Obra escrita y dirigida por la talentosa Paula Marull, ganadora de la 4ta Edición del Premio Artei a la Mejor Producción de Teatro Independiente y Mención Honorífica de El Fondo Nacional de las Artes.
Una obra entrañable que nos describe la vida en un pueblito indefinido de nuestro interior, una historia cuyo mérito es ser sencilla y a la vez muy real, ya que retrata a personas comunes y nos habla de la infancia pueblerina, sus juegos, su inocencia y también de la rebeldía infantil, ya que en un lugar donde la siesta es una ceremonia sagrada, los chicos se plantan y dicen que no van a dormirla , porque quieren aprovechar ese tiempo, para dar lugar a sus juegos, sus inventos, para volar con su imaginación, para crear su propio mundo, un universo paralelo al de los adultos y muchas veces más más rico que el de aquellos.
También la pieza nos habla de amor, de esperanza y de sueños, del anhelo de romper con esa monotonía asfixiante, de aquellos pueblos, donde parece que todos los días son iguales y nunca pasa nada importante.
En la historia que nos cuentan, tenemos a Dorita ( María Marull ) la empleada doméstica, que cuando la dueña de casa sale a trabajar, se queda a a cargo del hogar, al cuidado de Anibal, un tío discapacitado, de Rita la hija casi adolescente de la familia y de Natalí, una encantadora niña, vecina de la familia y amiga de Rita, que está circunstancialmente ese día allí, ya que su madre está enferma y la llevaron a la casa vecina, para que no esté presente siendo testigo ese mal momento.
La tarea de Dorita es titánica, tiene que limpiar los pisos, lavar, cocinar y sobre todo atender a Anibal, que es muy inquieto y demanda permanente atención y además debe cuidar a esas niñas traviesas, que quieren jugar todo el tiempo y hacen travesuras propias de la edad.
Además de eso hay un ex novio, que no se dá por vencido y andá revoloteando con su moto por la vereda de la casa y suplicando por el amor de Dorita que por algún mótivo que desconocemos, pero suponemos, ya no quiere darle una nueva chance.
Las actuaciones son realmente notables, el protagonismo es de María Marull, como Dorita, siendo el hilo conductor de la trama, la abnegada y humilde doméstica, que tiene que hacer los quehaceres hogareños y transformarse también de madre de las niñas y de Anibal. Fresca y muy querible en su papel, que encaja perfecto, con su carácter sensible y paciente.
En mi opinión, la gran revelación de la obra y que se lleva grandes elogios, es Micaela Vilanova, como Natalí, una niña traviesa, llena de energía, soñadora y un poco cruel como todos los niños. Que juega a ser sirena, que se atreve a dar consejos de amor a los adultos, pero que enseguida muestra que es niña, cuando tiene que suplicar a los demás, que la crucen para volver a su casa. Una actuación brillante la que nos regala esta jóven actriz, que tiene mucho futuro.
Su compañera de juegos, es Rita, Laura Grandinetti, más grande fisicamente que Natalí, y permanente víctima de sus juegos, se luce muchísimo también a lo largo de la puesta. Anibal, interpretado por Marcelo Pozzi, tiene un papel especial y muy dificil, su forma de hablar, su gestualidad, realmente una composición perfecta del personaje, que tiene como sueño, poder ponerse su camisa nueva y salir a la calle a ver pasar a las chicas.
También debemos mencionar a William Prociuk, el bonachón hijo de Cacho, que quiere reconquistar a Dorita, pero con pocos argumentos e ideas de cómo hacerlo. Sandra Grandinetti, como Hilda la dueña de casa, a la que le usan los vestidos y los zapatos, cuando sale a trabajar y encuentra todo revuelto cuando vuelve a casa.
Un elenco numeroso y muy unido, todos dando el tono que encaja con la obra, de inocencia, ingenuidad y buena gente del Interior.
La puesta es muy bella, tiene mucha poesía y es muy tierna, con una escenografía ingeniosa que nos muestra una típica casa del interior, con muy buena de división de los ambientes y un excelente aprovechamiento del espacio escénico, una iluminación destacada, marcando los tiempos de la historia y los excelentes momentos musicales, que acompañan muchos momentos de la pieza, donde la cumbia suena como melodía de fondo.
En definitiva, una historia simple y real, donde los espectadores son testigos, de una perfecta descripción de la vida pueblerina, de sus historias de vida, de sus amores, los placeres simples de la vida y con foco en especial en la hermosa etapa de la infancia, donde la inocencia prima y el mundo creativo de los niños llenan los espacios y todo lo puede.
Una tragicomedia deliciosa, que llega al corazón y que tiene el sello de las mellizas Marull, que con su estilo, ya son una marca registrada en el teatro off porteño, donde por alguna razón, todas sus funciones siempre tienen teatros llenos y localidades agotadas, un fenómeno que solo se explica por el boca a boca y por los excelentes productos que ofrecen.
Para aquellos, que aún no conocen el mundo de las Marull , recomiendo que no dejen pasar la oportunidad y se lleguen por el Espacio Callejón, para disfrutar de esta deliciosa obra y para que al menos durante el tiempo que dura la puesta, los espectadores vuelvan a ser niños y disfruten de esa maravillosa etapa de la vida que es la infancia, que tanto anhelamos, ahora que miramos la realidad, desde el mundo de los adultos.
Pensador Teatral.