viernes, 13 de agosto de 2021

A la Izquierda del Roble

 Dramaturgia de Pacho O´Donnell . Dirección de Daniel Marcove.

 

 


 

Viernes 19 hs en Centro Cultural de la Cooperación ( Av. Corrientes 1543 )

Celebramos la idea de Pacho O´Donnell, reconocido dramaturgo e historiador, que un día como cualquiera, caminando por Buenos Aires, pensó que justo sería idear una obra que recuerde al gran Mario Benedetti, reconocido escritor y poeta uruguayo, que sin dudas ha marcado ha varias generaciones a través de sus obras literarias.

 

 



 

Benedetti, le escribió al amor y a la cotidianeidad, son famosos sus poemas, sus textos y canciones, que trascendieron las fronteras rioplatenses. Siempre relacionado con lo popular, fue un ferviente militante de la resistencia, que lucho contra los poderosos y principalmente contra las feroces dictaduras latinoamericanas, lo que le valió tener que exiliarse desde su querida Montevideo hacia Argentina.

Acá en Buenos Aires, fue donde Pacho conoció a Benedetti y compartieron en la redacción de Crítica apasionantes charlas, en las que también participaba Eduardo Galeano, vaya riqueza que tendrían aquellas tertulias. Esta breve introducción, entendemos puede servir para dar testimonio del nacimiento de la idea en la cabeza del autor y siempre nos resulta interesante comentar como nacen estos proyectos.

 

 


 

Pacho se lanzó con la idea y confió en Daniel Marcove, que ya había dirigido tres obras escritas por él, para que fuera el director que amalgamara sus intenciones y la rueda de la creatividad comenzó a rodar. Y vaya si fue exitoso el proyecto, ya que A la Izquierda del Roble, que toma su nombre de un recordado poema de Benedetti, inicia luego de este parate obligado por la pandemia, su cuarta temporada en cartel, permanencia muy poco habitual, que cuando ocurre suele marcar que la obra tiene algo especial.

Y sin dudas, que este hermoso espectáculo lo tiene, con una puesta minimalista y una estética bellísima, podremos disfrutar de las mejores poesías de Benedetti, anécdotas de su infancia y su vida adulta, repasar las novelas suyas que se convirtieron en películas recordadas como La Tregua o rememorar temas musicales como Te quiero o Porqué cantamos, que se harán presentes con fuerza en esta exquisita noche teatral, de la que seremos testigos.

 

 




Además otro gran acierto es esa pantalla gigante situada de fondo, donde podremos disfrutar del vivo recuerdo del escritor, al ver su rostro y escuchar sus palabras, en un imaginario reportaje que Pacho le realiza. Como dato de color, indicar que a los 76 años, Pacho debuta como actor y lo hace con un aplomo que abruma. Es el maestro de ceremonias de este homenaje y lo lleva adelante en gran forma, con una cadencia justa en el relato y esa bonhomía que lo caracteriza. Un lujo verlo en el escenario a cargo de la trama.

Y lo acompaña un equipo de lujo, con nada menos que Alejandra Darín, una enorme actriz, aquí recitando poemas, con una pasión y una intensidad que llegan al corazón del espectador. Marcelo Balsells, que fuera primera voz de Opus 4, es quien entonará bellísimas melodías que tiene la pieza y el talentoso Sergio Vainikoff, desde los teclados, tendrá a su cargo el acompañamiento musical y los efectos especiales presentes a lo largo de toda la trama.

Este póker de virtuosos reunidos para el proyecto, dan muestra de su talento en el vasto escenario de la sala principal de la Cooperación, que además presenta un sonido perfecto, una cálida escenografía de Paula Molina y un diseño lumínico de Miguel Morales, que le otorga el ambiente íntimo y familiar, que el texto pide.

 

 


 

No vamos a contar más, para dejar que se sorprendan cuando vean la obra, si diremos que A la izquierda del Roble, es un sentido y merecido homenaje a Mario Benedetti, que de acuerdo a la edad del espectador, lo llevará a recordar bellos momentos de su vida y en otros casos, cuando se trate de  público más joven, le permitirá conocer a este fascinante personaje y sumergirse en su obra, para darse cuenta, cuando haga el repaso, cuantas cosas de Benedetti conocía y no sabía que había sido su autor.

 Recomendamos especialmente este bello y emocionante espectáculo, que resulta un verdadero lujo para nuestro teatro independiente, por la calidad de sus intérpretes y por la envergadura del homenajeado, que no tenemos dudas, desde el cielo disfrutará de esos aplausos y bravos, que llenan el aire de la sala, al final del la función.-



Pensador Teatral.

 

sábado, 7 de agosto de 2021

El Placer

Dirección de Jorge Eiro. Creación Colectiva de Jorge Eiro, Sol Fernández López, Zoilo Garcés, Cristian Jensen, Juana Rozas y Manuela Sánchez Almeyra.

