martes, 25 de abril de 2017

La Señorita Julia

Sábados 20 hs en Teatro El Excéntrico de la 18 ( Lerma 420 )




Obra escrita por August Strindberg y dirigida por Cristina Banegas.

La Señorita Julia, pieza icónica del teatro moderno, escrita en 1888 por el dramaturgo sueco August Strindberg, llega al teatro off porteño en la versión adaptada en 1978, por Alberto Ure y José Tcherkaski, en una notable adaptación, que le quita minutos a la versión original y con algunos retoques, permite que el texto original escrito hace más de cien años, conserve absoluta vigencia y toda la intensidad y el espíritu, que le dió la pluma de Strindberg.

La clásica historia, nos sitúa en el año 1874, en el condado sueco de Count, donde en ocasión de la celebración de la noche de San Juan, que marca el inicio del verano, la noble señorita Julia, decide pasar una noche de liberación y salir a bailar por las calles del pueblo, para olvidarse de su posición social y de su último desengaño amoroso,
Su padre, un poderoso conde, se encuentra de viaje, Julia ( interpretada por Belén Blanco ) entrada ya la noche,  vá hasta la cocina donde se encuentra con Juan ( Diego Echegoyen ), el buen mozo mayordomo de la casa, que vive allí hace años y se encuentra comprometido con Cristina ( Susana Brussa ) la cocinera.

Ese encuentro, no resulta normal para la época, no es usual ver a una joven noble hablando con sus lacayos, indudablemente Julia siente una atracción amorosa y sexual por Juan. Cristina se vá a dormir y envalentonados por la bebida y los efluvios de esta noche especial, se produce lo impensado, se consuma el ardiente encuentro amoroso ente Julia y Juan y desde ese momento todo cambiará dramáticamente, el clásico se convierte en tragedia y la tensión dominará la escena hasta el final.

La pieza nos habla sobre la lucha de clases, las relaciones de poder, el sometimiento de la clase dominante sobre la clase baja y como un hecho como ese encuentro amoroso, puede modificar todo, como las relaciones de poder pueden invertirse y aparecer el resentimiento de las clases oprimidas.
El hecho de ser mujer, es una clara desventaja para Julia, su honor ha sido mancillado y ya nada será igual.
Los interrogantes llueven sobre el escenario.  El amor está por encima de las diferencias sociales ??Hay alguna forma de volver los hechos atrás ???  Deberá Julia ceder ante el chantaje de Juan ??  El poderoso conde, padre de Julia, soportará esta afrenta ??



El inteligente guión de Strindberg, siembra muchísimas dudas y le impone un aire trágico a los protagonistas, que se encuentran envueltos en una situación, de la que no les será fácil escapar.
Será el espectador, el que viendo la obra podrá develar cada una de estas preguntas que formulamos.

La dirección de Cristina Banegas es precisa, la trama está cargada de tensión y el interés del espectador se mantiene en todo momento, gracias a un guión que invita a la reflexión y permite ver como estas situaciones, que se planteaban hace 100 años, hoy están más vigentes que nunca.

Debemos ya destacar las magníficas actuaciones que tiene la pieza, arrancando por la gran protagonista de la misma, Belén Blanco, un actriz que tiene una energía increíble y que le da vida a una Lucía, que llena el escenario con su interpretación, con una entrega física y actoral, que conmueve, sus movimientos, sus pasos de danza, sus distintos tonos de voz, todo se destaca. Son esas interpretaciones, donde podemos decir, que la actriz deja la piel sobre el escenario y no exageramos, ya que es brillante la actuación de Belén.

Realmente sorprende, lo de Diego Echegoyen, ya que no se amilana ante la interpretación de Belén y es un Juan, por momentos obediente, por instantes astuto y por otros cínico. Logra seguirle el tren a la protagonista y juntos consiguen escenas cargadas de pasión y de realismo.
La obra es muy fuerte y de gran exigencia para los actores, Diego también entrega todo.

Un escalón abajo en protagonismo, se encuentra Susana Brussa, como Cristina, la mujer a la que Juan engaña, la que sufre el capricho de Lucía, con estoicismo  y resignación. Si bien su personaje, tiene un menor espacio para el lucimiento, su actuación es impecable.



Muy bueno el recurso, jugado por la directora, en cuanto a que en todo momento los protagonistas, quedan a la vista del público, aún cuando no están jugando la escena, quedan en segundo plano pasivo, pero a la vista del espectador.

La escenografía es desprovista, hay pocos elementos en escena, el protagonismo lo tiene la palabra, con diálogos muy ricos y el movimiento, la obra tiene una acción permanente, de cuerpos que corren, bailan, se tiran al piso. Hay que destacar las coreografías que propone Virginia Lezama.
Es importante, el papel que juega el diseño lumínico a cargo de Verónica Alcoba, con mucho juego de sombras y luces lúgubres, acordes con el clima que requiere la pieza.

Como conclusión, estamos en presencia de una magnífica versión de un clásico del teatro de todos los tiempos, escrito hace más de 100 años, pero que merced a una impecable adaptación logra una vigencia asombrosa, trayendo a estos tiempos, temas como la lucha de clases, el amor enfermizo que muchas veces puede convertirse en violencia y el sometimiento, en el cual la mujer siempre lleva la peor parte.

La Señorita Julia, es una obra profunda, una verdadera tragedia, con una dirección impecable y actuaciones extraordinarias, para redondear una gran noche de teatro, con una pieza que honra al teatro independiente y que sin dudas recomendamos.


Pensador Teatral.

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