martes, 4 de julio de 2017

Tiper Tap

Domingos 18 hs en El Camarín de las Musas ( Mario Bravo 960 )




Guión, Dirección y Coreografías de Natacha Córdoba.

Una original y saludable propuesta, llega de la mano de Tiper Tap, Mecanógrafas Tituladas, que transita su segunda temporada de éxito en el circuito off.
El año pasado se estrenó en el Teatro La Máscara, en San Telmo y esta temporada, llega al Camarín de las Musas, un teatro con mucha historia en el teatro independiente.

Es la opera prima, de Natacha Córdoba, que escribió la pieza hace ya algunos  años y estuvo trabajando mucho en ella, para darle los retoques finales y poder tenerla lista el año pasado para su estreno. Se nota que es un trabajo realizado con mucha dedicación y esmero, cuidando todos los detalles, para obtener un espectáculo de notable calidad artística.

Tiper Tap, es una comedia musical, no típica, ya que las partes narradas son las que tienen mayor preponderancia y lo musical, si bien es importante, actúa en forma complementaria.





La cuidada dramaturgia, nos propone dos lineas argumentales simultaneas, por un lado la representación teatral, que se sitúa en la década del ´40 y  narra, la historia de un grupo de mujeres mecanógrafas que trabaja en la Empresa Tiper Tap, cuyo slogan es velocidad, eficiencia y discreción.
El trato que reciben en aquel trabajo, no es el mejor, se quejan de la explotación laboral, de salarios bajos y de un trato desigual, sólo por el hecho de ser mujeres. Debido a esto, estas trabajadoras, deciden unirse y crear el Sindicato de Mecanógrafas Argentinas, como herramienta de defensa frente a estos abusos. No era sencillo logran sindicalizarse, ya que en la Argentina de esa época, las mujeres no tenían el mismo reconocimiento social que los hombres, prueba de ello es que en esos años, ni siquiera estaban habilitadas para ejercer el derecho cívico del voto.

Dijimos que eran dos narraciones paralelas, la otra línea aparece, cuando durante la representación de la obra, se produce el crimen de una de las actrices.

Este sorpresivo suceso, sin dudas será un disparador impensado para que de manera inmediata, se rompa la cuarta pared e irrumpa en escena, un vigilador privado ( Emiliano Samar ) que ante la demora en la llegada de la policía, será quien intentará tomar el control de la situación y tratar de descubrir quien fue el asesino. A tales efectos, buscará reconstruir la escena teatral que concluye con el asesinato, generándose un juego muy interesante de ensayo teatral, con el uso de flashbacks, típico recurso cinematográfico, utilizado en esto caso, para tratar de descubrir quien fue el asesino,
El recurso es muy ingenioso y el torpe vigilador en momentos estará en el escenario y en otras sentado al lado del público,  siendo un espectador más que mirando las escenas, tratará de desentrañar el misterioso crimen.





No vamos a contar más del argumento, ya que la pieza tiene una cuota de suspenso y sorpresa, que es bueno preservar y no queremos adelantar en esta reseña.

Si digamos, que la puesta es muy bella y tiene una estética con el sello de la década del ´40 que es impecable y en esto tiene mucho que ver el gran trabajo que hacen este joven grupo de actrices y actores, que tienen un desafío interesante a resolver, como es la dualidad de registros, ya que por un lado las actrices representan a las mecanógrafas de 1940, con un tono narrativo y una expresión de esos años ( según comentó la directora, trabajaron mucho  para ellos}, viendo películas de cine argentino de esos años ) y por otro lado, cuando nos situamos en la investigación del crimen, representan a mujeres actuales, con el lenguaje propio de esta época.
Como mencionamos un gran reto, que las protagonistas, resuelven con enorme solvencia y donde se nota que hubo mucho ensayo previo, para lograr interpretaciones tan aceitadas, que consiguen incorporar en forma natural ese doble registro.

Vamos a mencionar a las mecanógrafas, que son el corazón de la pieza, interpretadas magníficamente por Gaia Rosviar, Romina Michelizzi, Victoria Orquin, Florencia Sacchi y Yamila Ulanovsky. Sus interpretaciones son muy parejas, todas se lucen y actúan en forma coordinada, para llevar adelante las coreografías, que plantea la obra, dejando momentos deliciosos, como aquel en el que acompañadas, con el piano de fondo, componen música con sus máquinas de escribir, como si se trataran de verdaderos instrumentos musicales.
Las cinco lucen impecables, atildadas y elegantes, con sus peinados y vestuario de la época.

El jefe de las mecanógrafas es Rafael Walger, que luce por un lado autoritario, pero por otro lado humano, ya que está enamorada de una de sus empleadas. Impecable su trabajo.

Y por último mencionar, a Emiliano Samar, el torpe guardia de seguridad, que trata de resolver el misterio, componiendo un personaje muy gracioso, que tiene toda la complicidad del público que lo festeja en cada intervención, en un papel donde se luce mucho.

Como pueden apreciar un elenco numeroso, que interpreta al pie de la letra, lo que el guión requiere y cumple una gran labor, ya que como se dice muchas veces, puede haber un guión perfecto, pero si los intérpretes no son los adecuados o fallan, la idea no será aprovechada. Aquí ocurre lo contrario, el elenco potencia el muy buen guión y se nota que hubo muy buen trabajo de selección y al estar en la segunda temporada, se los nota muy seguros a todos.





Como dijimos antes, la puesta es muy bella y plena de recursos, la ambientación que se logra de los años 40 es admirable, donde hay que destacar a Sandra Ligabue en el diseño del vestuario, el importante rol que cumple el diseño lumínico de Silvana Correa para diferenciar las líneas argumentales, muy buena la escenografía y párrafo especial, para la composición y dirección musical de Gerardo Amarante, que con su piano, aporta muchísimo en el desarrollo de la trama, que tiene una gran componente musical.
El lector puede apreciar, la enorme cantidad de recursos artísticos, que se ponen en acción, está todo muy cuidado y hasta el mínimo detalle trabajado para ofrecer una puesta escena que no es tan común en el teatro off.

Como conclusión, un debut inmejorable el de Natacha Córdoba, como autora, presentando una obra con una dramaturgia original y elaborada, que consigue una historia atrapante, con actuaciones sobresalientes.

El gran aplauso que reciben el elenco al final de la función, es un justo reconocimiento que reciben por el excelente trabajo realizado.
Tiper Tap es una estupenda una obra del off que recomendamos y sin dudas merece verse, volverán a casa, plenos de teatro y con los oídos regocijados, con el ruidito casi mágico de esas máquinas de escribir, que hoy extrañamos y tarareando las melodías de la pagadiza canción, con la que se despiden los protagonistas.



Pensador Teatral.

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