Sábados 20 y 22 hs en El Tinglado ( Mario Bravo 948 )
Guión de Mario Diament y Dirección de Manuel González Gil.
Siempre hay expectativas, cuando un dramaturgo de los quilates de Mario Diament, uno de los autores más reconocidos de nuestro teatro, estrena una obra. Por mencionar, sólo algunas de las piezas de su autoría, podemos mencionar Citas a Ciegas, Franz y Albert, Guayaquil y Tierra del Fuego. Seguramente usted lector, recordará haber disfrutado de al menos una de las obras mencionadas.
En esta oportunidad, Mario, decide explorar en el universo de las relaciones de pareja, matrimonios fallidos e infidelidades.
La historia, cuenta como Emma ( Marcela Ferradás ) y Alejandro ( Horacio Peña ) de manera fortuita, se encuentran veinte años después de haberse divorciado.
El azar parece haber hecho de las suyas, para que Alejandro en la búsqueda de un departamento para comprar , encuentra que la agente inmobiliaria, encargada de mostrárselo, será nada menos que su ex esposa.
La historia parece cerrada, hace ya 20 años que se divorciaron, pero muchas veces las apariencias engañan y el reencuentro inofensivo, que se inicia con algunas preguntas formales y de compromiso, comienza a variar. Las razones, de la separación, parecen no estar del todo claras, si bien hay una versión oficial, Emma no se nota convencida de que sea la verdadera y comenzará a revolver en ese pasado, que parecía sepultado.
La casa está sin muebles, pero llamativamente, para aflojar tensiones, aparece una botella de whisky, comienzan a beber, en especial Alejandro y la bebida funciona para soltar la lengua, aparecen fechas que no cierran, llegan algunas confesiones y la sombra de la infidelidad, comienza a agigantarse en la historia de esta ex pareja.
Queda claro, que aunque hayan pasado 20 años, las cuentas no quedaron cerradas, hay un fracaso amoroso que dá vuelta en sus mentes, circunstancias no aclaradas y cuando quedan interrogantes sin responder, las historias nunca terminan de cerrarse por completo.
El guión atrapa y el suspenso vá creciendo a medida que la trama de despliega, al mismo tiempo que sube la tensión, entre estas dos personas que fueron marido y mujer y alguna vez se quisieron, hoy reinan los reproches y las ironías, evidentemente hay heridas, que aunque pasaron los años no cicatrizaron.
El peso de la obra, se sostiene en los dos protagonistas, enormes actores ambos, con una experiencia y un bagaje técnico que garantizan la excelencia interpretativa.
En el caso de Horacio Peña, confieso que es uno de mis actores preferidos, lo ví por primera vez hace años en un memorable trabajo en el San Martín, en Decadencia, obra donde formaba dupla con Ingrid Pellicori y desde allí siempre recuerdo sus enormes trabajos, pido disculpas por el flashback, pero quería mencionarlo. En este caso interpreta a un ex marido, muy negador, que se refugia en la bebida, para intentar escapar a sus responsabilidades y a las revelaciones que van surgiendo y no lo dejan bien parado. Una gran interpretación la de Horacio, a la altura, de su inmensa valía actoral.
Su compañera de escena, es otra enorme actriz como Marcela Ferradás, multipremiada y con una notable trayectoria. Esta temporada la vimos en El Padre, actualmente en cartel en La Carpintería donde la rompe. Aquí interpreta a una Emma, inteligente y sagaz, que no quedó conforme con el final que tuvo la historia que tuvieron en común y con paciencia sabrá llevar a su ex marido al terreno de las confesiones y de la verdad.
Es un placer verlos en escena, bajo la precisa dirección de Manuel González Gil, que conociendo sus condiciones, les deja espacio libre para su lucimiento, sabiendo que obtendrá la mejor respuesta.
La escenografía, es desprovista, solo vemos un ambiente vacío del departamento, tal vez podría haber ofrecido algo más, pero entiendo, que la idea del director, era dejar claro, que la puesta era dominada por estos dos actores y sus palabras, ellos sin interferencias debían completar esas piezas del rompecabezas, que aún faltan en el tablero.
En conclusión, estamos en presencia, de una historia de relaciones humanas, fuerte, que por momentos nos hará reir y que en otros momentos nos conmoverá por las revelaciones y por los ácidos diálogos que mantienen los protagonistas, que más que antiguos compañeros, parecieran dos enemigos, algo muy habitual en esas relaciones que terminan mal y donde la palabra fracaso, resuena en forma dolorosa y marca sus vidas por siempre..
El espectador, sin dudas encuentra cercana la historia y se identifica claramente con ella, si a esto le sumamos la posibilidad de disfrutar en escena de estos dos intérpretes de lujo, la mesa está servida, para acercarse al renovado y cálido Tinglado, para disfrutar de una entrañable noche de teatro.
Pensador Teatral.
martes, 11 de julio de 2017
lunes, 10 de julio de 2017
La Omisión de la Familia Coleman
Viernes 20 hs y Domingos 21 hs en Teatro Metropolitan Sura ( Av. Corrientes 1343 )
Libro y Dirección de Claudio Tolcachir.
En esta ocasión, nos toca hablar de una obra que ya forma parte de la historia dorada de nuestro teatro, nos referimos a La Omisión de la Familia Coleman.
La pieza fue escrita por Tolcachir en el 2005, en esa época Claudio tenìa 28 años y esta fue su primer obra, nacida en su casa, un típico PH en el barrio de Boedo, en ese momento nadie se hubiera imaginado, que se estaba forjando una pieza, tocada por la varita mágica.
La Omisión lleva 13 temporadas ininterrumpidas en cartel , fue traducida a 7 idiomas y se presentó en 21 países ( China, Irlanda, Alemania, Bosnia y Canadá son alguno de ellos, que nombramos a modo de ejemplo ), participó en más de 50 festivales y ganó innumerable cantidad de premios.
Las cifras hablan por si solas, estamos en presencia de una obra de culto, que trascendió las fronteras de nuestro país y que aún hoy, mantiene una vigencia abrumadora. Pensemos, que muchas veces, a una obra le cuesta estar en cartel una temporada, en este caso hablamos de una pieza que proviniendo del off, lleva 13 años en cartel.
La obra, tiene muchisimos logros, uno de ellos, es poder saltar del off al circuito comercial, algo que no es sencillo. Este es un fenómeno interesante, el teatro off tiene muchas diferencias con el comercial, arrancando por los presupuestos que manejan uno y otro ( el off es a pulmón, pasión pura ), salas con capacidad para 50 espectadores, contra salas 10 veces mayores, generalmente los actores poco conocidos, contra famosos de la TV.
Las diferencias son notables y esto no pueden negarse, pero hay algo que finalmente se impone, cuando una obra es buena, a la larga termina triunfando, sin importar el teatro donde se exhiba. Haciendo una analogía futbolera, es como aquel jugador, que es un crack, y juega en una categoría de ascenso, si es buen jugador y tiene la suerte de que lo compre un equipo grande, puede que tenga un período de adaptación, pero a la larga triunfará en el equipo poderoso, porque el buen jugador, es bueno en un potrero o en un estadio para 50.000 personas.
Eso ocurrió con La Familia Coleman, que nació en el Timbre 4 y desde allí se hizo un nombre, llegando en nuestro país al teatro comercial, algo más que nada simbólico, ya que a nuestro entender lo más valioso, es que se haya representado en ciudades tan diversas del mundo, que encontraron puntos de identificación con esta familia tan particular.-
No vamos a ser nosotros, los que descubriremos las razones de su éxito, solo comentar por donde transita la historia, que nos habla de una familia muy especial, formada por una abuela ( Cristina Maresca ), que es la que que lleva las riendas de la casa, la que trata de administrar el caos reinante entre esas cuatro paredes, su hija Memè ( Miriam Odorico ), que presenta una inmadurez mental notable y no asumida y 3 de sus nietos, Damián ( Deigo Faturos ), Gabi ( Tamara Kiper ) y Marito ( Fernando Sala ).
La convivencia en esa casa es caótica, reina el desorden, los hijos se pelean entre ellos, la madre parece más infantil que sus propios hijos, los roles se alteran y las situaciones violentas y absurdas son las que se repiten día a día, no hay dudas que estamos en presencia de una familia disfuncional.
Para agravar la situación, la abuela se enferma y tiene que ser internada de urgencia, apareciendo allì la otra de sus nietas, que no vive en la casa con el resto, nos referimos a Verónica ( Inda Lavalle ), ella se crío en otro hogar y es en apariencia la más normal, tiene un trabajo, una familia y sin dudas este rasgo de normalidad, no será bien visto por sus hermanos, que no la quieren nada y la agreden todo el tiempo.
No vamos a contar más del argumento, imaginen ustedes, lo que puede hacer esta familia en el hospital y se van a quedar cortos, con la imaginación.
Los espectadores que al inicio lucen desconcertados, tratando de interpretar la particular lógica que tiene esta familia, con el correr de la trama, verán que las situaciones graciosas y desopilantes, comienzan a sucederse y las risas invaden la platea.
Llega el momento de ir a las actuaciones, que decir que actores y actrices, que desde el 2005 representan los mismos personajes, se formaron con ellos, sus vidas se modificaron, se casaron, se separaron, tuvieron hijos, crecieron junto a sus personajes.
Hay 4 personajes que no cambiaron, osea están desde el inicio, Mirian Odorico fue desde siempre Memé, su interpretación es brillante, una madre inmadura, despreocupada e ingenua, una loca linda, que no puede hacerse responsable de nada. Sus caras, sus gestos, sus risas, sus enojos infantiles, todo su accionar es una composición magnífica.
Diego Faturos ( Damián ) es otro de los originales, introvertido, malhumorado, pendenciero y en apariencia con algunas actividades ilícitas que no se especifican. Una estupenda interpretación.
Tamara Kiper ( Gabi ), que cuando arrancó era una actriz muy joven, hoy además es dramaturga. En la obra, es la más responsable, ayuda a la abuela a llevar adelante el hogar y trata de encarrilar a sus hermanos.
La última actriz originaria, es Verónica ( Inda Lavalle ), la hermana que logró escapar en parte de la locura de esa casa, pero que no puede desprenderse de la mochila de la familia y tampoco tiene una vida exenta de problemas.
La Omisión es un caso de estudio, actores, que mantienen un personaje durante 13 años, a muchos de ellos, los vimos en otras obras, pero es indudable que el amor y la identificación, que sienten con la Omisión, no se puede comparar con nada y la obra formará por siempre parte de sus vidas.