 

 


 

Sábados 18 hs en Espacio Callejón ( Humahuaca 3759 )

El Placer nace de un experimento de creación colectiva, organizado por el Centro Cultural San Martín, en el cual Jorge Eiro, presentó al elenco algunas cartas que llegaron a su madre durante la última dictadura y a partir de las mismas comenzaron los ensayos, improvisaciones, recuerdos personales, para que de a poco, los actores se vayan apropiando de los personajes, trascendiendo la idea original del autor y surgiendo entonces la autoría colectiva.

 Una vez explicado la génesis de la obra, que en este caso en particular consideramos resulta nuy interesante, surge como conclusión que el proceso fue exitoso, ya que logró trascender las fronteras experimentales del Cultural San Martín, tomando la pieza vuelo propio y llegando dos años después al Espacio Callejón, uno de los teatros más reconocidos del circuito off.

 

 


 

 

Si tuviéramos que señalar, cuales son a nuestro entender las razones, de este paso exitoso de la obra, rápidamente podemos decir, que El Placer es una historia mínima, que tiene un encanto particular, ya que con un texto sensible y reconocible para el espectador, nos hablará sobre la complejidad que pueden tener los vínculos familiares y las dificultades para atravesar el duelo por la pérdida de un ser querido y más amplio aún, lo difícil que puede resultar hablar de ciertos temas, quedando al descubierto todos los mecanismos a los que recurre el ser humanos, para eludir referirse a cuestiones que pueden resultar incómodas o de difícil abordaje.

El argumento de la obra, trata del reencuentro de tres hermanos en una casa de una pequeña localidad costera, trás la muerte de su madre. Esa casa donde ella decidió pasar sus últimos años, alejada de sus hijos y acompañada de una señora que la cuidaba y la ayudaba en los quehaceres diarios. Dos de los hermanos, los mayores, comparten padre, pero la hermana menor, es fruto de una relación que tuvo la madre, con otra pareja muchos años después.

La situación no es cómoda, ya que los hermanos se ven poco en la actualidad y entonces las conversaciones versan sobre temas generales y trivialidades, ya que poco comparten en el presente. Solo los une, un puñado de recuerdos familiares, algún verano juntos en aquella casa a la que vuelven luego de mucho tiempo y poco más. Hay también una barrera generacional con la hermana menor, que cuesta romper y a medida que la charla entre ellos avanza, descubrirán que los diálogos que tenían con su madre, no era del mismo tenor, apareciendo secretos y hechos no revelados.





Y hasta allí contaremos, el resto lo descubrirán cuando vean la obra, que tiene una atmósfera de nostalgia muy bien creada, por la ausencia de la madre, por esa casa vacía, por los objetos que aparecen trayendo recuerdos y por esa localidad perdida, al que la madre eligió ir, para estar lejos de todos, incluso de sus afectos, algo que ahora ya no puede revertirse.

Nos gustaron mucho las actuaciones. A nuestro entender, la actuación más destacada, tal vez por la potencia del personaje en la historia,  es la de Sol Fernández López, como Eugenia, la hermana mayor. La que se preocupa por los hijos que la esperan en Buenos Aires y la que mira con algo de recelo a la menor de la familia. Un personaje muy querible el que compone Sol, divertido y de una simpleza muy lograda. Gran trabajo el de Sol, con un histrionismo a flor de piel, que le otorga una gracia particular.

 

 




Igualmente valiosa es la interpretación de Cristian Jensen, como Luciano. Comparte muchos recuerdos con su hermana mayor, pero eso fue en el pasado, ahora cada uno tiene su vida. Melancólico, bonachón y saliendo de una ruptura amorosa, tratará de poner su mejor onda, en aquel encuentro incómodo para todos. Es muy buena la construcción de personaje que realiza Luciano.

La hermana menor es Rocío ( Juana Rozas ). Callada e introvertida, es la que mas incómoda se siente allí. Parece no congeniar con esas personas que pese a ser sus hermanos, parecen dos absolutos desconocidos, con los que solo tenía en común la misma madre y algun encuentro esporádico cuando era chica, que por su edad tampoco recuerda demasiado. 





Completa el elenco, Zoilo Garcés, que nada tiene que ver con aquel grupo familiar. El vive en aquella localidad balnearia y aparecerá allí casi de casualidad, tratando de aportar algo de aire fresco, que rompa esa atmósfera melancólica y algo amarga que se respira en aquella casa. Son muy buenos los trabajos individuales de los cuatro actores y se destacan aún más en lo grupal.

Dejando de lado las actuaciones, debemos destacar el ingenioso y novedoso diseño escenográfico, que presenta la pieza, rubro a cargo de Ariel Vaccaro,  por el cual la escenografía en diferentes momentos del relato, girará gracias a la acción de los propios actores, para mostrar la casa desde dos perspectivas, una cara el interior de la misma y la cara opuesta, un ventanal que nos permite ver el frente del hogar, espiando el interior. Una de esas genialidades del teatro independiente, que merece verse, porque cuesta explicar con palabras.

