Dramaturgia de Marcos Casanova y Dirección de Cristian Majolo.
Teníamos ganas de ver que nos proponía Jamas me Levantó la Mano, que transita su segunda temporada, agotando localidades y cosechando muy buenas críticas de los espectadores.
Y la verdad es que nos fuimos más que contentos del Korinthio, ya que nos encontramos con una tragicomedia que tiene un ritmo increíble, que nos hará reír mucho y también nos llegará al corazón.-
Digamos que la historia, se sitúa en Villa Seca, un pueblito del interior, sin ubicación determinada, pero que puede ser cualquiera de esos pueblos, donde todos se conocen y nada de lo que hacen sus habitantes puede pasar desapercibido a los ojos del otro.
Allí en Villa Seca, viven en una casa bastante humilde, una madre y una hija. La madre es Fátima ( Romina Pinto ) y la hija es Naiara ( Malena Luchetti ) y la tormentosa relación entre ellas será el centro de esta bella historia.
Fátima está en silla de ruedas y por lo tanto tiene mucha dependencia de Naiara, su rebelde hija adolescente.
La relación entre ambas es muy particular, se necesitan, pero a la vez se repelen, discuten, se imitan, se maldicen, se enfrentan virulentamente, pero a la vez se quieren y se necesitan. Es ese vìnculo amor / oido, entre madre e hija adolescente, que nos suena tan familiar y potenciado en este caso particular, por la falta de la figura paterna.
El ritmo de la obra es vertiginoso, en todo momento el espectador está atento a lo que vá a ocurrir, ya que se dan a cada momento diálogos graciosos, ácidos, picantes, por momentos tiernos. La rutina en esa casa parece infernal, suena el teléfono, la radio de fondo, recuerdos del pasado que irrumpen, no hay un minuto de tranquilidad y el espectador encuentra empatía total con la historia que le están contando que le resulta muy cercana.
Hay que destacar la dinámica y la creatividad en la puesta, que logra Cristian Majolo, este joven actor y director tandilense, que está dando sus primeros pasos en la dirección y no hay dudas que está yendo por la buena senda, con este tipo de propuestas.
El libro de Marcos Casanova, es muy interesante, el director pone su impronta, pero hay que decirlo ya, en nuestra opinión, la gran explicación del buen suceso de Jamas me Levantó la Mano, son las extraordinarias actuaciones de la dupla que protagoniza la pieza.
Arranquemos por Malena Luchetti, que aquí compone a Naiara, una adolescente explosiva, que parece tener hormigas en el cuerpo. Impresiona su despliegue físico, está en permanente movimiento, bailando, trepando en el escenografía, arrastrándose por el piso, no para un segundo. Recordemos que Malena, comenzó desde muy chiquita su carrera como actriz en la televisión, a los 4 años ya estaba en pantalla, con recordadas participaciones en las tiras de éxito del momento, como Campeones y Resistiré. Como dato de color mencionar, que con 8 años, ganó un Martín Fierro por Campeones. Luego de su irrupción televisiva, siguió estudiando, perfeccionándose y hoy podemos disfrutarla en este papel de adolescente rebelde, que no para de posar sexy, para las selfies y hablar por wasap, con su grupo de amigas, con un lenguaje propio de su tribu, que le es muy ajeno a su madre.
Muy buena la pintura de la adolescente actual, que nos presentan y fantástica la actuación de la histriónica Malena, con una energía increíble y literalmente dejando todo en el escenario.
Pero tal vez la tarea de Malena resalte tanto, por el contrapunto, que presenta con Romina Pinto, en la obra, su madre Fátima, que en su silla de ruedas tiene que lidiar con esta adolescente imparable.
La composición de Romina es deliciosa, una madre iracunda, puteadora y llena de bronca, con su hija porque no estudia, porque la llama Fátima en vez de mamá, porque no le hace caso en nada, bronca con su hermana y con el mundo en general. Con sus ojos inyectados y una tensión permanente, cumple una magnífica interpretación.
Realmente dos actuaciones fenomenales en lo individual, donde cada uno compone su personaje de manera magistral, pero que a su vez juntas se potencian, con mucho de grotesco y de absurdo en cada uno de los diálogos, con un ritmo vertiginoso y una química total entre ellas, denotando mucho ensayo y mucho trabajo previo, ya que está todo muy aceitado.
Solo agregaremos, que en el Club Olimpia de Villa Seca, se organizará un concurso de baile, con parejas compuestas por madres e hijas y esta puede ser la gran oportunidad para que Fátima y Naiara, anotadas en la competición, para que dejen de lado sus diferencias y su caótica convivencia, para unir sus esfuerzos y poder ganar el concurso.
Podrán lograrlo ?? Recuerden que Fátima está en silla de ruedas. Será finalmente una buena idea anotarse en este concurso o una locura ??
Son interrogantes, que el espectador cuando vea la obra descubrirá, nosotros aquí no vamos a develar el misterio.
La puesta tiene muchos puntos altos para resaltar, desde la ubicación de los espectadores en forma particular a ambos lados del escenario, pasando por el creativo y versátil diseño escenográfico de María Guglielmetti, los temas musicales que acompañan los momentos diferentes de la trama y párrafo especial para las coreografías propuestas por Marìa Isabel Ducret, como dijimos la obra es puro movimiento y este un ítem que se destaca muchísimo y que le otorga muchos momentos bellos y plenos de poesía a esta rica puesta.
En definitiva, estamos en presencia de una gran propuesta del off, una pieza que poniendo el foco en esta particular relación madre e hija, nos hará disfrutar de momentos muy divertidos, algunos tragicómicos, trayendo temas para reflexionar y algunos instantes mágicos donde nos vamos a conmover. Solo la magia del teatro, de la mano de actuaciones tan destacadas, nos permite pasar por tantos estados de ánimo, en tan poco tiempo.
Como muchas veces ocurre, en esta pieza, se unen un interesante libro, la talentosa mano de un joven director y en este caso dos actuaciones fantásticas de Malena y de Romina, para dar vida a esta historia tan entrañable.
Solo queda recomendar la obra e invitar al espectador a que disfrute de esta gran propuesta y en nuestro caso agradecer el talento y a la pasión de todo el equipo de Jamás me levantó la Mano, por la hermosa noche de teatro que nos regalaron.
Pensador Teatral.