viernes, 12 de abril de 2019

Navaja en la Carne

Dramaturgia de Plinio Marcos . Adepatación de Carlos Mathus y  Dirección de Antonio Leiva.









Viernes y Sábados 21 hs en Teatro Empire ( Hipolito Yrigoyen 1934 )

No es habitual ver piezas de autores brasileños en la cartelera porteña, por eso celebramos la idea de Carlos Mathus y Antonio Leiva, en traer a la cartelera porteña, Navaja en la Carne, obra escrita en 1967, estrenada en Sao Paulo y prohibida por la dictadura de su país, por trece años.

Luego del levantamiento de la censura, la obra fue representada con gran suceso, no solo en el teatro, sino también en el cine. Marcos en muchos de sus trabajos se caracterizó por mostrar las miserias humanas de la sociedad, dando visibilidad a los sectores marginales de la sociedad, explorando sus sentimientos y motivaciones.










La historia que nos convoca, tiene una crudeza y una carga de violencia que interpela al espectador, que se vé transportando a un mundo marginal que abruma y del que de ninguna manera puede quedar indiferente.

Las acciones se desarrollan, en una sucia y pequeña habitación, en la que conviven Araceli ( Sandra Villarruel ) una experimentada y sufrida prostituta, con Osmar ( Juan Pablo Rebuffi ), su desalmado proxeneta. La convivencia es caótica, predominan las agresiones físicas y verbales entre ellos, siendo difícil de comprender, las razones por la que siguen viviendo juntos.









El panorama ya habitualmente oscuro, se agravará, con la desaparición de un dinero que Osmar, tenía en su mesa de luz. Mientras Osmar dormía, Masita ( Oscar Giménez ), un homosexual que se encarga de tareas de limpieza en la pensión, ingresó al cuarto, para hacer tareas de limpieza,  pero al encontrar el dinero al alcance de la mano, no dudo en robarlo.

Cuando Osmar despierta, buscará con desesperación el dinero por todo el cuarto, pero al no encontrarlo, apuntará contra Araceli, acusándola de no haberle dado el dinero, que recaudó la noche anterior. El reclamo no es nada amigable e incluye insultos y maltratos varios, contra una mujer, tristemente acostumbrada a la violencia que ejercen sobre ella. Araceli declarará su inocencia y acusará a Masita, quien sera llamada al cuarto para aclarar la situación y hasta allí contaremos. Cuando vean la obra, descubrirán si el misterio se aclara, si Masita confiesa su delito o finalmente Araceli pagará los platos rotos.








El texto como dijimos es muy duro, con una crudeza y una sordidez, que consiguen perturbar al espectador, que sigue las acciones, acompañando la angustia, que sienten los protagonistas. Hubo una muy buena elección del director, en la elección de los actores que serán parte del triángulo marginal que se conforma en la pieza.

Arranquemos por Sandra Villarruel, vedette y sex simbol de los años ochenta, muy recordada por la platea masculina, por su participación, en el mítico ciclo televisivo Las Gatitas de Porcel, programa que batíó records de audiencia y marcó todo una época. Sandra pone aquí,  todo su oficio y experiencia, al servicio de la obra, interpretando a una sufrida y cansada prostituta, que lleva una vida realmente desgraciada, soportando humillaciones de todo tipo. Una estupenda actuación de Sandra, que realiza una soberbia composición del personaje, entregándose por completo, en un papel muy exigente. Para nosotros, la gran figura de la noche.









Juan Pablo Rebuffi, no se queda atrás, interpreta a Osmar, un proxeneta o cafiolo, como prefieran llamarlo, violento y soberbio, mostrará su carácter autoritario y un machismo a flor de piel. Es la primera vez que vemos en escena a Juan Pablo y quedamos gratamente sorprendidos con su performance. Con gran presencia escénica y un porte que impresiona, se lo nota muy cómodo en el papel, no sintiendo la presión del protagónico

Al trío es completado con Oscar Giménez, un actor muy talentoso, a quien elogiamos mucho el año pasado por su unipersonal Madre Amadísima, donde tiene las chances de mostrar sus enormes condiciones actorales. Aquí desde un personaje secundario, sabe aprovechar mu bien, sus minutos en escena, aportando algunos momentos divertidos, que resultan valiosos, para descontracturar este profundo drama. Nos hubiera gustado ver más tiempo en escena a Oscar, ya que conocemos sus condiciones.









Hay una muy lograda adaptación de Carlos Mathus que con algunos detalles, sabe aggiornar el texto a estos tiempos. A su vez, la puesta que presenta el director es íntima, la cercanía del público con los actores es un plus que la obra entrega y convierte al espectador en un testigo privilegiado, de lo que ocurre en esa sombría habitación. Quien conoce la amplitud de la sala del Empire y se pregunta como se logra esta intimidad, descubrirá la forma, cuando vea la obra, nosotros no queremos anticiparlo, para mantener la misma sorpresa, que tuvimos nosotros.

