Dramaturgia y Dirección de Pilar Ruíz.
Domingos 17 hs en Teatro del Pueblo ( Lavalle 3636 )
Nuestro teatro independiente nunca deja de sorprendernos y cada tanto nos tiene reservadas propuestas donde la creatividad llega a límites muy altos. Este es el caso de Bailan las Almas en Llantas, escrita por Pilar Ruiz, una joven y talentosa dramaturga, que ya en anteriores textos mostró que es una autora comprometida con la realidad social, buscando exponer temáticas que reflejen situaciones que forman parte de nuestra cotidianeidad.
En este caso Pilar, presenta una historia de amor que se plantea como una versión libre del clásico shakesperiano Romeo y Julieta, pero con la particularidad que la historia lejos de desarrollarse en la Italia medieval, se produce en un asentamiento marginal de la Ciudad de Buenos Aires, que por las pistas que nos irá dando el relato, podemos suponer se trata de la villa del Bajo Flores, como escenario que da cobijo a la historia.
Tendremos un baile de primavera en el barrio y allí surgirá un amor equivocado, el de Valu, la hija del transa del asentamiento y Julio, un pibe que consume, que tiene al padre en la cárcel y que cada tanto junto a sus amigos del playón, hacen algún trabajito en el que tienen que ponen las llantas a toda velocidad, para que las balas de la policía no los alcance. La relación entre ellos asoma como imposible, ya que pertenecen a bandos opuestos, ellos lo saben, el entono se los advierte, pero el deseo adolescente de ellos es más fuerte y van a querer seguir adelante, sabiendo la tormenta tarde o temprano se va a desatar y lo hará con furia.
Pilar estuvo mucho tiempo para desarrollar la dramaturgia, toda la obra está escrito en verso y rima, algo que le otorga un enorme vuelo poético al texto, dejando en claro la ficción, ya que la autora no quería caer en golpes bajos o estigmatizaciones. Con la poesía, logra tomar la distancia necesaria, dejando claro el hecho teatral, la ficción, pero consiguiendo describir una realidad dolorosa, que muchas veces prefiere no verse, ya que lo más fácil, es ocultar el problema y no enterarnos.
La obra es cruda y extremadamente dura, ya que en todo momento está presente el tema de las drogas, los transas, los soldaditos, los consumidores y como la ley además de ser cómplice, funciona como un engranaje fundamental, de este negocio de vicio y muerte. En el barrio se respira cumbia y reggaeton, la música es una forma de escape y es uno de los lenguajes del barrio, como también lo es el trap y el freestyle. Todos los rincones de la villa huelen a violencia, la marginalidad es la moneda de cambio y la muerte siempre anda rondando las calles, pudiendo aparecer a la vuelta de cada que esquina, sin anuncio previo.
Y en ese ambiente de violencia, consumo y balas, el deseo de los adolescentes sigue corriendo. Saben que en la villa todo cuesta el triple y que para lograr algo deben arriesgar, esa es la ley. Tal vez sea por ello, que Valu y Julio, irán para adelante, desafiando a los poderes y sabiendo que están yendo a toda velocidad a contramano, sacando chispas con esas llantas que siempre tienen que estar preparadas para huir. Y hasta allí vamos a contar de esta historia bien popular, con aires shakesperianos. Dejaremos que el espectador descubra, si aquí el desenlace es el mismo que en la tragedia isabelina o no.
Es momento de hablar de la potencia de la puesta y las actuaciones. Son nada menos que diez los actores en escena. La obra presenta un despliegue escénico que no podemos dejar de destacar, ya que no es usual en el teatro independiente. La trama tiene vértigo y ritmo musical, suena la cumbia y bailan las almas del barrio, hay corridas en el escenario, se trepan estructuras metálicas. El movimiento y la corporalidad es un sello distintivo de la puesta.