El personaje de Marito, que es uno de los centrales de la historia, fue representado 9 años por Lautaro Perotti y hoy el papel lo lleva adelante, Fernando Sala, que se luce muchísimo, magnífica su actuación, aprovechando notablemente el potencial que tiene el fabuloso personaje creado por Tolcachir, es problemático, obsesionado con la muerte, ácido y absolutamente imprevisible. Lindo combo, no ?
La abuela, es Cristina Maresca, deliciosa su composición, es la reina de la familia, a ella la respetan y lleva la voz de mando, con la casi imposible misión de poner orden en ese hogar, estando claro que sin ella, la casa sería un desastre mayor.
Resta mencionar a Gonzalo Ruìz como Hernán, el amigo / remisero de Verónica y Jorge Castaño el doctor que atiende a la abuela en el hospital y que además debe mantener en raya a los Coleman, que quieren invadir la clínica y la habitación. Ambos en papeles con menor tiempo en escena, se acoplan a la perfección.
Nos extendimos un poco, pero queríamos hacer justicia con estos 8 actores, que son parte fundamental del suceso logrado.
La puesta, era uno de los grandes desafíos que tenía el director en esta nueva etapa, porque no es lo mismo representar una obra, en un escenario pequeño, que hacerlo en uno inmenso, como el del Metropolitan y si bien queda la impresión, que la obra funcionaría mejor en un ámbito más chico, se aprovechan muy bien las ventajas, como poder fragmentar los diversos cuadros, sin tener que realizar movimientos de escenografías, obligatorios en un escenario pequeño. Salvo este detalle, Tolcachir apostó por mantener los mismos elementos que cuando la obra, apareció en el off y esto es valioso, para conservar al máximo la escencia de la pieza.
Creo que no queda nada mucho por agregar, La Omisión de la Familia Coleman, ya se convirtiò en un fenómeno de nuestro teatro, primero en el off donde creció en forma exponencial, valiendosé del boca a boca y ahora en el circuito comercial, triunfando y representando al país, en el mundo entero.
Para quien vió la obra hace años, esta es una excelente oportunidad para volver a disfrutarla, en un teatro grande, para percibir si nota cambios y además ver como evolucionaron los actores.
Quien es habitúe del teatro y aún no la vió, tiene una asignatura pendiente que debería resolver cuanto antes, ya que debe tener opinión propia de una obra que batió todos los records de permanencia y que fue aclamada en todo el mundo.
Eso sì que se apure, porque en Octubre, la obra sale de gira por España y si no la ve hasta ese entonces, deberá esperar hasta que regrese para verla, porque no tengan dudas que los Coleman, volverán y seguirán haciendo historia.
Pensador Teatral.
Libro y Dirección de Claudio Tolcachir.
En esta ocasión, nos toca hablar de una obra que ya forma parte de la historia dorada de nuestro teatro, nos referimos a La Omisión de la Familia Coleman.
La pieza fue escrita por Tolcachir en el 2005, en esa época Claudio tenìa 28 años y esta fue su primer obra, nacida en su casa, un típico PH en el barrio de Boedo, en ese momento nadie se hubiera imaginado, que se estaba forjando una pieza, tocada por la varita mágica.
La Omisión lleva 13 temporadas ininterrumpidas en cartel , fue traducida a 7 idiomas y se presentó en 21 países ( China, Irlanda, Alemania, Bosnia y Canadá son alguno de ellos, que nombramos a modo de ejemplo ), participó en más de 50 festivales y ganó innumerable cantidad de premios.
Las cifras hablan por si solas, estamos en presencia de una obra de culto, que trascendió las fronteras de nuestro país y que aún hoy, mantiene una vigencia abrumadora. Pensemos, que muchas veces, a una obra le cuesta estar en cartel una temporada, en este caso hablamos de una pieza que proviniendo del off, lleva 13 años en cartel.
La obra, tiene muchisimos logros, uno de ellos, es poder saltar del off al circuito comercial, algo que no es sencillo. Este es un fenómeno interesante, el teatro off tiene muchas diferencias con el comercial, arrancando por los presupuestos que manejan uno y otro ( el off es a pulmón, pasión pura ), salas con capacidad para 50 espectadores, contra salas 10 veces mayores, generalmente los actores poco conocidos, contra famosos de la TV.
Las diferencias son notables y esto no pueden negarse, pero hay algo que finalmente se impone, cuando una obra es buena, a la larga termina triunfando, sin importar el teatro donde se exhiba. Haciendo una analogía futbolera, es como aquel jugador, que es un crack, y juega en una categoría de ascenso, si es buen jugador y tiene la suerte de que lo compre un equipo grande, puede que tenga un período de adaptación, pero a la larga triunfará en el equipo poderoso, porque el buen jugador, es bueno en un potrero o en un estadio para 50.000 personas.
Eso ocurrió con La Familia Coleman, que nació en el Timbre 4 y desde allí se hizo un nombre, llegando en nuestro país al teatro comercial, algo más que nada simbólico, ya que a nuestro entender lo más valioso, es que se haya representado en ciudades tan diversas del mundo, que encontraron puntos de identificación con esta familia tan particular.-
No vamos a ser nosotros, los que descubriremos las razones de su éxito, solo comentar por donde transita la historia, que nos habla de una familia muy especial, formada por una abuela ( Cristina Maresca ), que es la que que lleva las riendas de la casa, la que trata de administrar el caos reinante entre esas cuatro paredes, su hija Memè ( Miriam Odorico ), que presenta una inmadurez mental notable y no asumida y 3 de sus nietos, Damián ( Deigo Faturos ), Gabi ( Tamara Kiper ) y Marito ( Fernando Sala ).
La convivencia en esa casa es caótica, reina el desorden, los hijos se pelean entre ellos, la madre parece más infantil que sus propios hijos, los roles se alteran y las situaciones violentas y absurdas son las que se repiten día a día, no hay dudas que estamos en presencia de una familia disfuncional.
Para agravar la situación, la abuela se enferma y tiene que ser internada de urgencia, apareciendo allì la otra de sus nietas, que no vive en la casa con el resto, nos referimos a Verónica ( Inda Lavalle ), ella se crío en otro hogar y es en apariencia la más normal, tiene un trabajo, una familia y sin dudas este rasgo de normalidad, no será bien visto por sus hermanos, que no la quieren nada y la agreden todo el tiempo.
No vamos a contar más del argumento, imaginen ustedes, lo que puede hacer esta familia en el hospital y se van a quedar cortos, con la imaginación.
Los espectadores que al inicio lucen desconcertados, tratando de interpretar la particular lógica que tiene esta familia, con el correr de la trama, verán que las situaciones graciosas y desopilantes, comienzan a sucederse y las risas invaden la platea.
Llega el momento de ir a las actuaciones, que decir que actores y actrices, que desde el 2005 representan los mismos personajes, se formaron con ellos, sus vidas se modificaron, se casaron, se separaron, tuvieron hijos, crecieron junto a sus personajes.
Hay 4 personajes que no cambiaron, osea están desde el inicio, Mirian Odorico fue desde siempre Memé, su interpretación es brillante, una madre inmadura, despreocupada e ingenua, una loca linda, que no puede hacerse responsable de nada. Sus caras, sus gestos, sus risas, sus enojos infantiles, todo su accionar es una composición magnífica.
Diego Faturos ( Damián ) es otro de los originales, introvertido, malhumorado, pendenciero y en apariencia con algunas actividades ilícitas que no se especifican. Una estupenda interpretación.
Tamara Kiper ( Gabi ), que cuando arrancó era una actriz muy joven, hoy además es dramaturga. En la obra, es la más responsable, ayuda a la abuela a llevar adelante el hogar y trata de encarrilar a sus hermanos.
La última actriz originaria, es Verónica ( Inda Lavalle ), la hermana que logró escapar en parte de la locura de esa casa, pero que no puede desprenderse de la mochila de la familia y tampoco tiene una vida exenta de problemas.
La Omisión es un caso de estudio, actores, que mantienen un personaje durante 13 años, a muchos de ellos, los vimos en otras obras, pero es indudable que el amor y la identificación, que sienten con la Omisión, no se puede comparar con nada y la obra formará por siempre parte de sus vidas.
El personaje de Marito, que es uno de los centrales de la historia, fue representado 9 años por Lautaro Perotti y hoy el papel lo lleva adelante, Fernando Sala, que se luce muchísimo, magnífica su actuación, aprovechando notablemente el potencial que tiene el fabuloso personaje creado por Tolcachir, es problemático, obsesionado con la muerte, ácido y absolutamente imprevisible. Lindo combo, no ?
La abuela, es Cristina Maresca, deliciosa su composición, es la reina de la familia, a ella la respetan y lleva la voz de mando, con la casi imposible misión de poner orden en ese hogar, estando claro que sin ella, la casa sería un desastre mayor.
Resta mencionar a Gonzalo Ruìz como Hernán, el amigo / remisero de Verónica y Jorge Castaño el doctor que atiende a la abuela en el hospital y que además debe mantener en raya a los Coleman, que quieren invadir la clínica y la habitación. Ambos en papeles con menor tiempo en escena, se acoplan a la perfección.
Nos extendimos un poco, pero queríamos hacer justicia con estos 8 actores, que son parte fundamental del suceso logrado.
La puesta, era uno de los grandes desafíos que tenía el director en esta nueva etapa, porque no es lo mismo representar una obra, en un escenario pequeño, que hacerlo en uno inmenso, como el del Metropolitan y si bien queda la impresión, que la obra funcionaría mejor en un ámbito más chico, se aprovechan muy bien las ventajas, como poder fragmentar los diversos cuadros, sin tener que realizar movimientos de escenografías, obligatorios en un escenario pequeño. Salvo este detalle, Tolcachir apostó por mantener los mismos elementos que cuando la obra, apareció en el off y esto es valioso, para conservar al máximo la escencia de la pieza.
Creo que no queda nada mucho por agregar, La Omisión de la Familia Coleman, ya se convirtiò en un fenómeno de nuestro teatro, primero en el off donde creció en forma exponencial, valiendosé del boca a boca y ahora en el circuito comercial, triunfando y representando al país, en el mundo entero.
Para quien vió la obra hace años, esta es una excelente oportunidad para volver a disfrutarla, en un teatro grande, para percibir si nota cambios y además ver como evolucionaron los actores.
Quien es habitúe del teatro y aún no la vió, tiene una asignatura pendiente que debería resolver cuanto antes, ya que debe tener opinión propia de una obra que batió todos los records de permanencia y que fue aclamada en todo el mundo.