Hay un diseño escenográfico para destacar de Zacarias Gianni, recreando un cuarto de pensión, donde predominan los colores negro y blanco, combinando con la vida oscura de quienes la habitan. Otro ítem a destacar es el diseño lumínico de Lautaro Romano, a tono con la trama.










En definitiva, estamos en presencia de una propuesta muy interesante, una obra fuerte y descarnada, que muestra las miserias y la violencia en la que viven ciertas personas, que conviven con la marginalidad, sin recibir la ayuda de terceros. Además hay que resaltar, que aunque la obra se haya escrito hace cincuenta años, tiene una vigencia que abruma, ya que temas como la violencia de género y el maltrato a la mujer, en estos momentos son temas muy visibles en la sociedad.

Recomendamos Navaja en la Carne, se encontrarán con una trama sórdida y un trío protagónico que se entrega por completo, ofreciendo literalmente su cuerpo,  para dar testimonio de un mundo marginal, que aunque muchas veces quiere ignorarse, es más común de lo que pensamos y por eso es valioso que el teatro le dé visibilidad a temáticas, que habitualmente prefieren esconderse bajo la alfombra.




Pensador Teatral.





martes, 9 de abril de 2019

Un Instante sin Dios

Martes 21 hs en Nun Teatro ( Juan Ramirez de Velasco 419)








Dramaturgia y Dirección de Daniel Dalmaroni.

Daniel Dalmaroni, es un destacado dramaturgo y guionista platense, que ha escrito textos teatrales , por lo que recibió numerosos reconocimientos, no solo en nuestro país, sino también en el exterior, a lo largo de su prolífica carrera.

En esta ocasión, al escribir este texto que nos ocupa, Dalmarini, inmediatamente pensó que el personaje central de la historia, podía representarlo nada menos que Arturo Bonín, un actor de enorme trayectoria, al que conoce hace años, pero nunca habían trabajado juntos. El guión sedujo a Bonín, que aceptó de inmediato el desafío de representar a un sacerdote, que a esta cargo de una humilde parroquia en el norte argentino.








La historia arrancará con la llegada de un joven empresario ( Nelson Rueda ), que viajó desde la Capital, para ofrecer un donación importante a la iglesia que conduce un veterano párroco ( Arturo Bonín ). El joven establece como condición para hacer entrega del dinero, poder dialogar un poco con el sacerdote y hacerle algunas preguntas, con la excusa de querer conocer como piensa, ese hombre al que tanto respetan los feligreses de la parroquia.

La propuesta descoloca al cura, que en primer lugar desconfía acerca de las verdaderas intenciones de este misterioso  joven y también tiene dudas, sobre el orígen de aquellos fondos. Además no le hace mucha gracia tener que rendir examen y responder preguntas a un desconocido. Pareciera que los roles de invierten, acostumbrado a escuchar las confesiones de sus fieles, ahora quieren escucharlo a él.

Pese a su recelo y desconfianza, el sacerdote acepta la propuesta, ya que el dinero sería muy útil para hacer obras en una parroquia con tantas necesidades y además el muchacho, tiene mucha habilidad, para tratar de convencer al cura, indicando que si en algún momento se siente cansado, es libre de poner fin de inmediato a aquel encuentro.










La obra tiene una cuota de suspenso muy grande, podríamos decir que es un verdadero thriller, por lo que no vamos a contar demasiado, solo indicar que la charla parece orientarse hacia la década de los 70, donde el rol de la Iglesia en relación con el régimen militar tuvo muchas aristas. Hubo muchos religiosos que desaparecieron en manos del proceso, pero otros que fueron colaboradores y dieron información sobre los suyos. Ese punto parece inquietarle al empresario y por eso quiere conocer de primera mano la opinión del tema de parte del clérigo.

Al parece la actuación del padre en aquellos años fue intachable y ayudó a mucha gente que era perseguida. Aunque paradjicamente, reina en el ambiente una tensión, que crece a medida que el diálogo avanza. El sacerdote no se siente cómodo, con esa especie de interrogatorio al que parece ser sometido y se siente humillado, de tener que brindar explicaciones acerca del rol de la Iglesia en aquellos años y en particular a su conducta.

Hasta allí contaremos, el resto lo descubrirán cuando vean la obra. Si podemos dejar algunas preguntas que seguramente funcionarán como disparadores. Fue realmente ejemplar la conducta del padre en aquellos años ?? Tuvo que irse al Norte porque era un hombre marcado ?? Pudo haber hecho algo más en aquellos años ?? Y respecto del joven, es realmente un próspero empresario ?? Hizo este largo viaje solo para hacer una donación o esconde algo bajo esa fachada ??










