Dramaturgia y Dirección de Juan Washington Felice Astorga
Una propuesta interesante y jugada, la que nos ofrece No me Vuelvas a Hablar de Amor, autoria del dramaturgo Juan Washington Astorga, considerado por muchos, como discípulo del gran Norman Briski, que sin dudas le imprime su sello particular a esta pieza.
La obra como el título lo indica, nos hablara de amor, de los vínculos que se establecen en las parejas, pero poniendo foco, en aquellos aspectos dolorosos de la relación, repetición de situaciones violentas, que nos hace plantear, como puede ser que dos personas, que se llevan tan mal, que discuten tanto, que se pelean y hasta se engañan, pueden sostener una relación por años.
Y aquí vale el viejo dicho, cada pareja es un mundo, con códigos propios, donde acciones que para nosotros serían inaceptables o impensadas, en otras parejas, se toman como algo normal o permitido, por eso muchas veces se hacen complicado, tratar de interpretar y opinar acerca del funcionamiento de otras parejas.
En este caso, las acciones se desarrollan en un futuro no precisado, donde la relación entre Carolina ( Sofia Padelletti ) y Alejandro ( Gastón Colucci ) está atravesando un momento de crisis, uno más, porque ya vivieron otros, pero este parece terminal. Están hastiados de la rutina, la relación es aburrida, sin sorpresas, todo es previsible y la moneda corriente son las discusiones, los reproches y las palabras hirientes para el otro. De amor queda poco y nada, o si queda algo, lo esconden muy bien.
En una noche de discusiones, que parecia como cualquier otra, Alejandro casi sin querer, menciona que tiene una amante, su esposa enfurece, lo quiere agredir, pero casi a modo de revancha, al instante confiesa que ella también tiene amante, que él no era el único.
Y ese será el disparador de la obra. La duda invade a ambos integrantes de la pareja. Como serán sus amantes ?? Y casi en tono de broma, de juego, surge la propuesta alocada y si acordamos un asado en casa, invitando a los respectivos amantes. Suena loco ?? Claro que si. Pero en esta pareja, la cordura no parece ser una de sus pilares y entonces, lo que empieza como un juego, irá tomando caminos diversos e inesperados.
Para mantener el suspenso, contaremos hasta ahí, dejamos que el espectador cuando vea la obra, descubra que consecuencias traerá este juego morboso, que tiene mucho de perversión.
Solo adelantar que la obra, presenta diálogos violentos, se habla mucho de sexo y los límites parecen siempre correrse un poco. Por momentos puede hacerse difícil seguir el hilo, porque hay un poco de locura en estos personajes, que muchas veces tienen salidas desconcertantes para el espectador, que seguirá muy atento, todo lo que ocurre en escena, tratando de que no se le escape nada.
Las actuaciones que presenta la obra, son muy destacadas, se reunió un elenco joven, que compra la idea del director y vá a fondo con ella, sabiendo que por momentos deberán en caer en algunos excesos y exageraciones, que son los que el texto les pide.
Los protagonistas centrales de esta historia de amor y de dolor, son Gastón Colucci, como Alejandro, un marido a la defensiva, que soporta con estoicismo los embates y los ataques de Carolina ( Sofia Padelletti ), mujer explosiva y sensual. Ella misma dice sentirse una reina, demasiado para un esposo, al que denigra. Nos encantaron ambas interpretaciones, como dijimos un Gastón, más calmo y callado, que espera el momento, para tirar algún dardo hiriente, contrario a la bella Sofía que es un volcán en erupción, sanguinea y muy sexual, a la que nada parece detenerla.
Nos encantaron ambas interpretaciones, los dos llevan adelante muy bien sus protagónicos en papeles que no son sencillos y si bien ambos se lucen mucho, creemos que Sofia Padelletti, tal vez por la estridencia de su personaje, es quien con su tono alto y su gran presencia escénica se lleva las mayores miradas, tanto de la platea femenina, como masculina.
Pero no estarán solos en escena, ya que falta presentar a los amantes, invitados a esta particular velada, Vivi Marcovich, es la atractiva Adriana, que se confiesa como multiorgásmica y con mucha vida espiritual.
Alejandro Babouian, es Ramiro, el amante de Carolina, con un look entre lo intelectual y extravagante, muy cinéfilo, completan el cuarteto. Ambos le aportan una pizca de locura adicional a la pieza y se complementan muy bien con la pareja protagónica.
Un elenco joven, que logra destacarse y estar en la misma sintonia, en un texto que como mencionamos antes, no es sencillo.
La puesta es original y tiene un tinte futurista, con muebles transparentes y una moderna iluminación que logra muy buenos climas. Otro ítem a destacar, es el diseño de vestuario de Emme Vazquez, que tiene mucho personalidad, dotando de sensualidad a las mujeres y glamour a los hombres, con un dominio del plateado y del negro. En síntesis es lograda la puesta del director y acorde con la modernidad de la pieza.
En definitiva, No me Vuelvas a Hablar de Amor, es una historia de amor intensa, potente y alejada de la dulzura habitual que tienen las piezas con esta temática.. Aquí la frase más que el amor, parece los une el espanto, encaja más que nunca, en una obra fuerte, provocadora y que invita al espectador a reflexionar y pensar en la toxicidad de algunas relaciones amorosas y el esfuerzo que muchas veces hacen los integrantes de la pareja, para torcer un destino que parece marcado.
El aplauso que reciben los jóvenes actores al final de la función, es un justo premio a la entrega y a las muy buenas interpretaciones que nos regalaron, en esta historia de amor, para nada convencional, que se atreve a arriesgar desde la dramaturgia y desde la puesta, y eso es algo que nosotros siempre celebramos.
Pensador Teatral.