Libro y Dirección de Helena Tritek. Versión libre de los poemas En el Invierno de las Ciudades y Androgyne, Mon Amour de Tennessee Williams.
Helena Tritek, reconocida autora y directora, decide embarcarse en un viaje fantástico, hacía la prolífica obra de Tennessee Williams, uno de los dramaturgos estadounidenses, más reconocidos del Siglo XX, con obras del calibre de El Zoo de Cristal, Un Tranvía llamado Deseo y La Gata sobre el Tejado de Zinc, por nombrar sólo las más importantes.
Williams a lo largo de su carrera, trató temas controversiales, como la decepción del ser humano, la falta de comunicación, la homesexualidad y la demencia.
Este tema de la locura, fue recurrente en la vida del autor norteamericano y la causa de ello, fue su hermana Rose, que vivió más de cincuenta años, encerrada en diferentes instituciones psiquiátricas, con el diagnóstico de esquizofrenia con predominancia paranoide.
El autor tenía devoción por Rose y una sentencia de su hermana, lo marcaría, " No te rías jamás de la locura, es peor que la muerte " . Tennessee anotó estas palabras, que se convertirían en una guía para su obra literaria, ya que la sombra de la enfermedad mental, acosó a su familia, ya que no solo la sufrió su querida hermana, sino antes afectó a sus abuelos. Su temor a ser una víctima más, lo persiguió como una temible fantasma a lo largo de toda su vida.
La introducción tal vez un algo larga, pero creemos ha sido interesante, para entender el contexto del autor, del que Tritek en una versión libre de dos de sus publicaciones, consigue montar esta inquietante obra que es Tigres a punto de saltar.
La pieza arranca con la aparición de un presentador, que anuncia que el espectáculo, estará inspirado en la vida de Williams, quien tuvo una existencia sufrida, donde la locura, el sufrimiento y los deseos reprimidos fueron una constante.
La obra que no es sencilla de clasificar, tiene un componente poético notable, una belleza visual que por momentos abruma y que no vemos habitualmente en nuestro teatro.Un universo onírico, donde fantasía y realidad, se van a confundir en forma permanente.
Las acciones se desarrollan en una oscura habitación de una institución psquiátrica, donde médicos con guardapolvos blancos, parecen disfrutar del poder que tienen sobre los internados, infundiendo temor hacia la autoridad y siempre listos para disciplinar mediante castigos, de diverso tipo.
En general predominan las imágenes, cuerpos en movimiento, sufrientes, dolientes, que como zoombies, deambularán por la clínica, buscando escapar de una realidad que los agobia y de las miradas controladoras de médicos y enfermeros.
Hay un compromiso muy grande del elenco reunido, se los nota metidos en el proyecto y compenetrados en la piel de esos personajes oscuros y misteriosos que representan.
Son diez los actores en escena, que aprovechan la sala más pequeña del Patio de Actores, para jugar con la oscuridad del escenario y con los segundos planos, de actores que se asoman por las puertas y por las escaleras, deambulando como seres espectrales.
Con el riesgo de ser injustos, vamos a mencionar a algunos de los protagonistas, que a nuestros ojos se destacan, como por ejemplo Rolo Sosiuk, como el doctor en jefe de aquella institución con aire siniestro, su rostro adusto, transmite miedo a los pacientes, que con solo verlo, parecen paralizarse. Muy buen trabajo de Rolo, un actor con mucha trayectoria en el off, que una vez muestra sus credenciales.
Entre las pacientes, nos sorprendió mucho el trabajo de Corine Fonrouge, joven actriz, que tiene momentos donde muestra su talento y sensibilidad, transmitiendo la fragilidad que pide su personaje.
Carolina Solari, es otra de las pacientes que hay que destacar, con su melena rubia enmarañada, parece una bestia acorralada. Pero este no es el único papel, que compone, ya que una de las características de la pieza, es la multiplicidad de personajes y los actores se desdoblan para ello, siendo.Carolina aporta su talento, belleza y una presencia escénica importante.
Silvina Quintanilla es otra internada, que cumple muy buena labor, al igual que León Bara, Analia Montenegro, Carlos Ponte, Jorge Sánchez Mon y Denise Vasiloff, todos ellos se entregan por completo, una una obra que no se sencilla, pero en la que todos, trabajan en equipo y se los nota compenetrados con el universo fantástico, en el que están inmersos.
Las actuaciones son uno de los pilares de la historia, el otro es la excelente puesta que logra montar Helena Tritek, una atmósfera asfixiante, donde predomina la oscuridad. El ambiente está impregnado de misterio, algo de terror y una tensión que se respira en el ambiente.
Debemos destacar el vestuario de Pupi Carmona, las pelucas de Alejandro Granados, ambos ítems muy importantes para las caracterizaciones. Se nota que se han cuidado todos los detalles y esto se demuestra en la riqueza de la puesta.
Por todo lo mencionado, no quedan dudas que estamos en presencia de una propuesta original, arriesgada, muy rica desde lo visual y desde lo onírico, donde la fantasía y la belleza escénica, van de la mano.
Una pieza perturbadora e inquietante, que ofrece una mirada profunda sobre la locura y el encierro, mostrando, como muchas veces las instituciones en vez de tender una mano al paciente, elige someterlo y humillarlo.
Además se hacen referencias a la religión y a ciertos ritos que la comprenden, dando un toque místico a la puesta.
Son muchas las aristas que presenta la obra, nosotros solo mencionamos algunas, el espectador cuando vea la obra, seguro descubrirá otras, ya que como mencionamos la pieza tiene una riqueza visual desbordante.
Tigres a punto de Saltar, es un viaje pleno de poesía y fantasía, quienes gustan del buen teatro, sin dudas, debería emprenderlo.
Pensador Teatral.