El suspenso está muy bien manejado en el texto por Dalmaroni y sin dudas que la dupla elegida para el mismo, sabe como sacarle el jugo al mismo. Contar con la presencia de Arturo Bonín, en una pieza del teatro independiente, es realmente un lujo, que no deberíamos dejar pasar. Magistral composición de su personaje, un sacerdote que luce cansado, por un vida que no fue sencilla y encima debiendo estar a la defensiva, ante los embates de un joven impetuoso e inteligente, que parece más bien un fiscal, que busca acusarlo de algo.

Y ese joven empresario, es interpretado por Nelson Rueda, un actor de mucha experiencia en el teatro independiente, a quien elogiamos ya por varios de sus trabajos y aquí realmente nos sorprende por su gran trabajo. No es sencillo acompañar a un actor de los kilates de Bonín y Nelson lo hace a la perfección. Es quien conduce la charla y busca acorralar al sacerdote, con sus preguntas.

Realmente se sacan chispas en escena, magníficas sus actuaciones en lo individual, pero lo importante aquí es la interacción entre ellos y es, en ese intercambio, donde además de lucirse mucho, consiguen potenciar el texto.

La trama no dá respiro, el suspenso está presente a lo largo de toda la pieza, por un público que en silencio absoluto, sigue la charla que mantienen esos dos hombres, tratando de anticipar el desenlace tendrá la trama y les podemos aseguran que muchos se sorprenderán con el final conmovedor, que nos propondrá el autor.










Realmente resulta muy auspiciosa esta primer producción independiente del Nun Teatro, ya que presenta un texto potente, una puesta seductora, donde el misterio y la intriga estarán presentes en todo momento y principalmente la virtud de contar, con dos intérpretes de primer nivel, un grande como Arturo Bonín, con todo su oficio, puesto al servicio de la obra y un carismático Nelson Rueda, que no amilana y está a la altura del desafío, por lo que podemos disfrutar de dos actuaciones soberbias.

Desde su estreno, Un Instante sin Dios, viene exhibiendo el cartel de localidades agotadas cada Martes. En la función, a la que nos tocó asistir a nosotros, la capacidad de la sala del Nun, lucía casi desbordada, por un público entusiasta que con mucha expectativa dijo presente, para ver esta obra, que tan buen respuesta del público y la crítica, está teniendo.




Pensador Teatral.

domingo, 7 de abril de 2019

La Penúltima Oportunidad

Dramaturgia de Rafael Bruza y Dirección de Cristina Miravet.








Domingos 19 hs en El Arenal ( Juan Ramírez Velasco 444 )

Con mucha intriga y sin muchas referencias previas, asistimos a la función de reestreno de La Penúltima Oportunidad, la obra escrita por Rafael Bruza, que luego de una muy buena primera temporada en Buenos Aires, venía con una carta de presentación muy fuerte, ya que fue una de las revelaciones del Festival de Teatro Larroque 2019, donde fue la ganadora del Premio del Público.








Al transcurrir los primeros minutos de la función y con unos cuantos años viendo teatro, ya nos dábamos cuenta, que la obra tenía ese algo especial, que pocas piezas consiguen, ya que el público además de estar muy enganchado con la propuesta, compró los personajes y lo fundamental, se reía mucho, con ganas y como bien se afirma, hacer llorar con un texto no es tan difícil, lo meritorio es hacer sonreír al público. Y la verdad nos reímos mucho con esta comedia negra, que de la mano de un texto inteligente y una dupla protagónica deliciosa, generan una pieza muy divertida, donde las risas serán las figuras invitadas de la noche.

Cuando decimos que la historia es original, creemos que no exageramos, ya que las acciones se desarrollan en el cementerio de un pueblo del interior ( esas ciudades pequeñas donde todos se conocen y no hay acto que pase desapercibido ). Allí, entre las lápidas, nos esperan Marta ( Thelma Demarchi ) y Juana ( Marcela Grasso ), dos mujeres que tomaron la drástica situación de suicidarse, al enterarse que el hombre del que estaban enamoradas,  falleció en un accidente automovilístico.








En nuestra opinión, La Penúltima Oportunidad, es una gran historia de amor, ya que estas mujeres no dudaron en dar su vida, con tal de buscar a ese hombre que amaban, aunque para ello, deben irse al más allá. La situación complicarse, cuando estas mujeres ( o las almas de ella mejor dicho ) de estas mujeres se encuentran en el cementerio. Se sorprenden mucho al encontrarse en esas circunstancias viejas conocidas y enemigas a la vez, ya que en vida, se acusaban de haberse quitado novios, de haber copiado lo que la otra estudiaba, en definitiva, de desear lo mismo, Sin dudas tenían mucha rivalidad y no pueden creer que aún muertas se debían seguir viendo. Sería ese un castigo divino ??

