Dramaturgia y Dirección de Mariana Coronado.
Una propuesta interesante y sin dudas polémica, la que nos trae Ser de Nadie, que se presenta en su segunda temporada.
Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que esta no es una pieza más, que puede pasar desapercibida, es una obra muy original, que se ocupa de una temática muy poco explorada, por no decir ignorada en el teatro.
Mariana Coronado, la autora, mediante esta pieza, nos propone una mirada aguda, puertas adentro de la Iglesia, como institución, para observar algunos comportamientos cuestionables, de los representantes de Dios en la Tierra.
La obra nos presenta la historia dentro de un monasterio, alejado de la civilización y rodeado de nieve, un lugar donde se puede entrar, pero es muy difícil salir.
Dentro de ese monasterio, los monjes deben vivir de acuerdo a los preceptos de Dios y guardando sus Mandamientos. Pero la realidad que nos muestra Ser de Nadie, es muy diferente, hombres a los que les cuesta guardar los votos de castidad y sufren las tentaciones de la carne, un tema, el de la homosexualidad, que la Iglesia trata de minimizar, pero es una problemática más común de lo que se piensa y que el clero en todas las épocas quiso ocultar.
Pero la autora, no se queda con esto y avanza un poco más, para hacer foco, en el problema de la pedofilia, este ya es un delito gravísimo, donde los sacerdotes y representantes de Dios, en el caso de esta obra, un Abad, aprovechando de su investidura y su influencia religiosa y alegando designios divinos, cometen un acto tan abobinable como, es el abuso de menores totalmente indefensos.
Esto es algo que cuesta aceptar, pero lamentablemente los medios de comunicación, nos acercan diferentes casos en todo el mundo. En la Argentina, tal vez el más famoso fue el caso Grassi, que se amplificó al ser un caso mediático, pero este es un ejemplo de los numerosos casos que hubo y que hay , algunos que salieron a la luz y la mayoría no, porque todos sabemos, lo difícil que es para las víctimas, niños en estos casos, que difícilmente se animan a denunciar a figuras tan poderosas e influyentes sobre sus mentes, como lo son los sacerdotes.
No hace falta aclarar, que estos casos son minoría, pero no por eso dejan de existir, por eso es muy valioso que la autora, se atreva a introducir esta temática y lo hace con gran altura y seriedad, fomentado el debate y esto ya es muy valioso.
Las actuaciones que presenta la pieza, son muy valiosas, son personajes muy complejos y son llevados con solvencia adelante.
Repasemos brevemente los actores, que dan vida a esta historia, Pablo Valvez, es el Abad, la autoridad máxima del monasterio, un hombre de doble moral, ya que exige el respeto de los preceptos religiosos, pero su comportamiento privado, no se condice, ni con su prédica, ni con su investidura. Una muy buena composición de personaje la de Pablo , con una cara humana y otra siniestra, en un rol nada sencillo.
Luciano Alanis, es Bjork, el joven monje que en forma fortuita, es testigo de situación muy comprometida y decide a contarla a un monje más experimentado ( Marko ) , por el que tiene un sentimiento de respeto y algo más.
Fernando Alvarez, intepreta precisamente a Marko, el monje que lleva más años en el monasterio, para nosotros la actuación más destacada de la obra, mostrando su experiencia en las tablas, con algunas escenas para recordar como la que juega con Marko o aquella en la que interpela al Abad. Una interpretación muy jugada y con una entrega total. Gran trabajo el de Fernando.
Denis de Vita Fernández, es Friorik, una especie de secretario del Abad, para todos los servicios, que muestra un histrionismo que resalta, Llevando a cabo un papel secundario, logrando destacarse mucho,
Y por último, Amilcar Ferero, como Judas, el niño, una interpretación con mucho realismo, muy sufrida y que conmueve por su crudeza.
Son muy buenas las cinco actuaciones, componiendo personajes introvertidos y que parecen tener muchos dilemas internos sin resolver y a su vez todos esconden alguna razón misteriosa para estar en ese lugar aislados, del mundo exterior, un infierno propio que llevan dentro.
La trama mantiene el suspenso y la intriga en todo momento, es una pieza que por momentos perturba e incomoda al espectador, por la crudeza y el realismo de la historia, mérito grande de la autora.
La puesta es lúgubre, se desarrolla casi en la penumbra, algo acorde con el clima que pide la pieza, una atmósfera sombría rodea a este monasterio, que parece estar en sintonía con los oscuros actos que se cometen allí.
Destacamos el vestuario a cargo de Mirta Moreira, que presenta la pieza y la música en vivo, que Verónica Mihura, siempre en escena, ataviada para la ocasión, nos ofrece, en un excelente y lucido trabajo, que embellece la puesta.
En definitiva, sin dudas estamos ante una obra polémica, que tal vez a algún espectador religioso puede incomodar, pero como dijimos al comienzo, la pieza no inventa nada, sino que se introduce con valentía en una temática tabú y en la que pocos autores se atreven a ingresar.
Esta pieza, genera debate y la discusión, algo muy importante en estas problemáticas, donde lo peor que puede hacerse, es esconder la basura debajo de la alfombra y disimular como si el problema no existiera.
Felicitamos a la autora, por atreverse a contar esta historia y además celebramos la aparición propuestas teatrales como Ser de Nadie, que nos invitará a reflexionar sobre un tema de candente y de peligrosa actualidad.
Pensador Teatral.