Eso sì que se apure, porque en Octubre, la obra sale de gira por España y si no la ve hasta ese entonces, deberá esperar hasta que regrese para verla, porque no tengan dudas que los Coleman, volverán y seguirán haciendo historia.
Pensador Teatral.
La Shikse
Sábados 19 y 21 hs en La Pausa Teatral ( Av.Corrientes 4521 )
Libro y Dirección de Sebastián Kirszner.
Interesante propuesta, la que nos acerca este joven autor, que và surgiendo como un nuevo exponente teatral de la comunidad judía que tiene tanto arraigo en nuestro país, resaltando sus costumbres y comportamientos, pero con una mirada fresca y moderna, alejada de las solemnidades.
La shikse, es la palabra que la colectividad judía, utiliza en forma coloquial, para referirse a la empleada doméstica. En la obra, la shikse es María, interpretada en forma magistral por Mariela Kantor. María es paraguaya, llegó a Buenos Aires, desde su Asunción natal y su primer destino fue una pensión de la calle Entre Rìos.
Al poco tiempo, consiguió trabajo como mucama en la casa de la familia Sucovsky y sigue allì desde ese dìa, dedicó su vida a esa familia, acompaño el crecimiento de los dos hijos del matrimonio, teniendo un rol clave en la crianza de ellos, con el correr de los años, ya se siente una integrante más de la familia y como muestra de fidelidad, se presenta ante un tribunal rabínico con el objetivo de convertirse al judaísmo.
La dramaturgia es inteligente, los espectadores forman parte de ese tribunal, que debe evaluar si María ha hecho los méritos suficientes, para aceptar su pase al judaísmo.
La cuarta pared de derriba rapidamente, ya que Marìa se dirige en forma directa al público, para contar sus vivencias a lo largo de estos años con los Sucovsky, su relación con lo patrones, con la bobe, con el zeide y con los ñiños, los viajes junto a la familia a Miramar, a Florianopolis y a Maceio y anécdotas varias, vividas en tantos años de convivencia.
El relato tiene momentos muy graciosos y el espectador entregado a la actuación de María, responde con risas desde el minuto inicial.
La shikse, busca convencer al tribunal, para que la acepten y su exposición, incluye cocinar knishes en vivo, en esta tarea recibe colaboración del público y también exhibir sus dotes para bailar rikudim, una típica danza hebrea. Todo vale, para impresionar al jurado y aumentar su porcentaje de judaísmo.
La actuación de Mariela Kantor, es magistral, con un dominio absoluto de la escena, causando mucha gracia su tonada paraguaya y su intento de dominar palabras en idish. Impresiona su gestualidad y sus movimientos. Con su calidez, logra una empatía total con el público que la adopta enseguida y es cómplice de sus acciones en todo momento, en una palabra, se pone al público en el bolsillo.
Una interpretación magnífica de Mariela, mostrando a pleno sus dotes actorales, ya q, también canta, baila y todo lo hace con una sonrisa y una precisión que asombra. Realmente una elección inmejorable, la del autor, para el protagónico de la obra.
Si bien estamos en presencia de un unipersonal, la Shikse, no está sola en escena, debemos mencionar a Ignacio Goya y Sebastián Marino, que son los que acompañan musicalmente a la protagonista y en algunos pasajes, actúan con ella, cumpliendo un papel importante.
La escenografía, es más bien desprovista, el escenario es pequeño y el centro es dominado por una especie de trono rojo, con una estrella de David luminosa en la parte superior. El trono a su vez, tiene alguna adpatación muy ingeniosa, para transformarse en mesa, para preparar los knishes.
La puesta es ìntima y bella, en esto tiene mucho mérito el diseño de luces de Florencia Peralta y la mùsica original a cargo de Sebastián Aldea, que aporta mucho a la puesta.
En definitiva, estamos en presencia de una propuesta muy interesante. Tiene muchos guiños para la comunidad judía, que sin dudas se identificará mucho con cada historia que cuenta la shikse, pero la obra igualmente será muy difrutada por los goys ( asì se llaman desde la colectividad, a los no judìos ), ya que es una historia que en tono de comedia y con muchos momentos graciosos, dejá también lugar par la reflexión, ya que bajo la superficie de risas, aparece la historia, de una chica humilde, que se alejó de su país y sus afectos, consagrando su vida y postergando sus deseos, para servir a los demás.
La Shikse, pieza que sin dudas recomendamos, gracias al boca a boca, está teniendo un gran suceso de público, arrancó la temporada con una sola función los dias Sàbados y tuvo que pasar a función doble ese día, debido a la demanda, que hace que se presente con localidades agotadas. Por eso no extraña que al final de la función, los espectadores despidan a la protagonista, con un cálido y prolongado aplauso, agradecidos por el hermoso momento teatral vivido.
Pensador Teatral.
Libro y Dirección de Sebastián Kirszner.
Interesante propuesta, la que nos acerca este joven autor, que và surgiendo como un nuevo exponente teatral de la comunidad judía que tiene tanto arraigo en nuestro país, resaltando sus costumbres y comportamientos, pero con una mirada fresca y moderna, alejada de las solemnidades.
La shikse, es la palabra que la colectividad judía, utiliza en forma coloquial, para referirse a la empleada doméstica. En la obra, la shikse es María, interpretada en forma magistral por Mariela Kantor. María es paraguaya, llegó a Buenos Aires, desde su Asunción natal y su primer destino fue una pensión de la calle Entre Rìos.
Al poco tiempo, consiguió trabajo como mucama en la casa de la familia Sucovsky y sigue allì desde ese dìa, dedicó su vida a esa familia, acompaño el crecimiento de los dos hijos del matrimonio, teniendo un rol clave en la crianza de ellos, con el correr de los años, ya se siente una integrante más de la familia y como muestra de fidelidad, se presenta ante un tribunal rabínico con el objetivo de convertirse al judaísmo.
La dramaturgia es inteligente, los espectadores forman parte de ese tribunal, que debe evaluar si María ha hecho los méritos suficientes, para aceptar su pase al judaísmo.
La cuarta pared de derriba rapidamente, ya que Marìa se dirige en forma directa al público, para contar sus vivencias a lo largo de estos años con los Sucovsky, su relación con lo patrones, con la bobe, con el zeide y con los ñiños, los viajes junto a la familia a Miramar, a Florianopolis y a Maceio y anécdotas varias, vividas en tantos años de convivencia.
El relato tiene momentos muy graciosos y el espectador entregado a la actuación de María, responde con risas desde el minuto inicial.
La shikse, busca convencer al tribunal, para que la acepten y su exposición, incluye cocinar knishes en vivo, en esta tarea recibe colaboración del público y también exhibir sus dotes para bailar rikudim, una típica danza hebrea. Todo vale, para impresionar al jurado y aumentar su porcentaje de judaísmo.
La actuación de Mariela Kantor, es magistral, con un dominio absoluto de la escena, causando mucha gracia su tonada paraguaya y su intento de dominar palabras en idish. Impresiona su gestualidad y sus movimientos. Con su calidez, logra una empatía total con el público que la adopta enseguida y es cómplice de sus acciones en todo momento, en una palabra, se pone al público en el bolsillo.
Una interpretación magnífica de Mariela, mostrando a pleno sus dotes actorales, ya q, también canta, baila y todo lo hace con una sonrisa y una precisión que asombra. Realmente una elección inmejorable, la del autor, para el protagónico de la obra.
Si bien estamos en presencia de un unipersonal, la Shikse, no está sola en escena, debemos mencionar a Ignacio Goya y Sebastián Marino, que son los que acompañan musicalmente a la protagonista y en algunos pasajes, actúan con ella, cumpliendo un papel importante.
La escenografía, es más bien desprovista, el escenario es pequeño y el centro es dominado por una especie de trono rojo, con una estrella de David luminosa en la parte superior. El trono a su vez, tiene alguna adpatación muy ingeniosa, para transformarse en mesa, para preparar los knishes.
La puesta es ìntima y bella, en esto tiene mucho mérito el diseño de luces de Florencia Peralta y la mùsica original a cargo de Sebastián Aldea, que aporta mucho a la puesta.
En definitiva, estamos en presencia de una propuesta muy interesante. Tiene muchos guiños para la comunidad judía, que sin dudas se identificará mucho con cada historia que cuenta la shikse, pero la obra igualmente será muy difrutada por los goys ( asì se llaman desde la colectividad, a los no judìos ), ya que es una historia que en tono de comedia y con muchos momentos graciosos, dejá también lugar par la reflexión, ya que bajo la superficie de risas, aparece la historia, de una chica humilde, que se alejó de su país y sus afectos, consagrando su vida y postergando sus deseos, para servir a los demás.
La Shikse, pieza que sin dudas recomendamos, gracias al boca a boca, está teniendo un gran suceso de público, arrancó la temporada con una sola función los dias Sàbados y tuvo que pasar a función doble ese día, debido a la demanda, que hace que se presente con localidades agotadas. Por eso no extraña que al final de la función, los espectadores despidan a la protagonista, con un cálido y prolongado aplauso, agradecidos por el hermoso momento teatral vivido.
Pensador Teatral.
domingo, 9 de julio de 2017
Casa Linguee
Miércoles 21 hs en Teatro del Abasto ( Humahuaca 3549 )
Dramaturgia y Dirección de Christian García.
Como siempre pregonamos, el teatro off, nunca deja de sorprendernos con propuestas originales y en esta oportunidad, Christian García se anima a adentrarse en una temática tabú como la muerte, más precisamente en los ritos que envuelven a la misma, apareciendo entonces los servicios que ofrecen las funerarias.
Vaya temita, que eligió el autor, seguramente la mayoría de nosotros estuvimos en alguna casa velatoria, en circunstancias donde el dolor nos aquejaba y con poco espacio, para mirar todo lo que rodea a la ceremonia, que tiene mucho de ritual macabro, que se cumple al pie de la letra, sin pensar muy bien porque, casi en forma automática.
Lo interesante del guión, en nuestra opinión, es que la acción no se desarrolla, en la sala velatoria propiamente dicha, sino que se centra en la "cocina", en la parte de atrás, en el fuera de escena al que no tenemos acceso.
En la historia de Casa Linguee, un joven llega a una funeraria recomendado por un amigo, para buscar alguna vacante fija dentro del plantel de la misma, sin tener muy claro, cual sería su función.
Las acciones se desarrollan en una especie de oficina / vestuario, allí llega el joven, a un lugar donde momentáneamente, solo hay dos hombres, que lo miran con desconfianza y mayormente lo ignoran.
