Miércoles 21 hs en El Método Kairos ( El Salavador 4530 )
Ambientada en nuestras vastas pampas, llega esta intensa historia de amor no correspondido, entre Trabucco, un veterano patrón de estancia y Elenita, una bella joven de 16 años. Terciando entre ellos, aparecerá Torito, un peón que además de ayudar a su patrón, en las tareas generales del campo, servirá de mensajero entre su jefe y la adolescente.
Este texto obtuvo el Primer Premio del Concurso Roberto Arlt, organizado por la Universidad Nacional del Arte en 2018 y luego de ver la obra, rápidamente podemos imaginar las razones de dicho premio. La pieza se caracteriza por describir con gran lujo de detalles, esas imágenes visuales que nos remiten al campo, con sus animales de cría, los pájaros, las flores, el Sol abrasador en el día y la Luna alumbrando en las noches.
En la historia escrita por la talentosa pluma de Sandra Franzen, aparecerá el machismo y la prepotencia de un hombre de campo, de buena posición económica y poeta frustrado tal vez, que pasa sus horas, tratando de escribir poemas, que resulten la llave para abrir el corazón de una Elenita, mucho menor que él, que no solo no lo rechaza, sino que parece odiarlo, por su insistencia.
En el medio de este amor, que suena imposible, aparecerá la figura del Torito, el joven peón de Trabucco, que de tanto llevarle cartas a la niña, establecerá una amistad con ella. Elenita cuando está con él, no es esquiva, al contrario, es verborrágica y disfruta su presencia. Se muestra muy locuaz, hablando de su amor por los pájaros y en especial por los colibríes, de los cuales adora su inteligencia y belleza.
La figura del triángulo amoroso sobrevuela la escena, con los peligros que esto conlleva, ya que el poderoso patrón de estancia, no tolera siquiera la idea, que esa joven mujer a la que desea sin suerte, puede entregarse a otro hombre y que encima, encima sea su pobre peón que nada tiene nada para ofrecerle. Sería un verdadero despropósito aquello y de ninguna manera lo podría permitir.. Pero esta relación ocurre en la realidad o solo en su imaginación ? Sucede algo realmente entre Elenita y el Torito ?? No vamos a contar más, dejaremos que el espectador cuando vea la obra, descubra que sucede en aquellas pampas, con esa indescifrable niña/mujer, que despierta pasiones.
La obra tiene un plus importante, que son las magníficas actuaciones que presenta, dándose un lujo enorme, como es contar con un actor de los kilates de Osvaldo Laport, como protagonista, interpretando a Trabucco, un hombre de campo, cansado de estar solo y que hará todo lo que está a su alcance para conquistar a la mujer, que anhela sea la madre de sus hijos. El papel parece hecho a medida de Laport, que se muestra muy cómodo con el mismo y mostrando una presencia escénica imponente, llevando el ritmo de la obra, con un relato articulado de manera admirable, para que el espectador lo disfrute mucho. Magnífica interpretación de Osvaldo.
Las condiciones de Laport, un actor de gran trayectoria y talento son conocidas, pero nos llevamos una sorpresa gratísima con María Gaddi, a quien es la primera vez que vemos en escena, aquí interpretando a la jóven Elenita, con una potencia y una energía, que sorprenden. Para nada se amilana de acompañar a un actor de la talla de Osvaldo, por el contrario, parece potenciarse, para redondear una actuación estupenda y una composición genial, de una adolescente, que quiere ser libre de elegir con quien estar, algo complicado por esas latitudes y tiempos. Buenísimo lo de María, demostrando mucha personalidad, para un papel que no era sencillo.
Estamos siendo injustos con Franco Marani, el Torito, que prefiere estar con los animales, antes que con humanos. Temeroso y respetuoso de las órdenes de su amor, buscará acallar sus sentimientos, sabiendo los peligros que implicarían seguirlos. Muy bueno lo de Franco, mostrando dos caras, una al estar con su patrón y otra cuando piensa en esa joven, que indudablemente lo atrae.
La puesta de Graciela Pereyra es sensible y presenta varios aciertos, el más importante, saber combinar la experiencia de Laport, con la juventud de María y Franco, para que ellos también encuentren su espacio de lucimiento, algo que se facilita por la generosidad de Osvaldo el en escenario. Hay un diseño escenográfico logrado y útil para la historia, que divide el escenario en dos partes y otro elemento a destacar es el vestuario de Cecilia Bruck. La música original y en vivo de Carlos Irigoyen, eleva el valor de la puesta y es un punto a resaltar de manera especial.
Disfrutamos mucho de Un Susurro de Alas, una historia de amores y de soledades, de pasiones y traiciones, no exenta de violencia, que atrapará al espectador desde el arranque, con una historia sensible y plena de poesía. Es por ello, que recomendamos emprender este viaje, que nos propone la autora, hacia el campo profundo, disfrutarán de un texto muy rico y de magníficas actuaciones.
El aplauso que los espectadores que colmaron el Kairos le tributan a los protagonistas al término de la función, es un justo reconocimiento, por la hermosa velada teatral vivida, con otra muy buena propuesta que el teatro independiente nos regala.
Pensador Teatral.