No vamos a contar mucho más, ya que la trama tiene varias sorpresas reservadas y queremos que los espectadores, las descubran cuando vean la obra, solo adelantaremos que pese a buscar por toda la necrópolis al hombre amado y husmear en todas las tumbas, aquel hombre amado, que las llevó allí, no aparece.








Se darán díálogos desopilantes entre estas dos mujeres, muchos momentos graciosos y gags que no queremos anticipar, en esta comedia negra, que pese al tono humorístico permanente que tiene, deja espacio para la reflexión, ya que se tocan temas filosóficos, como la religión y la muerte.

Es hora ya de hablar, de las grandes protagonistas de la noche, nos referimos a Thelma Demarchi y Marcela Grasso, que conforman una dupla exquisita, ya desde lo físico y postural generan risas, por el contraste entre ambas. La química que se genera entre ambas es notable, se complementan en todo momento, saben darse los pies justos, manejando los tiempos de la comedia a la perfección y sin dudas son muy talentosas, ya que saben explotar en gran forma, un texto muy rico.

Nos gustó mucho la puesta de Cristina Miravet, que logra darle mucha dinámica a la trama, con elementos para destacar, como el muy buen diseño escenográfico de Fabián Orfano, un lucido vestuario de Belén Rubio y el destacado diseño lumínico de Ernesto Giannone, que contribuyen a una puesta atractiva, que cuida todos los detalles y posee una frescura, que se manifiesta en varios momentos, como por ejemplo, el imperdible ringtone, que suena cada vez que el mismísimo Dios, las llama al celular.








No vamos a contar más, recomendamos la obra fervorosamente, se van a reír mucho durante la función y seguramente al término de la misma, reflexionarán como nosotros, sobre temas trascendentales, como la muerte, donde vamos cuando dejamos la Tierra,  la existencia de Dios y hasta donde podemos llegar por amor. Sin dudas, el humor es una excelente receta, para derribar barreras y poder tratar temas bien profundos, La Penúltima Oportunidad es una excelente, muestra de ello.

La ovación que los espectadores, la regalan a las protagonistas al final de la función, es una forma de agradecer, la divertida noche de teatro vivida y demostrar que cerrar el fin de semana, a pura risa, es una terapia muy recomendable.




Pensador Teatral.




viernes, 5 de abril de 2019

Rhonda

Dramaturgia de Macarena Trigo y Jimena Lopez. Dirección de Diego Racagno.








Viernes 20 30 hs en Espacio 33 ( Treinta y Tres Orientales 1119 )

Teníamos mucha expectativas en la previa por ver Rhonda y varios eran los motivos para ello, en primer lugar nos habían recomendado mucho la obra el año pasado y pese a las ganas, no habíamos podido verla, luego la temática, poco explorada, nos seducía, ya la obra trata de una luchadora de kick boxing, un deporte muy violento y exigente, que requiere una concentración extrema de aquel que lo practica y por último, nos convocaba la intérprete, Jimena López, una joven y talentosa actriz, a la que vimos en trabajos anteriores y siempre luciéndose mucho ( en especial recordamos su actuación en Perro, entrañable obra del off, con varias temporadas en cartel, en la que casualmente su personaje, era asistente de un boxeador ).








 En este caso, Jimena tenía un gran desafío, ya que este es su primer unipersonal y todos sabemos la exigencia que significa, este género, donde el actor esta solo en escena, llevando todo el peso de la obra.
Comencemos por el final y contemos que todas nuestras expectativas iniciales fueron superadas ampliamente, ya que nos encontramos con una estupenda obra, una puesta muy rica y con una actuación fantástica de Jimena López.

Pero seamos ordenados y contemos como se inicia este proyecto, que nace con Jimena, participando de un taller de dramaturgia dirigido por Macarena Trigo. En esos momentos, la actriz estaba practicando kick boxing y como ella hace tiempo, estaba deseando hacer un unipersonal, pero no encontraba el tema adecuado, pero en ese momento imaginó que las artes marciales mixtas desde el punto de vista de una mujer, podría ser el tópico de ese deseado unipersonal.









En los albores del proyecto, se inspiró para su el personaje que estaba naciendo en Ronda Rousey, judoca estadounidense que ganó medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín y que se hizo famosa luego de retirarse del yudo y dedicarse al UFC, cuando era un deporte que solo practicaban los hombres, convirtiéndose en la primera mujer en llegar a la salón de la fama de UFC. Aclaramos de todos modos que la pieza, no habla de la luchadora estadounidense, solo sirvió de inspiración y quedó el nombre como homenaje.

