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viernes, 2 de noviembre de 2018

Diez Olvidos al otro lado de las Vías

Dramaturgia y Dirección de Federico Ponce.









Viernes 21 hs en La Gloria Espacio Teatral ( Yatay 890 )

Una propuesta muy interesante, la que nos acerca Federico Ponce, joven autor y director lujanense, a quien elogiamos el año pasado, por la impecable versión de Once Hijos, que montó en el Espacio Kafka ( que lamentablemente cerró sus puertas ). En esta ocasión llega con un texto propio, que el mismo dirige, siendo la primera vez que ocurre esta dualidad  y se lo nota cómodo, disfrutando la experiencia.

En Diez Olvidos al otro lado de las Vías, Federico despliega una dramaturgia elaborada y sin prisas, dejando que los siete personajes con los que cuenta la obra, tengan tiempo y espacio, para desarrollar cada una de sus historias personales. Comentamos esto porque la obra tiene una duración generosa y sensiblemente mayor a la que presenta el común de las piezas del off, siendo esto un diferencial, que el buen espectador del teatro, valora y agradece.








La obra se desarrolla en un pueblo de ubicación no determinada, pero como cualquier otro, en el que la mayoría de la gente se conoce y mantener un secreto puede ser una misión complicada. La característica de este pueblo, son esas vías que lo cortan y dividen, pareciendo que hubiera dos universos distintos, de un lado de las vías y del otro.

La historia que está estructurada en diez capítulos u olvidos, arranca con la muerte repentina de Julio, que provoca un verdadero cimbronazo entre los integrantes y visitantes de esa casa, en la que notaremos hay recuerdos que atormentan, vidas sufridas y secretos que mejor mantener, bajo la alfombra.

Como dijimos antes la dramaturgia de Federico, es muy prolija y explora las relaciones humanas que vinculan a esas personas, que parecen conocerse más de lo que ellos mismos pueden suponer, guardando además cuentas pendientes, que ahora amenazan con salir a la luz.








Se ha reunido un elenco numeroso y de gran valía para el off, son tres actores y cuatro actrices, que tendrán el tiempo suficiente para componer sus personajes y además todo ellos, contarán con su momento individual de lucimiento, donde en forma de monólogo, podrán confesar sus sentimientos íntimos, siendo estos momentos, instantes que el espectador disfrutará mucho, ya que los actores sacan a relucir todo su bagaje artístico.

El elenco tiene una variedad de edades, que enriquece mucho la puesta, actores de diferentes generaciones, muchos de ellos de gran experiencia, algo que en lo particular nos gusta mucho, porque permite ver en acción a artistas de raza, que por su madurez artística, tienen mucho que ofrecer.










Arranquemos entonces por Lala Buján y Leonardo Odiema, los que están arriba en la pirámide generacional y justamente son protagonistas fundamental de la historia que nos convoca.
Leonardo Odiema interpreta a un Julio entrañable, de origen humilde, albañil de profesión y con mucha labia y poesía en su interior, algo que sin dudas es bien recibido por las mujeres de ese pueblo. A Leonardo lo vimos el año pasado en Esperando al Zurdo y es un placer verlo nuevamente, en un papel en el que puede mostrar todo su talento, siendo el eje central de la historia. Enorme su trabajo.

Al mismo nivel de excelencia, está Lala Buján como Pura, con sus problemas de memoria a cuestas, no logra procesar, ni aceptar la ausencia de su compañero Julio. Enternece verla caminar por toda la casa, llevando ese libro que le regalo su amado cuando la conoció y que le pedirá leer a cada persona que entra a ese hogar. Entrañable y enternecedora su composición, dando vida a un personaje muy querible.









Mirta de Candia es la Tía Isolina, típico personaje chismoso del pueblo, que sabe todo lo que acontece allí. Se gana la vida vendiendo ropa por catálogo y no perderá oportunidad para tratar de colocar su mercadería  Con un histrionismo a flor de piel, Mirta logra lucirse mucho.

Gloria Cingolani, es Adela o Adele, como ella prefiere e implora que la llamen. Un personaje muy sufrido, que debe soportar el maltrato de Pura, que por algún motivo misterioso ( que en el correr de la trama se revelará ) , no la quiere allí en la casa. Nos gusto lo de Gloria, que aporta una cuota de sensibilidad y distinción a la obra.










Emiliano Diaz, es Alfonso, el hijo de Isolina, componiendo un personaje introvertido y desopilante, que vá muy seguido al baño y parece tiene mucho que ocultar. A Emiliano el año pasado, lo vimos brillar en Hablar Corto y Enredado, una entrañable obra del off, en la que hacía de gaucho. Aquí con un personaje muy diferente, vuelve a mostrar sus condiciones.

Natalia Imbrosciano, es Gladis, la hija de Pura, ella trabaja en el centro y parece estar siempre ocupada con temas importantes para atender y no tiene demasiado tiempo para su madre, Se apoya mucho en su Bichito. Muy buena composición de Natalia, que aporta un toque de belleza y frescura a la obra.

Por último resta mencionar a Federico Falasco, como Bebeto, empleado del supermercado chino y de un corralón de materiales, necesitando ambos trabajos para mantenerse. Compone el personaje más gracioso de la obra y hace reír mucho a los espectadores, con momentos muy divertidos, como cuando habla en portugués ( lo hace muy bien ) . Estupenda interpretación de Federico, que en un elenco con muchos puntos altos, él es uno de ellos claramente.









Se hizo algo larga la descripción, pero entendemos que la valía de las actuaciones, merecía algunas líneas  para cada uno y nuestro reconocimiento, ya que todos realizan excelentes composiciones de sus personajes. En esto tiene mucho que ver el director, que les dá a todos el tiempo necesario, para el lucimiento individual, además de sumar juntos para el conjunto de la trama.

La puesta tiene varios elementos para destacar, hay un diseño escenográfico ingenioso de Magalí Acha, con pocos elementos en escena y con unos paneles rebatibles, por donde aparecen y desaparecen los protagonistas. Nos gustó el diseño lumínico de Lucas Orchessi y el vestuario de Belén Pallota, importante en la trama, con muchos cambios, que tienen un significado especial.










En definitiva, muy auspicioso el debut de Federico Ponce, en su doble función de autor y director, con una historia de largo aliento, que el buen espectador de teatro agradecerá.

La obra nos hablará de seres que viven un presente espinoso y que sufren, por un pasado doloroso, que dejó sus cicatrices. En sus mentes, habitan recuerdos que los agobian y secretos que deben mantener. A todos ellos los une el dolor y la soledad, porque pese a quieren ocultarlo, están profundamente solos en la vida.

El lleno total que presentó la sala en esta función y en las anteriores, habla de la muy buena respuesta de público que la pieza está teniendo, algo que no es de extrañar, debido a la profundidad y sensibilidad que presenta el texto y a las magníficas actuaciones que nos regala. Por todo lo dicho, solo nos resta recomendar la obra, para todos los que viven del otro lado de las vías y obviamente, también para los de este lado.




Pensador Teatral.

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