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sábado, 28 de septiembre de 2019

Aguja

Dramaturgia y Dirección de Matías Santos.










Sábados 20 15 hs en Belisario Club de Cultura ( Av.Corrientes 1624 )

Una propuesta con un importante componente filosófico y existencialista, nos presenta Matías Santos en formato de thriller psicológico. Una dramaturgia construida con dedicación y un texto que requirió dos años de ensayos antes de salir a escena, hablan de la complejidad y profundidad de un guión que tiene como objetivo inquietar al espectador, invitándolo a la reflexión.










La obra nos propone una mirada hacia nuestro interior, poniendo la lupa en la lucha del hombre contra si mismo, contra sus miedos, traumas y fantasmas que lo atormentan. Los distintos caminos que podemos elegir, la pasión por nuestro trabajo, el amor y la muerte, siempre presentes y como cada decisión que tomamos, puede cambiar nuestro destino, serán tópicos presentes a lo largo de la trama.

La historia que nos propone el autor, nos hablará de Hugo, un físico brillante, que necesita el apoyo de su psiquiatra, para seguir adelante. Lo real y lo imaginario se mezclan en su mente de manera constante, momentos de lucidez y de oscuridad se intercalan, alucinaciones, personajes imaginarios y el fantasma de la esquizofrenia, amenazan la carrera y la vida del científico.

El espectador deberá estar muy atento, tratando de detectar donde la realidad le deja lugar a lo onírico y viceversa. El lenguaje de la obra, tiene mucho de física, de química, de ciencias duras en general, algo que no es muy usual en nuestro teatro independiente. Estarán presentes en la trama, teorías científicas, postulados y experimentos como el del gato de Schrodinger, que llegarán de manera didáctica, para un espectador, que se muestra receptivo ante un texto desafiante.









Si bien como señalamos el guión presenta algunas complejidades por el lenguaje científico que emplea, el autor inteligentemente no se queda allí, sino que introduce en la trama temas cotidianos, como la convivencia, el amor y la psicología como herramienta fundamental para la liberación humana.

Hay mucho mérito del elenco, ya que hay una exigencia mayor a la normal, debido a lo profuso del texto, que requiere una memoria muy aceitada y muchas horas de ensayo. Ambos ítems se cumplen, ya que todos consiguen dar fluidez al relato, algo que solo puede explicarse, por los meses dedicados el proyecto. Repasemos a los integrantes del elenco, que sus trabajos lo ameritan.










Mariano Botindari, es Hugo, el físico que lucha contra si mismo y que trata de resolver en terapia, los problemas que arrastra de la infancia, que indudablemente se agigantaron en su adultez y ahora amenazan su estado mental, que parece severamente afectado. Gran trabajo el de Mariano, con una entrega física notable.

Lola Nuñez, tiene el desafio, de componer a un personaje masculino, ya que será Enrique el psiquiatra de Hugo y logra salir airosa del reto. Las razones por las que el director eligió una mujer para este personaje, las encontrarán en el final de la trama y al conocerlas, coincidirán en que fue una muy buena decisión.

Mili Senders, es Olivia, fundamental para la historia, aporta una cuota de frescura y femineidad que oxigena la trama. Con mucha presencia escénica y un tono de voz muy firme, logra destacarse en cada escena que interviene. Nos gustó mucho el trabajo de Mili.





Para el final dejamos a Gerónimo Gutierrez, que en actuaciones parejas por lo buenas, es para nosotros quien realiza la actuación más destacada de la noche. Interpreta a Hidalgo, un personaje bastante misterioso, que navega entre el mundo real y el fantástico. Con mucha energía y un histrionismo a flor de piel, consigue redondear una magnífica composición.

En definitiva, nos encontramos con cuatro actuaciones muy buenas, para un texto complejo y exigente, que requiere compromiso actoral, entendimiento y mucha entrega física, todos casilleros que se completan.

La puesta presenta un espacio escénico despojado, son pocos los objetos que acompañarán una trama, en la que la palabra es la que manda. Destacamos el diseño de luces de Marco Pastorino, que colabora con la atmósfera lúgubre que presenta la puesta,







En definitiva, estamos en presencia de un trhiller psicólogico, con mucho suspenso, que indagará en los fantasmas que todos tenemos dentro y en esa lucha interior, que mantenemos a diario, para dejarlos atrás, El miedo a la muerte, la amenaza de la locura y el amor como medio de sanación estarán presentes a lo largo de la noche.

Una propuesta diferente e inquietante la que nos ofrece Matías Santos con Aguja, un viaje hacía el inconsciente, apoyado en un texto rico con muchos vericuetos y actuaciones magníficas. Recomendamos al espectador estar siempre atento, para no perder detalle de lo que sucede en el escenario y prepararse para un final tan impactante, como inesperado.




Pensador Teatral.




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