Las ideas sobre el texto de la obra fueron lanzadas por Jimena y Macarena, luego de un año de improvisaciones, fue quien escribió el texto final, para que finalmente Diego Recagno el director, aportara los contados momentos de humor que tiene la pieza, que sirven para descomprimir la tensión dramática que tiene la pieza. Como ven una creación en conjunto y un gran trabajo de equipo..

Las acciones se desarrollarán en la intimidad del vestuario, donde Rhonda estará sola con su alma, pero no tanto, ya que la acompañarán sus miedos y angustias. Además de explicarnos las técnicas de estas artes marciales, enseñarnos los distintos golpes, las patadas y esas llaves que pueden provocar el abandono del oponente en segundos, veremos la templanza interior que debe tenerse para poder salir al cuadrilátero.








El trabajo de Jimena es fantástico, realizando una composición del personaje admirable, desde su peinado, su vestimenta, su manera de hablar, sus desplazamientos y hasta esa mirada furiosa, transmite al espectador, la sensación, que estamos ante una verdadera luchadora profesional.

La entrega física de la protagonista es absoluta, realmente deja la piel en escena, golpeando la bolsa, saltando la soga y bailoteando en ese vestuario vacío.  Aclaremos que pese a estar sola en escena, gracias a su impronta, podemos verla interactuar con distintos interlocutores imaginarios, como su mánager, entrenadores y rivales.

Hasta allí contaremos, dejaremos que el espectador se entere del resto cuando vea la obra y conozca cuales son esos fantasmas que atormentan la mente de una aguerrida Rhonda que sabe que en este deporte, siempre hay que estar con los ojos bien abiertos y atentos a lo que hará el contrincante.









La trama es intensa, desde los emocional y tiene una carga de adrenalina que se mantiene constante a lo largo de toda la pieza, dando mucho ritmo a una historia, donde la figura estelar de la protagonista contribuye de manera fundamental para lograr esta dinámica, al igual que los muchos elementos que constituyen el entorno.

Nos estamos refiriendo a una puesta muy atractiva, que acompaña al texto, como por ejemplo el diseño escenográfico de Mariana del Gener, recreando con fidelidad un vestuario real, decorado con afiches y elementos pugilísticos varios. Nos gustó mucho el vestuario de Gina Michienzi, que hacen que veamos a una luchadora verdadera y destacamos también el diseño lumínico de Julián Lucero, que crea los climas, que requieren los diferentes momentos de la trama y nos deja alguna escena memorable, como aquella la" sombra " ( no vamos a spoilearla, cuando vean la obra, identificarán claramente la escena que referenciamos )

Con el párrafo anterior, queda claro como están cuidados todos los detalles y como muchas veces, con pocos recursos económicos, pero con mucho ingenio y dedicación, se pueden lograr puestas tan atractivas y ricas desde lo estético, demos aquí su mérito al director, que supo amalgamar todos estos recursos.









Rhonda transita su segunda temporada de suceso y en breve iniciará una gira por España, por lo tanto quedan pocas funciones, en el cálido Espacio 33 antes del viaje. Recomendamos fervorosamente la obra a todos los amantes del teatro independiente, disfrutarán de un guión original, una puesta bella desde lo estético y se encontrarán con una actuación fantástica de Jimena López, que como dijimos antes, se entrega por completo desde lo emocional y lo físico, con un resultado inmejorable.

Los prolongados aplausos, que los espectadores, le tributan a la protagonista, al final de la función,  son un justo reconocimiento, por la hermosa velada teatral vivida, otorgando una victoria por fallo unánime a Rhonda y al teatro independiente, que cada tanto, nos ofrece perlitas como esta.



Pensador Teatral.



miércoles, 3 de abril de 2019

La Lección

Dramaturgia de Eugene Ionesco y Dirección de Lizardo Laphitz.









Miércoles 21 hs en El Método Kairos ( El Salvador 4530 )

El dramaturgo rumano Eugene Ionesco, es considerado unos de los representantes más importantes del teatro del absurdo. Nacido en un hogar de padre rumano y madre francesa, vivió en París durante su infancia, luego regresó a Rumania, para estudiar literatura francesa en la Universidad de Bucarest, para finalmente volver a Francia y radicarse en la ciudad de Marsella, donde se estableció de manera permanente.

En sus obras, Ionescu expone la ridiculez de la existencia humana y la incapacidad de las personas para comunicarse. Su pesimismo es la base del teatro del absurdo, movimiento teatral que pone el acento en la la falta de sentido de la condición humana.








Fue autor de piezas muy representadas en el teatro contemporáneo, como La Cantante Calva, Las Sillas, El Rinoceronte ( tal vez su obra más conocida, en la que los habitantes se transforman en rinocerontes ) y La Lección, que es la obra que nos convoca en esta ocasión.