La casa está cargada de elementos, de objetos y de recuerdos de un pasado que ahora se presenta de manera vertiginosa, pero el aspecto de aquel hogar en general es descuidado, olvidado, tal vez como estuvo la madre, durante esos últimos años. Párrafo especial para el logrado vestuario algo ochentoso de los personajes a cargo de Manuela Sánchez Almeyra. 

 

 


 

Otra de las fortalezas de la obra, es que logra tratar una temática profunda y densa, jugando mucho con el humor y algunas situaciones ridículas, que los personajes parecen buscar adrede, para evitar hablar del dolor que sin dudas los atraviesa.

En definitiva, vivimos un momento teatral entrañable con El Placer, sentimiento ausente en esta historia cercana y reconocible, donde los espectadores se ven reflejados en estos hermanos a los que les cuesta hablar de lo que sucede y prefieran eludir hablar del dolor, como si de esa forma el dolor no existiera.

Recomendamos la obra, que además de movilizarnos e invitarnos a la reflexión, nos permitirá disfrutar de estos personajes queribles, que viajaron a despedir a su madre, cuando ya era demasiado tarde para hacerlo.


Pensador Teatral.


viernes, 6 de agosto de 2021

Redención, La Religión en el Cuerpo.

Dramaturgia de Máximo Duem. Dirección de Leonardo Gavriloff.

 

 



 

Viernes 20 30 hs en Bar de Fondo ( Julián Alvarez 1200 )

Una propuesta fuerte, actual y muy valiente, llega de la mano de Redención, ya que se atreve a tratar un tema complejo y poco explorado en nuestro teatro, como es el accionar de alguna religiones, que tienen como herramienta, recurrir a la culpa y a la angustia de sus fieles, como método para que sigan el camino que ellos predican, que sin lugar a las discusiones, es el único posible. Un camino construído por la palabra de Dios, que no admite ningún tipo de desvíos.

 

 

 



 

 Pero, que sucede cuando los deseos de las personas, chocan contra el pensamiento de la Iglesia ?? Hay un escucha comprensiva para tratar de entender a la persona o se la juzga con dureza, cuando intenta cuestionar dogmas que son inquebrantables. Hay flexibilidad o esa rigidez por momentos se transforma en absurda y asfixiante para es ser humano ?? Por otro lado, las creencias de la Iglesia, se aggiornan a los cambios que se viven en la sociedad ?? Tiene en cuenta los nuevos paradigmas o los ignoran ??

 La dramaturgia gira sobre esas ideas, la fe, la culpa, los dogmas y la creencia, como única tabla de salvación, para aquellas personas con problemas y adicciones, que rechazadas por la sociedad y la propia familia, ven la mano de algunas religiones que están creciendo mucho en los últimos años, como la única se extiende para darles cobijo, en momentos oscuros de la vida, donde encontrar alguien que les brinde un refugio, es fundamental, para no seguir cayendo.

 No vamos a contar mucho del argumento de Redención, solo diremos que la historia sucede en dos planos temporales, en el comienzo tendremos dos jóvenes amigos, con vicios y adicciones, que no encuentran su rumbo en la vida. Luego de cinco años, la situación de ambos cambió radicalmente. Uno de ellos está por casarse y formar una familia y el otro se convirtió en un novel pastor de la Iglesia Evangélica. Pero lo que vivieron el el pasado fue demasiado fuerte, dejó consecuencias y hay heridas que aún siguen abiertas, por eso surgirán momentos de crisis y cuestionamientos, donde la fe y las creencias personales entrarán en conflicto, con sus propios sentimientos.





Y no vamos a contar más, la trama es realmente fuerte, por momentos puede incomodar al espectador por la crudeza del relato, ya que las acciones que vemos nos resultan cercanas y reconocibles y allí precisamente es donde surge esa incomodidad. Muchas veces preferimos esconder la basura bajo la alfombra, porque verla, puede significar tener que involucrarse y hacerse cargo del tema. 

Una propuesta intensa y arriesgada como la de Redención, requiere un elenco que esté a la altura y aquí Leonardo Gavriloff, ha encontrado un joven elenco, que se nota comprometido al máximo con el proyecto y que se entrega por completo al mismo. En virtud de las actuaciones muy destacadas que tiene la obra, vamos a mencionar a los integrantes del elenco, ya que sus trabajos así lo ameritan.

 Nos gustó mucho el trabajo de Kevin Vainer, como Alex, es quien a está punto de casarse, pero tiene fuertes dudas, entre seguir el camino que le marca la religión o sus deseos íntimos. Muy buena composición la de Kevin. Carla Di Amore, es María, su futura esposa, ella sigue al pie de la letra lo que la Iglesia predica y sufriendo mucho la situación pedirá la ayuda divina. Una interpretación muy destacada la de Carla, dándole a su personaje la sensibilidad, que el mismo pide.

 

 


 

La pareja está en peligro y acuden por ayuda a Yamil ( Emmanuel Maximiliano ), antiguo amigo de Alex, hoy ya consagrado como pastor, que hará lo posible, para ayudar a su amigo, luchando por un pasado que no deja de atormentarlo. Un trabajo muy convincente de Emmanuel, muy creíble en su papel y además es autor de la obra, por lo tanto debemos darle mucho crédito.