De a poco vá llegando gente a esa oficina, son otros trabajadores de la casa funeraria y el escenario se vá poblando de una manera increíble, por hombres y mujeres, personajes variopintos, que cumplen diversas funciones en esa burocracia puesta al servicio de la muerte. Hay administrativas, choferes, maquilladoras, personal de mantenimiento, gente del sindicato, etc.
Son personas , que llegan a cumplir su jornada de trabajo diaria, hablan de sus cosas y de trivialidades como puede hacer cualquiera en su trabajo.
Si bien pareciera que son trabajadores normales, pero se los nota personajes extraños, con alguna angustia contenida y un aire de ausencia y extravagancia que es fuerte. El posible trabajador, ya que no sabe si será aceptado, sufre la situación, se siente sapo de otro pozo y se desconcierta ante este grupo de personas tan particular, que parecen robots, que deben cumplir su tarea y que lo tratan con frialdad en el mejor de los casos, porque mucho directamente lo ignoran. Le piden que espere a Victor, que sin dudas debe ser el jefe y quien decidirá si tiene aptitudes para el trabajo.
La obra realmente atrapa al espectador, que se sorprende por lo que vé en el escenario y debe estar muy atento, ya que es mucho lo que ocurre, porque hay más de 10 actores en escena, que generan mútliples diálogos entre ellos, generandose varios focos de atención simultáneos.
El misterio envuelve la atmósfera y acompaña el desconcierto de aquel recién llegado, que no encaja entre esa gente, tan especial. A pesar de la temática, la obra tiene muchos momentos graciosos, hay situaciones grotescas, diálogos desopilantes y mucha risa nerviosa por la incómoda situación del muchacho que busca trabajo casi con desesperación, soportando estoicamente la mirada y el extraño comportamiento del resto.
Llega la hora, de destacar las notables actuaciones que presenta Casa Linguee, como ya dijimos son muchos los actores en escena ,todos aportan lo suyo y tienen su momento de lucimiento.
El papel principal, lo tiene Lucas Crespi, como Leandro, el joven que busca trabajo y con el que nos identificamos rápidamente, ya que parece ser el único normal, por lo que nos identificamos y sufrimos junto a el.
No queremos ser injustos con los otros actores, ya que son muchos, pero vamos a mencionar a Gustavo Barbeito como Victor, el particular jefe. Los Caceres, Fernando De Rosa y Claudio Maino, que cumplen una función partcular en los servicios, que no vamos a revelar, Paula Aguirre ( Raquel ) , Mariela Finkelstein ( Rosalía ), Estefanía D Anna (Nélida ) , Daniela Piemonte ( Angela ), Natalio Bellíssima ( Augusto ), Yamil Chadad ( Rubén ), Alejandro Pérez ( Abel ), Julián Sortino ( Walter ) y Ricardo Tamburrano ( Lapadula ).
Son nada menos que 13 actores y gran parte del tiempo,compartan la escena, todos al mismo tiempo, por lo que podrán apreciar los lectores, el enorme despliegue escénico presenta la obra, Indudablemente hay un gran trabajo del director, coordinado los diferentes y simultáneos cuadros y se disfruta mucho la pasión y la concentración, con la que cada personaje cumple su rol.
Nos gustó mucho la escenografía, simulando ese vestuario / oficina, tan particular, en el cual los empleados charlan y en algùn momentos se visten frente a nuestros ojos para la ocasión. Es muy bueno el diseño lumínico y sobresaliente el vestuario que lucen los protagonistas.
En definitiva, una obra particular, con una temática poco usual, tal vez algún espectador supersticioso quiera escaparle al argumento, pero sería un gran error, ya que se estaría privando de una pieza excelentemente elaborada, con mucho misterio, actuaciones sobresalientes y una incertidumbre que nos acompañará desde el minuto inicial de hasta el último y vayan preparándose, porque el final, los dejará impactados y queriendo ver la obra nuevamente, para comprender todo.
Una pieza original que nos gustó mucho y que merece verse, por lo tanto, le pedimos al espectador, que deje de lado sus temores y que acepte la invitación de los empleados de Casa Linguee, que tienen un servicio especialmente preparado para usted y sus deudos.
Pensador Teatral.
Dramaturgia y Dirección de Christian García.
Como siempre pregonamos, el teatro off, nunca deja de sorprendernos con propuestas originales y en esta oportunidad, Christian García se anima a adentrarse en una temática tabú como la muerte, más precisamente en los ritos que envuelven a la misma, apareciendo entonces los servicios que ofrecen las funerarias.
Vaya temita, que eligió el autor, seguramente la mayoría de nosotros estuvimos en alguna casa velatoria, en circunstancias donde el dolor nos aquejaba y con poco espacio, para mirar todo lo que rodea a la ceremonia, que tiene mucho de ritual macabro, que se cumple al pie de la letra, sin pensar muy bien porque, casi en forma automática.
Lo interesante del guión, en nuestra opinión, es que la acción no se desarrolla, en la sala velatoria propiamente dicha, sino que se centra en la "cocina", en la parte de atrás, en el fuera de escena al que no tenemos acceso.
En la historia de Casa Linguee, un joven llega a una funeraria recomendado por un amigo, para buscar alguna vacante fija dentro del plantel de la misma, sin tener muy claro, cual sería su función.
Las acciones se desarrollan en una especie de oficina / vestuario, allí llega el joven, a un lugar donde momentáneamente, solo hay dos hombres, que lo miran con desconfianza y mayormente lo ignoran.
De a poco vá llegando gente a esa oficina, son otros trabajadores de la casa funeraria y el escenario se vá poblando de una manera increíble, por hombres y mujeres, personajes variopintos, que cumplen diversas funciones en esa burocracia puesta al servicio de la muerte. Hay administrativas, choferes, maquilladoras, personal de mantenimiento, gente del sindicato, etc.
Son personas , que llegan a cumplir su jornada de trabajo diaria, hablan de sus cosas y de trivialidades como puede hacer cualquiera en su trabajo.
Si bien pareciera que son trabajadores normales, pero se los nota personajes extraños, con alguna angustia contenida y un aire de ausencia y extravagancia que es fuerte. El posible trabajador, ya que no sabe si será aceptado, sufre la situación, se siente sapo de otro pozo y se desconcierta ante este grupo de personas tan particular, que parecen robots, que deben cumplir su tarea y que lo tratan con frialdad en el mejor de los casos, porque mucho directamente lo ignoran. Le piden que espere a Victor, que sin dudas debe ser el jefe y quien decidirá si tiene aptitudes para el trabajo.
La obra realmente atrapa al espectador, que se sorprende por lo que vé en el escenario y debe estar muy atento, ya que es mucho lo que ocurre, porque hay más de 10 actores en escena, que generan mútliples diálogos entre ellos, generandose varios focos de atención simultáneos.
El misterio envuelve la atmósfera y acompaña el desconcierto de aquel recién llegado, que no encaja entre esa gente, tan especial. A pesar de la temática, la obra tiene muchos momentos graciosos, hay situaciones grotescas, diálogos desopilantes y mucha risa nerviosa por la incómoda situación del muchacho que busca trabajo casi con desesperación, soportando estoicamente la mirada y el extraño comportamiento del resto.
Llega la hora, de destacar las notables actuaciones que presenta Casa Linguee, como ya dijimos son muchos los actores en escena ,todos aportan lo suyo y tienen su momento de lucimiento.
El papel principal, lo tiene Lucas Crespi, como Leandro, el joven que busca trabajo y con el que nos identificamos rápidamente, ya que parece ser el único normal, por lo que nos identificamos y sufrimos junto a el.
No queremos ser injustos con los otros actores, ya que son muchos, pero vamos a mencionar a Gustavo Barbeito como Victor, el particular jefe. Los Caceres, Fernando De Rosa y Claudio Maino, que cumplen una función partcular en los servicios, que no vamos a revelar, Paula Aguirre ( Raquel ) , Mariela Finkelstein ( Rosalía ), Estefanía D Anna (Nélida ) , Daniela Piemonte ( Angela ), Natalio Bellíssima ( Augusto ), Yamil Chadad ( Rubén ), Alejandro Pérez ( Abel ), Julián Sortino ( Walter ) y Ricardo Tamburrano ( Lapadula ).
Son nada menos que 13 actores y gran parte del tiempo,compartan la escena, todos al mismo tiempo, por lo que podrán apreciar los lectores, el enorme despliegue escénico presenta la obra, Indudablemente hay un gran trabajo del director, coordinado los diferentes y simultáneos cuadros y se disfruta mucho la pasión y la concentración, con la que cada personaje cumple su rol.
Nos gustó mucho la escenografía, simulando ese vestuario / oficina, tan particular, en el cual los empleados charlan y en algùn momentos se visten frente a nuestros ojos para la ocasión. Es muy bueno el diseño lumínico y sobresaliente el vestuario que lucen los protagonistas.
En definitiva, una obra particular, con una temática poco usual, tal vez algún espectador supersticioso quiera escaparle al argumento, pero sería un gran error, ya que se estaría privando de una pieza excelentemente elaborada, con mucho misterio, actuaciones sobresalientes y una incertidumbre que nos acompañará desde el minuto inicial de hasta el último y vayan preparándose, porque el final, los dejará impactados y queriendo ver la obra nuevamente, para comprender todo.
Una pieza original que nos gustó mucho y que merece verse, por lo tanto, le pedimos al espectador, que deje de lado sus temores y que acepte la invitación de los empleados de Casa Linguee, que tienen un servicio especialmente preparado para usted y sus deudos.
Pensador Teatral.
jueves, 6 de julio de 2017
Lo Unico que hice fue Jugar
Lunes 20 45 hs en Espacio Callejón ( Humahuaca 3759 )
Dramaturgia y Dirección de Sebastián Irigo.
Se ha transformado ya en una sana costumbre, ver como en El Callejón, se les abre espacio a jóvenes directores, para que puedan presentar sus obras, desde las geniales mellizas Marull, Fernando Ferrer, Fede Buso, Silvia Gómez Giusto, por nombrar solo a algunos de ellos. El Callejón, desde que tiene a Javier Daulte, está construyendo su identidad y de a poco, se fue convirtiendo en uno de los sellos más representativos de nuestro querido off, ofreciendo propuestas, donde la calidad es la norma.
En esta ocasión, es Sebastián Irigo, quien nos acerca Lo Único que hice fue jugar, una entrañable obra, que nos cuenta la historia de una familia de clase media, conformada por Marcela ( Laura Oliva ), su marido Ricardo ( Federico Buso ) y sus 3 hijos, Adriana ( Josefina Scaglione ), Ignacio ( Sebastián Politino ) y el menor Manuel ( Gerardo Chendo ). Todos ellos viven en un pequeño pueblito del interior del país, no precisado, lo que si se sabe, es que es una pueblo chico, de esos, donde todos se conocen y nada puede hacerse, sin que al rato, todos los habitantes estén enterados y el dicho de pueblo chico, infierno grande, podremos comprobar que aparecerá en todo su esplendor.
