martes, 18 de julio de 2017

Príncipe de las Pampas

Sábados 20 30 hs en El Estepario Teatro.





Dramaturgia y Dirección de Facundo Zilberberg.

Una interesante propuesta, la que nos ofrece Zilberberg, este joven y talentoso dramaturgo, con Príncipe de las Pampas, la sexta obra de su autoría, que está transitando su segunda temporada,con muy buen suceso, en cartel.

La obra, que tiene mucha de comedia y de grotesco, ofrece un muy interesante retrato de integrantes de una clase alta, con aires aristocráticos, que no quiere asumir su decadencia y reniega del contacto con la realidad y con lo popular, con una pose superioridad que parece exagerada, pero es real.

La historia se desarrolla en un edificio categoría de Recoleta, en el que viven Dolores ( Sabrina Lara ) y Titino ( Felipe Llach ) ellos son hermanos y pertenecen a una clase alta decadente, que presume mucho de un pasado de buena posición social y económica, pero que vive una realidad, de tarjetas bloqueadas y saldos en rojo en las cuentas bancarias. Pese a esto, se niegan a aceptar este presente aciago y mucho menos perder su status social.





En el mismo edificio, tienen como vecino a Máximo ( Jerónimo Velez Funes ) también de clase alta, pero en su caso, conservando una buena posición económica y campos en la Provincia de Bs As.
Hace poco perdió a su madre y vive solo en su departamento, acompañado por su mayordomo Arturo, de origen humilde y nacido en Chimpay, pequeño pueblito situado en el Valle Medio de Río Negro, que tiene su fama, ya que allí nació Ceferino Namuncurà, indio mapuche, que dedicó gran parte de su vida a ayudar a los más necesitados. Se le atribuyen numerosos milagros y en el año 2007, fue declarado beato por la Iglesia Católica. En la actualidad Ceferino, tiene miles de devotos en todo el país y es conocido como el Santo de la Patagonia.

Nos fuimos un poco del argumento, pero creo que algunas líneas sobre Namuncurá, aportan a esta reseña y entendemos tienen su razón de ser ya que este santo milagroso es quien dá el tìtulo a la historia, ya que a Ceferino, sus fieles también lo conocen como El Príncipe de las Pampas.

Volviendo a la historia, el autor nos propone diálogos esclarecedores y con muchos momentos graciosos, entre estos vecinos de clase alta, que manejan un lenguaje y códigos propios, si bien hay algo de exageración y de grotesco, también hay mucho de triste realidad. Obviamente no creen en Ceferino, ni en ninguno de esos santos milagrosos y populares ( se ríen de ellos ). En su mundo lo espiritual tiene poco espacio, lo que realmente importa, son las posesiones materiales.

La cuestión es que los hermanos están en apuros económicos y no están dispuestos a resignarse y ven en Máximo, la posibilidad de salvarse, utilizando algún engaño, pero como el vecino desconfía, para ejecutar su plan, deberán contar con la ayuda del mayordomo, que es la mano derecha del millonario. Podrán lograr su cometido ??
Obviamente no vamos a contarlo, será el espectador cuando vea la obra, quien develará el misterio.




El guión es inteligente y presenta una muy buena dinámica, con diferentes actos que suceden y consiguen que el espectador se enganche con la historia, en esto tiene principal relevancia las excelentes interpretaciones, que tiene la pieza.

Felipe Llach, es Titino, que nos ofrece una gran interpretación, con su tono y sus poses, claro estereotipo de la clase alta, que vive de las apariencias. Es el típico cajetilla. Se luce muchísimo a lo largo de la puesta.

Igual que su hermana, Dolores, interpretada por Sabrina Lara, ella es más sanguínea, pero tampoco acepta bajar su status social, no poder tomar un taxi o tener que sacar ella misma los residuos, representa una humillación para ella. Gran trabajo el de Sabrina, que en esta puesta, saca a relucir todo su histrionismo

Llega el turno de Jerónimo Velez Funes, para nosotros la actuación más destacada, su composición de personaje es brillante, mostrando a un Máximo hipocondríaco, caprichoso y totalmente aislado de la realidad, apoyándose mucho en el mayordomo, que parece su único contacto con el mundo real, pese a esto lo maltrata bastante y lo culpa de todos sus males. Es el personaje que más risa provoca en la platea, desde su vestimenta, su forma de hablar, sus caras, todo es gracioso. Una interpretación magnífica la de Jerónimo.

Queda para el final, Fernando de Rosa, como Arturo, personaje clave de la historia, pertenece a otra clase social, es un verdadero intruso, entre esta gente de clase alta, que lo miran como bicho raro. Reservado y obediente, igual se las ingenia para en medio de esos diálogos que le suenan tan lejanos, poder comentar las anécdotas de su familia en Chimpay, donde los milagros de Ceferino son la moneda corriente del pueblo. Un personaje entrañable y como dijimos fundamental para el desarrollo de la trama. Se luce mucho, con sus intervenciones medidas y su aire misterioso.




Como dijimos, cuatro interpretaciones muy parejas y todas en un nivel muy alto. Las actuaciones, son el alma de esta pieza y en esto tiene mucho mérito el director, que permiten que los actores encuentren campo fértil para su lucimiento.