 Y si hablamos de credibilidad en su personaje, debemos destacar especialmente a Diego Armel, como el Pastor Enrique, con una presencia escénica muy marcada, será la voz de la Iglesia, que intentará encaminar a los fieles, aunque surgirán algunas contradicciones, que pondrán en serio riesgo su tarea. Impresionan sus encendidos discursos, por su realismo y potencia. Una composición excelente la de Diego, que parece un verdadero pastor.

 Nicole Trasenders, como Estefanía, protagoniza la primera parte de la historia y luego seguirá presente en los recuerdos de los protagonistas. Aporta una buena cuota de sensualidad a la obra y es una buena muestra de lo duro que pueden pegar las adicciones. Muy buena prestación de Nicole, en un papel que requiere mucha entrega física.

 

 



Para el final mencionar a Agustina Rivarola como Soledad y Pablo Ventre como Ricky, ambos desde papeles menores, hacen su aporte de manera más que acertada, cuando están en escena y también desde el afuera. Uno de los aspectos originales que tiene la puesta de Leonardo Gavriloff, es que los actores que no están en escena, no salen de la vista del espectador, permanecen fuera del cuadro escénico, observando a quienes protagonizan las acciones, con interacciones entre ellos y siendo también espectadores, que parecen juzgar los actos de los otros. Realmente un recurso muy ingenioso del director, que agrega valor a la puesta.

 La puesta es realmente creativa, además de lo mencionado en el párrafo anterior, presenta un diseño escenográfico minimalista e innovador, donde cuatro tablones de madera ( pallets ) serán los que darán las diferentes locaciones, que requiere la trama, convirtiéndose en una cama de dos plazas, en mesas y sillas, puertas o un palco, para que el pastor, realice su plegaria. En cada nueva escena la escenografía cambia y son los mismos actores los que realizan ese cambio. Muy ingenioso el recurso y una muestra de que no siempre es necesario contar con recursos económicos, para diseñar una escenografía. En muchas ocasiones alcanza con tener buenas ideas, para obtener grandes resultados.

 

 

 


 

En definitiva, nos llevamos una muy grata sorpresa con Redención, La Religión en el Cuerpo, ya que trata una temática muy actual en nuestra sociedad, de la que pocas veces se habla y lo hace con profundidad y gran seriedad. Esto se logra a partir de una efectiva dirección de Leonardo Gavriloff y de la excelente prestación de este joven elenco, integrantes de la compañía La Araña, a quien vemos por primera vez en escena y nos dejaron una muy buena impresión, con puntos muy altos y no tenemos dudas que pronto veremos a muchos de sus integrantes, en nuevas obras.

En definitiva, Redención es una original propuesta, que escapa de los argumentos tradicionales y sencillos, eligiendo un tema que puede incomodar a algunos, pero que indudablemente invita a la reflexión. abriendo nuestra mente y movilizando al espectador. Obras de este tipo no abundan en nuestro teatro independiente y son realmente valiosas, por ello les recomendamos descubran como hicimos nosotros, lo que este grupo de jóvenes actores, tiene para contar.


Pensador Teatral.

 

jueves, 5 de agosto de 2021

La Chica del Sombrero Rosa

Libro de Federico Gimenez . Dirección de Roberto Antier. Producción de Aldo Funes.

 

 


 

Jueves a Domingos 20 hs en Teatro La Casona ( Av. Corrientes 1975 )

Una alegría grande volver la calle Corrientes, luego del nuevo paréntesis marcado por la pandemia y hacerlo con La Chica del Sombrero Rosa, una comedia blanca, que con un argumento sencillo, pero efectivo, consigue divertir al espectador y también emocionarlo. Aunque su mayor logro, es que la obra, nos permitirá disfrutar en un mismo escenario de un elenco realmente de lujo, dando la oportunidad a figuras muy reconocidas y al mismo tiempo un poco olvidadas  de nuestro espectáculo, dándoles el espacio, para que puedan mostrar su valía y vigencia.

De la historia, diremos que tenemos a una famosa escritora, que no está pasando el mejor momento en cuanto a inspiración literaria y tampoco en la relación con su marido, que deberá superar una dificultad tan grande como inesperada, reemplazar a Gloria, su asistente, mucama, cocinera y confidente, que debido a su avanzada edad, pasó a mejor vida, hace pocas semanas.

 

 



 

 

Conseguir una reemplazante, no es tarea sencilla y la búsqueda traerá consigo una serie de enredos y situaciones divertidas, que irán aconteciendo a medida que la trama avanza. Y lo haráde manera fluida, gracias al enorme oficio de un elenco, que encuentra terreno fértil para volcar toda su experiencia al escenario y tener momentos de lucimiento personal y colectivos, que son los que el púbico, que paga su entrada quiere ver.

