Dramaturgia y Dirección de Cecilia Meijide.
Viernes 20 hs en Teatro El Extranjero ( Valentín Gómez 3378 )
Teníamos muchas ganas de reencontrarnos con la dramaturgia de Cecilia Meijde, talentosa autora, a quien conocimos con Cactus Orquídea, una multipremiada obra que escribió en el 2014 y luego volvimos a disfrutar de su pluma prodigiosa, con Las Cosas de Mabel, hace un par de años en el Beckett. Cecilia tiene como una de sus principales virtudes, ser una muy buena observadora de la realidad y a partir de ello, poder llevar al espectador textos absolutamente cercanos y creíbles, con los que se identifican rápidamente, teniendo además la saber incorporar el humor en temáticas muy profundas.
Y el reencuentro podemos decir que fue soñado, ya que El Amor es una Mierda, vaya título provocador y desafiante que se eligió, tiene todos los ingredientes necesarios, para que disfrutemos de una noche teatral completa, con una trama que a nadie puede dejar indiferente, ya que casi todos, vivimos situaciones similares a las que cuenta la historia.
El amor es un sentimiento universal, que define a los seres humanos, todos nosotros nos sentimos bajo sus influjos y que decir cuando el encanto del amor y sus mieles se diluyen, haciendo que la felicidad dé un paso al costado, para dar espacio a la llegada del desamor, el sentimiento opuesto, tan doloroso o más que el original, teniendo efectos devastadores para quien los sufre.
Precisamente El Amor es una Mierda, pone el foco en la ruptura amorosa, en lo difícil que resulta sobrellevar el momento, cuando el amor desaparece y esto se acentúa aún mas, cuando la decisión no es de común acuerdo y uno de los integrantes de la pareja sigue enamorada. Eso es precisamente lo que sucede con la protagonista de esta historia, que ensaya ese momento límite que deberá afrontar, cuando deba encontrarse con su ex-pareja, para firmar el divorcio, pese a que aquella no fue su elección pero no queda otra, el amor a veces puede ser cruel e impiadoso. Este es unos de esos casos, que nuestra protagonista deberá desandar y nosotros los espectadores, seremos testigos privilegiados de ello.
Y hasta allí vamos a contar del argumento y de la trama, para no quitar sorpresa, lo que si podemos adelantar, es que este inteligente texto de Cecilia Meijide, estructurado en formato de monólogo, fue tocado por la varita mágica, al encontrar a la intérprete ideal para llevarlo adelante, nos referimos a Vanesa Maja, que se adueña de la escena con una presencia escénica admirable y realiza una composición fantástica.
Es la primera vez que vemos a Vanesa en el escenario y quedamos deslumbrados por su interpretación, cargada de una energía y un magnetismo, que debemos resaltar. Su tono de voz, la cadencia en el relato, una expresividad a flor de piel, una corporalidad que habla por si sola, mezclando melancolía, sensualidad y dolor a secas, dependiendo el momento del relato, le permitirán pasar por todos los registros. La entrega de Vanesa es total, provocando una montaña rusa de emociones, para deleite del espectador, que desde su butaca, disfruta su brillante interpretación.
Si alguno piensa que exageramos en los elogios, le pedimos por favor que cuando vean la obra, vuelvan a leer estas líneas y les aseguramos que van a coincidir con todo lo que mencionamos y hasta van a agregar más virtudes a la protagonista. Enorme trabajo de Vanesa Maja, a quien esperamos podamos ver pronto, en alguna otra obra, ya que no queremos perderle el rastro.
Tenemos entonces un texto que atrapa, una interpretación superlativa y a ello le sumamos ahora una puesta realmente bellísima y a la vez minimalista, que suma muchísimo al relato y colabora al ritmo continuo que la protagonista imprime a la trama. Logradísimo el diseño lumínico de Ricardo Sica, que con un guiño particular, marca diferentes momentos del monólogo. La escenografía es austera y de muy buen gusto, siendo otro punto alto, al igual que la música, que enriquece el relato en varias oportunidades.
No queda mucho más para agregar, confluyen una dramaturgia bien balanceada, que sabe como navegar en aguas de tragedia, pero ancladas en un humor ácido, otorgando fluidez al relato, yendo a fondo, pero sin caer en golpes bajos, logrando que la protagonista, se ría de si misma, aunque la etapa que debe atravsear, no sea para nada placentera. Y si a esta dramaturgia bien construída, le sumamos una talentosa actriz como Vanesa Maja, que se abraza con pasión al texto, dentro del marco de una puesta tan bella como efectiva, el resultado final es cantado, una obra que vale muchísimo la pena.
Recomendamos ampliamente El Amor es una Mierda, una verdadera perlita que el teatro independiente nos ofrece. Una obra que llega al corazón del espectador, con un texto cercano y reconocible que moviliza. Los prolongados aplausos, que invaden el aire de El Extranjero al final de la función, son el broche de oro, para una noche de confesiones amorosas y de heridas abiertas, que llegan de la mano de una interpretación exquisita, de esas que hacen que tanto extrañamos durante estos meses de ausencia del teatro presencial.
Pensador Teatral.
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