Muerte Accidental de un Anarquista, posiblemente sea la obra más conocida del dramaturgo y escritor italiano Darío Fó, que falleció en el 2016, a los 90 años. Considerado uno de los autores italianos más prestigiosos del siglo XX , entre otros reconocimientos, ganó el Premio Nobel de Literatura en 1997.
Estrenada en 1970, en una Italia dominada por un fascismo creciente, la pieza se inspira en la muerte de Giuseppe Pinelli, empleado ferroviario, que fue detenido por la policía, por ser sospechoso de un atentado con bombas en Piazza Fontana. Tiempo más tarde se comprobó que el atentado fue ejecutado por organizaciones neofascistas, que nada tenían que ver con Pinelli, que fue detenido solo por ser ferroviario y por su ideología anarquista.
El problema radica, en que mientras era interrogado por la policía, el anarquista cayó de manera misteriosa desde la ventana del cuarto piso de la comisaría de Milán donde se encontraba detenido, falleciendo en el acto.
En la historia de Fo, este hecho será el disparador de una trama satírica, donde aparecerá un loco al que le gusta representar diferentes papeles, es decir adoptar algún oficio y simular ser un experto en la materia.
En esta ocasión, había sido detenido luego de haber tomado la identidad de un doctor. Ya había caído en prisión antes y el oficial Bertozzo cansado ya de sus tonterias, decide liberarlo, con tal de no verlo más. Pero el loco, que tenia como anhelo ser juez, tenía otros planes y casi sin pensarlo, cumplirá su sueño, de representar ese papel. Para cumplir su objetivo, antes de ir a la comisaria, revisando un escritorio vacío, tomará al azar un expediente, que justo resulta ser el del anarquista muerto y luego de leerlo, decidirá que ese será el caso ideal para probar sus condiciones como juez.
De manera muy graciosa, el loco logrará que las autoridades máximas de la comisaría, realmente crean que se trata de un representante de la justicia, enviado como veedor del caso y entonces los policías, temerosos de las consecuencias que podría desencadenar una investigación seria del caso, prestarán cooperación y tratarán de explicar lo inexplicable.
Hasta allí contaremos, dejaremos que los espectadores, cuando vean la obra descubran hasta donde podrá llegar el loco con su representación y si finalmente los policías se darán cuenta del engaño.
Las actuaciones que presenta la obra, tiene muchos puntos altos. En primer lugar debemos mencionar a Gastón Padovan, El Loco, que se calza el traje de protagonista de la obra y le queda muy bien, con un histrionismo que hay que resaltar y mantiene a lo largo de la trama, algo nada sencillo, ya que está todo el tiempo en eseena. A Gastón, lo conocíamos delTeatro El Ojo, gran sala del off dirigida por Luis Agustoni, pero aquí nos sorprende para bien, ya que afronta de muy buena forma, el rol de protagonista.
A continuación, debemos mencionar a Gerardo Baamonde, como el Jefe de la Comisaría, que nos regala una actuación soberbia, siendo para nosotros la mejor interpretación de la noche, con una presencia escénica y una llegada al público, que se nota en las risas que generan cada una de sus intervenciones, como gesticula, sus caras, etc. No vamos a descubrir nosotros, la calidad de Gerardo como actor, pero si hay que reconocer, que luce muchísimo.-
Del lado policial, hay muy buenos trabajos de Adrián Molteni, como el temperamental y verborrágico Spadafora, en otra muy buen composición. En la misma sintonia, mencionar al malhumorado Bertozzo, representado por Carlos Scrillati. Muy buen trabajo de ambos.
Desde papeles menores, pero haciendo muy buen aporte, debemos mencionar a Valeria de Luque, la única mujer de la historia, que es su papel de periodista, amenazará la coraza de los policías y Gustavo Inglide, como el eslabón menor en la jerarquía policial. Desde papeles secundarios, los dos cumplen.
Muy buenas interpretaciones, en una puesta atractiva y muy entretenida, donde Leonardo Prestía, logra captar el mensaje del autor, que cuestiona al poder, logrando en clave del humor, hacer una crítica bastante despiadada al accionar de las fuerzas de seguridad ( en este caso la policía ), mostrando como muchas veces, puede tejer alianzas con la justicia y en vez de tratar de esclarecer los delitos y llegar a la verdad, como debería ser su fin, prefiere entrar en manejos poco claros.
En definitiva, una propuesta interesante, que con una mirada desde el grotesco, desnuda una cara del poder policial, bastante conocida, ya que la obra, si bien se escribió hace más de 40 años en Italia, en un contexto particular, releyendo el libro, concluimos, que tranquilamente la historia podría trasladarse a la Argentina de estos tiempos, donde el desprestigio de las instituciones, es cada vez mayor.
Solo queda recomendar esta versión de Muerte Accidental de un Anarquista, una manera de conocer una de las piezas más emblemáticas del dramaturgo italiano, que con mucho humor, de manera satírica, pero certera a la vez, pone sobre el tapete como muchas veces el poder y la justicia, se unen, pero no para hacer el bien.
Pensador Teatral-
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