Destacamos el diseño escenográfico a cargo de Cecilia Font y Brenda Peluffo, que con un plano partido en dos, nos permite recrear ambos departamentos, en forma permanente, aportando mucha agilidad al desarrollo de la trama. Otro punto alto, es el vestuario, que marca el toque de glamour que reclaman estos personajes, con aires de millonarios.

En definitiva, estamos en presencia de una propuesta que nos gustó mucho, con momentos divertidos y otros para reflexionar, un interesante choque de clases y de creencias, con actuaciones superlativas.

Todos estos elementos, nos llevan a recomendar Príncipe de las Pampas. El aplauso prolongado con que los espectadores despiden a los protagonistas al finalizar la función, es un justo reconocimiento, por la hermosa noche de teatro que nos regalaron.


Pensador Teatral.


domingo, 16 de julio de 2017

Vinilos

Viernes 21 hs en Abasto Social Club ( Yatay 666 )





Dramaturgia y Dirección de Nicolás Blandi.

Vinilos es la tercera obra autoría de Blandi y ya transita por su segunda temporada en cartel, en diferentes teatros del off, siempre con muy buena respuesta del público, lo que nos indica que el boca a boca funciona y que la pieza evidentemente tiene motivos para su exitoso presente.

Fuimos al Abasto Social Club con expectativas y nos fuimos muy satisfechos, porque nos encontramos con una obra entrañable que nos habla de la amistad, de los fuertes vínculos que establecemos con nuestros amigos, con los que compartimos hitos fundamentales de nuestras vidas, días completos de disfrute, vacaciones y luego vemos como el paso del tiempo, las obligaciones laborales y los nuevos vínculos familiares ( novias, esposas, etc ), van minando esas amistades que parecían blindadas y eternas, con un pasado muy unido, pero con un presente que solo se sostiene por esos recuerdos del pasado, ya que los puntos de coincidencia cada vez son menos.

La historia que nos acerca el autor, nos habla de tres amigos de la infancia, Fran ( Jorge Tomas ), Pablo Toporosi ( Tomás ) y Hernán Vázquez ( Andy ), que ahora están por los 30 años y se siguen reuniendo para compartir recuerdos y principalmente su afición por música y en especial por los discos de vinilo, que aún conservan como si fueran un tesoro. Se juntan y rememoran viejas épocas, hablan de temas de Virus, Pescado Rabioso, Raul Porchetto, etc. Es un delicioso repaso por figuras y semblanzas del rock argentino de los 70`. El autor crea una atmósfera de nostalgia muy lograda, el antiguo tocadiscos, la música de fondo y el mobiliario, colaboran con este clima.




La reunión es como cualquier encuentro de amigos, con códigos propios de cada grupo, acá hay otro gran merito del autor, que logra que el espectador se identifique plenamente con estos amigos y que en ellos reconozca imaginariamente a sus propios amigos. Aquí el hilo conector es la pasión por la música, en otros grupos puede ser el fútbol, los autos, etc, pero los códigos de amistad se reconocen cercanos.

Pero como dijimos los años pasan y aparecen nuevos invitados, en este caso las novias, Flor ( Marina Fantini ) la pareja de Andy, ella los conoce de años a los tres y forma parte del grupo ampliado, pero Romina ( Debora Palladino ) la novia de Tomás, que no encaja para nada con el resto y es una amenaza para la paz del grupo. Claramente es sapo de otro pozo y se atreve a cuestionar los rituales sagrados del grupo.

Fran, que es el anfitrión, tenía la costumbre de escribir luego de los encuentros de amigos y dejarlo asentado en unos cuadernos, como si fuera un diario de sesión, en el que se registran todo lo acontecido y lo dicho en esas reuniones inocentes.

Pero tal vez lo que parecía inocente en ese momento, si se revelara ahora, podría ser peligroso o dejar al descubierto confidencias, que deberían quedar bajo siete llaves. No vamos a contar más, para mantener el suspenso, pero el guión juega muy inteligentemente con esos recuerdos del pasado, recreando esos momentos y yendo y viniendo del presente, en forma muy ingeniosa, dejemos que el espectador cuando vea la obra, sea testigo de este juego y vea las consecuencias que este hurgar en el pasado, pueden provocar en el tiempo presente.




Este guión emotivo y cercano, encuentra el apoyo necesario, en las excelentes actuaciones que tiene la obra, que son el corazón de la misma.

Tal vez, quien más se destaque es Jorge Tomas, como Fran, dueño de casa y permanentemente en escena, el único de los amigos que hoy está solo, melancólico, con tendencias depresivas y obsesivas, con un tono calmado y pensante, compone un personaje y muy querible, una interpretación magnífica.

Muy bueno también lo de Hernán Vázquez como Andy, el más serio del grupo, el que tiene un buen trabajo actualidad, y Pablo Toporosi como Tomás, el más despistado, de aire soñador y soportando el fuerte carácter de su novia.

Los tres en el conjunto, nos regalan momentos muy disfrutables.

Las mujeres de la obra no se quedan atrás, Marina Fantini es Flor, sensible, trabaja en una farmacia aunque mucho no le guste y parece una más del grupo, le aporta mucha frescura a la trama, otro personaje muy querible.

El quinteto se completa, con Débora Palladino, Romina, que se destaca muchísimo, ya que con su estilo agresivo y arrollador, se lleva todo por delante. Frontal y sin medir lo que dice,  es un peligro para la paz del grupo. Magnífica su composición del personaje, desde su tono de voz, hasta los ojos desorbitados. No pasa para nada desapercibida.