La que vemos es una familia normal, como cualquier otra, Marcela es preceptora en una escuela, Ricardo es bancario y sus hijos, son chicos, que van a la escuela y juegan, por sobre todas las cosas se divierten. Si bien hay algunas peleas entre la pareja, no parece nada grave, son discusiones normales y la rutina que se repite, se festejan los cumpleaños de los chicos, se reúnen en familia para esperar al Niño Dios con los regalitos de Navidad y hasta se permiten el lujo, para su presupuesto, de irse unos días de vacaciones en auto a Miramar, para poder disfrutar de la playa.
Pero la normalidad y fortaleza de aquella familia, que nos resulta tan cercana, un día se desmoronará por completo y se desatará una crisis matrimonial impensada e implacable, que dejará secuelas graves y un hogar partido, dividido y esa familia que hasta ese momento era un bloque unido, de un momento para otro, se desperdigará y al mismo transformará la vida de todos sus integrantes.
Vale la introducción, pero no vamos a contar más de la trama, para conservar el suspenso y dejar que sea el espectador, cuando vea la obra, vaya desandando el camino, tan prolijamente dibujado por el autor, para nuestro disfrute.
Solo vamos a decir, que la obra, que arranca como una comedia donde predominan los momentos compartidos y felices, virará en un drama profundo, que dejará en silencio y expectante a la sala.
Una muy buena idea del director, fue poner la lupa del conflicto, bajo la mirada de los hijos, que son los que más sufren, estas peleas que pertenecen al mundo de los adultos, pero que los perjudica de lleno. En particular el enfoque se centra en Manuel, el menor de los hijos, que en plena infancia, solo quiere jugar, inventando sus propios personajes, con sus autitos, sus disfraces, sus héroes de la televisión y siempre jugando, porque ese es su mundo y porque además jugando puede escapar a esas sombras, que el egoísmo de los adultos, proyecta sobre él y sus hermanos.
El guión muy bien elaborado, tiene muy buena recepción, gracias a los excelentes intérpretes que presenta, no hay dudas que una de las claves de Lo Unico que hice ... , son sus magníficas actuaciones.
La cara mas conocida, es la de la polifacética Laura Oliva, actriz, cantante, conductora de televisión y con muchísimos premios en su carrera, muestra en esta ocasión todo su talento y versatilidad, para representar a una madre, todo coraje, cariñosa, protectora y luchadora, que hará todo lo que está a su alcance, para permanecer junto a sus hijos, en una época, en la que la mujer estaba en desventaja y esto no era sencillo. Una actuación estupenda y un placer verla a Laura en el off, dejando todo en el escenario.
El rol de esposo lo juega Fede Buso, que también ha mostrado su valía como director, en este caso es un esposo, algo autoritario y terriblemente herido, que no puede mirar más allá de su ombligo, y se embarca en una lucha egoísta, sin reparar en el bien de sus hijos. Muy buena interpretación.
Gerardo Chendo, como Manu, en nuestra humilde opinión, dentro de actuaciones muy lucidas, es el escalón más alto, encarnando a un niño de entre 6 y 8 años, lleno de ternura, que se entrega por completo a sus juegos. Logra una enorme empatía con el espectador, que en ese niño, se recuerda a si mismo cuando era chico. Para destacar sus movimientos, sus caras, estamos sin dudas ante un chiquito. Un actorazo Gerardo, que además es director y docente, un placer verlo en escena componiendo este personaje de manera brillante.
La otra gran revelación de la pieza, es Josefina Scaglione, ella es Marcela, la niña mimada de la familia. Para que el lector que no lo sabe, les contamos que Josefina, pese a su juventud, tiene una trayectoria notable, como cantante tiene el logro haber sido la primer argentina en llegar a Broadway, interpretando a María en West Side Story, una brillante actuación que le valió una Nominación a los Premios Tony, como Mejor Actriz de Musical.
En Argentina, participó en diversos musicales, siempre con gran éxito. Dueña de gran talento, su futuro parece no tener techo.
Pedimos disculpas por la licencia, pero creo que el recorrido de Scaglione, merecía unas lineas.
Aquí, a cara lavada, Marcela, que irrumpe en el escenario, con sus patines y sus frescos 15 años, en una composición admirable, porque al verla nadie duda su edad. Poseedora de una belleza y un magnetismo, que por momentos encandila, cumple una estupenda actuación. Nos encantó su trabajo.
Resta mencionar a Sebastián Politino, como Nacho, el hijo del medio, apoyo de su hermana y principalmente de Manu y supliendo en algún momento el rol de los padres, una actuación llena de ternura también, que destacamos.
Como puede apreciar el lector, cuando dijimos que el punto fuerte de la obra, eran sus actuaciones, no exageramos en nada. El director acertó en la elección y reunió un elenco con mucho talento, pudiendo darle a este grupo de actores, la libertad necesaria, para que puedan lucirse y mucho en el escenario.
La puesta en escena, irradia dulzura, es muy cálida, con muy buen manejo de la iluminación por parte de Sebastián Francia, que logra muy buenos climas, una destacada escenografía que representa la casa familiar y el aprovechamiento íntegro de las posibilidades que ofrece el Callejón, con su piso superior, que permite que los juegos se extiendan hasta las alturas, como si no tuvieran límite. Y otro punto alto es la excelente musicalización que tiene la pieza, que permite que salgan a escena, tantas melodías guardadas en nuestro corazón, desde Bonanza, Swat, Brigada A, Carlitos Balá y muchas otras. En síntesis, una gran cantidad de recursos, que sin dudas, agregan valor a la puesta.
Como conclusión, estamos en presencia de una obra, que sin dudas llega al corazón del espectador, que se sentirá identificado, con estas figuras familiares en escena, esos padres y esos niños con sus juegos, que nos resultan tan tiernos.
Una pieza, que nos hará reír y recordar momentos felices de nuestra infancia, pero que también nos hará reflexionar, acerca de como muchas veces, las peleas feroces y egoístas de los adultos, provocan tanto daño en los hijos, que quedan como rehenes de estos conflictos, que sin dudas dejarán cicatrices y traumas, que serán difíciles de superar y que acompañaran a estos niños hasta su edad adulta.
Auguramos un muy buen suceso y una larga vida a Lo Único que hice fue Jugar.
El cartel de localidades agotadas, que acompaña a la pieza desde su estreno y el aplauso sostenido y emocionado, que reciben los protagonistas al final de la función, confirman nuestros buenos augurios y solo queda invitarlo a usted lector de estas líneas, a llegarse hasta el Callejón, para que al menos por el tiempo que dura la obra, vuelva a sentir el placer, que siente un niño que juega.
Pensador Teatral.
Dramaturgia y Dirección de Sebastián Irigo.
Se ha transformado ya en una sana costumbre, ver como en El Callejón, se les abre espacio a jóvenes directores, para que puedan presentar sus obras, desde las geniales mellizas Marull, Fernando Ferrer, Fede Buso, Silvia Gómez Giusto, por nombrar solo a algunos de ellos. El Callejón, desde que tiene a Javier Daulte, está construyendo su identidad y de a poco, se fue convirtiendo en uno de los sellos más representativos de nuestro querido off, ofreciendo propuestas, donde la calidad es la norma.
En esta ocasión, es Sebastián Irigo, quien nos acerca Lo Único que hice fue jugar, una entrañable obra, que nos cuenta la historia de una familia de clase media, conformada por Marcela ( Laura Oliva ), su marido Ricardo ( Federico Buso ) y sus 3 hijos, Adriana ( Josefina Scaglione ), Ignacio ( Sebastián Politino ) y el menor Manuel ( Gerardo Chendo ). Todos ellos viven en un pequeño pueblito del interior del país, no precisado, lo que si se sabe, es que es una pueblo chico, de esos, donde todos se conocen y nada puede hacerse, sin que al rato, todos los habitantes estén enterados y el dicho de pueblo chico, infierno grande, podremos comprobar que aparecerá en todo su esplendor.
La que vemos es una familia normal, como cualquier otra, Marcela es preceptora en una escuela, Ricardo es bancario y sus hijos, son chicos, que van a la escuela y juegan, por sobre todas las cosas se divierten. Si bien hay algunas peleas entre la pareja, no parece nada grave, son discusiones normales y la rutina que se repite, se festejan los cumpleaños de los chicos, se reúnen en familia para esperar al Niño Dios con los regalitos de Navidad y hasta se permiten el lujo, para su presupuesto, de irse unos días de vacaciones en auto a Miramar, para poder disfrutar de la playa.
Pero la normalidad y fortaleza de aquella familia, que nos resulta tan cercana, un día se desmoronará por completo y se desatará una crisis matrimonial impensada e implacable, que dejará secuelas graves y un hogar partido, dividido y esa familia que hasta ese momento era un bloque unido, de un momento para otro, se desperdigará y al mismo transformará la vida de todos sus integrantes.
Vale la introducción, pero no vamos a contar más de la trama, para conservar el suspenso y dejar que sea el espectador, cuando vea la obra, vaya desandando el camino, tan prolijamente dibujado por el autor, para nuestro disfrute.
Solo vamos a decir, que la obra, que arranca como una comedia donde predominan los momentos compartidos y felices, virará en un drama profundo, que dejará en silencio y expectante a la sala.
Una muy buena idea del director, fue poner la lupa del conflicto, bajo la mirada de los hijos, que son los que más sufren, estas peleas que pertenecen al mundo de los adultos, pero que los perjudica de lleno. En particular el enfoque se centra en Manuel, el menor de los hijos, que en plena infancia, solo quiere jugar, inventando sus propios personajes, con sus autitos, sus disfraces, sus héroes de la televisión y siempre jugando, porque ese es su mundo y porque además jugando puede escapar a esas sombras, que el egoísmo de los adultos, proyecta sobre él y sus hermanos.
El guión muy bien elaborado, tiene muy buena recepción, gracias a los excelentes intérpretes que presenta, no hay dudas que una de las claves de Lo Unico que hice ... , son sus magníficas actuaciones.
