jueves, 29 de marzo de 2018

Madre Amadísima

Miércoles 20 30 hs en Teatro Buenos Aires ( Rodríguez Peña 411 )





Dramaturgia de Santiago Escalante y Dirección de Daniel Cinelli.

Segunda temporada de Madre Amadísima, obra escrita por el autor andaluz Santiago Escalante, la pieza se estrenó en Sevilla en el 2007, con enorme éxito de taquilla y de crítica. Tanto es el suceso, que la directora Pilar Távora, tiempo después, decide llevarla al cine, donde tuvo un rally impresionante, obteniendo múltiples premios y reconocimientos, destacándose especialmente en los Premiso Goya 2011, donde se llevó numerosas nominaciones.

La película triunfa en España y llega a la Argentina, allí es donde aparece en escena, nuestro Oscar Giménez, que vé la película y en ese instante se enamora de ella. Tanto, que decide ponerse en contacto con el autor de la misma, algo impensado décadas atrás, pero posible en la actualidad, gracias a la inmediatez de las redes sociales y consigue llegar a un acuerdo para traerla a nuestro país, en una adaptación que conservando íntegramente la esencia y el espíritu, del texto original, presenta algunas diferencias, en su adaptación local,

Contemos ya que Madre Amadísima, narra la historia de Alfredito, encarnado de manera brillante por Oscar Gíménez, un costurero homosexual, ya en edad madura, que aparece en escena, vistiendo con devoción a una Virgen Negra, preparándola para una procesión, en Sevilla, donde se desarrolla la historia y la Virgen desata incontrolables pasiones.






La conexión de Alfredito con la figura de la Virgen es asombrosa, encuentra en ella la paz necesaria, para desandar su vida entera, desde el momento de su nacimiento, pasando por su difícil infancia, su despertar sexual con Javi, el hijo del alcalde, con quien descubre su atracción por los chavales y contando también su desopilante pasada por la mili.

En su relato, siempre hace referencia a su entorno familiar, manifestando su amor incondicional por su madre querida y el profundo desamor y desprecio de su padre, para con él, como un reflejo de esa sociedad que discrimina y no acepta al diferente.

Con mucho humor, Alfredito se asume asimismo como la loca del pueblo, aquella a la que todos miraban, por la que murmuraban a sus espaldas y obviamente no aceptaban- Recordemos que la historia, transcurre en la década del 50 en el interior andaluz, en época en que el generalísimo Franco, tenía el poder total en España y la tolerancia, precisamente no era una de las características de su gobierno, trayendo recuerdos olvidados, pero de gravedad, como por ejemplo que existía un de campo de concentración, al que enviaban a los homosexuales.






Si bien el relato es profundo, confesional y tiene mucho de dramático, la historia se cuenta en clave de humor, el protagonista, toma con una mirada graciosa, sus recuerdos, aún los más duros y presenta su vida, que no fue sencilla, en forma esperanzada, siempre buscando el lado positivo y esto sin dudas es mérito del autor, que logra que el relato siempre sea ameno y no se haga denso, teniendo vital influencia, en este caso, también de la estupenda actuación de Oscar Giménez, que entiende a la perfección, por donde debe transitar su actuación

Realmente es todo un desafío, encarar este unipersonal, donde el protagonista, debe sostener el acento andaluz, por casi una hora y media, llevando el relato a través de los diferentes estados de ánimo, que presenta su propia vida, con alegrías, tristezas, momentos muy graciosos y otros de profundo drama. Es una obra que exige mucho y realmente Oscar, supera con creces la exigencia, mostrando un dominio absoluto del escenario y de los tiempos y mostrando una identificación y un amor por el personaje, que emociona y conmueve.

La escenografía es despojada, solo hay una mesita y esa virgen morena, que acompañan al protagonista, la preponderancia aquí es del texto, la palabra es la que se impone, algo que entendió muy bien, Daniel Cinelli, el director, que presenta una puesta intima y minimalista, creando la atmósfera ideal, para que el protagonista, gracias a su talento, haga de las suyas.






Debemos destacar la moderna iluminación del Teatro Buenos Aires, que acompaña y recrea los diferentes momentos, que atraviesa la trama.

Estamos en presencia, de una propuesta más que interesante, un texto potente de un Santiago Escalante, que nos trae a Buenos Aires, una historia de raíces andaluzas, que nos habla de la discriminación brutal, que sufrían personas como Alfredo, en una época de España,  en que se veía al homosexual como un enfermo, al que debía tenerse lo más lejos posible.






Si bien con el correr de los años, las ideas evolucionaron, la pieza sirve para reflexionar y darnos cuenta, que pese al paso de los años, la discriminación aún sigue, por diversos motivos y muchas instituciones, contrariamente a lo que marca sus esencia, en vez de abrir sus puertas al diferente, se las cierra.

Una propuesta de enorme valor, nos trae Madre Amadísima, junto con la posibilidad de disfrutar la interpretación brillante de Oscar Giménez, que con un amor y una entrega absoluta, regala a los espectadores, una estupenda noche de teatro.

Recomendamos mucho la obra, sin dudas, un toque de distinción en nuestra rica cartelera porteña, que aquellos amantes del bueno teatro, no deberían dejar de ver.



Pensador Teatral.



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