Esta breve introducción, entendemos sirve como marco, para entender la relevancia que tuvo este autor y adentrarnos un poco de su impronta.

La Lección narra la historia, de una alumna que concurre a la casa de un prestigioso profesor, para tomar clases particulares, que le permitan aprobar el examen de doctorado total, que deberá rendir en breve.









La joven luce aniñada, educada y de buenos modales, se pone en las manos de un profesor que irradia sabiduría. Ambos parece complacidos con el encuentro, la alumna por prepararse con un maestro de semejante envergadura y el hombre por poder dar clases a una joven de buena familia, que además de ser atractiva, parece dócil e inteligente.

Parecen congeniar muy bien, la amabilidad y la corrección entre ambos, por momentos parece hasta exagerada. En apariencias, la lección fluirá de la mejor manera, aunque hay algo inquietante en el entorno, que enciende la señal de alerta, creando sospechas en el espectador. El profesor emplea a un ama de llaves, un tanto extraña y con estilo marcial, que le advierte con énfasis a su patrón, sobre el peligro de avanzar con aquel encuentro, aunque el profesor no le hará caso.

No contaremos mucho más, solo decir que el primer tópico de la lección será la aritmética y veremos a una alumna luego de un comienzo muy seguro, empezará a caer en su rendimiento,ante problemas no tan complejos. Luego el tema, será la filología, las dificultades de la alumna para entender crecerá y la paciencia del profesor, irá en sentido contrario.










Hasta allí adelantaremos, el resto dejaremos que lo descubra el espectador cuando vea la obra, solo decir, que luego de un comienzo muy divertido, con muchas situaciones graciosas y desopilantes, la cordialidad y la amabilidad que había en el ambiente, irá cayendo, la tensión irá apareciendo y el desarrollo tendrá un viraje dramático.

La dirección de Laphtiz es acertada y pone el acento, en la incapacidad que tienen las personas para comunicarse y entenderse, uno de los lineamientos fundamentales del dramaturgo franco-rumano. Otro gran mérito del director, es la acertada elección de los intérpretes para esta obra, provenientes del Laboratorio de Teatro, la escuela de actuación que dirige junto a Marcelo Zitelli.

Las actuaciones nos gustaron mucho, principalmente la dupla que conforman Juan Molinari, el profesor y Julia Labadie, la alumna, con muy buena química entre ellos, algo fundamental para darle fluidez a la trama.










Juan con un discurso aleccionador y pedagógico, encuentra el tono justo para su personaje, al igual que Julia que con mucha frescura, compone a una joven ingenua que está feliz de poder recibir las enseñanzas de un profesor, por el que siente admiración, impresión que cambiará a medida que la obra irá avanzando. Nos gustaron mucho sus interpretaciones.
Andrea Mansilla es una ama de llaves, que parece más una carcelera, su función es velar por la salud y los nervios de su patrón. Desde un papel secundario, cumple de manera acertada su rol.

Queremos destacar especialmente las interpretaciones, porque el género del absurdo, no es sencillo de representar, doble mérito entonces, para actores sin tanta experiencia, que sin dudas con mucho ensayo, logran encontrar el tono justo a sus personajes y en esta segunda temporada, se los nota muy afianzados.











La obra pese a ser escrita en 1950, tiene una vigencia inquietante, ya que, coloca sobre el tapete temas, como la educación, el abuso de poder, las dificultades para comunicarse y hasta la violencia de género, que actualmente genera tanto debate en la sociedad. Además el absurdo y el grotesco, muchas veces ponen al descubierto situaciones que se toman como normales, pero que al mirarlas en detalle, no tienen otra justificación, que el cumplimiento de mandatos sociales arraigados.

Con todos los ingredientes mencionados, podrán disfrutar del humor negro de Ionesco y la satirización permanente a la condición humana, de la mano de un director de experiencia como Laphitz, que le brinda confianza, a un elenco que ofrece entrañables interpretaciones.

La sala más pequeña del Método Kairos, propone un ambiente íntimo, ideal para el desarrollo de la obra, situación que el espectador agradece y  lo deja bien predispuesto, para disfrutar de una lección teatral, que además de divertir, deja espacio para la reflexión.




Pensador Teatral.



domingo, 31 de marzo de 2019

La Cajita de Jaspe

Dramaturgia de Patricia Suárez y Dirección de Herminia Jensezian.








Domingos 19 30 hs en Tadrón Teatro ( Niceto Vega 4802 )

La prolífica y talentosa Patricia Suárez, una vez más nos acerca un texto valioso, que nos hablará acerca de la identidad de las personas, de la fuerza de los recuerdos y sus cicatrices, mostrando como muchas veces, detrás de ciertas personas, que parecen comunes y corrientes, se ocultan historias de vida riquísimas, que nunca imaginaríamos.