Nombramos a los cinco protagonistas, porque lo merecía su labor, muy pareja y totalmente creíbles, se nota también la mano del director, dando la libertad necesaria, para que todo fluya en forma natural, hay mucho trabajo y se nota que están todos los circuitos muy aceitados.

Nos gustó mucho la puesta, que como dijimos tiene un aire nostálgico y melancólico, de los años ochenta, destacamos el diseño escenográfico y el vestuario a cargo de Damián Trotta, muy bueno el diseño lumínico que incluye unos reflectores tipo vintage y la música original a cargo de Bernardo Francese. Una buena cantidad de recursos combinados, para lograr una atmósfera intimista.

Como conclusión, estamos en presencia, de una obra entrañable, que resalta los valores y la importancia de la amistad, con momentos de humor y otro para reflexionar sobre las pérdidas, el paso del tiempo y los cambios que traen el avance de los años.
Si a esto le sumamos, las excelentes interpretaciones de estos personajes tan cercanos moldeados por autor, el resultado final es una pieza sensible como Vinilos, que merece verse y como nos gustó mucho, la recomendamos.



Pensador Teatral.

8433 Oscar Wilde

Jueves 21 hs en El Método Kairos ( El Salvador 4530 )





Dramaturgia y Dirección de Nicolàs Perez Costa.

Una enriquecedora propuesta la del talentoso Nicolás, al traernos al escenario del Kairos a Oscar Wilde, el célebre escritor, poeta y dramaturgo irlandés.

La historia que se nos ofrece, no es una típica obra biografía, sino que apunta al costado humano del escritor, tal vez el más oculto, reflejando sus sentimientos más íntimos.

La acción, se centra en un momento muy particular de la vida de Wilde, más precisamente en el año 1895, en la Londres de la época victoriana, donde el escritor, encerrado en su casa, junto a su esposa Constance, su amiga Ada y su amigo Taylor, espera resignado y temeroso que el oficial de justicia, puede cumplir su mandato y llevar a Oscar, a comparecer en el proceso judicial más escandaloso de aquella época, que lo involucraba y en el cuál,fue acusado de sodomía por el Marqués de Queensberry, por haber mantenido una relación ìntima con su hijo Alfred Douglas, más conocido como Bosie.

En una época donde la diversidad sexual, era algo inaceptable, Wilde es juzgado por sus deseos homosexuales y por participar en actos impúdicos con jóvenes, algo no solo será condenado por su esposa, con la que tenía dos hijos en común, sino también por una sociedad, que no va a tolerar este comportamiento indecoroso de una figura reconocida de la época.




Nicolàs Perez Costa, presenta una obra original y muy creativa, con mucho componente musical, pero también con entrañables momentos de comedia y otros de profundo drama. Una combinación muy hábilmente lograda, ya que la trama es muy ágil y dinámica y el espectador estará en todo momento entretenido y atento a lo mucho que sucede en el escenario.
La pieza tiene un trabajo y una elaboración, digna de aplauso, con un despliegue escénico, realmente inusual para el teatro independiente, quedamos gratamente sorprendidos con la puesta.

Es hora de destacar las magníficas actuaciones que presenta la obra y parte del despliegue mencionado, que incluye nada menos que 10 actores es escena.

El protagonista principal, dando vida a Oscar Wilde, es el mismo Nicolás Perez Costa, el gran artífice de esta pieza, ya que además de escribir la historia, cumple el rol protagónico y lo hace en forma brillante, con un compromiso y una entrega actoral admirable. Sus caras, sus emociones a flor de piel, su presencia en el escenario, se lo nota absolutamente compenetrado en su rol, realmente nos sacamos el sombrero ante Nicolás.

Si bien la figura central de Wilde es central y atrapa todas las miradas, está muy bien acompañado, por un joven y entusiasta elenco.




Seguidamente debemos mencionar a la bella Carla Liguori, que interpreta a Constance, la sufrida esposa del escritor, aquella que debe soportar las humillaciones, por el comportamiento de su esposo y las habladurías de los demás. Magnífica su interpretación, admirables su gestualidad y su entrega, luciendosé muchísimo además en las partes cantadas. Una actuación soberbia de Carla y un placer verla en escena.

En el tercer escalón, en cuanto a destaque aparece Marcelo Acquaticci, como Taylor, el enigmático amigo de Oscar y en la historia, uno de los grandes culpables de que el escritor haya descarrilado. Una presencia imponente la de Marcelo, su tono de voz, sus movimientos, realzando mucho su personaje y con una sintonía particular con el público, que festeja cada una de sus intervenciones.

Agustín Morcillo, como Bosie, es el joven por el que Wilde pierde la cabeza, otra gran intepretación, en este caso componiendo un chico bello, seductor y caprichoso, que envuelve muy bien en sus redes al escritor.

Alejo Cruzado Antonelli es Robert Ross, antiguo compañero de Oscar, desplazado en su lugar, por un Bosie, ambicioso y màs joven que el.

Paral el final, una mención especial para Fiorella Fontau, como Ada, debutando esa noche, como reemplazo en ese papel. Le aportó una pasión y una frescura al personaje que queremos destacar. Nos encantó su actuación y eso que los debuts son siempre complicados por los nervios, pero acá no se notó, se la vió muy segura y respaldada por resto el elenco, se nota que hay mucho compañerismo entre todos y el auspicioso debut de Fiorella, generó un momento emocionante al final de la función.




