Dramaturgia de Gonzalo Quintana, Belén Amada y Micaela Fariña. Dirección de Gonzalo Quintana.
Sábados 21 hs en Tadrón Teatro ( Niceto Vega 4802 )
Estamos en presencia de una original y lucida propuesta que nos habla de amores incondicionales y amistades a prueba de balas. Chaco Arde, un melodrama musical muy creativo, que acelerará a fondo y no se detendrá ante nada, en la búsqueda que el verdadero amor sea el que triunfe.
La obra transita su segunda temporada y al ver la potencia que tiene la historia y la fuerza que le imprimen sus protagonistas, podemos afirmar que está no será la última, ya que el relato además de ser original, tiene una trama atrapante y vertiginosa, que hace que el espectador se enganche desde el arranque y no se distraiga nunca.
Contemos que Chaco Arde, nos hablará de dos amigas sedientas de venganza. Pasaron veinte años, desde que egresaron de la secundaria, pero tienen buena memoria y no se olvidan de lo cruel que fueron sus compañeros de curso con ellas. Fueron años de bullying que debieron soportar y además tienen muy presente lo que sucedió en aquel viaje de egresados a Bariloche.
Sandra Díaz ( Micaela Fariña ) y Alejandra Gorriti ( Marina Ortega ) son las amigas sufrientes que no dudarán en unir sus fuerzas, para perpetrar la venganza. No importa que para ello, deban viajar al Chaco en pleno verano en un auto sin aire acondicionado, con tal de impedir el casamiento entre Paola y Mariano, dos ex compañeros de su promoción.
Que no hayan sido invitadas a la fiesta de casamiento es un detalle menor, que no les va a impedir estar presentes, no serán obstáculo los 900 kms que deben recorrer hasta el Chaco y tampoco lo será, que en la ruta deban robar un auto para poder continuar camino y ni aún sufrir un choque en el trayecto que las deje algo maltrechas. Ellas están unidas y decididas a todo. La venganza es un plato que se come frío y la hora del banquete ha llegado. La obra tiene un componente de suspenso importante, por eso no vamos a contar más. Para conocer que sucedió en aquel viaje caliente y enterarse si podrán completar finalmente la venganza planificada, deberán ver la obra, que vale mucho la pena.
La dramaturgia es potente y no da respiros, pero no hay dudas que el gran motor de la historia, son las magníficas actuaciones de la dupla protagónica formada por Micaela Fariña y Marina Ortega, que además de realizar composiciones estupendas, se entregan de manera descomunal, en una obra que exige mucho desde lo físico y les aseguramos que no se guardan nada.
Micaela Fariña compone a una pasional Sandra, que aún no puede olvidar aquel beso de Pao en Bariloche y ese amor fallido que aún le da vueltas por la cabeza. Destacamos su histrionismo a flor de piel, es un verdadero volcán en erupción y además muestra sus excelentes condiciones para el género musical, ya que está a cargo de los momentos musicales de la obra, guitarra en mano y con una voz hermosa. Con notable presencia escénica y mucho desparpajo, nos encantó el trabajo de Micaela, que es una de las impulsoras del proyecto.
Marina Ortega, que se incorporó esta temporada a la obra, compone a una Alejandra incondicional, dispuesta a hacer la pata a su amiga y acompañarla en su alocado viaje. Ale luce más cerebral, pero estará dispuesta a romper todas las reglas para ayudar a Sandra, que obnubilada por el amor que le tiene a Pao, no logra pensar claramente. Buenísimo el trabajo de Marina. Está muy logrado el vínculo que se establece entre las amigas, caminando por una línea muy delgada entre una fuerte amistad y una relación algo más íntima, ya que es indudable que hay una atracción física entre ellas.
La dirección de Gonzalo Quintana, es realmente efectiva y logra potenciar los trabajos individuales de ambas actrices, que destacan mucho en el conjunto, creando una atmósfera íntima, en la que los espectadores pueden sumarse.
La puesta tiene varios elementos para destacar, con momentos musicales muy bien elaborados, el vestuario de Mailén Calvo y el diseño escenográfico de Lula Rojo, que con pocos elementos logra una excelente ambientación. Este es otro buen ejemplo, de como agudizando la creatividad, se pueden logran puestas realmente atractivas.
No queda mucho más para contar, reiterar que nos gustó mucho la propuesta de Chaco Arde, con una dramaturgia que se anima a tomar riesgos e ir a fondo, para hablarnos por un lado del amor y todo lo que estamos dispuestos a hacer en su nombre, sin importarnos las consecuencias. Y por otro lado, la obra nos ayuda a reflexionar acerca del valor de las amistades y de como muchas veces en la escuela, la crueldad de la mayoría, que toma de a punto a algunos, puede dejar cicatrices, que perduran aunque pasen los años.
Recomendamos Chaco Arde, es una gran idea emprender esta travesía junto a Sandra y Ale, un viaje algo delirante que nos hará reír, emocionar y disfrutar de exquisitos momentos musicales, gracias a una puesta vertiginosa y dos actrices que ponen toda la carne en el asador, para regalarnos una caliente y emotiva noche de teatro independiente, resultando un verdadero canto al amor y la amistad.
Pensador Teatral.
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