Dramaturgia y Dirección de Nicolás Blandi.
Vinilos es la tercera obra autoría de Blandi y ya transita por su segunda temporada en cartel, en diferentes teatros del off, siempre con muy buena respuesta del público, lo que nos indica que el boca a boca funciona y que la pieza evidentemente tiene motivos para su exitoso presente.
Fuimos al Abasto Social Club con expectativas y nos fuimos muy satisfechos, porque nos encontramos con una obra entrañable que nos habla de la amistad, de los fuertes vínculos que establecemos con nuestros amigos, con los que compartimos hitos fundamentales de nuestras vidas, días completos de disfrute, vacaciones y luego vemos como el paso del tiempo, las obligaciones laborales y los nuevos vínculos familiares ( novias, esposas, etc ), van minando esas amistades que parecían blindadas y eternas, con un pasado muy unido, pero con un presente que solo se sostiene por esos recuerdos del pasado, ya que los puntos de coincidencia cada vez son menos.
La historia que nos acerca el autor, nos habla de tres amigos de la infancia, Fran ( Jorge Tomas ), Pablo Toporosi ( Tomás ) y Hernán Vázquez ( Andy ), que ahora están por los 30 años y se siguen reuniendo para compartir recuerdos y principalmente su afición por música y en especial por los discos de vinilo, que aún conservan como si fueran un tesoro. Se juntan y rememoran viejas épocas, hablan de temas de Virus, Pescado Rabioso, Raul Porchetto, etc. Es un delicioso repaso por figuras y semblanzas del rock argentino de los 70`. El autor crea una atmósfera de nostalgia muy lograda, el antiguo tocadiscos, la música de fondo y el mobiliario, colaboran con este clima.
La reunión es como cualquier encuentro de amigos, con códigos propios de cada grupo, acá hay otro gran merito del autor, que logra que el espectador se identifique plenamente con estos amigos y que en ellos reconozca imaginariamente a sus propios amigos. Aquí el hilo conector es la pasión por la música, en otros grupos puede ser el fútbol, los autos, etc, pero los códigos de amistad se reconocen cercanos.
Pero como dijimos los años pasan y aparecen nuevos invitados, en este caso las novias, Flor ( Marina Fantini ) la pareja de Andy, ella los conoce de años a los tres y forma parte del grupo ampliado, pero Romina ( Debora Palladino ) la novia de Tomás, que no encaja para nada con el resto y es una amenaza para la paz del grupo. Claramente es sapo de otro pozo y se atreve a cuestionar los rituales sagrados del grupo.
Fran, que es el anfitrión, tenía la costumbre de escribir luego de los encuentros de amigos y dejarlo asentado en unos cuadernos, como si fuera un diario de sesión, en el que se registran todo lo acontecido y lo dicho en esas reuniones inocentes.
Pero tal vez lo que parecía inocente en ese momento, si se revelara ahora, podría ser peligroso o dejar al descubierto confidencias, que deberían quedar bajo siete llaves. No vamos a contar más, para mantener el suspenso, pero el guión juega muy inteligentemente con esos recuerdos del pasado, recreando esos momentos y yendo y viniendo del presente, en forma muy ingeniosa, dejemos que el espectador cuando vea la obra, sea testigo de este juego y vea las consecuencias que este hurgar en el pasado, pueden provocar en el tiempo presente.
Este guión emotivo y cercano, encuentra el apoyo necesario, en las excelentes actuaciones que tiene la obra, que son el corazón de la misma.
Tal vez, quien más se destaque es Jorge Tomas, como Fran, dueño de casa y permanentemente en escena, el único de los amigos que hoy está solo, melancólico, con tendencias depresivas y obsesivas, con un tono calmado y pensante, compone un personaje y muy querible, una interpretación magnífica.
Muy bueno también lo de Hernán Vázquez como Andy, el más serio del grupo, el que tiene un buen trabajo actualidad, y Pablo Toporosi como Tomás, el más despistado, de aire soñador y soportando el fuerte carácter de su novia.
Los tres en el conjunto, nos regalan momentos muy disfrutables.
Las mujeres de la obra no se quedan atrás, Marina Fantini es Flor, sensible, trabaja en una farmacia aunque mucho no le guste y parece una más del grupo, le aporta mucha frescura a la trama, otro personaje muy querible.
El quinteto se completa, con Débora Palladino, Romina, que se destaca muchísimo, ya que con su estilo agresivo y arrollador, se lleva todo por delante. Frontal y sin medir lo que dice, es un peligro para la paz del grupo. Magnífica su composición del personaje, desde su tono de voz, hasta los ojos desorbitados. No pasa para nada desapercibida.
Nombramos a los cinco protagonistas, porque lo merecía su labor, muy pareja y totalmente creíbles, se nota también la mano del director, dando la libertad necesaria, para que todo fluya en forma natural, hay mucho trabajo y se nota que están todos los circuitos muy aceitados.
Nos gustó mucho la puesta, que como dijimos tiene un aire nostálgico y melancólico, de los años ochenta, destacamos el diseño escenográfico y el vestuario a cargo de Damián Trotta, muy bueno el diseño lumínico que incluye unos reflectores tipo vintage y la música original a cargo de Bernardo Francese. Una buena cantidad de recursos combinados, para lograr una atmósfera intimista.
Como conclusión, estamos en presencia, de una obra entrañable, que resalta los valores y la importancia de la amistad, con momentos de humor y otro para reflexionar sobre las pérdidas, el paso del tiempo y los cambios que traen el avance de los años.
Si a esto le sumamos, las excelentes interpretaciones de estos personajes tan cercanos moldeados por autor, el resultado final es una pieza sensible como Vinilos, que merece verse y como nos gustó mucho, la recomendamos.
Pensador Teatral.