Jueves 20 hs en El Tinglado Teatro ( Mario Bravo 948 )
Llega al escenario de El Tinlgado, esta bella pieza del escritor y dramaturgo alemán Tankred Dorst, que con un texto seductor, nos invitará a explorar el universo del actor, su vocación y su incondicional su amor por el teatro.
El título de la obra, puede desconcertar, pero digamos ya que Feuerbach, es como se conoce al personaje, interpretado en forma magistral por Manuel Callau, que se presenta en un casting convocado para elegir el elenco, de una pieza que se estrenará pronto.
Feuerbach llega puntualmente a la hora en que fue convocado, pero las pruebas de ese día se adelantaron. El viejo actor, no usa celular y entonces no lo pueden llamar para avisarle que se presente antes. El director aprovecha el hueco de tiempo para salir a almorzar, pero antes le deja un encargo importante a su joven asistente de dirección ( Francisco González Gil ). Debe esperar a Feuerbach, que es un gran actor y quiere asegurar su participación en el casting, por eso debe recibirlo especialmente y hacer lo necesario para retenerlo hasta su vuelta.
El joven asistente cumple la instrucción y recibe a Feuerbach, que llega a la cita, vestido de manera impecable y con un aire que denota su importancia. De mala gana se enterará que deberá esperar al director y que debe compartir ese tiempo de espera con un asistente, que denota tan poca experiencia en el mundo del teatro.
El choque generacional entre ambos es evidente y le otorga un encanto especial al diálogo que estas personas que no se conocen deben mantener. Feuerbach es ácido al inicio, por momentos insolente, con ese asistente, que de manera infructuosa y con mucho respeto intentará hacerlo sentir a gusto, a un personaje, que luce desconfiado y algo inquieto. Sin embargo hay algo que no le cierra al asistente, hace 5 años que se dedica al teatro y nunca escuchó el nombre de ese actor, nunca lo vió actuar, no ser siquiera entrevistado..
Finalmente se anima a preguntarle y se entera que el último trabajo teatral de Feuerbach ocurrió hace ya siete años.
Hasta aquí vamos a contar, el espectador cuando vea a obra, develará las razones del misterioso parate y además disfrutará del diálogo que empieza tirante y con el correr de los minutos se irá haciendo más entrañable, casi confidente en el final, entre actor y asistente, con muchas referencias acerca del mundo teatral, anécdotas de años en el escenario y las razones que explican, porque alguien decide abrazar el oficio de actor.
Verdaderamente el intercambio es muy rico y como dijimos se disfruta mucho, esto ocurre principalmente por la fantástica interpretación de Manuel Callau, que se adueña del escenario en forma admirable, con un oficio y una presencia que impresiona.
Su manejo perfecto de la voz, su gestualidad, sus desplazamientos en el escenario y la carga emocional que le pone a su personaje, redondean una actuación soberbia, una verdadera clase magistral de teatro, que Manuel. nos regala con generosidad.
Es un placer y un privilegio, ver como un actor, con la trayectoria de Callau, encuentra en esta pieza, el espacio ideal para poder mostrar toda su técnica y sus años en escena, sin dudas una obra que le cae perfecta se lo nota muy cómodo.
Manuel se lleva todas las miradas y los aplausos, pero no debemos quitarle importancia a la labor de Francisco González Gil, a quien este año vimos lucirse mucho en Asi de Simple, una entrañable obra del off. Aquí Francisco, entiende perfectamente su rol en la obra y se pone al servicio del protagonista, dando siempre los pies justos y quedando en ese segundo plano que requiere el libro. No es sencillo su papel y lo cumple en gran forma, ya que además de permitir el lucimiento de Callau, consigue conformar una muy buena dupla, dejando al descubierto, las distancias que pueden ocasionar las diferencias de edades y generacionales.
Hay que que destacar la puesta del director Manuel González Gil, que sin dudas sabe brindar el marco adecuado a los actores, para su lucimiento y lograr que la trama sea entretenida. Los recursos usados, son variados, desde una voz en off ( nada menos que de Miguel Angel Solá ) saliendo de la cabina, emulando a un director que los espectadores no ven, las luces de sala, la salida y entrada del asistente del espacio escénico, Se aprovechan muy bien las instalaciones del teatro y se juega mucho con el espectador, en esta historia que tiene muchos ingredientes del teatro dentro del teatro.
No debemos olvidar la acertada traducción de Juan Garft. que colabora mucho para una adaptación ágil y actual de la obra, que nota en las referencias modernas que contiene, resaltando la importancia de las redes sociales en estos tiempos y mencionando a los youtubers y los instragramers, que tanto espacio ganan hoy en día, en los diversos medios audiovisuales.
En conclusión, una estupenda propuesta la de Yo, Feuerbach, que además de bucear en el rico universo teatral, nos habla de las vocaciones y de los gajes del oficio de actor , reflexionando además sobre como a las personas mayores, les cuesta mantener su vigencia en un mundo laboral, cada vez más competitivo, que en vez de valorar la experiencia, prefiere inclinarse por las generaciones jóvenes que apoyados en la modernidad y no siempre en la capacidad, parecen llevarse todo por delante.
Por eso Yo, Feuerbach, es un canto a la vida, una lucha por los ideales, por el amor a la profesión y en el caso de este viejo actor, una cruzada por volver al escenario, que siente es su lugar el mundo, donde se siente vivo, a la espera de recibir premio más deseado, los aplausos y el reconocimiento del público.
Recomendamos especialmente la obra, disfrutarán de una dramaturgia bella y de actuaciones fantásticas, que al final de la función, generarán ese emocionado y prolongado aplauso, que para los actores, siempre resulta una caricia al alma.
Pensador Teatral.