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domingo, 10 de abril de 2022

Stefano

Texto de Armando Discépolo. Versión y Dirección de Rubén Pires.





Domingos 19 30 hs en Teatro Andamio 90 ( Parana 660 )

Stefano fue escrita en 1928 por Armando Discépolo y transita su segunda temporada en el Andamio 90, en esta renovada y atractiva versión de Rubén Pires, que nos presenta un grotesco musical ambientado en un conventillo de Buenos Aires en los principios del Siglo XX.





Este clásico nos introduce en la historia de Stefano, un músico egresado del Conservatorio de Nápoles, que llegó a la Argentina allá por el 1900, como lo hicieron miles de inmigrantes, con el sueño de hacerse la América, aprovechando las oportunidades que prometían estas tierras lejanas. 

En el caso de Stefano, el sueño a cumplir era dirigir una orquesta importante y componer una ópera que lo convierta en una celebridad. Su carrera en Italia y su talento musical, eran prácticamente una garantía de lograr ese éxito. Para cumplirlo se embarcó hacia estas tierras con sus padres, que vendieron su casa, su campo y sus pertenencias en tierras napolitanas, para acompañar el sueño de su hijo. Tenían una vida feliz allá, pero imaginaban que aquí con el suceso que tendría su hijo, encontrarían una gran prosperidad.






El relato se inicia, veinte años después de haber llegado a Argentina y la realidad era muy diferente a la que todos imaginaban. Stefano se casó con una mujer argentina y formó su propia familia, teniendo 4 hijos. Lejos de la opulencia que imaginaron antes de emprender la travesía, vivían todos juntos en un conventillo, sin que les sobrara nada, contando las monedas para que no faltara nunca el pan. Las ilusiones con las que habían llegado, se fueron esfumando con el correr de los años y todos en mayor o menor medida, se sentían defraudados por Stefano, que al no poder convertirse en un director de orquesta reconocido, no pudo cumplir nada de lo que prometió.

La obra nos mostrará como muchas veces la realidad nos golpea de manera despiadada, los sueños naufragan y allí arranca la desilusión  y la frustración. Aquel hijo prodigioso, se irá convirtiendo en el culpable de la vida miserable de su familia, que debe adaptarse a las circunstancias, maldiciendo a los cuatro vientos en haber confiado en la utopía que les había prometido su héroe.

Discépolo relata aquí con crudo realismo, lo que sucedió con muchos inmigrantes que llegaron cargados de ilusiones y se debieron conformar con una vida llena de privaciones, que los hacía añorar la tierra que dejaron atrás. Obviamente otros inmigrantes tuvieron mejor suerte, pero no fue el caso de Stefano. Y hasta allí vamos a contar, el resto lo dejaremos sin revelar, para que el espectador lo descubra cuando vea la obra.





La puesta de Rubén Pires recrea la vida en los conventillos de aquel entonces y como las distintas generaciones vivían bajo un mismo techo, teniendo que adaptarse y convivir lejos de las condiciones de vida ideales, siendo el sacrificio la moneda corriente.  El relato de esta pieza, tiene a la música como columna vertebral y precisamente los momentos musicales tan logrados que tiene la obra, le otorgan belleza y poesía a la puesta.

Entre los muchos logros que presenta esta adaptación, debemos mencionar que son ocho los actores reunidos en escena, algo que no es lo habitual. Y aquí no hay solo una cuestión de número, ya que las actuaciones que presenta la misma, merecen que les dediquemos algunas líneas.





En primer lugar, destacar el trabajo de Luis Longhi como Stefano, el gran protagonista de la historia, componiendo con mucha sensibilidad a un personaje que debe soportar la enorme pena por su fracaso y además contener los reclamos de todos los que los rodean, que lo culpan por su aciago presente. Gran trabajo de Luis, que en su estupenda interpretación, incluye momentos musicales deliciosos tocando el piano, para deleite de la platea.

Marcelo Bucossi como el abuelo y Elida Schinocca como la abuela, componen a una pareja de napolitanos adorables. Extrañan su tierra, se pelean entre ellos y reniegan tener que pasar sus últimos años, viviendo lejos de sus afectos y con una vida repleta de privaciones. Un gran gusto, ver en escena, a dos actores con tantos años de trayectoria, mostrando su enorme vigencia. Deliciosos los trabajos de Elida y Marcelo.






Maia Francia personifica a Margarita la esposa de Stefano, harta de la situación y superada por la misma, ya no tiene una gota de tolerancia. Potente la interpretación de Maia, una actriz de enormes condiciones. Lucía Palacios y Nico Cucaro, son los hijos de Stefano y los personajes más disruptivos de la historia, cumpliendo muy bien sus papeles. Mariano Falcón es el hijo mayor, el heredero de su padre y el que corre peligro de seguir el mismo camino de fracaso. Muestra presencia escénica y hace un muy buen aporte.

Párrafo especial para Gonzalo Álvarez, como Pastore, el discípulo de Stefano, que impresiona con su estupenda voz de tenor, interpretando algunos pasajes de O Sole Mío, La Donna e Móbile entre otras canciones. Su aparición sorprende y logra conmover al público por la potencia y calidad de su voz, logrando momentos musicales de enorme disfrute.

Se hizo algo larga la descripción, pero resulta un acto de justicia tomarse ese tiempo, para las menciones, porque sin dudas el director logró amalgamar un elenco heterógeno, con actores de diferentes edades y talentos, que se ponen todos al servicio de la obra, siendo importantes en el conjunto.






Yendo a la puesta que presenta la obra, hay que destacar el diseño escenográfico que transforma el escenario del Andamio 90, en un colorido conventillo, distribuido en tres planos de diferentes alturas, teniendo en el primero el living de la casa, con la mesa familiar y el piano, como elemento central de aquel hogar. En el segundo plano vemos las habitaciones de los abuelos y la cocina. Y en un alto tercer plano, el estudio del hijo mayor, que trata de encontrar aquella letra musical salvadora. Un diseño escenográfico, que merece destacarse, por la excelencia del mismo y tan poco es habitual verlo en el teatro off.

Otro rubro a destacar es el diseño de vestuario de época de Nélida Bellomo, que caracteriza en gran forma a los personajes de la historia. Y por supuesto mencionar a Sergio Vainikoff a cargo de la música original de la pieza. Coordinando todos estos recursos actorales y técnicos aparece Rubén Pires, el director de este hermoso proyecto.






Nos gustó mucho la propuesta de Stefano, resaltar que en tiempos donde lo habitual en el teatro independiente es ver mayoría de unipersonales, es una grata sorpresa, poder ver una obra que tiene ocho actores en escena. Además hay una puesta bella y cuidada, con momentos musicales distinguidos,  rescatando la rica dramaturgia de Discépolo, que nos invita a viajar a la Buenos Aires de comienzos del siglo XIX, para revivir la epopeya de tantos inmigrantes que llegaron a la Argentina, llenos de sueños y que  tanto contribuyeron al desarrollo del país.-

Por eso solo queda recomendar la obra, van a poder disfrutar de un grotesco musical con todas las letras, una puesta plena de poesía de Rubén Pires y actuaciones que llegan al corazón del espectador. Para el final de esta reseña, comentar el prolongado aplauso de pie que recibieron los protagonistas al final de la función, de una sala colmada del Andamio 90, siendo hasta ahora la mayor ovación que vivimos a lo largo del año y este hecho sin dudas, vale más que mil palabras.


Pensador Teatral.



1 comentario:

  1. Muchísimas gracias por la reseña ple a de una observación completa de todos los rubros de la obra. Da gusto leer un comentario con esta poesía. Chapeu

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