En este caso, la autora escribe esta comedia dramática, en formato de monólogo de manera especial, para ser interpretada por Susana Di Gerónimo, una estupenda actriz, a la que ya conocía de anteriores trabajos: Fue por ello, que cuando Herminia Jensezian, otra vieja conocida, le comentó que estaba buscando un texto para Susana, enseguida se inspiró y fue tomando forma este entrañable proyecto, tan cálido y humano.

La obra se iniciará, con un señora elegantemente vestida, que es retenida, por personal de seguridad de un shopping, acusada de haberse robado un perfume. La situación resulta graciosa, la mujer que a regañadientes, informa llamarse, Elena de Federici, les hablará a sus ocasionales carceleros, acerca de las influencias, de su poderoso esposo, del fuerte carácter de sus hijas, de su hijo que vive en Sidney y como se enojarían todos, si fueran molestados por una tontería, como resulta el tema del perfume hurtado.








La charla es amena y el personaje interpretado por Susana Di Gerónimo, genera una empatia absoluta con los espectadores, que siguen encantados su relato en apariencia trivial y algo fabulador, hasta que de a poco irán descubriendo, que detrás de esa mujer con una vida aparentemente aburrida y tranquila, se esconde un gran secreto, que pugna por salir a la superficie.

No vamos a adelantar mucho más, solo decir, que en un momento Elena, revelará que su apellido es Klimek y hablará de sus padres polacos, que criaban chanchos para ganarse la vida, hasta que los alemanes invadieron Polonia, dando lugar a la guerra y a las atrocidades, que siempre van de su mano.








Sin pensarlo, esas personas de seguridad, a quien no vemos, pero que sentimos presentes e inquisidores, serán testigos de la confesión de una mujer, que con sus recuerdos, nos llegará al corazón. Pero bueno cumpliremos nuestra palabra y no contaremos más, dejaremos que el espectador cuando vea la obra, descubra cual es ese secreto, que Elena guarda desde hace muchos años en esa cajita de jaspe.

Nos encantó la interpretación de Susana Di Gerónimo, con una fluidez y un oficio escénico que se disfruta enormemente. Se nota que siente muy cómoda, con este personaje escrito a medida, que le permite desplegar toda su sensibilidad y emotividad, redondeando una composición magnífica.

La puesta de Herminia Jensezian, la directora, es original y exigente para la protagonista, ya que la disposición de las butacas, formando un cuadrilatero que rodea a la mujer, no es casual. Elena se siente observada, desde los cuatro lados, con ojos inquisidores, que parecen acorralarla. Por eso, Elena caminará todo el tiempo por el escenario, de manera nerviosa y con algo de angustia, contando su historia y tratando de lograr la aprobación y la clemencia de esas personas que la acusan por robarse un perfume, hecho que genera un efecto impensado en la mente de aquella mujer que se transporta en el tiempo, a momentos muy sufridos de su infancia.








La escenografía es despojada, solo una música incidental de fondo y un lucido diseño lumínico, que acompañarán a la protagonista, que sola en escena, irá creciendo, junto a un texto, que al principio luce inofensivo, pero que se irá transformando, a medida que la historia avanza.

 La Cajita de Jaspe transita su segunda temporada, algo que en estos tiempos, pocas obras consiguen , con una historia, que pasa por todos los estados de ánimo, de la mano de una fantástica Susana Di Gerónimo, que resulta la intérprete perfecta, para este texto de Patricia Suárez,








Una vez más nos vamos contentos de un Tadron, que siempre ofrece piezas valiosas, que invitan a la reflexión. Solo nos queda recomendar La Cajita de Jaspe,  disfrutarán de una obra sensible, que nos recordará los horrores de la guerra y las humillaciones que muchas personas debieron soportar, para convertirse en sobrevivientes de un pasado oscuro y soportando a los fantasmas que pese a los años, siguen apareciendo en sus vidas.

El prolongado y emocionado aplauso del público al final de la obra, es un justo premio a la entrañable actuación de la protagonista y una clara demostración de cuanto nos movilizó la obra.




Pensador Teatral.


miércoles, 13 de marzo de 2019

El Casamiento

Dramaturgia de Witold Gombrowicz y Dirección de Cintia Miraglia.







Domingos 18 hs en Teatro El Extranjero ( Valentín Gómez 3378 )

El Casamiento, es la segunda obra escrita por Witold Gombrowicz, escritor y dramaturgo polaco, candidato en vida al Premio Nobel de Literatura,  que pese a haber nacido bien lejos de estas tierras, consideraba a Argentina como su patria adoptiva,  ya que vivió veinticuatro años en el barrio de Flores, donde escribió gran parte de sus textos.

