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domingo, 28 de agosto de 2022

1989

Dramaturgia de Teodoro López. Dirección de Leandro Airaldo.










Domingos 20 hs en Teatro del Pueblo ( Lavalle 3636 )

Una propuesta muy atractiva, llega de la mano de 1989 que nos propone viajar en el tiempo, a aquellos años turbulentos de Argentina, donde el gobierno de Alfonsín naufragaba con el Plan Austral y la hiperinflación se convertía en una pesadilla, mientras la sociedad que soportaba los cortes de energía, el desabastecimiento y la amenaza cada vez más concreto de saqueos.








Allí en esa época temporal se desarrolla esta historia que tiene lugar en una cerrajería de barrio, donde trabaja Hernán, que hace copias de llave artesanalmente con su torno, mientras no corten la luz. Lo ayuda con los quehaceres del negocio Huguito, un adolescent bastante bonachón, que funciona como cadete para toda tarea, recibiendo las recomendaciones consejos algo desubicados sobre el amor y sexo que le dá su verborragico patrón.

El día trascurre en la cerrajería, como cualquier otro, mechando trabajo, con cortes de luz y charlas entre Hernán y su asistente, hasta que llegará el negocio, la atractiva Nora ( María Colloca ) que pronto sabremos que es la esposa de Fernando, uno de los hermanos de Hernán. Viene con la excusa de hacer una copia de llave, pero sin entrar en detalles, para no spoilear nada, notaremos que alguna historia amorosa pendiente hay entre ella y el hermano de su esposo, siendo este el inicio de una serie de sucesos que pondrán al descubierto relaciones familiares bastante truculentas.










Esta escena será la presentación para un relato que tiene como protagonistas a tres hermanos, que se reúnen en la cerrajería familiar al cumplirse 10 años de la muerte de su padre. Deben exhumar su cuerpo y trasladarlo a un nicho, hasta allí todo normal, pero en el mismo deberán incluir una misteriosa cajita, que conservaron sus hijos todos estos años, con la precisa instrucción de tenerla lista para esta ocasión, donde deberán cumplir con el particular pedido del padre, en el marco de un ritual misterioso y oscuro.

El particular pedido es el disparador para esta obra anclada de manera magistral a fines de la década del 80 y que tiene un componente de misterio muy alto. Que tendrá esa misteriosa caja ?? Ninguno de los hermanos la abrió en esos diez años ?? Que esconden aquellos hermanos ?? Cada uno con una personalidad diferente, pero los tres machistas, impunes, vanagloriándose de sus conquistas sexuales y siempre jugando al limite, infundiendo algo de temor a quienes pudieran escucharlos, ya que no parecen tener muchos escrúpulos en sus conductas.








Son cinco los actores en escena y se dá algo que no siempre ocurre, todos ellos tienen el tiempo necesario en escena para elaborar sus personajes, para marcar sus características y para el lucimiento, tanto en lo individual, como en el conjunto, donde las actuaciones se potencian siendo este un punto muy alto de la obra, ya que son muy logradas las composiciones de los cinco y cada uno de los espectadores al final de la función elegirá su personaje favorito.

Arranquemos por Gonzalo Ruiz como Hernán, quien siguió adelante con el negocio familiar y pasa sus días en la cerrajería. Aferrado a las costumbres y algo bohemio, parece detenido en el tiempo, disfrutando con la rutina desde el negocio, mientras se entera de todo lo que ocurre en el barrio y hace alguna travesura los días de guardia nocturna. Nos encantó el personaje de Gonzalo, siendo tal vez nuestro personaje favorito.

Sigamos con los hermanos y llega el turno de Germán Rodríguez, como Fernando, mujeriego, compadrito y muy fanfarrón. Está casado con Nora, pero disfruta contando sus aventuras amorosas e infidelidades. Le encanta aparentar y hacer alarde de sus negocios, que por la difícil situación económica del país, no parecen ser tan prósperos, como quiere venderles al resto, No se lleva para nada bien con Hernán y lo critica por nunca haberse animado a dejar la cerrajería y buscar ganar guita afuera, como el siempre le dijo. Un verdadero villano compone Germán y lo hace de maravillas.









