Viernes 22 30 hs en El Tinglado ( Mario Bravo 948 )
Dramaturgia y Dirección de Marcelo Pérez.
Una muy grata sorpresa resulta Clandestino Maracaná, la segunda obra escrita por Marcelo Pérez, que además es el director, presentando un texto profundo, con poesía, música y personajes muy bien elaborados, que sienten la imperiosa necesidad de compartir sus tragedias cotidianas, como si este desahogo les permitiera vivir más aliviados.
La historia se desarrolla en un bar de estilo decadente, tipo fonda, de esos que sobreviven en los barrios y parecen quedados en el tiempo, donde puertas adentro las horas parecen no transcurrir. Gente que al entrar, se mimetiza con el lugar, transcurriendo momentos prolongados, alargando la permanencia y haciendo lo posible para no volver a ese mundo exterior, que cada vez se torna más hostil y violento.
Clandestino Maracaná, es una historia que nos habla de la soledad, de seres desesperados que buscan hacer pie en las aguas turbias de la cotidianidad. El amor, los mandatos sociales, el trabajo, las contradicciones de un sistema opresor y la muerte, serán algunos de los temas universales que forman parte de esta rica dramaturgia que nació en la pandemia y tiene rasgos de ella en su composición.
Uno de los caracteres distintivos que tiene la obra, es la presencia de nueve actores en escena, algo que no es para habitual en el teatro independiente y que demanda un esfuerzo importante desde la dirección para coordinar la energía de tener tanta gente en escenario, algo que se consigue aprovechando las generosas dimensiones del espacio escénico de El Tinglado y el estupendo dispositivo escenográfico montado para la ocasión.
Yendo al tema de las actuaciones, sin dudas son un punto muy alto de la pieza. Hay una trabajada composición de los personajes, cada uno con diferentes características y un merito que tiene el texto, es que pese a tener lo grupal un peso fundamental, todos tendrán su momento para el lucimiento personal. Además el espectador estará siempre atento, ya que se generarán situaciones simultaneas, ocurriendo varias cosas a la vez, pudiendo disfrutarse también de lo que ocurre en un segundo plano.
La calidad de las interpretaciones, merece que hagamos algunas menciones particulares. A nuestro entender una actuación que debemos resaltar especialmente es la de Martín Ojea, uno de los parroquianos del bar. Es quien inicia la obra con un discurso encendido y también el que tendrá las palabras finales. Destacamos su vehemencia y potencia discursiva, con una gestualidad que se disfruta mucho. Gran trabajo de Martín, componiendo fielmente a unos de esos clientes típicos y solitarios, que no pueden faltan nunca en los bares.
Soledad Leone, es la dueña de la fonda. Pese a que su sueño es ser boxeadora, regentea este bar cumpliendo un mandato familiar. Temperamental y con pocas pulgas, le saltará la térmica varias veces. A Soledad, la habíamos elogiado mucho, por su interpretación en Fortaleza Mujer en la Hoguera y aquí en un papel muy diferente, vuelve a mostrar que es una gran actriz. Paula Flaks, compañera de Soledad en la Hoguera, no se queda atrás, aquí compone a una mujer golpeada por la vida, que se aferra peligrosamente a la bebida, para seguir adelante. Con un histrionismo a flor de piel, Paula crea un personaje delirante y muy querible, que genera los momentos más divertidos de la noche.
Siguiendo con el desfile de personajes, nos gustó mucho la dupla que conforman Daniela Colucci y Micaela Minervino, dos jóvenes amigas muy charlatanas, que no parecen encajar en el ambiente de ese lugar y se ruborizan con algunas de las situaciones que suceden. Muy divertidas Daniela y Micaela. Otro personaje muy rico, es el de Laura Tarchini, la cocinera de la fonda. Temperamental y con mucha presencia escénica, además de preparar exquisitos platos, tiene momentos de mucho destaque.
Párrafo especial para Federico Santisteban, el mozo, que además de tener que correr mucho para atender a toda la clientela y apagar algunos incendios, es el encargado de musicalizar la puesta, tocando como los dioses el bandoneón. Si leyó bien, en Clandestino Maracaná, el mozo además de atender las mesas, toca el bandoneón. Agustín Belloli, es el chico del delivery, con su particular bicicleta además de llevar los pedidos, oficia como nexo con ese exterior hostil y violento. Un personaje explosivo el suyo. Completa el elenco, Ignacio Pereyra, el policía que cuida la seguridad del local, con la oportunidad de mostrar su costado humano, cuando ocurre una situación que no vamos a revelar aquí, pero que corona con un parlamento muy sentido.
Se hizo algo larga la descripción de los personajes, pero como mencionamos líneas arriba, a nuestro entender, la calidad de las interpretaciones, merecía el reconocimiento individual dado. Sorprende en este caso, con un elenco tan numeroso, encontrar interpretaciones tan parejas por lo bueno. Aquí hay mucho mérito del director en la elección de los actores, en darle además el espacio y el tiempo necesario, para que puedan darle recorrido a sus personajes y lograr una interacción ordenada entre ellos. Además es evidente que los actores se sienten cómodos con el texto y eso genera una química muy positiva.
La puesta es otro punto alto de Clandestino Maracaná. Con un dispositivo escénico a cargo de Guillermo Bechthold, digno de elogio, creando un bar en el escenario de El Tinglado, con gran cantidad de detalles que el espectador podrá notar al ver la obra. La trama, además como comentamos tiene momentos musicales muy logrados, que agregan valor a una puesta muy atractiva.
No queda mucho más para comentar, la obra nos gustó mucho y se pasó volando. De la mano de una dramaturgia muy inteligente, que sabe como atrapar al espectador, que se engancha desde al arranque con una trama que ofrece gran variedad de matices, contando con momentos divertidos, otros de nostalgia, algunas situaciones violentas, pero ofreciendo siempre situaciones cercanas, que invitan a la reflexión.
Recomendamos Clandestino Maracaná, este bar que abre sus puertas los días Viernes, para albergar almas solitarias y angustiadas, que deambulan por la vida y buscarán la sanación en sus instalaciones. El cartel de neón del bar está encendido, la mesa está servida y los platos van marchando, solo resta que usted parroquiano teatral, se acerque a El Tinglado, para disfrutar de esta entrañable propuesta, que el teatro independiente nos ofrece.
Pensador Teatral.
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