La cara mas conocida, es la de la polifacética Laura Oliva, actriz, cantante, conductora de televisión y con muchísimos premios en su carrera, muestra en esta ocasión todo su talento y versatilidad, para representar a una madre, todo coraje, cariñosa, protectora y luchadora, que hará todo lo que está a su alcance, para permanecer junto a sus hijos, en una época, en la que la mujer estaba en desventaja y esto no era sencillo. Una actuación estupenda y un placer verla a Laura en el off, dejando todo en el escenario.
El rol de esposo lo juega Fede Buso, que también ha mostrado su valía como director, en este caso es un esposo, algo autoritario y terriblemente herido, que no puede mirar más allá de su ombligo, y se embarca en una lucha egoísta, sin reparar en el bien de sus hijos. Muy buena interpretación.
Gerardo Chendo, como Manu, en nuestra humilde opinión, dentro de actuaciones muy lucidas, es el escalón más alto, encarnando a un niño de entre 6 y 8 años, lleno de ternura, que se entrega por completo a sus juegos. Logra una enorme empatía con el espectador, que en ese niño, se recuerda a si mismo cuando era chico. Para destacar sus movimientos, sus caras, estamos sin dudas ante un chiquito. Un actorazo Gerardo, que además es director y docente, un placer verlo en escena componiendo este personaje de manera brillante.
La otra gran revelación de la pieza, es Josefina Scaglione, ella es Marcela, la niña mimada de la familia. Para que el lector que no lo sabe, les contamos que Josefina, pese a su juventud, tiene una trayectoria notable, como cantante tiene el logro haber sido la primer argentina en llegar a Broadway, interpretando a María en West Side Story, una brillante actuación que le valió una Nominación a los Premios Tony, como Mejor Actriz de Musical.
En Argentina, participó en diversos musicales, siempre con gran éxito. Dueña de gran talento, su futuro parece no tener techo.
Pedimos disculpas por la licencia, pero creo que el recorrido de Scaglione, merecía unas lineas.
Aquí, a cara lavada, Marcela, que irrumpe en el escenario, con sus patines y sus frescos 15 años, en una composición admirable, porque al verla nadie duda su edad. Poseedora de una belleza y un magnetismo, que por momentos encandila, cumple una estupenda actuación. Nos encantó su trabajo.
Resta mencionar a Sebastián Politino, como Nacho, el hijo del medio, apoyo de su hermana y principalmente de Manu y supliendo en algún momento el rol de los padres, una actuación llena de ternura también, que destacamos.
Como puede apreciar el lector, cuando dijimos que el punto fuerte de la obra, eran sus actuaciones, no exageramos en nada. El director acertó en la elección y reunió un elenco con mucho talento, pudiendo darle a este grupo de actores, la libertad necesaria, para que puedan lucirse y mucho en el escenario.
La puesta en escena, irradia dulzura, es muy cálida, con muy buen manejo de la iluminación por parte de Sebastián Francia, que logra muy buenos climas, una destacada escenografía que representa la casa familiar y el aprovechamiento íntegro de las posibilidades que ofrece el Callejón, con su piso superior, que permite que los juegos se extiendan hasta las alturas, como si no tuvieran límite. Y otro punto alto es la excelente musicalización que tiene la pieza, que permite que salgan a escena, tantas melodías guardadas en nuestro corazón, desde Bonanza, Swat, Brigada A, Carlitos Balá y muchas otras. En síntesis, una gran cantidad de recursos, que sin dudas, agregan valor a la puesta.
Como conclusión, estamos en presencia de una obra, que sin dudas llega al corazón del espectador, que se sentirá identificado, con estas figuras familiares en escena, esos padres y esos niños con sus juegos, que nos resultan tan tiernos.
Una pieza, que nos hará reír y recordar momentos felices de nuestra infancia, pero que también nos hará reflexionar, acerca de como muchas veces, las peleas feroces y egoístas de los adultos, provocan tanto daño en los hijos, que quedan como rehenes de estos conflictos, que sin dudas dejarán cicatrices y traumas, que serán difíciles de superar y que acompañaran a estos niños hasta su edad adulta.
Auguramos un muy buen suceso y una larga vida a Lo Único que hice fue Jugar.
El cartel de localidades agotadas, que acompaña a la pieza desde su estreno y el aplauso sostenido y emocionado, que reciben los protagonistas al final de la función, confirman nuestros buenos augurios y solo queda invitarlo a usted lector de estas líneas, a llegarse hasta el Callejón, para que al menos por el tiempo que dura la obra, vuelva a sentir el placer, que siente un niño que juega.
Pensador Teatral.
martes, 4 de julio de 2017
Tiper Tap
Domingos 18 hs en El Camarín de las Musas ( Mario Bravo 960 )
Guión, Dirección y Coreografías de Natacha Córdoba.
Una original y saludable propuesta, llega de la mano de Tiper Tap, Mecanógrafas Tituladas, que transita su segunda temporada de éxito en el circuito off.
El año pasado se estrenó en el Teatro La Máscara, en San Telmo y esta temporada, llega al Camarín de las Musas, un teatro con mucha historia en el teatro independiente.
Es la opera prima, de Natacha Córdoba, que escribió la pieza hace ya algunos años y estuvo trabajando mucho en ella, para darle los retoques finales y poder tenerla lista el año pasado para su estreno. Se nota que es un trabajo realizado con mucha dedicación y esmero, cuidando todos los detalles, para obtener un espectáculo de notable calidad artística.
Tiper Tap, es una comedia musical, no típica, ya que las partes narradas son las que tienen mayor preponderancia y lo musical, si bien es importante, actúa en forma complementaria.
La cuidada dramaturgia, nos propone dos lineas argumentales simultaneas, por un lado la representación teatral, que se sitúa en la década del ´40 y narra, la historia de un grupo de mujeres mecanógrafas que trabaja en la Empresa Tiper Tap, cuyo slogan es velocidad, eficiencia y discreción.
El trato que reciben en aquel trabajo, no es el mejor, se quejan de la explotación laboral, de salarios bajos y de un trato desigual, sólo por el hecho de ser mujeres. Debido a esto, estas trabajadoras, deciden unirse y crear el Sindicato de Mecanógrafas Argentinas, como herramienta de defensa frente a estos abusos. No era sencillo logran sindicalizarse, ya que en la Argentina de esa época, las mujeres no tenían el mismo reconocimiento social que los hombres, prueba de ello es que en esos años, ni siquiera estaban habilitadas para ejercer el derecho cívico del voto.
Dijimos que eran dos narraciones paralelas, la otra línea aparece, cuando durante la representación de la obra, se produce el crimen de una de las actrices.
Este sorpresivo suceso, sin dudas será un disparador impensado para que de manera inmediata, se rompa la cuarta pared e irrumpa en escena, un vigilador privado ( Emiliano Samar ) que ante la demora en la llegada de la policía, será quien intentará tomar el control de la situación y tratar de descubrir quien fue el asesino. A tales efectos, buscará reconstruir la escena teatral que concluye con el asesinato, generándose un juego muy interesante de ensayo teatral, con el uso de flashbacks, típico recurso cinematográfico, utilizado en esto caso, para tratar de descubrir quien fue el asesino,
El recurso es muy ingenioso y el torpe vigilador en momentos estará en el escenario y en otras sentado al lado del público, siendo un espectador más que mirando las escenas, tratará de desentrañar el misterioso crimen.
No vamos a contar más del argumento, ya que la pieza tiene una cuota de suspenso y sorpresa, que es bueno preservar y no queremos adelantar en esta reseña.
Si digamos, que la puesta es muy bella y tiene una estética con el sello de la década del ´40 que es impecable y en esto tiene mucho que ver el gran trabajo que hacen este joven grupo de actrices y actores, que tienen un desafío interesante a resolver, como es la dualidad de registros, ya que por un lado las actrices representan a las mecanógrafas de 1940, con un tono narrativo y una expresión de esos años ( según comentó la directora, trabajaron mucho para ellos}, viendo películas de cine argentino de esos años ) y por otro lado, cuando nos situamos en la investigación del crimen, representan a mujeres actuales, con el lenguaje propio de esta época.
Como mencionamos un gran reto, que las protagonistas, resuelven con enorme solvencia y donde se nota que hubo mucho ensayo previo, para lograr interpretaciones tan aceitadas, que consiguen incorporar en forma natural ese doble registro.
Vamos a mencionar a las mecanógrafas, que son el corazón de la pieza, interpretadas magníficamente por Gaia Rosviar, Romina Michelizzi, Victoria Orquin, Florencia Sacchi y Yamila Ulanovsky. Sus interpretaciones son muy parejas, todas se lucen y actúan en forma coordinada, para llevar adelante las coreografías, que plantea la obra, dejando momentos deliciosos, como aquel en el que acompañadas, con el piano de fondo, componen música con sus máquinas de escribir, como si se trataran de verdaderos instrumentos musicales.
Las cinco lucen impecables, atildadas y elegantes, con sus peinados y vestuario de la época.
El jefe de las mecanógrafas es Rafael Walger, que luce por un lado autoritario, pero por otro lado humano, ya que está enamorada de una de sus empleadas. Impecable su trabajo.
Y por último mencionar, a Emiliano Samar, el torpe guardia de seguridad, que trata de resolver el misterio, componiendo un personaje muy gracioso, que tiene toda la complicidad del público que lo festeja en cada intervención, en un papel donde se luce mucho.
Como pueden apreciar un elenco numeroso, que interpreta al pie de la letra, lo que el guión requiere y cumple una gran labor, ya que como se dice muchas veces, puede haber un guión perfecto, pero si los intérpretes no son los adecuados o fallan, la idea no será aprovechada. Aquí ocurre lo contrario, el elenco potencia el muy buen guión y se nota que hubo muy buen trabajo de selección y al estar en la segunda temporada, se los nota muy seguros a todos.
Como dijimos antes, la puesta es muy bella y plena de recursos, la ambientación que se logra de los años 40 es admirable, donde hay que destacar a Sandra Ligabue en el diseño del vestuario, el importante rol que cumple el diseño lumínico de Silvana Correa para diferenciar las líneas argumentales, muy buena la escenografía y párrafo especial, para la composición y dirección musical de Gerardo Amarante, que con su piano, aporta muchísimo en el desarrollo de la trama, que tiene una gran componente musical.
El lector puede apreciar, la enorme cantidad de recursos artísticos, que se ponen en acción, está todo muy cuidado y hasta el mínimo detalle trabajado para ofrecer una puesta escena que no es tan común en el teatro off.
Como conclusión, un debut inmejorable el de Natacha Córdoba, como autora, presentando una obra con una dramaturgia original y elaborada, que consigue una historia atrapante, con actuaciones sobresalientes.
