Obra escrita por la talentosa Lucía Steimberg y dirigida por Alejandra Marino.
Segunda temporada de esta interesante pieza, brillantemente interpretada por Lucía, que además tiene el enrome mérito de ser la autora del texto.
La obra nos muestra en primera persona el dolor de Elena, una mujer, que sin tapujos se expone ante la platea y muestra a flor de piel, sus dolores, su sufrimiento, sus miedos, sus obsesiones y deja en evidencia, como un hecho traumático vivido en la infancia puede condicionar de manera determinante el futuro de una persona.
El relato de esta joven mujer, atrapa al espectador en todo momento y nos provoca un sentimiento de empatía casi incondicional, con esta mujer que con absoluta crudeza nos expone su dolor y la forma en que convive con él.
La actuación de Lucía Steimberg, es francamente conmovedora, con una entrega actoral y física absoluta, exponiendo un ilimitado bagaje de recursos artísticos a lo largo de la obra, es admirable su gestualidad, sus tonos añinados, su voz suave que casi pide permiso para hablar, pero por momentos también aparece una mujer sensual que seduce con sus movimientos y su corporalidad o aparece un tono enérgico cuando imita la forma de hablar de otras personas o cuando entona un hermoso canto gitano.
El dominio que tiene la protagonista del escenario es absoluto y el relato que es fuerte, por momentos se torna perturbador por su crudeza, pasando por momentos graciosos donde Lucía expone toda su simpatía e hilaridad y por otros de hondo dramatismo, donde llega al corazón del espectador, con un vértigo que enriquece mucho el relato.
Si bien en estamos en presencia de un unipersonal, en realidad no lo es en forma pura, ya que en escena aparece en todo momento, una mujer en un segundo plano, que hace las veces de custodia del relato de la protagonista, la ayuda con los cambios de vestuarios que hace Elena en pleno escenario ( muy buen recurso ) , la apoya con alguna mirada o algún gesto de aprobación o desaprobación según el momento. Lo más interesante es que esta enigmática mujer, es nada menos que Alejandra Marino, la directora de la obra, realmente un recurso novedoso y muy bien logrado.
Destacable la iluminación de Pablo Rojas, que colabora mucho en el clima intimista que busca generar la puesta, que tiene una escenografía despojada, con la protagonista bien cercana a la platea, algo que permite apreciarla sin perder detalle.
El texto es muy rico, tiene muchas metáforas ( como por ejemplo querer quitar con agua y jabón esas marcas de dolor que se impregnaron en la piel de Elena ) , nos habla de sufrimiento, de soledad, pero también nos habla del amor profundo, de enamoramientos y también de obsesiones, pero no vamos a seguir contando detalles, para resguardar el suspenso que tiene la obra.
Como conclusión, una excelente propuesta la que nos ofrece esta obra, una historia fuerte con una temática siempre vigente y tratada desde un punto de vista particular, donde se destaca nitidamente la brillante actuación de Lucía Steimberg, realmente un placer verla en escena, con una interpretación tan lograda y jugada.
Recomendamos fervorosamente Piel Marcada, la prolongada ovación que recibió la protagonista, del público que colmó la sala del Camarín de las Musas al final de la obra, es el fiel reflejo, del lindo momento teatral vivido por todos los presentes e invitamos a que usted lector de estas líneas, también pueda vivirlo.
Pensador Teatral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario