Dramaturgia de Fernando Zabala. Dirección de Mariano Dossena.
Martes 20 45 hs en Itaca Complejo Teatral ( Humahuaca 4027 )
Cuando nos enteramos del estreno de Se Despide el Campeón en Itaca, de manera inmediata se nos generaron muchas expectativas, ya que es muy poco habitual que el boxeo aparezca como temática principal en el teatro y como agregado sabíamos que el protagonista era Cristian Thorsen, un actor dueño de un registro actoral admirable. Solo teníamos esos dos datos, el box y el protagonista, pero eso ya nos entusiasmaba. Y arrancando por el final de esta crónica, podemos afirmar que las altas expectativas previas, se superaron ampliamente , ya que disfrutamos de una gran noche de teatro, que vamos a recordar por largo tiempo,
Luego de esta prometedora introducción, podemos contarles que descubrimos un texto impactante del dramaturgo cordobés Fernando Zabala, que tiene la gran virtud de contar una historia que logra sorprender al espectador, porque arranca por un camino digamos lógico o esperable para la temática, pero sin dar aviso, la dramaturgia pegará un volantazo, dejando al espectador con la boca abierta y enganchado con un relato del protagonista, que resulta un gran desahogo, Vamos a hacer lo posible, para revelar lo menos posible en esta reseña, para que usted lector se sorprenda cuando vea la obra, tanto como nosotros.
La historia que nos convoca se desarrolla en Córdoba, más precisamente en la casa de Lopecito, un entrenador de boxeo, que está atravesando un momento anímico muy complicado. ya que recientemente ha muerto su pupilo el Bichito González, joven boxeador, al que entrenó desde chico, siendo casi un hijo para él, al que hasta alojó en su casa, tal era el afecto que le tenía. Hasta allí, algo normal, lo particular aquí, es que de la mano de la magia de la dramaturgia, en el living de la casa de Lopecito, veremos que está el cuerpo de su pupilo, con su pantaloncito rojo, guantes del mismo color y una bata celeste. Allí erguido, esperando para partir hacia su morada definitiva, el Club Almafuerte.
La obra se divide en tres actos y en todos ellos, tendremos al entrenador frente a su boxeador. Luego de tantos momentos vividos, parece necesaria una última charla de Lopecito con su pupilo. Quedaron temas para hablar y esta sin dudas, será la última oportunidad de hacerlo. Lopecito botella de vino en mano, empezará a repasar algunas de las peleas más recordadas que compartieron como equipo, como aquella en Barrio Fisherton, donde tuvieron que escapar corriendo, aquellos rivales corajudos como el Paraguayo, aquel viaje a Comodoro Rivadavia, donde el frío y el viento calaban los huesos, entre otros momentos que recordaba de manera nítida.
Pero a medida que Lopecito seguía bajando aquella botella de vino, la lengua se le iba aflojando y las palabras empezaban a brotar de su boca como una catarata. En ese arranque del segundo acto, algo cambiará en el aire, las anécdotas boxísticas irán quedando en un segundo plano y el relato se transformará en una confesión, en un desahogo de un hombre desbordado por sus emociones. Los espectadores quedarán más que sorprendidos por la revelación de aquel hombre. Y hasta allí vamos a contar, cuando vean la obra, descubrirán que verdad tenía adentro Lopecito y cuáles fueron las circunstancias de la muerte de su pupilo.
Y es hora de hablar del gran protagonista de la noche, porque ya destacamos las virtudes de un texto virtuoso, que sin dudas resulta potenciado por la genial composición de Cristian Thorsen, que brilla a cargo de este unipersonal, como un entrenador de box, algo bruto y tosco, pero muy noble. La hermosa sala de Itaca donde se presenta la obra, permite estar bien cerquita del protagonista, con la posibilidad de disfrutar cada uno de sus movimientos y sus gestos, algo que en composiciones tan minuciosas, resulta un verdadero lujo.
Es admirable la manera en que Cristian maneja el tono del relato y los diferentes momentos emocionales del mismo. generando una atmósfera íntima que impresiona, rompiendo la cuarta pared en un par de oportunidades. Muy logrado el acento cordobés y su lenguaje corporal, que tanto dice. Ya habíamos elogiado a Cristian, por anteriores interpretaciones en unipersonales, pero en cada nuevo trabajo parece superarse y aquí nos regala una composición fenomenal, logrando dar a su personaje una sensibilidad que conmueve, Para poner en un cuadrito este trabajo de Thorsen.
Momento ahora de elogiar la puesta de Mariano Dossena, que consigue crear un ambiente íntimo en la sala, en concordancia con el tono del relato. Para destacar el diseño escenográfico de Nicolás Nanni, con esa figura del boxeador que concentra todas las miradas de los espectadores . La iluminación de Claudio del Bianco, crea muy buenos climas y también merece el destaque, en esta puesta minimalista que resulta muy atractiva.
Y no vamos a contar más, porque no queremos spoilear nada. Nuestra recomendación, es que vayan a ver la obra, sin leer nada de ella, porque la sorpresa es un punto muy importante de la trama y les aseguramos que si van a ciegas, se van a sorprender mucho. Como dijimos en el comienzo la dramaturgia es realmente potente y con el boxeo como marco, se desplegará una historia de enorme sensibilidad, que dejará al descubierto los sentimientos de un hombre abatido por las circunstancias, que sufre la mirada de una sociedad prejuiciosa, que relojea con una mueca burlona, al que escapa de la norma.
Solo queda recomendar Se Despide el Campeón, una estupenda propuesta del teatro independiente, que cautiva al espectador por varios motivos, en primer lugar por un texto muy fuerte, seguido por una puesta magnética y en especial por la fenomenal composición de Cristian Thorsen, que conmueve por su intensidad y se disfruta muchísimo. Por eso, celebramos el prolongado aplauso del público que colmó la bella sala de Itaca, que en el final de la función y luego de recuperar el aliento, agradece por la gran noche de teatro vivida.
Pensador Teatral.
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