El gran aplauso que reciben el elenco al final de la función, es un justo reconocimiento que reciben por el excelente trabajo realizado.
Tiper Tap es una estupenda una obra del off que recomendamos y sin dudas merece verse, volverán a casa, plenos de teatro y con los oídos regocijados, con el ruidito casi mágico de esas máquinas de escribir, que hoy extrañamos y tarareando las melodías de la pagadiza canción, con la que se despiden los protagonistas.
Pensador Teatral.
Guión, Dirección y Coreografías de Natacha Córdoba.
Una original y saludable propuesta, llega de la mano de Tiper Tap, Mecanógrafas Tituladas, que transita su segunda temporada de éxito en el circuito off.
El año pasado se estrenó en el Teatro La Máscara, en San Telmo y esta temporada, llega al Camarín de las Musas, un teatro con mucha historia en el teatro independiente.
Es la opera prima, de Natacha Córdoba, que escribió la pieza hace ya algunos años y estuvo trabajando mucho en ella, para darle los retoques finales y poder tenerla lista el año pasado para su estreno. Se nota que es un trabajo realizado con mucha dedicación y esmero, cuidando todos los detalles, para obtener un espectáculo de notable calidad artística.
Tiper Tap, es una comedia musical, no típica, ya que las partes narradas son las que tienen mayor preponderancia y lo musical, si bien es importante, actúa en forma complementaria.
La cuidada dramaturgia, nos propone dos lineas argumentales simultaneas, por un lado la representación teatral, que se sitúa en la década del ´40 y narra, la historia de un grupo de mujeres mecanógrafas que trabaja en la Empresa Tiper Tap, cuyo slogan es velocidad, eficiencia y discreción.
El trato que reciben en aquel trabajo, no es el mejor, se quejan de la explotación laboral, de salarios bajos y de un trato desigual, sólo por el hecho de ser mujeres. Debido a esto, estas trabajadoras, deciden unirse y crear el Sindicato de Mecanógrafas Argentinas, como herramienta de defensa frente a estos abusos. No era sencillo logran sindicalizarse, ya que en la Argentina de esa época, las mujeres no tenían el mismo reconocimiento social que los hombres, prueba de ello es que en esos años, ni siquiera estaban habilitadas para ejercer el derecho cívico del voto.
Dijimos que eran dos narraciones paralelas, la otra línea aparece, cuando durante la representación de la obra, se produce el crimen de una de las actrices.
Este sorpresivo suceso, sin dudas será un disparador impensado para que de manera inmediata, se rompa la cuarta pared e irrumpa en escena, un vigilador privado ( Emiliano Samar ) que ante la demora en la llegada de la policía, será quien intentará tomar el control de la situación y tratar de descubrir quien fue el asesino. A tales efectos, buscará reconstruir la escena teatral que concluye con el asesinato, generándose un juego muy interesante de ensayo teatral, con el uso de flashbacks, típico recurso cinematográfico, utilizado en esto caso, para tratar de descubrir quien fue el asesino,
El recurso es muy ingenioso y el torpe vigilador en momentos estará en el escenario y en otras sentado al lado del público, siendo un espectador más que mirando las escenas, tratará de desentrañar el misterioso crimen.
No vamos a contar más del argumento, ya que la pieza tiene una cuota de suspenso y sorpresa, que es bueno preservar y no queremos adelantar en esta reseña.
Si digamos, que la puesta es muy bella y tiene una estética con el sello de la década del ´40 que es impecable y en esto tiene mucho que ver el gran trabajo que hacen este joven grupo de actrices y actores, que tienen un desafío interesante a resolver, como es la dualidad de registros, ya que por un lado las actrices representan a las mecanógrafas de 1940, con un tono narrativo y una expresión de esos años ( según comentó la directora, trabajaron mucho para ellos}, viendo películas de cine argentino de esos años ) y por otro lado, cuando nos situamos en la investigación del crimen, representan a mujeres actuales, con el lenguaje propio de esta época.
Como mencionamos un gran reto, que las protagonistas, resuelven con enorme solvencia y donde se nota que hubo mucho ensayo previo, para lograr interpretaciones tan aceitadas, que consiguen incorporar en forma natural ese doble registro.
Vamos a mencionar a las mecanógrafas, que son el corazón de la pieza, interpretadas magníficamente por Gaia Rosviar, Romina Michelizzi, Victoria Orquin, Florencia Sacchi y Yamila Ulanovsky. Sus interpretaciones son muy parejas, todas se lucen y actúan en forma coordinada, para llevar adelante las coreografías, que plantea la obra, dejando momentos deliciosos, como aquel en el que acompañadas, con el piano de fondo, componen música con sus máquinas de escribir, como si se trataran de verdaderos instrumentos musicales.
Las cinco lucen impecables, atildadas y elegantes, con sus peinados y vestuario de la época.
El jefe de las mecanógrafas es Rafael Walger, que luce por un lado autoritario, pero por otro lado humano, ya que está enamorada de una de sus empleadas. Impecable su trabajo.
Y por último mencionar, a Emiliano Samar, el torpe guardia de seguridad, que trata de resolver el misterio, componiendo un personaje muy gracioso, que tiene toda la complicidad del público que lo festeja en cada intervención, en un papel donde se luce mucho.
Como pueden apreciar un elenco numeroso, que interpreta al pie de la letra, lo que el guión requiere y cumple una gran labor, ya que como se dice muchas veces, puede haber un guión perfecto, pero si los intérpretes no son los adecuados o fallan, la idea no será aprovechada. Aquí ocurre lo contrario, el elenco potencia el muy buen guión y se nota que hubo muy buen trabajo de selección y al estar en la segunda temporada, se los nota muy seguros a todos.
Como dijimos antes, la puesta es muy bella y plena de recursos, la ambientación que se logra de los años 40 es admirable, donde hay que destacar a Sandra Ligabue en el diseño del vestuario, el importante rol que cumple el diseño lumínico de Silvana Correa para diferenciar las líneas argumentales, muy buena la escenografía y párrafo especial, para la composición y dirección musical de Gerardo Amarante, que con su piano, aporta muchísimo en el desarrollo de la trama, que tiene una gran componente musical.
El lector puede apreciar, la enorme cantidad de recursos artísticos, que se ponen en acción, está todo muy cuidado y hasta el mínimo detalle trabajado para ofrecer una puesta escena que no es tan común en el teatro off.
Como conclusión, un debut inmejorable el de Natacha Córdoba, como autora, presentando una obra con una dramaturgia original y elaborada, que consigue una historia atrapante, con actuaciones sobresalientes.
El gran aplauso que reciben el elenco al final de la función, es un justo reconocimiento que reciben por el excelente trabajo realizado.
Tiper Tap es una estupenda una obra del off que recomendamos y sin dudas merece verse, volverán a casa, plenos de teatro y con los oídos regocijados, con el ruidito casi mágico de esas máquinas de escribir, que hoy extrañamos y tarareando las melodías de la pagadiza canción, con la que se despiden los protagonistas.
Pensador Teatral.
jueves, 29 de junio de 2017
Miembro del Jurado
Lunes 20 hs en Teatro del Pueblo ( Av.Roque Saenz Peña 943 )
Dramaturgia de Roberto Perinelli y Dirección de Corina Fiorillo.
Una vez mas llegamos al mítico Teatro del Pueblo, con expectativas de disfrutar de un lindo momento teatral y vaya si lo conseguimos, nos fuimos llenos de teatro, luego de ver Miembro del Jurado, una obra de suspenso, que al momento de bajar el telón, dejará al espectador, con la boca abierta y tratando de recuperar el aliento.
La obra escrita por Perinelli, se estrenó en 1979, época en la que en Argentina, gobernaba la dictadura militar, que luego veremos, como este hecho deja alguna influencia en el texto.
Pese a que transcurrieron casi treinta años, desde que fue escrita, la historia conserva una absoluta e inquietante vigencia y tranquilamente podría haberse escrito el mes pasado, ya que tiene una actualidad total.
Corina Fiorillo, una de las directoras más reconocidas y exitosas del momento, reestrena esta pieza, que ya había dirigido, cuando hace cuatro años la obra se presentó en el Teatro Nacional Cervantes, con este mismo elenco.
La dupla de Corina y Roberto, no es nueva, ya que no es la primera pieza, que la directora elige de este autor, sin dudas, hay algo que a Corina lo seduce de sus textos y sumando talento, consigue obras de una enorme riqueza escénica.
Si tenemos que encasillar a Miembro del Jurado, en algún género, podemos decir que se trata de un policial con mucho suspenso, debido a esto vamos a ser más acotados que de costumbre, en cuanto a los datos que revelaremos de la trama.
La historia arranca con Simón ( Roberto Vallejos ), ex convicto, que fue liberado ese mismo día y Mejia ( Ernesto Claudio ), el hombre que lo fue a buscar a la salida de la cárcel y lo llevó a su oscuro taller de cerrajería, para aguardar la llegada del misterioso "jefe", que fue quien le encomendò la tarea de buscar al recién salido de prisión, para ofrecerle un lugar en la banda delictiva que conforman, sin tener muy, claro cual será su función.
Es muy interesante, el juego que propone el autor, al reunir a esas dos personas desconocidas en ese espacio cerrado y hermético en el que se encuentran, como no se conocen, no saben bien de que hablar. Simón esta incómodo en ese lugar, tiene dudas sobre si el jefe se habrá equivocado de persona. Podrá serle de utilidad a aquella banda ? Puede confiar en estos nuevos compañeros o le estarán tendiendo alguna trampa ?
Mejia tampoco parece estar a gusto, con aquel visitante, que habla hasta por los codos y pregunta demasiado, mientras hace llaves y se queja, porque perdió toda la mañana yendo a la cárcel, para cumplir el encargo del jefe.
Los diálogos son muy ricos y en el ambiente reina un aire de desconfianza. A medida que este diálogo se extiende, el espectador comienza a dudar, sospechando que algo de esta situación que esta viendo, no cierra, intenta descubrir cual es la pieza del rompecabezas que se oculta. Será verdad todo lo que estamos viendo ? Estas dos personas son quienes dicen ser o alguno de ellos es un impostor ? Pueden confiar entre si estos hombres ? Las preguntas llueven en la mente del espectador, mientras las acciones se desarrollan.
El ambiente de calma, reina en esa habitación, pero se intuye que la misma es pasajera, como ocurre en esos días nublados, donde sabemos que en algún momento lloverá, pero sin saber cuando comenzará a hacerlo, aquí del mismo modo, el espectador está siempre alerta, tratando de descubrir, cual será el disparador que desencadenará la anunciada tormenta.
