar para otro lado. La realidad indica, que si todos adoptáramos esa posición egoísta, de no ayudar al prójimo cuando requiere ayuda, se cumplirá aquel poema del pastor alemán Martín Niemuler, atribuido a Bertol Brecht, que finaliza con el párrafo que dice que cuando finalmente vinieron a buscarme a mi, ya que no había nadie más, que pudiera decir algo, porque se los habían llevado a todos.

El aplauso emocionado, con que los espectadores, despiden a los protagonistas al final de la función, premia las actuaciones y esta muy buena idea llamada Código Tartufo, Moliere 1975, teatro independiente comprometido con nuestra historia.




Pensador Teatral.

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