Y no vamos a contar más, dejaremos que el espectador se sorprenda como nosotros, ya que el camino de la comedia de enredos, que parece inalterable, dará un giro inesperado cerca del final, dando un vuelco al texto y trayendo emociones en un final a todo orquesta.

Sin lugar a dudas, el punto fuerte de la obra como ya dijimos antes, es el gran elenco reunido, arrancando con María Rosa Fugazot, la gran protagonista de la noche. Una satisfacción grande verla en acción, ya que realiza una composición fantástica de una escritora malhumorada, ácida y con pocas pulgas, que finalmente mostrará que tras esa apariencia rígida, se esconde a una mujer de enorme corazón. Emociona la presencia escénica de Fugazot, mostrando su vigencia y registro artístico, para llevar adelante este protagónico de semejante forma. Una alegría que María Rosa, haya podido superar momentos complicados, como tantos actores durante la pandemia y pueda lucirse tanto aquí. 


 


 

 

Otro punto alto fuerte de la noche, es Alberto Martín, actor de mil batallas, que se encarga de poner los momentos más divertidos de la noche, siendo por un marido infiel y bastante chanta y por otros un verdadero santo. Sin dudas que Martín, se siente muy cómodo en la veta humorística, siendo muy festejadas sus intervenciones por la platea.

Párrafo especial, para Zulma Faiad, una verdadera leyenda de nuestro espectáculo, que desde un papel no tan protagónico, de ninguna manera pasa desapercibida. Siempre con chispa y ese ángel que la acompaño durante toda su carrera, regando el escenario con una alegría que transmite en cada uno de sus parlamentos. Un lujo poder ver a Zulma en acción y con tanta energía positiva, algo que el espectador percibe y agradece.


 

 


 

Adriana Salgueiro, eternamente bella y con glamour, también desde un papel con menor participación, aprovecha a la perfección sus minutos en el escenario, para dar vida a una amiga de la escritora, que incentivada por el vino que riega la noche, dejará en libertad a su lengua filosa. Siempre versátil y rendidora Adriana, hace un muy buen aporte a la obra.

La sangre joven del elenco, la aportan Matías Santoiani y Kitty Locane. Matías es el mayordomo de la casa y también aporta los momentos más divertidos de la obra, componiendo un personaje muy querible. Impecable lo de Matías, encajando muy bien en la historia y siendo muy generoso con sus compañeros de elenco

Dejamos para el final Kitty Locane, sin dudas es la revelación de la obra. Llega a la casa, como la candidata a reemplazar a Gloria y para hacerlo deberá soportar una serie de dificultades y desafíos, que la casa y sus integrantes le impondrán. Aportando mucha frescura y desenfado, queremos destacar la actuación de Kitty, que logra lucirse en un elenco poblado de figuras, algo que no resulta sencillo.

 

 


 

Indudablemente en momentos tan complejos para la actividad teatral, montar una obra de estas características, es casi un acto de fe y de amor por la profesión, ya que se hace imposible poder recuperar la inversión, por eso queremos destacar el esfuerzo de Alfo Funes, en la producción general por seguir apostando al teatro en este contexto y hacerlo con un elenco notable, siendo mayor el mérito, porque se acuerda de figuras que por temas generacionales y modas caprichosas, son injustamente postergadas y no tienen el lugar que merecen.

Creo que ya dijimos lo suficiente, La Chica del Sombrero Rosa es una comedia que divierte, sin caer en golpes bajos, ni groserías, algo que también debe mencionarse, ya que tampoco es habitual y son pocas las obras de este tipo que pueden verse en familia. Y si bien el argumento es simple y puede tener alguna carencia dramatúrgica, tiene la efectividad necesaria, para que la gente se ría durante toda la pieza, siendo este, cumpliendo el objetivo central de toda comedia que se precie.

La Chica del Sombrero Rosa, es una invitación, para divertirse y emocionarse, pero sobre todo, para disfrutar en el escenario del elenco reunido, que sorprende por la calidad de sus actuaciones y una vigencia que nos llena de alegría. Por ello, no extraña, el aplauso emocionado y merecido que los espectadores que respetando los protocolos, colmaron la bella sala de La Casona, les regalan a los actores al final de la función.


Pensador Teatral.


viernes, 30 de julio de 2021

El Amor es una Mierda.

Dramaturgia y Dirección de Cecilia Meijide.

 

 


 

 

Viernes 20 hs en Teatro El Extranjero ( Valentín Gómez 3378 ) 

Teníamos muchas ganas de reencontrarnos con la dramaturgia de Cecilia Meijde, talentosa autora, a quien conocimos con Cactus Orquídea, una multipremiada obra que escribió en el 2014 y luego volvimos a disfrutar de su pluma prodigiosa, con Las Cosas de Mabel, hace un par de años en el Beckett. Cecilia tiene como una de sus principales virtudes, ser una muy buena observadora de la realidad y a partir de ello, poder llevar al espectador textos absolutamente cercanos y creíbles, con los que se identifican rápidamente, teniendo además la saber incorporar el humor en temáticas muy profundas.

