domingo, 27 de agosto de 2023

El Che y yo

Dramaturgia y Dirección de Raúl Garavaglia.





Domingos 18 hs en Patio de Actores ( Lerma 568 )

La figura de Ernesto Guevara, el Che, ha sido fuente de inspiración para la creación de infinidad de obras y textos, algo que no resulta extraño ya que el Che se ha convertido en una figura icónica en la historia del Siglo XX, concitando amores y odios según quien lo recuerdo. Para muchos Guevara, que desempeñó un papel crucial en la Revolución Cubana, fue un símbolo de resistencia contra regímenes dictatoriales y un luchador por la justicia social y la igualdad en todo el mundo.






Para otros, fue un asesino que fusilaba sin miramientos a sus enemigos políticos, sembrando la semilla del terrorismo en varios puntos de América Latina y destruyendo la economía. Héroe o villano, la discusión continua hoy y seguirá seguramente por muchos años. Lo que nadie puede discutir es que a estas alturas, el Che se ha convertido en un mito, pesé fue asesinado cuando tenía solamente 39 años, le bastaron esos pocos años, para dejar su huella en la historia americana.

Una de las grandes virtudes de Garavaglia, es no presentar una obra panfletaria, ni tampoco bajar línea política con el texto. Su pieza se centrará en lo emocional y explorará en el interior del Che, tratando de imaginar que era lo que pasaba por su mente en los últimos dos días de su vida. Las acciones se desarrollan en una escuelita de La Higuera, paraje boliviano, donde el comandante estaba detenido a la espera de ser ajusticiado, por el ejército boliviano que lo había capturado.






A Guevara se lo vé herido, con sangre en sus piernas y grandes dificultades para caminar. Se lo nota cansado y algo abatido, esperando el inexorable final. En esas circunstancias, aparecerá Lari Lari, una criatura mitológica que se arroga el haber detenido al Che, con el propósito de robar su alma. Ficción y realidad se mezclaran, en este rico texto, donde la poesía estará muy presente y será partícipe del diálogo entre Guevara y este ser salido de la mitología, que parece disfrutar atosigando al Comandante.

Impacta la estupenda composición de Laurentino Blanco como el Che, con una  gran caracterización, desde lo físico con los pelos largos y esa barba tan identificada con la icónica figura, mostrando una fuerte presencia escénica y con alto componente emocional, a tono con la importancia del personaje representado. Gran trabajo de Laurentino.







Sorprende la prestación de Theo Cesari, como Lari Lari, un personaje misterioso que no sabemos si es una aparición real o imaginaria producto a algún delirio del Che, debido al cautiverio, el hambre y su precaria. El trabajo de Theo es muy meritorio, con un componente físico muy alto en su personaje, que se arrastra por el escenario.

La puesta en escena de Raul Garavaglia es un punto muy alto de la obra. La escenografía es austera, con pocos los elementos en el escenario, solo los necesarios para dar marco al relato. Son muy destacados los sonidos ambiente que acompañan a la historia, que le otorgan mucho realismo a la trama Y otro ítem destacadísimo es el diseño lumínico, que crea una atmósfera oscura y opresiva, acorde con el relato.





El Che y Yo, fue nominada a los premios Estrellas de Mar, como Mejor Obra Alternativa y Mejor Iluminación y está transitando su tercera temporada en cartel, con muy buen suceso de púbico, presentándose en escenarios de todo el país. ya que indudablemente la figura del Che tiene un magnetismo innegable y la obra explora un costado humano que atrapa.

Nos sedujo la propuesta de Raúl Garavaglia, ya que nos propone indagar en el costado humano del Che, siendo testigos de recuerdos de su infancia, la relación con su madre y como fue creciendo como hombre hasta llegar a ser el mito, en el que se convirtió hoy, apelando a lo emocional para llegar al espectador, invitando además a reflexionar sobre la muerte y su efecto igualador, El aplauso emocionado del público al final de la función, es el justo reconocimiento por la fuerte noche de teatro vivida.


Pensador Teatral.


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