Dramaturgia de Bill C Davis. Dirección de Ana Padilla.
Sábados 20 hs en Patio de Actores ( Lerma 568 )
Con una lograda adaptación de Fernando Mallorens y Federico González del Pino, llega a Patio de Actores, la reconocida obra del dramaturgo y actor estadounidense Bill C Davis, que ha tenido un exitoso recorrido en New York y luego de ello, llegó al cine, en una recordada película que tuvo como protagonista a Jack Lemmon, siendo una comedia dramática que nos habla de la fé, del rol de la Iglesia, sus dogmas y la condición humana de las personas que la integran.
Las acciones arrancarán con el Padre Farley ( Jorge Sánchez Mon ) dando su sermón en la misa dominical, dirigiendo el mismo a los espectadores, que en sus butacas harán las veces de feligreses. El carismático sacerdote, antes de finalizar la misa como es su costumbre, entablará diálogo con los fieles, pero el mismo tomará un impulso inesperado, ya que surgirá un intenso intercambio con Mark ( Franco Mosqueiras ) un joven seminarista, que ese día concurrió a la misa y se apasionó más de la cuenta, intercambiando opiniones, más específicamente sobre la incorporación de la mujer, en la misión eclesiástica de la Iglesia Católica.
El Padre Farley se sintió desafiado en público por aquel joven seminarista y no dudó en convocarlo al día siguiente a la Iglesia, para amonestarlo por aquel suceso. Pero Mark, no dió el brazo a torcer y redobló su posición, mostrando su pasión y vehemencia. Mark estaba en desacuerdo con muchos de los dogmas de la Iglesia, teniendo claro que era necesario una renovación en muchas de las ideas, que habían quedado fijas, a pesar del paso del tiempo y de la llegada de la modernidad, algo que no parece importar a los defensores de los valores tradicionales de la Iglesia.
Y desde ese momento se entablará un interesante vínculo entre el padre y el seminarista, ya que el arzobispado le encargó a Farley, que preparará al impulsivo joven, en su formación como diácono. Para cumplir con esa tarea, el seminarista debía recibir una serie de lecciones, que le permitirían luego escribir sus propios sermones, que debería leer en misa. La tarea no sería sencilla para el padre, que era querido por su feligresía y sabía que fibras tocar. El problema era que Mark, era rebelde y tenía muy claras sus ideas, por lo que no estaba dispuesto a moderar sus pensamientos. No vamos a contar más para mantener el suspenso, pero el seminarista sabía que estaba jugando su futuro como diácono y en caso de fracasar, su carrera en la Iglesia, podía finalizar, antes de arrancar, ya que las ideas reformistas, no son bien vistas por el conservadurismo eclesiástico y hasta allí vamos a contar.
Tiempo de hablar de las actuaciones que tiene la obra, que son el alma de la misma y arranquemos por Jorge Sánchez Mon, que la rompe como el padre Farley. La composición de Jorge es magnífica y logra darle realismo y una credibilidad a su personaje, que no deja de sorprender. Desde que arranca la obra, sentimos que tenemos un sacerdote frente a nosotros. Con gran presencia escénica, mucho carisma y un excelente manejo de los diferentes registros emocionales, por los que transita su personaje, realiza una interpretación sobresaliente. No era un papel sencillo y Jorge se luce muchísimo, un placer verlo en escena.
Pero no seamos injustos con Franco Mosqueiras, que se complementa en gran forma con Jorge. Muy buena su interpretación, mostrando a un joven idealista y decidido, que no tendrá miedo en enfrentarse a las estructuras arcaícas de la Iglesia, diciendo siempre la verdad y luchando contra las injusticias, aún sabiendo que esto puede traerle problemas. Tampoco era fácil su personaje y Franco lo resuelve en gran forma, para conformar la dupla protagónica que pide el texto y establecer muy buenos contrapuntos e intercambio de ideas con el experimentado padre Farley.
Debemos destacar la dirección de Ana Padilla, que logra darle a la trama la sensibilidad que pide el texto, pero al mismo tiempo consigue que las acciones se desarrollen siempre de manera ágil, para que la atención del espectador no decaiga en ningún momento, consiguiendo que el desarrollo sea dinámico,. La puesta es muy bella y tiene varios puntos a resaltar. Nos gustó mucho el vestuario, con las diferentes sotanas y ornamentos litúrgicos, que los protagonistas irán usando a lo largo de la obra. El diseño escenográfico de Leonardo Altamirano aprovecha muy bien el espacio escénico de Patio de Actores, de manera sobria y con los elementos justos. Hay un buen diseño de luces de Fernando Díaz. Y por ultimo mencionar, la música que acompaña muy bien algunas escenas, creando muy buenos climas.
Y hasta acá vamos a contar, como habrán podido apreciar, nos gustó mucho la propuesta de Clamor de Ángeles, ya que se anima a adentrarse en un tema profundo, como el de la religión, sus dogmas y la conducta de quienes están en lo más alto de la Iglesia. El mérito es que toca el tema, con profundidad, pero de manera ágil, con momentos divertidos y frescos, que le quitan solemnidad a un texto pesado, atreviéndose a exploradas temáticas, que por lo general no son tenidas en cuenta por el teatro, ya que la Iglesia Católica es una institución que inspira mucho respeto y entrar en polémica con ella, podría no ser una buena idea.
Por todo lo mencionado, solo nos queda recomendar la obra. Se encontrarán con un texto muy interesante y probado en el mundo entero, que tranquilamente podría haber sido escrito en nuestro país, ya que describe la realidad de las instituciones religiosas en Argentina y nos invita a reflexionar, acerca de su rigidez y como su resistencia a adecuarse a los cambio, es una de las principales causas de su pérdida de fieles en los últimos años, que buscan otras opciones religiosas. Si además a este texto virtuoso, le sumamos una dirección bella y una dupla protagónica que se saca chispas en escena, se entiende porque la obra tuvo tan buena repercusión desde su estreno y siempre presenta localidades agotadas, para que Patio de Actores. uno de los espacios más lindos para ver teatro independiente en Buenos Aires, celebre su 25° aniversario con una obra a la altura de tal acontecimiento.
Pensador Teatral.




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