Sábados y Domingos 11 30 y 14 hs en Apacheta Sala Estudio ( Pasco 623 )
Obra escrita por el joven dramaturgo croata Ivor Martinic y dirigida por Guillermo Cacace,
Arranquemos mencionado que a estas alturas, Mi hijo solo camina un poco más lento, ya se convirtió en un fenómeno del teatro off y son muchos los motivos para afirmar esto.
El primero, el público que convoca. Son cuatro funciones semanales, algo no habitual en el teatro independiente y siempre se presenta a sala llena, es más cuesta mucho conseguir una butaca libre, hay que reservar con semanas de anticipación. La obra se estrenó en 2015 y desde ahí la convocatoria siempre fue en aumento, transformándose en una verdadera obra de culto.
Además, hay hechos muy particulares, como por ejemplo, su inusual horario del mediodía y primera hora de la tarde, elegidos para aprovechar la luz natural que ingresa por los ventanales de la sala, de Apacheta, su hogar, que se encuentra en Balvanera, barrio alejado del circuito teatral.
La obra emergió en el Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América 2014 y allí la conoció el talentoso Guillermo Cacace, quien potenció de manera brillante, este gran texto y con una adaptación y una puesta magnífica, consiguió este éxito, que ya trascendió las fronteras del teatro alternativo, para ser considerada una de las mejores piezas teatrales de los últimos años en nuestro país y por eso no extrañan la multiplicidad de premios que obtuvieron la obra y sus intérpretes.
Ya hay que decirlo, la obra tiene once actores en escena, hay una llamativa, diversidad de edades en los personajes, hay abuelos, madres, hijos adolescentes, un registro variado que proporciona a la pieza, una variedad y una riqueza que abruman.
No vamos a contar mucho de la historia, para mantener el suspenso, solo comentar que la historia gira en torno a una familia numerosa e imperfecta, si bien el centro parece ser Branko, el hijo adolescente que está en silla de ruedas, por alguna enfermedad que no quiere mencionarse, en realidad la obra no se queda anclado en ese hecho, más bien se encarga de retratar a una familia numerosa, que nos resulta muy cercana. El guiòn no aparece haber sido escrito en los Balcanes, sino en cualquier bar porteño.
En ocasión del cumpleaños 25 de este adolescente especial, la casa recibirá a la familia en pleno y allì se darán infinidad de situaciones, algunas graciosas, otras crueles y muchas difíciles de clasificar, como ocurren en la mayoría de las familias de hoy, donde la incomunicación, la rutina, la insatisfacción y la falta de amor, son moneda corriente.
La discapacidad de ese hijo que no puede caminar, es algo que le cuesta mucho aceptar a la madre y que tanto incomoda al resto, que no sabe como reaccionar ante estos casos ( pensemos que esto mismo suele ocurrir en nosotros en nuestra vida cotidiana ). Pero como dijimos, la obra explora más allá, lo que aparece en escena, son los conflictos, habituales en las relaciones y vínculos familiares, el paso del tiempo, que es inexorable para todos y desemboca en la vejez, como estación previa a la muerte, pero también dejando lugar para un mensaje esperanzador, con el amor como tabla de salvación contra la infelicidad reinante.
Como pueden ver la obra refleja una variedad de temas, que no vamos a profundizar, dejaremos que sea el espectador cuando vea la obra, que descubra todas las sorpresas que tiene preparadas, esta pieza tan rica.
Las actuaciones son magníficas, indudablemente hay un gran trabajo del director, para conducir un elenco tan numeroso, se los nota cómodos con la obra, la disfrutan y eso se transmite al espectador.
Con el riesgo de ser injustos, vamos a mencionar a algunas interpretaciones, arrancando por Juan Tupac Soler, como Branko, el adolescente en su silla de ruedas, que transita con enorme dignidad su trance, parece aceptarlo, lo difícil está en la reacción del otro, que muchas veces en vez de ayudarlo, lo mortifica. Una gran interpretación la de Juan, real y sin caer en exageraciones, sensible, pero sin golpes bajos.
Y que decir de Mia ( Paula Fernandez Mbarak ) , su madre, ella lleva todo el peso de la situación, lo atiende a él, a su madre anciana, a su padre, convive con un marido ausente y con una hermana despiadada. Una interpretación fabulosa y plena de sensibilidad, que conmueve y emociona al espectador. Para aplaudirla.
En el mismo nivel de excelencia, aparece Clarisa Korovsky, como Rita, esa hermana verborrágica y egocéntrica, ella mira su ombligo y trata de imponer su realidad, transmitiendo su negatividad y desesperanza a todo aquel que se le cruza. Está enojada con el mundo y se le nota.