Y el reencuentro podemos decir que fue soñado, ya que El Amor es una Mierda, vaya título provocador y desafiante que se eligió, tiene todos los ingredientes necesarios, para que disfrutemos de una noche teatral completa, con una trama que a nadie puede dejar indiferente, ya que casi todos, vivimos situaciones similares a las que cuenta la historia.


 

 



 

 El amor es un sentimiento universal, que define a los seres humanos, todos nosotros nos sentimos bajo sus influjos y que decir cuando el encanto del amor y sus mieles se diluyen, haciendo que la felicidad dé un paso al costado, para dar espacio a la llegada del desamor, el sentimiento opuesto, tan doloroso o más que el original, teniendo efectos devastadores para quien los sufre.

Precisamente El Amor es una Mierda, pone el foco en la ruptura amorosa, en lo difícil que resulta sobrellevar el momento, cuando el amor desaparece y esto se acentúa aún mas, cuando la decisión no es de común acuerdo y uno de los integrantes de la pareja sigue enamorada. Eso es precisamente lo que sucede con la protagonista de esta historia, que ensaya ese momento límite que deberá afrontar, cuando deba encontrarse con su ex-pareja, para firmar el divorcio, pese a que aquella no fue su elección pero no queda otra, el amor a veces puede ser cruel e impiadoso. Este es unos de esos casos, que nuestra protagonista deberá desandar y nosotros los espectadores, seremos testigos privilegiados de ello.

Y hasta allí vamos a contar del argumento y de la trama, para no quitar sorpresa, lo que si podemos adelantar,  es que este inteligente texto de Cecilia Meijide, estructurado en formato de monólogo, fue tocado por la varita mágica, al encontrar a la intérprete ideal para llevarlo adelante, nos referimos a Vanesa Maja, que se adueña de la escena con una presencia escénica admirable y realiza una composición fantástica.

 

 


 

Es la primera vez que vemos a Vanesa en el escenario y quedamos deslumbrados por su interpretación, cargada de una energía y un magnetismo, que debemos resaltar. Su tono de voz, la cadencia en el relato, una expresividad a flor de piel, una corporalidad que habla por si sola, mezclando melancolía, sensualidad y dolor a secas, dependiendo el momento del relato, le permitirán pasar por todos los registros. La entrega de Vanesa es total, provocando una montaña rusa de emociones, para deleite del espectador, que desde su butaca, disfruta su brillante interpretación.

Si alguno piensa que exageramos en los elogios, le pedimos por favor que cuando vean la obra, vuelvan a leer estas líneas y les aseguramos que van a coincidir con todo lo que mencionamos y hasta van a agregar más virtudes a la protagonista. Enorme trabajo de Vanesa Maja, a quien esperamos podamos ver pronto, en alguna otra obra, ya que no queremos perderle el rastro.







 Tenemos entonces un texto que atrapa, una interpretación superlativa y a ello le sumamos ahora una puesta realmente bellísima y a la vez minimalista, que suma muchísimo al relato y colabora al ritmo continuo que la protagonista imprime a la trama. Logradísimo el diseño lumínico de Ricardo Sica, que con un guiño particular, marca diferentes momentos del monólogo. La escenografía es austera y de muy buen gusto, siendo otro punto alto, al igual que la música, que enriquece el relato en varias oportunidades.

No queda mucho más para agregar, confluyen una dramaturgia bien balanceada, que sabe como navegar en aguas de tragedia, pero ancladas en un humor ácido, otorgando fluidez al relato, yendo a fondo, pero sin caer en golpes bajos, logrando que la protagonista, se ría de si misma, aunque la etapa que debe atravsear, no sea para nada placentera. Y si a esta dramaturgia bien construída, le sumamos una talentosa actriz como Vanesa Maja, que se abraza con pasión al texto, dentro del marco de una puesta tan bella como efectiva, el resultado final es cantado, una obra que vale muchísimo la pena.

Recomendamos ampliamente El Amor es una Mierda, una verdadera perlita que el teatro independiente nos ofrece. Una obra que llega al corazón del espectador, con un texto cercano y reconocible que moviliza. Los prolongados aplausos, que invaden el aire de El Extranjero al final de la función, son el broche de oro, para una noche de confesiones amorosas y de heridas abiertas, que llegan de la mano de una interpretación exquisita, de esas que hacen que tanto extrañamos durante estos meses de ausencia del teatro presencial.

 

Pensador Teatral.

lunes, 26 de julio de 2021

Quiela, El Amor antes de Frida

Dramaturgia y Dirección de Mariano Taccagni.

 

 




Sábados 18 hs en El Ópalo Teatro ( Junín 380 )

En muchas oportunidades el teatro nos permite descubrir historias y personajes que por algún motivo, resultan desconocidas para el gran público, pero que son dignas de contarse y este sin lugar a dudas, es uno de esos casos.

