Dramaturgia y Dirección de Francisco Lumerman.
Lunes 20 hs en Teatro Timbre 4 ( México 3534 )
Muy altas eran las expectativas previas que teníamos en la previa de ver Muerde, al tratarse de una obra multipremiada, escrita por Francisco Lumerman, un joven autor que se caracteriza por la sensibilidad de su pluma y con un intérprete de lujo como Luciano Cáceres. Quitemos el suspenso y arranquemos por el final, las altas expectativas que teníamos fueron superadas con creces, por una ficción potente y sorprendente, que llega al corazón del espectador de la mano de una composición descomunal de Luciano, que muestra un compromiso emocional y físico con el personaje que encarna, que resulta impactante.
Pero ordenemos esta reseña y sin revelar demasiado, contemos de que trata la obra. Muerde es un thriller psicológico impactante, que nos presenta a René ( Luciano Cáceres ), un personaje misterioso y fascinante a la vez, que tiene una historia para contar, la de su vida nada menos. Lo irá haciendo de a poco, a cuentagotas, se lo nota algo aturdido y confundido. No tiene noción del tiempo, pero si recuerda muy bien cosas que le fueron sucediendo, guardó en su mente imágenes precisas y detalladas, de situaciones dolorosas en mayor medida, que dejaron cicatrices en su cuerpo y en su mente.
Las piezas del rompecabezas se irán armando de a poco y los espectadores se irán adentrando en una historia que irá ganando en intensidad y crudeza. Es evidente que René, tiene un retraso madurativo y tuvo una infancia y adolescencia sufrida. Transcurrió sus días encerrado en un taller de carpintería, donde ayudaba a su padre, a fabricar ataúdes. No sabe bien los motivos, pero nunca lo dejaron vivir en la casa principal. Su lugar era la soledad de aquel taller, no era bienvenido en otro sitio y a la fuerza se acostumbró a convivir con aquella situación y con la soledad.
Como dijimos antes, a medida que el tiempo pasa, la trama irá ganando en intensidad y el relato inocente de aquel muchacho, irá dejando lugar a una historia de crueldad y desamparo Vivir en un pueblo chico y no ser igual al resto, es algo muy difícil de atravesar. No queremos contar mucho más, porque el relato tiene mucho suspenso y como dijimos antes, la historia irá ganando en virulencia e intensidad minuto a minuto. Solo vamos a adelantarles, que aquel niño indefenso que fue abandonado cuando era niño sin saber bien los motivos, se encuentra desbordado por una situación asfixiante, que por momentos lo paraliza y terminará sufriendo la violencia y la crueldad de una sociedad cruel y despiadada
Momento de hablar del gran protagonista de la noche, es tiempo de destacar la descomunal composición de Luciano Cáceres, un actor notable y reconocido, que sorprende por el compromiso emocional y físico que despliega en el escenario. Es un personaje complejo el de René y Luciano lo lleva de maravillas, con una composición precisa y minuciosa, donde cada gesto, cada palabra y cada silencio, aparecen en el momento adecuado, para darle al relato una tensión dramática que nunca decae, prueba de ello, es el silencio absoluto con el que el público sigue las acciones.
Luciano maneja los tiempos del relato con maestría y su personaje transmite una vulnerabilidad que llega al espectador, generando una clara corriente de empatía. El René que vemos en el relato resulta un personaje reconocible, de esos que existen en casi todos los pueblos, acostumbrado a soportar la mirada impiadosa de la mayoría. Por momentos resulta hipnótica la composición del protagonista y viendo la magnitud de su interpretación, queda claro lo merecido que resultan todos los premios recibidos por este trabajo, que realmente la cae justo y es para poner en un cuadrito.
La puesta de Lumerman es despojada. El espacio escénico es austero y con pocos elementos, solo los necesarios para que el relato transcurra con fluidez, remarcando el encierro al que es sometido el protagonista de una historia, donde la oralidad es la que marca el ritmo. Debemos destacar el magnífico diseño de luces de Ricardo Sica, fundamental para remarcar momentos importantes de un relato intenso.
Y hasta allí vamos a contar, Muerde es una propuesta atrapante y perturbadora, que nos propone una ficción incómoda, ya que presenta a un personaje atravesado por el desamor y el desamparo, de la propia familia primero y de la sociedad después, que parece disfrutar con sadismo cuando encuentra a un ser indefenso y vulnerable como René, que puede servir como chivo expiatorio, para descargar de manera despiadada, toda las frustraciones que llevan dentro, total el tontito no puede defenderse.
Por todo lo que comentamos, solo nos queda recomendar Muerde, un texto sensible y crudo de Francisco Lumerman, que partiendo de una historia real, construyó una ficción arrolladora, que se potencia y mucho, gracias a una composición magistral de Luciano Cáceres, que se entrega por completo a su personaje, para deleite de un público que disfruta viendo a un actor de sus quilates, brillando en el circuito del teatro independiente, protagonizando una historia que de ninguna manera dejará indiferente a los espectadores, que se irán reflexionando del teatro, sobre cuan despiadada puede resultar la condición humana, revelando la tragedia de aquellos que imploran afecto, pero a cambio reciben rechazo y violencia.
Pensador Teatral.
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