Queda para el final mencionar a Ivan Kowalczyk, Isaìas Marco, Guido Moietta y Federico Solla, todos ellos jovenes que desataron pasiones y fantasías de Wilde. Más que correctos aportando lo suyo y con mucho lucimiento en las coerografìas.

Tal vez se hizo larga la descripción, pero nos parecía justo mencionar a todos, ya que gran parte del suceso de la obra, radica en las muy buenas actuaciones que tiene, un elenco joven, que se nota trabajó mucho par la ocasión y muestra un entendimiento y una coordinación destacable, ya que el escenario es pequeño, para semejante cantidad de actores.

Además de los actores, en el escenario también están, Juan Pablo Schapira en piano y Valentín Iribarren en Cello. Juan Pablo además es quien tiene a cargo la dirección musical.
De más esta decir, la importancia de ambos, en una pieza con un alto componente musical. Aporte fundamental el que brindan.

El espectador a esta altura se dará cuenta, que cuando hablamos de que había un gran despliegue escénico, no exagerábamos en nada. La puesta es muy bella, con poesía y gran cantidad de recursos utilizados, para enriquecer el valor de la puesta.

Entre estos recursos, debemos mencionar el diseño escenográfico de Lula Rojo, donde se destacan los roperos desde donde entran y salen permanente actores, en un recurso muy ingenioso, al igual que esa puerta donde con muy buen juego de luces y sombras, aparecen siluetas de gente que quiere entrar a esa casa. Otro punto alto son las coerografías a cargo de Melisa Nievas, ya que hay mucho baile y muchos pasos muy bien ejecutados.
Y que decir del impecable vestuario de época a cargo de Fernando Crisci Munz, desde las capas de Wilde, hasta la vestimenta de los chicos, aportando mucho glamour.
Una puesta en escena a cargo del mismo Nicolás Perez Costa, que cuida hasta el más mínimo detalle y esto se nota en la calidad del espectáculo ofrecido.




En conclusión, 8433 Oscar Wilde (ingenioso título que viendo el afiche de la obra van a descifrar ), es una gran creación del versátil y talentoso Nicolás, que nos muestra el lado B, de este célebre y fascinante personaje, que fue un genio de su época y que al margen de su obra, tenía sus pasiones, como cualquier ser humano, mostrando además como el implacable paso del tiempo, vá causando estragos en la vida de todos, incluidos estos personajes notables.

La obra, según declara su autor, es un homenaje a su amigo y colega Juan Carlos Puppo, que le pidió que escribiera e interpretara a Oscar Wilde, no tengan dudas, que en el lugar que se encuentre, estará muy orgulloso de este espectáculo.

A usted espectador, que gusta del buen teatro, le recomendamos llegarse al Kairos, para disfrutar de una hermosa obra del off, de las deliciosas actuaciones y de logrados momentos musicales, además de todo esto, se irá conociendo un aspecto no tan conocido, de la vida de este notable escritor irlandés.


Pensador Teatral.




martes, 11 de julio de 2017

Pequeñas Infidelidades

Sábados 20 y 22 hs en El Tinglado ( Mario Bravo 948 )






Guión de Mario Diament y Dirección de Manuel González Gil.

Siempre hay expectativas, cuando un dramaturgo de los quilates de Mario Diament, uno de los autores más reconocidos de nuestro teatro, estrena una obra. Por mencionar, sólo algunas de las piezas de su autoría, podemos mencionar Citas a Ciegas, Franz y Albert, Guayaquil y Tierra del Fuego. Seguramente usted lector, recordará haber disfrutado de al menos una de las obras mencionadas.
En esta oportunidad,  Mario, decide explorar en el universo de las relaciones de pareja, matrimonios fallidos e infidelidades.

La historia, cuenta como Emma ( Marcela Ferradás ) y Alejandro ( Horacio Peña ) de manera fortuita, se encuentran veinte años después de haberse divorciado.

El azar parece haber hecho de las suyas, para que Alejandro en la búsqueda de un departamento para comprar , encuentra que la agente inmobiliaria, encargada de mostrárselo, será nada menos que su ex esposa.

La historia parece cerrada, hace ya 20 años que se divorciaron, pero muchas veces las apariencias engañan y el reencuentro inofensivo, que se inicia con algunas preguntas formales y  de compromiso, comienza a variar. Las razones, de la separación, parecen no estar del todo claras, si bien hay una versión oficial, Emma no se nota convencida de que sea la verdadera y comenzará a revolver en ese pasado, que parecía sepultado.





La casa está sin muebles, pero llamativamente, para aflojar tensiones, aparece una botella de whisky, comienzan a beber, en especial Alejandro y la bebida funciona para soltar la lengua, aparecen fechas que no cierran, llegan algunas confesiones y la sombra de la infidelidad, comienza a agigantarse en la historia de esta ex pareja.

Queda claro, que aunque hayan pasado 20 años, las cuentas no quedaron cerradas, hay un fracaso amoroso que dá vuelta en sus mentes, circunstancias no aclaradas  y cuando quedan interrogantes sin responder,  las historias nunca terminan de cerrarse por completo.

