miércoles, 14 de agosto de 2019

Potestad

Dramaturgia de Eduardo " Tato " Pavlovsky y Dirección de Norman Briski.










Miércoles 21 hs en Caras y Caretas 2037 ( Sarmiento 2037 )

Potestad es una obra emblemática de nuestro teatro nacional, escrita por el gran Tato Pavlovsky en 1983, momento en que la democracia recién retornaba y el tema de las desapariciones de personas durante la dictadura todavía no había salido a la luz en toda su dimensión y mucho menos la problemática de la apropiación de niños acontecida en esos años, cuestión conocida por las Abuelas de Plaza de Mayo, organismos de derechos humanos, pero no tanto, por el público en general.

Pasados más de treinta años de aquel estreno, los productores del Caras y Caretas 2037, un nuevo espacio teatral de Buenos Aires, le propusieron a Norman Briski, montar allí alguna obra de su amigo Pavlovsky y allí fue cuando a Briski, se le ocurrió proponer un clásico como Potestad, obra que el mismo dirigió en su estreno, con Tato como protagonista. Pero esta nueva versión tendría dos variantes de alta impacto.










La primera de ellas, consiste, en que no sería un hombre quien se encargaría de representar el papel del médico apropiador, sino una mujer, esta decisión puede señalase, que está en sintonía con diversidad de género, que se impone en estos tiempos. Y la mujer elegida para este rol, es una actriz de excelencia como María Onetto.

La segunda de las variantes, es aún más innovadora, la puesta se montaría siguiendo los lineamientos del teatro noh, disciplina teatral originaria del Japón, nacida en el Siglo XV,  El noh tiene una estética dogmática y se caracteriza por tener desplazamientos pausados y geométricos, quien la representa traza líneas perfectas en el escenario y utiliza un lenguaje elaborado y aristocrático. Además este arte oriental, tiene un vestuario particular, maquillaje y un trabajo corporal que requiere una disciplina extrema, con algunas reglas que deben cumplirse a rajatabla, como por ejemplo que casi no se usan las manos, algo muy difícil para cualquier actor, siendo este un ejemplo.










La apuesta realmente era osada y el desafió de convocar a una actriz de probada trayectoria e indudable talento como María Onetto, pero sin ninguna experiencia en el teatro noh, acrecentaba los riesgos, ya que adentrarse en esta disciplina exigiría un entrenamiento muy riguroso y un compromiso absoluto de la protagonista. Osea, desafío doble, el principal imaginar, como se vería este clásico del teatro nacional, en clave oriental y el segundo conseguir que Onetto incorpore los valores de este arte, en poco tiempo.

A nuestro entender, los resultados fueron excelentes, el trabajo de María conmueve por su brillantez, al principio le cuesta al espectador reconocerla con tanto maquillaje y de vestuario, pero con el transcurrir de las escenas, el público, se desprenderá de esa sorpresa inicial, a nosotros nos costó unos minutos, comprender la mecánica del noh y notaremos su inconfundible tono de voz.











Onetto estuvo trabajando varios meses con Daniela Rizzo, una coach en teatro noh y los resultados son increíbles. No vamos a contar más, tienen que ver la fenomenal composición de Onetto en el escenario, para ver que no exageramos en nada. La verán totalmente alejada de sus habituales trabajos, mostrando una disciplina y una versatilidad que no dejan de sorprender. Una interpretación para el aplauso.

Lo mismo digamos de la puesta de Briski, sorprendente y arriesgada, con muchos elementos para destacar. El enorme espacio escénico del Caras y Caretas, podía convertirse en un obstáculo, para la representación, pero hasta esa dificultad fue sorteada por Norman. El diseño sonoro y la música en vivo de Tomás Finkelsztein es soberbia, hay un impactante vestuario de Renata Schusshaim y no queremos contar más de una puesta que tiene varias sorpresas reservadas, para conservar el suspenso.











No queda más para agregar, Norman Briski vuelve a dirigir Potestad,  pasados treinta años desde aquel estreno y decide hacerlo después jugarse con esta puesta absolutamente innovadora, que moviliza al espectador, que logra resignificar un texto, que muestra su absoluta vigencia y nos ayuda a que siempre lo tengamos presente en nuestra memoria.

Disfrutamos una noche diferente de teatro, con una obra emblemática de nuestro teatro, que se fusiona con el arte oriental, de la mano de un director brillante y una Maria Onetto increíble. Los aplausos y la admiración con que el público despide a la protagonista al final de la función, es el mejor cierre, para una noche diferente y de lujo para nuestro teatro independiente.




Pensador Teatral.



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