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miércoles, 6 de febrero de 2019

Nina

Dramaturgia de Patricia Suárez y Dirección de Jorge Diez.








Miércoles 20 hs en Hasta Trilce ( Maza 177 )

Patricia Suárez, la talentosa y prolífica dramaturga rosarina, en esta oportunidad nos sorprende con un texto sensible, que con humor y poesía, nos propone viajar en el tiempo, a la Rusia pre revolucionaria de principios del Siglo XX, con el teatro en primer plano y con personajes como Tolstoi, Stanislavski y Chejov, entre otras celebridades, que coincidieron una época dorada, que dejó su huella.

La obra es un unipersonal que nos traerá a escena a Nina Sarechnaia, personaje proveniente de La Gaviota de Chejov, aunque la autora parece situarla unos años más adelante. Enseguida aclaramos que no es necesario, conocer la obra chevjoviana, para seguir la historia, ya que la misma tiene autonomía propia, claro que quien la conozca, valorará aún más el texto.








La Nina que se presenta en esta coqueta sala del Hasta Trilce, trabaja en el guardarropas del gran Teatro de Moscú, acomodando y custodiando los abrigos del público, que esa noche asiste a una función de Tres Hermanas, uno de los clásicos más conocidos de Antón Chejov.

Nina, abrirá su corazón y esa noche, elegirá confesarse, trayendo recuerdos de su infancia, adolescencia y ya,  cuando era una bella mujer, hará revelaciones sombre sus amores prohibidos, amantes,  el rol de la mujer en aquellos años y siempre rondando el relato, se manifestará su pasión por no haber sido una actriz reconocida y su frustración, por estar allí abajo recluida entre abrigos y fantasmas, cuando su lugar, sin dudas arriba del escenario, interpretando a alguna de las hermanas.








Elogiamos mucho el libro, pero no caben dudas, que la gran protagonista de la noche, es Ana Padilla, una enorme actriz, que se enamoró del texto de Patricia Suárez apenas lo leyó y desde ese precisamente, se abrazó con pasión al proyecto.

Es un placer ver a Ana en escena, absolutamente compenetrada en el personaje de Nina, tomándolo con un amor y una entrega que conmueven. Todos sabemos las exigencias que presentan los unipersonales y en este caso Padilla, resuelve el desafío con maestría y nos regala una interpretación exquisita, consiguiendo transmitir cada una de las ímágenes que relata y transportando a cada uno de los espectadores, a la fría y bella Moscú.









La puesta que propone el director Jorge Diez, es de carácter minimalista, logrando un ambiente íntimo, que resulta ideal para el relato de Nina. Colabora mucho también la elección de esta particular y señorial sala del Hasta Trilce, poblada de cuadros, espejos, una araña hermosa y hasta un piano, todos elementos que le otorgan glamour a la puesta. Además la disposición particular de las sillas, dejando casi un cuadrado en el medio, permitiendo que la protagonista, se desplace por toda la sala,  camine entre los espectadores y hasta pueda mirarlos a los ojos, algo que colabora muchísimo con ese clima de complicidad que el relato pide.

Destacamos el vestuario de Pepe Uría, en la vestimenta de La Gaviota y también en esos abrigos que resaltan en escena y que nos trasladan al pasado moscovita, al igual que la música original de Rony Keselman, que acompaña el ritmo y los vaivenes de la trama.









En definitiva, Nina es una obra que presenta una dramaturgia fina y sensible, que nos hará viajar hacia la edad de oro de la literatura y el teatro ruso, del que mágicamente, emergerán grandes autores que dejaron un legajo que perdurará por siempre. A este texto tan refinado , se le suma una puesta atractiva y muy cuidada, que le permite a Ana Padilla, hacer gala de todo su talento y oficio sobre las tablas, para brindarnos una interpretación magnífica.

Los aplausos emocionados, con que los espectadores despiden a la protagonista al final de la función no dejan dudas, que la obra gustó mucho y que el alma de Nina Sarechnaia, esa noche, se sentirá orgullosa, por esa merecida ovación, que el público le brindó, como premio a su actuación.



Pensador Teatral.

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