El guión atrapa y el suspenso vá creciendo a medida que la trama de despliega, al mismo tiempo que sube la tensión, entre estas dos personas que fueron marido y mujer y alguna vez se quisieron, hoy reinan los reproches y las ironías, evidentemente hay heridas,  que aunque pasaron los años no cicatrizaron.

El peso de la obra, se sostiene en los dos protagonistas, enormes actores ambos, con una experiencia y un bagaje técnico que garantizan la excelencia interpretativa.

En el caso de Horacio Peña, confieso que es uno de mis actores preferidos, lo ví por primera vez hace años en un memorable trabajo en el San Martín, en Decadencia, obra donde formaba dupla con Ingrid Pellicori y desde allí siempre recuerdo sus enormes trabajos, pido disculpas por el flashback, pero quería mencionarlo. En este caso interpreta a un ex marido, muy negador, que se refugia en la bebida, para intentar escapar a sus responsabilidades y a las revelaciones que van surgiendo y no lo dejan bien parado. Una gran interpretación la de Horacio, a la altura, de su inmensa valía actoral.

Su compañera de escena, es otra enorme actriz como Marcela Ferradás, multipremiada y con una notable trayectoria. Esta temporada la vimos en El Padre, actualmente en cartel en La Carpintería donde la rompe. Aquí interpreta a una Emma, inteligente y sagaz, que no quedó conforme con el final que tuvo la historia que tuvieron en común y con paciencia sabrá llevar a su ex marido al terreno de las confesiones y de la verdad.






Es un placer verlos en escena, bajo la precisa dirección de Manuel González Gil, que conociendo sus condiciones, les deja espacio libre para su lucimiento, sabiendo que obtendrá la mejor respuesta.

La escenografía, es desprovista, solo vemos un ambiente vacío del departamento, tal vez podría haber ofrecido algo más, pero entiendo, que la idea del director, era dejar claro, que la puesta era dominada por estos dos actores y sus palabras, ellos sin interferencias debían completar esas piezas del rompecabezas, que aún faltan en el tablero.

En conclusión, estamos en presencia, de una historia de relaciones humanas, fuerte, que por momentos nos hará reir y que en otros momentos nos conmoverá por las revelaciones y por los ácidos diálogos que mantienen los protagonistas, que más que antiguos compañeros, parecieran dos enemigos, algo muy habitual en esas relaciones que terminan mal y donde la palabra fracaso, resuena en forma dolorosa y marca sus vidas por siempre..

El espectador, sin dudas encuentra cercana la historia y se identifica claramente con ella, si a esto le sumamos la posibilidad de disfrutar en escena de estos dos intérpretes de lujo, la mesa está servida, para acercarse al renovado y cálido Tinglado, para disfrutar de una entrañable noche de teatro.


Pensador Teatral.




lunes, 10 de julio de 2017

La Omisión de la Familia Coleman

Viernes 20 hs y Domingos 21 hs en Teatro Metropolitan Sura ( Av. Corrientes 1343 )




Libro y Dirección de Claudio Tolcachir.

En esta ocasión, nos toca hablar de una obra que ya forma parte de la historia dorada de nuestro teatro, nos referimos a La Omisión de la Familia Coleman.

La pieza fue escrita por Tolcachir en el 2005, en esa época Claudio tenìa 28 años y esta fue su primer obra, nacida en su casa, un típico PH en el barrio de Boedo, en ese momento nadie se hubiera imaginado, que se estaba forjando una pieza, tocada por la varita mágica.

La Omisión lleva 13 temporadas ininterrumpidas en cartel , fue traducida a 7 idiomas y se presentó en 21 países ( China, Irlanda, Alemania, Bosnia y Canadá son alguno de ellos, que nombramos a modo de ejemplo ), participó en más de 50 festivales y ganó innumerable cantidad de premios.

Las cifras hablan por si solas, estamos en presencia de una obra de culto, que trascendió las fronteras de nuestro país y que aún hoy, mantiene una vigencia abrumadora.  Pensemos, que muchas veces, a una obra le cuesta estar en cartel una temporada, en este caso hablamos de una pieza que proviniendo del off, lleva 13 años en cartel.




La obra, tiene muchisimos logros, uno de ellos, es poder saltar del off al circuito comercial, algo que no es sencillo. Este es un fenómeno interesante, el teatro off tiene muchas diferencias con el comercial, arrancando por los presupuestos que manejan uno y otro ( el off es a pulmón, pasión pura ), salas con capacidad para 50 espectadores, contra salas 10 veces mayores, generalmente los actores poco conocidos, contra famosos de la TV.

Las diferencias son notables y esto no pueden negarse, pero hay algo que finalmente se impone, cuando una obra es buena, a la larga termina triunfando, sin importar el teatro donde se exhiba. Haciendo una analogía futbolera, es como aquel jugador, que es un crack, y juega en una categoría de ascenso, si es buen jugador y tiene la suerte de que lo compre un equipo grande, puede que tenga un período de adaptación, pero a la larga triunfará en el equipo poderoso, porque el buen jugador, es bueno en un potrero o en un estadio para 50.000 personas.

