Dramaturgia de Santiago Loza y Dirección de Guillermo Cacace.
Un texto emotivo y profundo el que nos presenta Santiago Loza, a esta altura, convertido en un verdadero especialista en escribir unipersonales ( este año disfrutamos de Todas las Canciones de Amor obra se su autoría y mágicamente interpretada por Marilu Marini ).
En esta oportunidad, para escribir El Mar de Noche, Santiago se inspiró en dos textos, De Profundis de Oscar Wilde y Muerte en Venecia de Thomas Mann, pavada de autores, logrando una pieza plena de sensibilidad y poesía.
Este gran texto llegó a manos de Guillermo Cacace, al que vimos lucirse en forma notable como director, en Mi Hijo Solo Camina un Poco más Lento, la obra croata, que lleva cuatro años en cartel, con un éxito increíble, llenando Apacheta que es su segunda casa, en las cuatro funciones semanales y transformando a esta pieza, en uno de los fenómenos del off de los últimos años.
En Mi Hijo Solo Camina ..., hay una superpoblación de actores en escena y el movimiento es una de las claves de la puesta. En este caso y en forma diametralmente opuesta, hay solo un protagonista en el escenario, ocupando un espacio muy pequeño del mismo y permaneciendo inmóvil gran parte de la obra, lo que significa un enorme reto.
Repasemos entonces, tenemos un texto muy rico, un director talentoso, restaba algo fundamental, encontrar al protagonista para encarar este gran desafío, de estar solito en el escenario, representando este monólogo profundamente dramático. Y el elegido, fue nada menos, que Luis Machín, un actor de enormes condiciones, que asume el desafío de afrontar su primer unipersonal, a esta altura de su carrera, donde ya encontró la madurez artisitica.
Encaró este trabajo, en forma particular y sin apuros, trabajando el proyecto por más año y medio, teniendo abierta la posibilidad de abandonarlo, si no les gustaba lo que iban viendo, algo que aquí aconteció, ya que se logró un gran producto final.
Digamos brevemente de que trata la pieza, en la misma vemos a un hombre profundamente abatido, sentando en un sillón en la habitación de un hotel de una ciudad balnearia que no se nombra. Se lo nota desolado, ha sido abandonado por su amante, un bello joven, varios años menor que el.
El hombre ha sufrido un desengaño amoroso, que lo golpeó sin piedad, lo derrumbó por completo, vemos los despojos de este hombre, que se siente vencido, sin ganas, ni fuerzas. Sabe que en el amor se gana y se pierde y el perdió. No hay esperanzas, ni futuro en el horizonte, nada puede mitigar ese inmenso dolor que se siente y que lo está consumiendo lentamente.
Está solo y paralizado, sus palabras evocan ese amor que fue algo pletórico y que ya no volverá. El desánimo y la desolación invaden el ambiente, mientras de fondo oye el ruido lejano de ese mar en la oscuridad de la noche.
Digamos ya que la actuación de Luis Machin es extraordinaria, su manejo escénico es brillante, se nota que disfruta enormemente su interpretación, manejando los tiempos de manera perfecta, es un placer ver la forma en que entona cada palabra, sus silencios, la mirada vacía, ese dolor contenido y los mínimos movimientos que logra realizar con gran esfuerzo, ya que el dolor, sin dudas parece paralizarlo literalmente.
Un trabajo admirable el de Luis, al que vimos lucirse en infinidad de papeles, pero aquí en un papel totalmente diferente, está solo en el escenario, ejerciendo todo su poder como actor y pudiendo mostrar todo su bagaje técnico, en una actuación soberbia, que conmueve.
La escenografía es despojada, solo un sillón, una copa de agua, un sombrero y un par de zapatos, el vacío y la oscuridad, invade el escenario, potenciando la soledad que siente aquel hombre. La luz tenue y la música de fondo, acompañan esa atmósfera melancólica, que requiere el libro.
Una puesta austera en recursos la que plantea el director, que causa muy buen efecto, ya que realza la interpretación de ese hombre, que está absolutamente solo en escena y en el mundo.
En definitiva, estamos en presencia de una pieza de una enorme sensibilidad, una obra que nos habla del desamor, de como un desengaño amoroso, puede llevarnos a un estado de dolor y abatimiento, que nos hace tocar fondo y que nos quita todas las ganas de seguir adelante.
El Mar de Noche, es una pieza intensa, dolorosa, que nos muestra un hombre sin fuerzas, que susurras sus últimas palabras y apila sus recuerdos, a sabiendas que le queda poco camino por recorrer.
Una obra excelente, en la que confluyen un texto inteligente, un director que tiene las ideas muy claras y un intérprete de lujo, como el enrome Luis Machín, que nos brinda una clase magistral de teatro.
El silencio absoluto con el que el público sigue el desarrollo de la pieza, denota la admiración y la compasión que siente el público, por ese actor que domina la escena con un oficio admirable, quedando grabado en nuestras retinas, ese final con los espectadores de pie, ofreciendo una ovación y un aplauso emocionado y prolongado, siendo este un un merecido reconocimiento por la gran velada de teatro vivida.
Pensador Teatral.
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