Domingos 18 hs en El Método Kairos ( El Salvador 4530 )
Una nueva propuesta llega de la mano de la alianza entre Papatino como autor y Dacal como director, esta sociedad teatral ya lleva ocho obras estrenadas, la última de ellas El Viento Escribe, que recordamos haberla elogiado mucho, ya que era un trhiller literario e histórico muy potente, que recibió varios reconocimientos, debido a la riqueza de su dramaturgia.
En La Catedral Sumergida, título que coincide con el preludio para piano escrito por el compositor francés Claude Debussy, el autor nos ofrece nuevamente un texto profundo y sensible, que nos hablará de la búsqueda de un hombre, que luce agobiado y afligido, por una existencia que lo atormenta, sin tener claro el camino a seguir.
La historia que nos cuentan, es la de Waldo ( Gabriel Rovito ) un editor y escritor frustrado, que convive con su esposa Ana ( Yamila Ulanovsky ), con ella dialoga de literatura e imaginan viajes juntos, hacia el pasado, para dialogar con grandes figuras de la humanidad como Mozart. Sin embargo, la frustración por no poder terminar su libro y las recriminaciones de Ana por ello, fastidia mucho a Waldo, que prefiere irse de su casa a un bar, para poder trabajar en textos ajenos, sin interrupciones.
En una de sus frecuentes ida al bar y en circunstancias graciosas, conocerá a Julia ( Analía Yañez ), una bella joven, de fuerte personalidad, relacionada también con la literatura, con la que empezará una relación de amistad, que con el correr de los encuentros, irá ganando en intensidad.
La obra tiene un componente de suspenso e intriga muy importante, por lo que no queremos adelantar más, preferimos que cuando el espectador vea la obra, descubra de que manera Waldo, resolverá la situación, ya que Julia, cada vez estará más presente en su vida y comenzará a hacerle preguntas, que su amante, aunque lo intenta, no es capaz de responder.
Las actuaciones que presenta la obra, son muy buenas, Gabriel Rovito es el protagonista principal de la historia. Su mente luce perturbada y cansada, le cuesta pensar con claridad. Es muy bueno el trabajo de Gabriel, que lleva adelante su papel, con mucha credibilidad y un notable dominio de sus emociones.
Las mujeres de la obra, encuentran espacio para su lucimiento, Yamila Ulanovsky, realiza una excelente composición de un personaje intrigante e inquietante a la vez, con una presencia escénica que debemos destacar.
Por su parte Analía Yañez, aporta frescura y sensualidad, su carácter desenfadado resulta estimulante para Waldo, que parece reencontrar cuando está ella, la emoción que su vida parece haber perdido. Nos gustó mucho la interpretación de Analía. Indudablemente que las actuaciones, son unos de los puntos fuertes de la obra.
La puesta de Enrique Dacal es envolvente, logrando una atmósfera íntima que potencia la historia, colaborando para esto, la acogedora sala del Kairos, que permite una cercanía absoluta de los espectadores con los actores, lo que permite observar cada uno de los gestos y movimientos de los protagonistas, sin perder detalle. Dos ítems a destacar, ambos a cargo de Julieta Capece, son el diseño escenográfico que permite diferenciar el hogar de Waldo y el bar, que son los sitios donde se desarrolla la trama y un vestuario elegante de época, que aporta distinción a la puesta,
No queda mucho más para agregar, solo mencionar que La Catedral Sumergida obtuvo el 2do Premio del Fondo Nacional de las Artes 2018, algo que explica por una dramaturgia elaborada, que se traduce en una historia de amor, donde el pasado y el futuro, entrarán en colisión, en la mente de un protagonista confundido, que navegará con culpa en esas aguas oscuras que dividen, su amor por esas dos mujeres tan diferentes.
Recomendamos la obra, un texto sensible y melancólico, que nos invitará a viajar por el mundo complejo de la mente humana y esas construcciones, que aparecen para calmar las situaciones angustiantes, con que la vida, muchas veces nos pone a prueba . Los aplausos sostenidos que el público le regala a los protagonistas al final de la función, son un justo reconocimiento, por la cálida velada teatral vivida.
Pensador Teatral.