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sábado, 21 de mayo de 2022

Perdón

Dramaturgia y Dirección de Andrés Caminos y Gadiel Sztryk.






Sábados 20 hs en La Carpintería ( Jean Jaures 858 )

La pandemia postergó muchos planes y poder ver a Los Sustottos es una de las tantas actividades que quedaron suspendidas en el tiempo. Pero por suerte la actividad teatral fue retornando de a poco y cinco años después de haber descubierto en nuestro caso a esta gran dupla cómica viendo Inestable, espectáculo que estuvo siete años en cartel a salla llena, volvemos a verlos ahora en Perdón, la octava obra de su autoría.






Pero como puede haber lectores que no los conozcan todavía, hagamos una presentación de este dúo teatral integrado por Andrés Caminos y Gadiel Sztryk, que hace 17 años formaron Los Sutottos, con un estilo muy particular y sano, ya que hacen humor si recurrir al doble sentido, demostrando que para hacer reír no hace falta decir malas palabras. A esta altura, ya tienen un número grande de seguidores, que esperan ansiosos sus nuevos espectáculos, que ellos mismo escriben y dirigen.

La obra que nos convoca habla de la amistad, algo que no resulta indiferente para Andrés y Gadiel, que se conocieron cuando eran adolescentes y compartieron aula en la secundaria. Por eso podríamos decir que esta pieza, puede funciona como una especie de catarsis, ya que ellos son amigos desde hace muchos años, compartiendo cantidad de vivencias juntos, momentos felices y también de los tristes.







El relato se iniciará con Fabio ( Gadiel Sztryk ) queriendo reencontrarse con Javier ( Andrés Caminos ) su mejor amigo de la infancia, con el que compartió el jardín y la primaria, pero luego la vida los llevó por caminos diferentes y hace nada menos que 28 años que no se ven. Luego de varios llamados sin suerte, su amigo responde a la invitación  para ir a su casa y los mejores amigos se reencontrarán, siendo ya adultos y no los niños que eran.

La idea es muy interesante y en manos de este dúo desopilante, el relato de volverá delirante y siempre muy divertido. Surgen algunas dudas de inmediato. Se seguirán llevando bien, ahora que son adultos ?? Compartirán los mismos códigos todavía ??. Evidentemente cambiaron mucho físicamente, pero a juzgar por los diálogos iniciales, ambos aún conservan intacta su alma de niños y hasta allí vamos a contar, para no quitarle sorpresa al espectador, en una obra que repasará los viejos años felices de los protagonistas.  Rememorando las travesuras que hicieron juntos, la maestra que era como una madre, la primera novia oficial y así podríamos seguir, pero vamos a parar acá, así descubren el resto cuando vean la obra.

El público que llenó La Carpintería, está muy bien predispuesto y se ríe, solo con verlos en el escenario. Resultan graciosas sus miradas, las formas de moverse por el escenario y hasta sus silencios. La dupla protagónica está muy bien aceitada, se entienden a la perfección y esto le dá una fluidez a la trama, que solo puede lograrse con años de compartir escenario y el público lo siente.






Juegan muy bien a los personajes contrapuestos, pero por poco tiempo, ya que las coincidencias entre ambos se terminarán imponiendo. Las actuaciones de ambos tienen una muy buena porción de teatro físico, de clown y por momentos, algunos de sus juegos, nos recuerdan a momentos divertidos de los Tres Chiflados, que grandes y chicos aún hoy disfrutan en el televisión.

La trama corre con fluidez y el delirio que proponen estos personajes, además de ser muy divertido, generan mucha ternura. Las risas son una constante en la noche, con una puesta que tienen momentos musicales logrados, una de las características de Los Sutottos,  es que siempre incluye música en sus shows.

Disfrutamos a pleno la función y nos reímos mucho, algo que en estos momentos de crispación que se vive en la sociedad, resulta sanador. Si además las risas llegan con un humor blanco, se valora doblemente, ya que no es habitual ver espectáculos para todas la edades, en los que se puede reír un adolescente, un padre o una abuela, así de comprensiva es la propuesta.






Además de ser una obra que entretiene, Perdón nos invita a reflexionar acerca de los valores de la amistad y nos invita a recordar aquellos momentos felices de nuestra infancia, trayendo el recuerdo de amigos inseparables de la primaria a los que no volvimos a ver, a nuestra maestra de primer grado, los bailes en casas de los amigos con padres liberales y muchos recuerdos que irán apareciendo a lo largo de la noche.

Nada más para agregar, un placer volver a ver a Los Sutottos, una dupla que ya se ha convertido en marca registrada en nuestro teatro independiente. Sus fanáticos, luego de ver Perdón, seguramente estarán esperando la llegada del próximo espectáculo. Nosotros mientras tanto nos volvemos a casa, pensando lo lindo que sería, aunque sea por un ratito, volver a ser niños.


Pensador Teatral.



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