En este caso, se trae a escena a Angelina Beloff, Quiela. Artista plástica rusa, perteneciente a una familia acomodada de San Petesburgo, dejó su país luego de la inesperada muerte de sus padres y se mudó a París, en busca de mejorar su arte. Hasta allí ningún elemento que permita reconocer su historia. Ahora si decimos que Angelina, en Francia conoció al pintor mexicano Diego Rivera ahí la cosa cambia. Efectivamente, estamos hablando del mismo hombre que muchos años después vivirá una intensa y conflictiva relación amorosa con Frida Kahlo.

 

 

 



 

Precisamente Quiela, fue el primer amor de Diego Rivera. Fue amor a primera vista, Diego conocido por su debilidad por la mujeres se enamoró de Angelina y se casaron en 1911 ( como dato de color mencionar, que para ese entonces, Frida Kahlo tenía apenas 4 años ). Vivieron juntos en París 10 años y tuvieron un hijo, llamado Dieguito, que lamentablemente falleció al poco tiempo, con apenas 1 año de edad, víctima de una meningitis que hizo estragos en aquella París del 20. Esa tragedia, pareció marcar el destino de la pareja, ya que poco tiempo después Diego Rivera, se marchó a México por trabajo, abandonando a su esposa e incumpliendo sus reiteradas promesas que volvería pronto a Europa a buscarla.

Hasta allí lo que marcó la historia y aparece entonces Elena Poniatowska, escritora mexicana nacida en París, que impactada por la sufrida vida de Angelina, escribió una novela epistolar llamada «Querido Diego, te abraza Quiela» , que tomando con base una carta que escrita por ella a Diego, que llegó a sus manos, elaboró un libro, con cartas ficticias, que sirvieron para retratar la vida de Beloff en París y el difícil trance que debió superar, luego de la partida de Rivera.

 

 



 

Hecha esta breve, pero esperemos interesante introducción, comentamos que la novela de Poniatowska, llegó a manos de Mariel Rueda, la actriz que tiene a cargo la personificación de Quiela, que abrazó la historia de aquella mujer y ya en tiempos de pandemia, acercó la idea a Mariano Taccagni, joven y talentoso director, que realizó una estupenda adaptación, que tuvo como corolario, el texto dramático que se presenta en El Ópalo.

Digamos sin rodeos, que la interpretación de Mariel Rueda, es realmente fantástica, con una sensibilidad y una emocionalidad a flor de piel, que llegan al corazón del espectador. No es una novedad, que los unipersonales representan un desafío enorme para quien los lleva a cabo y en este caso la prestación de Mariel es superlativa, sabiendo transmitir el dolor y el sufrimiento de Beloff, con un realismo hipnótico. Un trabajo superlativo de Mariel, de esos que cuesta describir con palabras y que deben verse, para gozarlo en plenitud.





No vamos a contar más de la obra, vamos a dejar que el espectador, disfrute de la trama, cuando vea la obra, solo decir que el texto muestra con crudeza, ese llamado de amor desesperado e incondicional de Angelina, su infinito dolor por la pérdida del hijo que tuvieron en común y esa asfixiante sensación de soledad y fragilidad, que todos los días la invadía.

Nos encantó la puesta que tiene la pieza, con una belleza y una estética que realzan el texto y acompañan la magnífica interpretación de la protagonista. Las dimensiones reducidas de la sala, son ideales para ese clima íntimo, casi confesional que tiene el relato y esa cercanía del espectador, permite no perder ninguna de las expresiones y movimientos de Mariel.

Siguiendo con la puesta, varios ítems para destacar, entre ellos el diseño lumínico de Alejandro Vázquez, la música y los sonidos, que acompañan los diferentes momentos de la trama y el diseño escenográfico del propio Mariano Taccagni, que completa un excelente trabajo de dirección, dotando al texto dramático, de un marco muy bello.





No queda mucho más para agregar, resulta un verdadero placer conocer la historia de amor de Angelina Beloff, que suena fatídicamente premonitoria, de situaciones que viviría luego Frida Kahlo con el inefable Diego Rivera y la pieza en sí, sin dudas, funciona como un sentido homenaje para este personaje olvidado del arte, que luego de semejante drama, pudo reinventarse y rehacer  su vida, pero ese ya sería un capítulo, para una nueva obra.

Recomendamos especialmente Quiela, El Amor antes de Frida, una verdadera joyita del teatro independiente, que nos permite disfrutar de una profunda historia de amor, con una puesta plena de belleza y poesía, que le otorgan el entorno ideal, para la composición brillante que Mariel Rueda nos regala.

Los aplausos emocionados del público que colmó la sala de El Ópalo, al final de la función, son una clara señal, que la historia llegó al corazón de los espectadores y que el teatro independiente siempre celebrará la llegada de propuestas tan valiosas como esta.


Pensador Teatral.


miércoles, 21 de julio de 2021

La Carrera

 Dramaturgia de Jowy Sztryk . Dirección de Fernanda Provenzano.

 

 


 

Miércoles 21 hs El Método Kairos ( El Salvador 4530 )

Una propuesta a puro vértigo llega al Método Kairos, de la mano de La Carrera, un texto muy interesante, con un componente muy importante de teatro físico en su esencia. La obra nos interpelará acerca de los motivos, por los que muchas veces corremos en la vida, yendo siempre para adelante, sin detenernos a pensar demasiado porque estamos haciendo las cosas y si en verdad se justifica tanta prisa. 