Hablemos un poco de las actuaciones que presenta la obra. Si bien la grupalidad predomina, hay que mencionar algunos trabajos individuales, que son realmente sobresalientes. Arranquemos por los enamorados de la noche, aquellos que no renunciar a sus deseos de amor. Juan Tupac Soler, es Julio, uno de los protagonistas de la historia. Tiene un loco metejón con Valu y no va a renunciar a ese amor, pese a la opinión de sus amigos. Gran trabajo de Juan, un joven actor, al que elogiamos cada vez que lo vemos, por su versatilidad y su carisma. Aquí vuelve a mostrar sus credenciales, con una excelente composición.
Camila Conte Roberts es Valu, la que está dejando atrás su niñez y ya se siente mujer, la rebelde que no aceptará el mandato que quiere imponen su padre y apostará por el amor sincero. Nos encantó su trabajo. Era un desafío grande para Camila, ya que es una actriz muy joven y este protagónico además de ser muy exigente, requiere una entrega física absoluta y Camila demuestra estar a la altura, siendo a nuestro entender la revelación de la obra, con una interpretación cargada de sensibilidad.
Y que decir de la genial composición de Romina Oslé, como Gladys, la tutora de Valu, la devota de Santa Gilda, una mujer con mucha calle. Con sus curvas y sus tacos, levanta suspiros por donde camine. Su manera de hablar, de caminar y su gestualidad es la que pide su personaje, que sin dudas, es uno de los más festejados por el público. Jesús Catalino como Mike, también se destaca mucho. Amigo de Julio, mostrará una lealtad de fierro y tendrá varios momentos de lucimiento, que no vamos a revelar para no anticipar momentos de la trama. Lola Banfi, también compone un personaje clave en la historia, es la maestra del barrio y será cómplice de ese amor prohibido. Muy bueno lo de Lola.
Por razones de espacio, para no hacer tan larga la reseña, estamos siendo injustos con Fran Bert, Federico Martínez, Daniel Begino, Joaquín Gallardo y Matías Méndez, que también son fundamentales en la trama y todos ellos tienen sus momentos de destaque. Bailan las Almas en Llantas, como dijimos funciona como un bloque, que canta, baila y corre por las calles del barrio, siendo importante el aporte de cada integrante del elenco.
No es sencillo coordinar los esfuerzos de diez actores en escena y Pilar Ruiz muestra que además de ser una gran dramaturga, está cada día más asentada como directora. Puntos a destacar en la puesta son muchísimos. Podríamos arrancar por el impecable vestuario de los protagonistas, con ropa deportiva, capucha, gorrita y por supuestos altas llantas. El diseño escenográfico con estructuras móviles, resulta práctico y original. Ambos ítems a cargo de Victoria Chacón, a quien felicitamos. Nos gustaron mucho las coreografías de Andrés Molina y la música original que presenta la obra, creación de Gastón Poirier, siendo estos dos ítems, fundacionales de la obra. Se nota que hay mucho trabajo y se cuidan todos los detalles, teniendo como resultado una puesta potente y muy atractiva, que logra potenciar mucho el texto.
Nos habían recomendado mucho la obra, entonces la vara de las expectativas estaba muy alta y podemos afirmar con seguridad que la misma fue superada. La dramaturgia tiene la virtud de mostrar la universalidad del amor, sin importar que el mismo florezca en un contexto de violencia, marginalidad, adicciones y abuso policial, que lamentablemente resulta una radiografía fiel de lo que si vive a diario, en cualquier barrio de emergencia de la Capital y el Conurbano, donde la vida vale poco.
Nos gustó mucho propuesta la de Bailan las Almas en Llantas, con una dramaturgia magnífica de Pilar Ruiz, una puesta que impacta por su intensidad y actuaciones que no se guardan nada. Todos estos factores confluyen, para redondear una obra, que en nuestra opinión se ubica entre las mejores que vimos este año. Al final de la función, pudimos confirmar por la ovación y el aplauso tan prolongado del público, que los espectadores sintieron lo mismo que nosotros. No se pierdan esta valiosa propuesta donde el amor, la violencia y la poesía se reúnen, para disfrutar de una noche de alto teatro independiente.
Pensador Teatral.