Eso ocurrió con La Familia Coleman, que nació en el Timbre 4 y desde allí se hizo un nombre, llegando en nuestro país al teatro comercial, algo más que nada simbólico, ya que a nuestro entender lo más valioso, es que se haya representado en ciudades tan diversas del mundo, que encontraron puntos de identificación con esta familia tan particular.-

No vamos a ser nosotros, los que descubriremos las razones de su éxito, solo comentar por donde transita la historia, que nos habla de una familia muy especial, formada por una abuela ( Cristina Maresca ), que es la que que lleva las riendas de la casa, la que trata de administrar el caos reinante entre esas cuatro paredes, su hija Memè ( Miriam Odorico  ), que presenta una inmadurez mental notable y no asumida y 3 de sus nietos, Damián ( Deigo Faturos ), Gabi ( Tamara Kiper ) y Marito ( Fernando Sala ).






La convivencia en esa casa es caótica, reina el desorden, los hijos se pelean entre ellos, la madre parece más infantil que sus propios hijos, los roles se alteran y las situaciones violentas y absurdas son las que se repiten día a día, no hay dudas que estamos en presencia de una familia disfuncional.

Para agravar la situación, la abuela se enferma y tiene que ser internada de urgencia, apareciendo allì la otra de sus nietas, que no vive en la casa con el resto, nos referimos a Verónica ( Inda Lavalle ), ella se crío en otro hogar y es en apariencia la más normal, tiene un trabajo, una familia y sin dudas este rasgo de normalidad, no será bien visto por sus hermanos, que no la quieren nada y la agreden todo el tiempo.

No vamos a contar más del argumento, imaginen ustedes, lo que puede hacer esta familia en el hospital y se van a quedar cortos, con la imaginación.

Los espectadores que al inicio lucen desconcertados, tratando de interpretar la particular lógica que tiene esta familia, con el correr de la trama, verán que las situaciones graciosas y desopilantes, comienzan a sucederse y las risas invaden la platea.

Llega el momento de ir a las actuaciones, que decir que actores y actrices, que desde el 2005 representan los mismos personajes, se formaron con ellos, sus vidas se modificaron, se casaron, se separaron, tuvieron hijos, crecieron junto a sus personajes.





Hay 4 personajes que no cambiaron, osea están desde el inicio, Mirian Odorico fue desde siempre Memé, su interpretación es brillante, una madre inmadura, despreocupada e ingenua, una loca linda, que no puede hacerse responsable de nada. Sus caras, sus gestos, sus risas, sus enojos infantiles, todo su accionar es una composición magnífica.

Diego Faturos ( Damián ) es otro de los originales, introvertido, malhumorado, pendenciero y en apariencia con algunas actividades ilícitas que no se especifican. Una estupenda interpretación.

Tamara Kiper ( Gabi ), que cuando arrancó era una actriz muy joven, hoy además es dramaturga. En la obra, es la más responsable, ayuda a la abuela a llevar adelante el hogar y trata de encarrilar a sus hermanos.

La última actriz originaria, es Verónica ( Inda Lavalle ), la hermana que logró escapar en parte de la locura de esa casa, pero que no puede desprenderse de la mochila de la familia y tampoco tiene una vida exenta de problemas.

La Omisión es un caso de estudio, actores, que mantienen un personaje durante 13 años, a muchos de ellos, los vimos en otras obras, pero es indudable que el amor y la identificación, que sienten con la Omisión, no se puede comparar con nada y la obra formará por siempre parte de sus vidas.

El personaje de Marito, que es uno de los centrales de la historia, fue representado 9 años por Lautaro Perotti y hoy el papel lo lleva adelante, Fernando Sala, que se luce muchísimo, magnífica su actuación, aprovechando notablemente el potencial que tiene el fabuloso personaje creado por Tolcachir, es problemático, obsesionado con la muerte, ácido y absolutamente imprevisible. Lindo combo, no ?

La abuela, es Cristina Maresca, deliciosa su composición, es la reina de la familia, a ella la respetan y lleva la voz de mando, con la casi imposible misión de poner orden en ese hogar, estando claro que sin ella, la casa sería un desastre mayor.

Resta mencionar a Gonzalo Ruìz como Hernán, el amigo / remisero de Verónica y Jorge Castaño el doctor que atiende a la abuela en el hospital y que además debe mantener en raya a los Coleman, que quieren invadir la clínica y la habitación. Ambos en papeles con menor tiempo en escena, se acoplan a la perfección.





Nos extendimos un poco, pero queríamos hacer justicia con estos 8 actores, que son parte fundamental del suceso logrado.

La puesta, era uno de los grandes desafíos que tenía el director en esta nueva etapa, porque no es lo mismo representar una obra, en un escenario pequeño, que hacerlo en uno inmenso, como el del Metropolitan y si bien queda la impresión, que la obra funcionaría mejor en un ámbito más chico, se aprovechan muy bien las ventajas, como poder fragmentar los diversos cuadros, sin tener que realizar movimientos de escenografías, obligatorios en un escenario pequeño. Salvo este detalle, Tolcachir apostó por mantener los mismos elementos que cuando la obra, apareció en el off y esto es valioso, para conservar al máximo la escencia de la pieza.

Creo que no queda nada mucho por agregar, La Omisión de la Familia Coleman, ya se convirtiò en un fenómeno de nuestro teatro, primero en el off donde creció en forma exponencial, valiendosé del boca a boca y ahora en el circuito comercial, triunfando y representando al país, en el mundo entero.

Para quien vió la obra hace años, esta es una excelente oportunidad para volver a disfrutarla, en un teatro grande, para percibir si nota cambios y además ver como evolucionaron los actores.