El disparador sería, pensar si para tener éxito en la vida, hay que correr y mostrarse siempre apurado. Tenemos que llegar lo antes posible hacia esas metas que debemos cumplir ?? Esas metas son reales o imaginarias ?? Deseamos realmente eso por lo que corremos ??? O solo vamos a toda velocidad, siguiendo algún mandato social y para no detenernos a pensar la lógica de nuestro comportamiento ?? Todos habremos escuchado la frase, prefiero hacer cualquier cosa, antes que quedarme en casa pensando ... Tendremos miedo de que pensando, podríamos darnos cuenta que estamos viviendo una vida poco satisfactoria.





La obra escrita por Jowy Sztryk, que además es actriz en la misma, tiene como gran mérito, ofrecer un texto, que pese a su profundidad, no es rígido para nada, por el contrario se apoya en acciones, en el movimiento continuo, cuerpos que están activos y tienen que ir a toda velocidad, para no quedar rezagados en esa carrera, que la vida les impone. El mensaje es claro, el que se queda parado, será superado por los otros o peor será atropellado por el que viene atrás, por eso hay que correr, sin perder tiempo para mirár atrás.

La pieza tiene una onda muy juvenil y se ha elegido un elenco en sintonía con ello, jóvenes actores y actrices, que estarán listos en la meta, para arrancar apenas suene la campana. Vamos a mencionar a los integrantes del elenco y dar algunas líneas de sus personajes, ya que los trabajos son meritorios y merecen reconocimiento.





Arranquemos por Martina Alonso, como Valeria. Ella corre por encontrar su media naranja. Está sola y el tiempo apremia. Las redes sociales son fundamentales para poder mostrarse y conocer gente, a mucha gente, no importa mucho a quien, lo fundamental es poder casarse y obvio cumplir el mandato de la maternidad. Nos gustó mucho el trabajo de Martina, con una energía muy alta y una gestualidad que se destaca.

Agus Vera es Leo, tiene que conseguir ya mismo, un ascenso en el trabajo, para que dejen de explotarlo y poder ser él, quien pase a dar las órdenes. Deberá también luchar contra su familia, que no ve con buenos ojos su orientación sexual. Muy bueno lo de Agus. Alejandro Monetta, es Manuel, se lo nota perdido en la vida, parece no encajar en ese ritmo desenfrenado que la mayoría sigue y esto no resulta aceptable, ya que el entorno le reclama su falta de actitud. Una buena muestra, de como la sociedad, trata de disciplinar a aquellos que nadan contra la corriente. Personaje muy querible el que compone Alejandro.

 

 


 

Para el final dejamos a Jowy, la autora de la obra, que además de dar nacimiento al proyecto, le pone el cuerpo al mismo, dando vida a Clara, una joven mujer que no quiere ser madre y esto es facturado por los demás, su familia y sus amigas la miran con ojos raros, sin entender como puede estar en contra de un mandato social tan arraigado y debe dar explicaciones por pensar diferente al resto. Muy buena la interpretación de Jowy, con una sensibilidad a flor de piel.

Un punto muy destacable de La Carrera, es su original puesta, arrancando por ese reloj de fondo en el escenario, que con cuenta regresiva incluida, marca las urgencias de los personajes y también el tiempo que resta para que finalice la obra. Para resaltar el vestuario de Vanesa Abramovich y la magnifica puesta de luces de Fernanda Provenzano, que además es la directora, embelleciendo la puesta.

No vamos a contar más, para dejar que el espectador se sorprenda al ver la obra. La trama tiene un ritmo frenético y algo alienante, que se mantiene a lo largo de todo el relato y obliga a los actores, a entregarse de manera total desde lo actoral y desde lo físico. 

 

 


 

En definitiva, nos gustó mucho la propuesta de La Carrera, una pieza que de una manera muy original, logra una profundidad que sorprende al espectador, que sin dudas va a reflexionar mucho acerca de las situaciones que los personajes viven en el escenario, pero al mismo tiempo mirará hacia su interior, para ver si en su propia vida, está sucediendo algo parecido. Debemos reconocer, que nos quedamos con ganas que la obra dure unos minutos más y cuando esto sucede, es señal, que estamos enganchados con el espectáculo, que estamos viendo-

Que bueno sería, hacer una pausa, en la rutina diaria, para poder pensar, si realmente estamos corriendo en la vida, en búsqueda de alcanzar nuestros deseos o si en realidad lo estamos haciendo, para cumplir con los mandatos sociales que nos imponen, solo para pertenecer y para mostrar que cumplimos con lo que otros quieren para nosotros, sin reparar, si realmente estamos satisfaciendo nuestros deseos. La obra moviliza y creemos que cuando el teatro, nos invita a esa reflexión tan profunda, el objetivo está más que cumplido.

 


Pensador Teatral.