Solo adelantaremos, que el disparador, se asomará con la llegada de Ester ( Silvina Bosco ), la mujer que llegará a pedido del ex convicto y por gentileza del jefe, para satisfacer su abstinencia en prisión y de paso acortar el tedio de la espera en ese lugar cerrado y asfixiante.
Para preservar el suspenso, no vamos a a adelantar más, solo diremos que con la llegada de Ester, el vendaval finalmente se desatará y las cartas que aparecían tapadas, mostrarán un juego impensado.
Este estupendo guión, tiene su correlato en un elenco talentoso, conformado por tres actores de gran experiencia y valía , arrancando por Roberto Vallejos, a quien vimos ya este año, lucirse y mucho en Dignidad, obra donde también fue dirigido por Corina. Aquí personifica a un ex reo, humilde, parlanchin y en apariencia ingenuo y hasta bonachón, por lo que logra una curiosa empatía con la platea, aunque aquel hombre, dé rodeos, para revelar el motivo que lo llevó a pasar los últimos diez años de su vida en prisión. Una estupenda actuación la de Roberto.
El otro gran protagonista es Ernesto Claudio, cultor del bajo perfil y gran actor, componiendo un personaje complejo, ya que si bien aparece como servicial y bien dispuesto, se nota que es reservado y se vislumbra que bajo su apariencia de tranquilidad, habita algún sentimiento escondido, Magnífica interpretación de Ernesto.
Estos dos protagonistas, muestran un gran entendimiento y son los que llevan el peso de la obra, ya que están solos en escena, la mayor parte de la pieza.
Para el final, dejamos la aparición de Silvina Bosco, que se produce en el tramo final de la obra, esta irrupción, puede compararse, a ese jugador que está en el banco de suplentes e ingresa en los últimos 15 minutos, para definir el partido, si me permiten la analogía futbolera, para graficar el terremoto que desata la aparición de Silvina, en escena.
En aras de mantener la intriga, no vamos a anticipar mucho de su personaje, solo diremos que su entrega actoral y física es absoluta, ofreciendo una interpretación conmovedora. Será el lector, cuando vea la obra, quien recordando estas líneas, seguro coincidirá conmigo y verá que no exageramos en nada.
Debemos destacar el muy buen diseño escenográfico y el vestuario setentista que presenta la puesta, ambos rubros en manos de Julieta Risso, así como la música original a cargo de Rony Keselman.
De fondo, se escuchan los acordes de las murgas que desfilan en las calles celebrando el Carnaval, como mencionamos antes, la obra fue concebida en los años de la última dictadura, momento en que los Carnavales fueron prohibidos, la alegoría propuesta por el autor, señala que en la calle reina la alegría, todo es baile y diversión y mientras esto sucede, dentro de esa casa y en muchas otras, se desarrollan historias tenebrosas y sórdidas, muy alejadas de ese ambiente de aparente festividad que se vive en las calles, una doble realidad, que lamentablemente fue una constante en muchos momentos de nuestra historia.
Solo queda recomendar a usted lector, que no deje de ver Miembro del Jurado, además de presenciar una magnífica obra, podrá disfrutar de actuaciones notables.
El final de la función, tiene como corolario, al público de pie, aplaudiendo y vivando a los protagonistas ( de las mayores ovaciones que vi este año y aclaro que veo varias obras por semana ), Cuando esto ocurre, evidentemente la obra hay triunfado y seguramente es por ello, que cuando se encienden las luces, muchos espectadores quedan unos segundos quietos en su butaca y con piel de gallina, por el abrupto e inesperado final, que el autor nos tenía reservado,
Pensador Teatral.
Dramaturgia de Roberto Perinelli y Dirección de Corina Fiorillo.
Una vez mas llegamos al mítico Teatro del Pueblo, con expectativas de disfrutar de un lindo momento teatral y vaya si lo conseguimos, nos fuimos llenos de teatro, luego de ver Miembro del Jurado, una obra de suspenso, que al momento de bajar el telón, dejará al espectador, con la boca abierta y tratando de recuperar el aliento.
La obra escrita por Perinelli, se estrenó en 1979, época en la que en Argentina, gobernaba la dictadura militar, que luego veremos, como este hecho deja alguna influencia en el texto.
Pese a que transcurrieron casi treinta años, desde que fue escrita, la historia conserva una absoluta e inquietante vigencia y tranquilamente podría haberse escrito el mes pasado, ya que tiene una actualidad total.
Corina Fiorillo, una de las directoras más reconocidas y exitosas del momento, reestrena esta pieza, que ya había dirigido, cuando hace cuatro años la obra se presentó en el Teatro Nacional Cervantes, con este mismo elenco.
La dupla de Corina y Roberto, no es nueva, ya que no es la primera pieza, que la directora elige de este autor, sin dudas, hay algo que a Corina lo seduce de sus textos y sumando talento, consigue obras de una enorme riqueza escénica.
Si tenemos que encasillar a Miembro del Jurado, en algún género, podemos decir que se trata de un policial con mucho suspenso, debido a esto vamos a ser más acotados que de costumbre, en cuanto a los datos que revelaremos de la trama.
La historia arranca con Simón ( Roberto Vallejos ), ex convicto, que fue liberado ese mismo día y Mejia ( Ernesto Claudio ), el hombre que lo fue a buscar a la salida de la cárcel y lo llevó a su oscuro taller de cerrajería, para aguardar la llegada del misterioso "jefe", que fue quien le encomendò la tarea de buscar al recién salido de prisión, para ofrecerle un lugar en la banda delictiva que conforman, sin tener muy, claro cual será su función.
Es muy interesante, el juego que propone el autor, al reunir a esas dos personas desconocidas en ese espacio cerrado y hermético en el que se encuentran, como no se conocen, no saben bien de que hablar. Simón esta incómodo en ese lugar, tiene dudas sobre si el jefe se habrá equivocado de persona. Podrá serle de utilidad a aquella banda ? Puede confiar en estos nuevos compañeros o le estarán tendiendo alguna trampa ?
Mejia tampoco parece estar a gusto, con aquel visitante, que habla hasta por los codos y pregunta demasiado, mientras hace llaves y se queja, porque perdió toda la mañana yendo a la cárcel, para cumplir el encargo del jefe.
Los diálogos son muy ricos y en el ambiente reina un aire de desconfianza. A medida que este diálogo se extiende, el espectador comienza a dudar, sospechando que algo de esta situación que esta viendo, no cierra, intenta descubrir cual es la pieza del rompecabezas que se oculta. Será verdad todo lo que estamos viendo ? Estas dos personas son quienes dicen ser o alguno de ellos es un impostor ? Pueden confiar entre si estos hombres ? Las preguntas llueven en la mente del espectador, mientras las acciones se desarrollan.
El ambiente de calma, reina en esa habitación, pero se intuye que la misma es pasajera, como ocurre en esos días nublados, donde sabemos que en algún momento lloverá, pero sin saber cuando comenzará a hacerlo, aquí del mismo modo, el espectador está siempre alerta, tratando de descubrir, cual será el disparador que desencadenará la anunciada tormenta.
Solo adelantaremos, que el disparador, se asomará con la llegada de Ester ( Silvina Bosco ), la mujer que llegará a pedido del ex convicto y por gentileza del jefe, para satisfacer su abstinencia en prisión y de paso acortar el tedio de la espera en ese lugar cerrado y asfixiante.
Para preservar el suspenso, no vamos a a adelantar más, solo diremos que con la llegada de Ester, el vendaval finalmente se desatará y las cartas que aparecían tapadas, mostrarán un juego impensado.
Este estupendo guión, tiene su correlato en un elenco talentoso, conformado por tres actores de gran experiencia y valía , arrancando por Roberto Vallejos, a quien vimos ya este año, lucirse y mucho en Dignidad, obra donde también fue dirigido por Corina. Aquí personifica a un ex reo, humilde, parlanchin y en apariencia ingenuo y hasta bonachón, por lo que logra una curiosa empatía con la platea, aunque aquel hombre, dé rodeos, para revelar el motivo que lo llevó a pasar los últimos diez años de su vida en prisión. Una estupenda actuación la de Roberto.
El otro gran protagonista es Ernesto Claudio, cultor del bajo perfil y gran actor, componiendo un personaje complejo, ya que si bien aparece como servicial y bien dispuesto, se nota que es reservado y se vislumbra que bajo su apariencia de tranquilidad, habita algún sentimiento escondido, Magnífica interpretación de Ernesto.
Estos dos protagonistas, muestran un gran entendimiento y son los que llevan el peso de la obra, ya que están solos en escena, la mayor parte de la pieza.
Para el final, dejamos la aparición de Silvina Bosco, que se produce en el tramo final de la obra, esta irrupción, puede compararse, a ese jugador que está en el banco de suplentes e ingresa en los últimos 15 minutos, para definir el partido, si me permiten la analogía futbolera, para graficar el terremoto que desata la aparición de Silvina, en escena.
En aras de mantener la intriga, no vamos a anticipar mucho de su personaje, solo diremos que su entrega actoral y física es absoluta, ofreciendo una interpretación conmovedora. Será el lector, cuando vea la obra, quien recordando estas líneas, seguro coincidirá conmigo y verá que no exageramos en nada.
Debemos destacar el muy buen diseño escenográfico y el vestuario setentista que presenta la puesta, ambos rubros en manos de Julieta Risso, así como la música original a cargo de Rony Keselman.
De fondo, se escuchan los acordes de las murgas que desfilan en las calles celebrando el Carnaval, como mencionamos antes, la obra fue concebida en los años de la última dictadura, momento en que los Carnavales fueron prohibidos, la alegoría propuesta por el autor, señala que en la calle reina la alegría, todo es baile y diversión y mientras esto sucede, dentro de esa casa y en muchas otras, se desarrollan historias tenebrosas y sórdidas, muy alejadas de ese ambiente de aparente festividad que se vive en las calles, una doble realidad, que lamentablemente fue una constante en muchos momentos de nuestra historia.
Solo queda recomendar a usted lector, que no deje de ver Miembro del Jurado, además de presenciar una magnífica obra, podrá disfrutar de actuaciones notables.
El final de la función, tiene como corolario, al público de pie, aplaudiendo y vivando a los protagonistas ( de las mayores ovaciones que vi este año y aclaro que veo varias obras por semana ), Cuando esto ocurre, evidentemente la obra hay triunfado y seguramente es por ello, que cuando se encienden las luces, muchos espectadores quedan unos segundos quietos en su butaca y con piel de gallina, por el abrupto e inesperado final, que el autor nos tenía reservado,
Pensador Teatral.
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