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viernes, 12 de febrero de 2021

Jauría

 Dramaturgia de Jordi Casanovas y Dirección de Nelson Valente.





Jueves a Sábados a las 20 hs en Teatro Picadero ( Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857 ) 

Llega desde España, esta pieza fuerte y actual, que fue creada por el talentoso dramaturgo catalán Jordi Casanovas, tomando como base las transcripciones de un juicio que conmocionó a la sociedad española, nos estamos refiriendo al caso de " La Manada ", un grupo de cinco amigos que en ocasión de la Fiesta de San Fermín 2016, violaron a una joven de 18 años.

La obra se ubica dentro del género del teatro documental, ya que la dramaturgia se basa en hechos reales. En este caso, el autor recopiló los testimonios que se fueron dando a lo largo del juicio, incluyendo las declaraciones de los acusados y de la víctima, los interrogatorios de los abogados defensores, la participación de la fiscal y del juez. Gracias a un minucioso trabajo, Casanovas recopiló toda la información periodística disponible y con ese material, pudo construir esta pieza, que tuvo un enorme suceso de público y de crítica en su país, donde recibió varios premios y tiene como característica particular, que no tiene ni una línea de ficción, cada frase que se escuchará en el escenario, surgió del juicio ocurrido en España entre 2017 y 2019, por lo que la obra cuenta con una autenticidad que debemos resaltar.




El caso tuvo una enorme trascendencia en España, fue tapa de los principales medios de comunicación durante varios meses y causó grandes divisiones en la sociedad española, ya que por algunas características que tuvo el hecho, se generó una polémica, que a la distancia cuesta entender, ya que hubo muchas personas que optaron por dar crédito a la versión de los acusados y dudar de los dichos de la víctima.

La versión local dirigida por Nelson Valente, es fiel a la original, respetando los textos y alternando con inteligencia las acciones de lo que ocurrió aquella fatídica noche del 2016 en Pamplona, donde los integrantes de La Manada, lucían eufóricos e impunes, en contraposición con su andar errático en el juicio, donde querían parecer ajenos a los hechos y siguiendo a rajatabla el libreto de negar comprender la gravedad de sus acciones.





La obra es descarnada y muy dura, la tensión se respira en la sala desde el arranque, el relato es crudo, pero tiene la virtud de no caer nunca en golpes bajos, sorprendiendo al espectador, por el curso que tomó un juicio, que parecía tener como objetivo, confrontar y dudar del relato de la víctima, sospechando de sus dichos, cuestionando sus reacciones y en varios pasajes, tratando de justificar a los acusados, en vez de poner la lupa, en la gravedad del delito que cometieron, que siguen sin admitir y por lo tanto, lejos están de mostrar algún signo de arrepeniemiento.

Las actuaciones que tiene la pieza, en una obra que al tener mucho de relato real, no resultan sencillas,  son muy buenas. Creemos que los mayores elogios se los lleva Vanesa González, que realiza una composición soberbia, en un papel realmente complejo. Con un tono adrede monocorde, con las emociones contenidas y casi en un estado de shock continuo, logra transmitir de manera cabal, el trance que tuvo que afrontar aquella adolescente, en la noche en Pamplona, donde fue violada y más tarde, el dolor que tuvo que soportar, por ser parte de un juicio, donde ella parecía ser la acusada, que debía rendir cuentas.  Además del papel de víctima, en un momento se convertirá en una fiscal implacable,  mostrando un cambio de rol abrupto que muestra su versatilidad. Excelente trabajo de Vanesa, que supero con creces el desafío actoral, que suponía este papel.






Los integrantes de La Manada, son interpretados por Martín Slipak, Gustavo Pardi, Lucas Crespi, Gastón Cocchiarale y Julián Ponce Campos. Muy buenas sus tareas, representando con mucha credibilidad a un grupo de amigos, que actúa como bloque, con complicidad, agrandando sus actos y alardeando una virilidad mal entendida, donde la mujer resulta un trofeo de guerra, que se sumará a sus correrías.

Con el riesgo de ser injustos, vamos a destacar a Martín Slipak, un actor que nos gusta mucho y que siempre nos regala muy buenos trabajos, aquí siendo uno de los líderes del grupo y al mismo tiempo, jugando muy bien sus momentos como abogado defensor. Otro trabajo que destacamos es el Gastón Cocchiarale, al que vimos en muchas obras del off, siempre con mucha carisma y dando credibilidad a sus composiciones. Por último destacar la presencia escénica y la potencia de Gustavo Pardi, otro actor con mucho rodaje en el teatro independiente.






En definitiva, el director supo encontrar de manera acertada al grupo de actores jóvenes que pedía el libro. Se los nota a todos comprometidos con la historia, la exigencia es grande, porque requiere mucha concentración, al haber mucho texto en paralelo, ya que los actores están juntos en escena, pero en la mayoría de los pasajes intervienen de manera individual. Por eso debemos valorar el trabajo de todo el equipo, que además debió superar todos los inconvenientes que provocó la pandemia, ya que la idea era estrenar la obra el año pasado, pero recién se pudo llegar a escena este año. 

La puesta es despojada y austera. Predomina el color negro, hay pocos elementos en escena, alcanzan unas pocas sillas, un banco, unos paneles y poco más. Jauría, es una pieza, donde el texto es el que manda y con una contundencia, que casi no necesita, agregados para ser efectiva.

No queda mucho más para agregar, indudablemente Jauría es una obra que recomendamos mucho y merece verse. Se van a encontrar con un caso que fue resonante en España y no tengas dudas, que cuando salgan de la sala, tan interesados quedarán con lo que vieron, que buscarán en internet, algunos detalles extras del juicio y las repercusiones de una sentencia, que tuvo sus idas y vueltas y aún hoy sigue dando que hablar.



 

 




Pero más allá, del hecho original que se recrea en la obra, lo valioso de la misma, es introducir con rigurosidad, en nuestro teatro, una temática tan vigente en la Argentina, como la cuestión de género, la violencia contra las mujeres, el patriarcado y las diferentes formas de sometimiento que encuentran, contando para ello, con la complicidad de un sistema político y de una justicia inoperante, que siempre aparece, cuando ya es demasiado tarde.

Jauría, es una pieza de una actualidad absoluta, una obra necesaria, para tomar conciencia y también para reflexionar, acerca sobre como muchas veces, actores fundamentales de nuestra sociedad, en vez de empatizar con las víctimas y protegerlas, prefieren ponerse del lado de los victimarios.



Pensador Teatral.




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