La llegada de Witold a nuestro país, tuvo mucho de fortuita, ya que viajó a nuestro país en 1939, en un trasatlántico que había zarpado desde Varsovia en su viaje inaugural, que lo tenía entre sus invitados especiales. Llegaba a Buenos Aires, para quedarse algunas semanas, dictando algunas conferencias y seminarios, pero en esos momentos, estallaba la Segunda Guerra Mundial en Europa, los nazis invadían Polonia y la estadía de Gombrowicz, planeada para un par de semanas, finalmente se prolongó por más de dos décadas.








Hasta allí una introducción, que nos permite ver la relación de uno de los creadores literarios más importantes del Siglo XX, con nuestro país. Yendo a la obra que nos convoca, digamos que una vez más, el autor hace gala de su creatividad y de textos ambiciosos, que salen de las convenciones, teniendo siempre presentes temas como el poder, la guerra y la locura.

En este caso, para escribir El Casamiento, Witold, toma como referencia una obra shakespereana como Hamlet, para montar una historia, donde ficción y realidad se mezclan de manera continua. Es más el protagonista, juega mucho con este tema, interpelando a la platea en varios pasajes y sosteniendo que nada de lo que está sucediendo es real, sino es producto de un sueño o de su propia imaginación.

Esos que aparecen allí son realmente sus padres ?? Era esa su casa ?? Y que pasó con su prometida, que ahora luce como una sirvienta ?? Enrique retorna de la guerra y nada es lo que era. Todo es diferente a cuando partió. Pero realmente volvió de la guerra ?? Esos personajes son reales o todo lo que vive es una pesadilla ?? Seràn sus recuerdos lo que arman este presente que le resulta tan artificial ?







No contaremos más, quienes hayan visto antes alguna obra de este gran novelista, famoso en su país y casi un desconocido aquí. conoce la creatividad sin límites del autor y el vuelo que le otorga a sus personajes. Y para aquellos espectadores, que aún no saben cual es su estilo, con El Casamiento, tendrán una excelente aproximación.

La puesta que nos propone la directora, es muy atractiva y para un texto que no es sencillo de representar, se apoya en el muy buen elenco reunido, que compra los boletos para el onírico viaje , que propone el autor, lo que nos permite ver magníficas interpretaciones.

Mariano Bassi, es Enrique, el gran protagonista de la historia y para nosotros la actuación más destacada de la noche. Con gran carisma y un dominio escénico para resaltar, se nota que disfruta del protagónico. Será quien manejará los tiempos de la trama y dialogará mucho con el público, generando mucha empatía y saliendo de la trama, cada tanto, dejando congelados al resto de los actores, para tratar de descubrir con la platea, si algo de lo que está ocurriendo allí es real o es todo producto de su mente. Fenomenal trabajo de Mariano.








Monica Driollet es su madre y nos encantó su composición de personaje, muy gestual y con aire espectral. A Mónica la vimos el año pasado destacarse mucho en Las Encadenadas, una entrañable obra del off  y en esta oportunidad volvemos a elogiar su trabajo. Hugo Dezillio, será el padre de Enrique, por momentos será tabernero, en otros será rey y en algunos simplemente padre. Destacamos la gracia y el histrionismo de Hugo, responsable de gran parte de las situaciones graciosas y disparatas de la obra.

María Colloca es la revelación de la obra, será la prometida de Enrique, era su novia antes de partir a la guerra, pero ahora luce muy diferente y sin el aura virginal de aquel entonces. Una estupenda interpretación de María, jugando mucho con su cuerpo, con mucho de clown y una expresividad a flor de piel. Además podemos disfrutar su hermosa voz, que se luce en las partes cantadas.

Completan el elenco, Victor Salvatore, como Pepe, el amigo de Enrique, Fabián Carrasco, como un borracho muy insistente y Luciano Nobati, como el dignatario. Los tres cumplen muy bien sus papeles y además hacen las veces de juglares, musicalizando la trama, con guitarra, acordeón y violín, respectivamente.








La puesta de Cintia Miraglia, se acopla al texto y es absolutamente descontracturada, logrando incluir al público, apelando al humor ácido, al grotesco y a situaciones delirantes, contando ademas con muy buenos momentos musicales, logradas coreografías, logrando una trama con gran vuelo poético, en una puesta con una estética muy cuidada.

Es la segunda temporada, de El Casamiento en un teatro cálido y acogedor como El Extranjero, una vez más se sigue presentando a sala llena, agotando las localidades en cada función, por un público que seguramente por el boca a boca, es convocado, a esta ceremonia tan particular, donde la imaginación y los sueños colmarán el escenario, para el disfrute de los espectadores, que sin querer distinguir, los límites de la ficción y la realidad, se sumaran a este viaje onírico que nos propone este escritor de culto, con tantos lazos con Argentina
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Pensador Teatral.