Quien es habitúe del teatro y aún no la vió, tiene una asignatura pendiente que debería resolver cuanto antes, ya que debe tener opinión propia de una obra que batió todos los records de permanencia y que fue aclamada en todo el mundo.
Eso sì que se apure, porque en Octubre, la obra sale de gira por España y si no la ve hasta ese entonces, deberá esperar hasta que regrese para verla, porque no tengan dudas que los Coleman, volverán y seguirán haciendo historia.


Pensador Teatral.

La Shikse

Sábados 19 y 21 hs en La Pausa Teatral ( Av.Corrientes 4521 )





Libro y Dirección de Sebastián Kirszner.

Interesante propuesta, la que nos acerca este joven autor, que và surgiendo como un nuevo exponente teatral de la comunidad judía que tiene tanto arraigo en nuestro país, resaltando sus costumbres y comportamientos, pero con una mirada fresca y moderna, alejada de las solemnidades.

La shikse, es la palabra que la colectividad judía, utiliza en forma coloquial, para referirse a la empleada doméstica. En la obra, la shikse es María, interpretada en forma magistral por Mariela Kantor. María es paraguaya, llegó a Buenos Aires, desde su Asunción natal y su primer destino fue una pensión de la calle Entre Rìos.

Al poco tiempo, consiguió trabajo como mucama en la casa de la familia Sucovsky y sigue allì desde ese dìa, dedicó su vida a esa familia, acompaño el crecimiento de los dos hijos del matrimonio, teniendo un rol clave en la crianza de ellos, con el correr de los años, ya se siente una integrante más de la familia y como muestra de fidelidad, se presenta ante un tribunal rabínico con el objetivo de convertirse al judaísmo.

La dramaturgia es inteligente, los espectadores forman parte de ese tribunal, que debe evaluar si María ha hecho los méritos suficientes, para aceptar su pase al judaísmo.

La cuarta pared de derriba rapidamente, ya que Marìa se dirige en forma directa al público, para contar sus vivencias a lo largo de estos años con los Sucovsky, su relación con lo patrones, con la bobe, con el zeide y con los ñiños, los viajes junto a la familia a Miramar, a Florianopolis y a Maceio y anécdotas varias, vividas en tantos años de convivencia.





El relato tiene momentos muy graciosos y el espectador entregado a la actuación de María, responde con risas desde el minuto inicial.

La shikse, busca convencer al tribunal, para que la acepten y su exposición, incluye cocinar knishes en vivo, en esta tarea recibe colaboración del público y también exhibir sus dotes para bailar rikudim, una típica danza hebrea. Todo vale, para impresionar al jurado y aumentar su porcentaje de judaísmo.

La actuación de Mariela Kantor, es magistral, con un dominio absoluto de la escena, causando mucha gracia su tonada paraguaya y su intento de dominar palabras en idish. Impresiona su gestualidad y sus movimientos. Con su calidez, logra una empatía total con el público que la adopta enseguida y es cómplice de sus acciones en todo momento, en una palabra, se pone al público en el bolsillo.
Una interpretación magnífica de Mariela, mostrando a pleno sus dotes actorales, ya q, también canta, baila y todo lo hace con una sonrisa y una precisión que asombra. Realmente una elección inmejorable, la del autor, para el protagónico de la obra.

Si bien estamos en presencia de un unipersonal, la Shikse, no está sola en escena, debemos mencionar a Ignacio Goya y Sebastián Marino, que son los que acompañan musicalmente a la protagonista y en algunos pasajes, actúan con ella, cumpliendo un papel importante.





La escenografía, es más bien desprovista, el escenario es pequeño y el centro es dominado por una especie de trono rojo, con una estrella de David luminosa en la parte superior. El trono a su vez, tiene alguna adpatación muy ingeniosa, para transformarse en mesa, para preparar los knishes.
La puesta es ìntima y bella, en esto tiene mucho mérito el diseño de luces de Florencia Peralta y la mùsica original a cargo de Sebastián Aldea, que aporta mucho a la puesta.

En definitiva, estamos en presencia de una propuesta muy interesante. Tiene muchos guiños para la comunidad judía, que sin dudas se identificará mucho con cada historia que cuenta la shikse, pero la obra igualmente será muy difrutada por los goys ( asì se llaman desde la colectividad, a los no judìos ), ya que es una historia que en tono de comedia y con muchos momentos graciosos, dejá también lugar par la reflexión, ya que bajo la superficie de risas, aparece la historia, de una chica humilde, que se alejó de su país y sus afectos, consagrando su vida y postergando sus deseos, para servir a los demás.

La Shikse, pieza que sin dudas recomendamos,  gracias al boca a boca, está teniendo un gran suceso de público, arrancó la temporada con una sola función los dias Sàbados y tuvo que pasar a función doble ese día, debido a la demanda, que hace que se presente con localidades agotadas. Por eso no extraña que al final de la función, los espectadores despidan a la protagonista, con un cálido y prolongado aplauso, agradecidos por el hermoso momento teatral vivido.



Pensador Teatral.

domingo, 9 de julio de 2017

Casa Linguee

Miércoles 21 hs en Teatro del Abasto ( Humahuaca 3549 )




Dramaturgia y Dirección de Christian García.