Emiliano Díaz es Gregorio, el hermano mayor, el que juega en las grandes ligas, ya que dió el salto y se fue a trabajar a Estados Unidos. Volvió dejando algún temita pendiente que resolver en el Norte y especialmente para cumplir el ritual. trayendo regalos costosos para todos. Tiene dolares y le gusta demostrar su status. Emiliano es un excelente actor, al que elogiamos ya en este sitio en varias oportunidades, recordando en especial su exquisito trabajo en Enamorarse es Hablar Corto y Enredado, una estupenda obra del off, que tuvo reconocimientos varios Aquí vuelve a lucirse, componiendo al personaje más misterioso y temible de la obra. 

María Colloca, es Nora, la única mujer de la obra y su personaje es disruptivo en la historia. Despreciada por su esposo y deseada por su cuñado será decisiva en el desarrollo de la trama. A María la elogiamos este año, por su consagratorio trabajo protagónico en La Falcón. Aquí desde un personaje, con menos minutos en escena, aportará belleza y femineidad al relato, mostrando su magnetismo y una gran presencia escénica, para rodondear una composición que se destaca mucho.

Para el final dejamos a Tobías Bearzotti, como Huguito, el más chico de la trama. Es el cadete de la cerrajería y sufre a diario los consejos de Hernán su patrón y por la ocasión también de los hermanos. Su carácter bonachón, no concuerda con la fiereza y falta de escrúpulos del resto. Adorable personaje compone Tobías, que en una de sus primeras presentaciones teatrales, logra convertirse en una muy buena revelación.












Se hizo un poco larga la descripción, de cada actor, pero la minuciosidad de las composiciones y los muy buenos trabajos que presentan los cinco, entendemos que así lo merecían. Hay también mérito aquí en Leandro Airaldo, que desde la dirección logra darle espacio a todos para su lucimiento. Además es el responsable de una puesta que resulta realmente atractiva con numerosos guiños que nos transportan a aquellos años ochenta. Por la trama pasarán fragmentos de Nuevediario, el genial Negro Olmedo en No Toca Botón. Referencias a Alfonsín, a Menem, aparecerá Sofovich, cigarrillos importados, Mordart y Fechoria, por nombrar solo las escenas que nos vienen rápido a la mente.

De la puesta, debemos destacar sin dudas el fenomenal diseño escenográfico de Manuel Escudero, que recrea una cerrajería barrial con todos los elementos que tiene ese tipo de negocio y además también la ambientación necesaria para situarla en los 80´. Para ello también colabora el muy buen vestuario que lucen los protagonistas, rubro a cargo de Sabrina López Hovhannessian. 











Entendemos que contamos ya lo suficiente, 1989 es una obra que nos propone un viaje en el tiempo, para que podamos comprobar, que pese que pasaron ya más de treinta años y cambian algunos nombres propios, los problemas de Argentina son casi los mismos. Aumentos de precios desmedidos, cortes de luz, clase política desprestigiada, el dolar como objeto de deseo y esa sensación de que para poder sobrevivir en un ambiente hostil, como el que siempre ofrece nuestro país, con crisis que llegan de manera cíclica, algunos piensan que están habilitados para manejarse con impunidad, aprovechar cualquier oportunidad que se presenta y sin reparar si para ello hay que saltar alguna valla prohibida o perjudicar a alguien, 

Disfrutamos de una muy buena noche de teatro, con este texto tan rico de Teodoro López, la puesta  muy bien elaborada por Leandro Airaldo, que le otorga la ambientación necesaria a estos personajes brutales e impunes, acostumbrados a los atajos como receta para eludir las crisis y que pasados diez años de la muerte de su padre, acudirán para cumplir un ritual que tiene una mezcla de misterio y perversión, cóctel que resultará muy atractivo para los espectadores, que disfrutan de la obra y seguramente a la salida reflexionarán sobre el explosivo final, cenando en Fechoría o en alguno de los carritos de la Costanera.



Pensador Teatral.-



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