Y que decir de Pilar Boyle, ella es Sara, la amiga de Branko, quiere ser su novia. No quiere estar sola, ella se siente fea y sabe que habla mucho, pero también sabe que tiene mucho amor para dar. Pilar es conocida por los amantes del off, por su delicioso trabajo en La Pilarcita. Es una joven actriz, muy talentosa y con un estilo muy particular, que la hace sumamente querible. Acá ofrece una actuación magnífica, con una entrega total y con momentos de gran disfrute para la platea.
Otra mujer que tiene mucho lucimiento es Doris, Romina Padoan, la hermana de Branko, ella es linda y atractiva, tiene un novio y una vida en apariencia normal, aunque sufre por la desatención de su madre, nos gustó mucho su papel.
El lector atento, puede apreciar que solo nombramos mujeres hasta ahora, salvo Juan, es que una de las caracteristicas que tiene la pieza, es la participación activa y estridente de las mujeres. Los hombres aparecen en un segundo plano, como acompañando, con un aire de resignación por una vida gris, que no disfrutan como debieran.
Pero falta una mujer, que debemos destacar especialmente y es la abuela Ana, interpretada magníficamente por Pochi Ducasse, que estuvo en la función que vimos nosotros ( aclaramos esto, porque desde el elenco nos contaban que la abuela titular es Elsa Bloise que se esté recuperando de un golpe ) . Que decir de Pochi, que con sus más de 80 años, la rompe con su desparpajo y esa impunidad que le dan los años, con una actuación hermosa, que nos conmueve a nosotros y a sus compañeros que la ayudan con la letra en plena función y la abrazan emocionados al final de la función. Un lujo poder disfrutar de sus caras, sus silencios y sus malas palabras, para aplaudirla de pie, por su pasión y por su vitalidad. Un ejemplo para todos !!!
Algo larga se hizo la descripción de los personajes y aún quedamos en deuda con algunos, pero creemos que semejantes interpretaciones merecían al menos unas líneas, ya que todos componen personajes entrañables y en ellos seguro vemos reflejados a uno o màs de nuestros familiares. Además se nota que tienen una gran humildad, no hay aires de divismo en ellos, tal vez por eso resultan tan queribles.
Llega el momento de hablar de la puesta que propone Guillermo Cacace, que con una escenografía absolutamente despojada, en la que solo aparecen algunas sillas desperdigadas. Se le dá preponderancia al texto, aquí manda la palabra y la falta de ella, ya que abundan los silencios, muy bien introducidos.
Hay infinidad de recursos al servicios de la obra que podrìamos mencionar, como por ejemplo, que los actores en todo momento están a la vista del espectador, cuando no están en escena se sientan en una silla al costado, esperando su turno, mirando al espectador, midiendo sus reacciones y viviendo ellos mismos la obra, como si fueran espectadores como nosotros. Por ahí no es fàcil de explicar, hay que verlo para entenderlo, ya que la obra tiene un estilo particular y muy original, si hasta hay un narrador, que se encarga de anunciar las didascalias y acciones que los actores en vez de escenificar, se limitan a escuchar.
El director propone, una puesta mìnima e ìntima, en la cual el espectador se siente, casi dentro de la obra, la la cuarta pared, se derrumba desde antes que arranque la función, cuando los actores ya en escena y esperando que todos se acomoden, ofrecen galletitas y hasta mates al espectador y durante la misma obra, cuando alguno de los actores hace una pregunta al público y espera su respuesta.
Cuando decimos que Mi hijo solo camina un poco màs lento, es una obra muy especial , el lector de estas lineas, ya se habrá dado cuenta, que no exageramos en nada.
La pieza conmueve y emociona, por su simpleza y por su profundidad, con un guión exquisito made in Croacia, un director talentoso y nuestro que propone una trama imparable, dotada de encanto y magnetismo, valiéndose de un elenco diverso que ama la obra y la representa con pasión.
Como conclusión, sin dudas, estamos en presencia, de una obra de visión obligatoria, son esas piezas que aparecen muy de vez en cuando y que dejarán una huella dentro de nuestro teatro independiente. Dentro de décadas, seguramente todos recordaremos haber sido testigos de esta verdadera ceremonia teatral, llamada Mi hijo solo camina un poco más lento.
Por eso amigo espectador, si usted todavía no la vió y es amante del teatro, creo que ya es tiempo que se suba a este tren que llego de Croacia para quedarse.
Pensador Teatral.