Como siempre pregonamos, el teatro off, nunca deja de sorprendernos con propuestas originales y en esta oportunidad, Christian García se anima a adentrarse en una temática tabú como la muerte, más precisamente en los ritos que envuelven a la misma, apareciendo entonces los servicios que ofrecen las funerarias.

Vaya temita, que eligió el autor, seguramente la mayoría de nosotros estuvimos en alguna casa velatoria, en circunstancias donde el dolor nos aquejaba y con poco espacio, para mirar todo lo que rodea a la ceremonia, que tiene mucho de ritual macabro, que se cumple al pie de la letra, sin pensar muy bien porque, casi en forma automática.

Lo interesante del guión, en nuestra opinión, es que la acción no se desarrolla, en la sala velatoria propiamente dicha, sino que se centra en la "cocina", en la parte de atrás, en el fuera de escena al que no tenemos acceso.

En la historia de Casa Linguee, un joven llega a una funeraria recomendado por un amigo, para buscar alguna vacante fija dentro del plantel de la misma, sin tener muy claro, cual sería su función.
Las acciones se desarrollan en una especie de oficina / vestuario, allí llega el joven, a un lugar donde momentáneamente, solo hay dos hombres, que lo miran con desconfianza y mayormente lo ignoran.




De a poco vá llegando gente a esa oficina, son otros trabajadores de la casa funeraria y el escenario se vá poblando de una manera increíble, por hombres y mujeres, personajes variopintos, que cumplen diversas funciones en esa burocracia puesta al servicio de la muerte. Hay administrativas, choferes, maquilladoras, personal de mantenimiento, gente del sindicato, etc.
Son personas , que llegan a cumplir su jornada de trabajo diaria, hablan de sus cosas y de trivialidades como puede hacer cualquiera en su trabajo.

Si bien pareciera que son trabajadores normales, pero se los nota personajes extraños, con alguna angustia contenida y un aire de ausencia y extravagancia que es fuerte.  El posible trabajador, ya que no sabe si será aceptado, sufre la situación, se siente sapo de otro pozo y se desconcierta ante este grupo de personas tan particular, que parecen robots, que deben cumplir su tarea y que lo tratan con frialdad en el mejor de los casos, porque mucho directamente lo ignoran. Le piden que espere a Victor, que sin dudas debe ser el jefe y quien decidirá si tiene aptitudes para el trabajo.

La obra realmente atrapa al espectador, que se sorprende por lo que vé en el escenario y debe estar muy atento, ya que es mucho lo que ocurre, porque hay más de 10 actores en escena, que generan mútliples diálogos entre ellos, generandose varios focos de atención simultáneos.




El misterio envuelve la atmósfera y acompaña el desconcierto de aquel recién llegado, que no encaja entre esa gente, tan especial. A pesar de la temática, la obra tiene muchos momentos graciosos, hay situaciones grotescas, diálogos desopilantes y mucha risa nerviosa por la incómoda situación del muchacho que busca trabajo casi con desesperación, soportando estoicamente la mirada y el extraño comportamiento del resto.

Llega la hora, de destacar las notables actuaciones que presenta Casa Linguee, como ya dijimos son muchos los actores en escena ,todos aportan lo suyo y tienen su momento de lucimiento.
El papel principal, lo tiene Lucas Crespi, como Leandro, el joven que busca trabajo y con el que nos identificamos rápidamente, ya que parece ser el único normal, por lo que nos identificamos y sufrimos junto a el.
No queremos ser injustos con los otros actores, ya que son muchos, pero vamos a mencionar a Gustavo Barbeito como Victor, el particular jefe.  Los Caceres, Fernando De Rosa y Claudio Maino, que cumplen una función partcular en los servicios, que no vamos a revelar, Paula Aguirre ( Raquel ) , Mariela Finkelstein ( Rosalía ), Estefanía D Anna (Nélida ) , Daniela Piemonte ( Angela ), Natalio Bellíssima ( Augusto ), Yamil Chadad ( Rubén ), Alejandro Pérez ( Abel ), Julián Sortino ( Walter ) y Ricardo Tamburrano ( Lapadula ).


Son nada menos que 13 actores y gran parte del tiempo,compartan la escena, todos al mismo tiempo, por lo que podrán apreciar los lectores, el enorme despliegue escénico presenta la obra, Indudablemente hay un gran trabajo del director, coordinado los diferentes y simultáneos cuadros y se disfruta mucho la pasión y la concentración, con la que cada personaje cumple su rol.





Nos gustó mucho la escenografía, simulando ese vestuario / oficina, tan particular, en el cual los empleados charlan y en algùn momentos se visten frente a nuestros ojos para la ocasión. Es muy bueno el diseño lumínico y sobresaliente el vestuario que lucen los protagonistas.

En definitiva, una obra particular, con una temática poco usual, tal vez algún espectador supersticioso quiera escaparle al argumento, pero sería un gran error, ya que se estaría privando de una pieza excelentemente elaborada, con mucho misterio, actuaciones sobresalientes y una incertidumbre que nos acompañará desde el minuto inicial de hasta el último y vayan preparándose, porque el final, los dejará impactados y queriendo ver la obra nuevamente, para comprender todo.

Una pieza original que nos gustó mucho y que merece verse, por lo tanto, le pedimos al espectador, que deje de lado sus temores y que acepte la invitación de los empleados de Casa Linguee, que tienen un servicio especialmente preparado para usted y sus deudos.


Pensador Teatral.