Dramaturgia y Dirección de Jazmín Bitran.
Jueves 21 hs en El Sábato Espacio Cultural ( Uriburu 763 )
Un soplo de aire fresco llega de la mano de Smile, entrañable obra escrita y dirigida por Jazmín Bitrán, que nos acerca una mirada particular de Sir Charles Spencer Chaplin, actor, humorista, compositor, productor, director y escritor, considerado uno de los grandes mitos del cine, que pasó a la historia por la creación de Charlot, su personaje más famoso, al que todos reconocemos por su andar torpe, los pantalones holgados, sombrero, bastón y el pequeño bigotito negro.
La historia escrita por Jazmín nos muestra a un Charles, actor maduro y ya consagrado, que vive en su casa con su hija Geraldine que quiere dar los primeros pasos en el mundo del cine, anhelando seguir el camino de su famoso padre. Pero Charles no está solo en la casa, lo acompaña su fiel personaje Charlot , con el que recuerda los felices momentos que vivieron juntos y repasando fragmentos de las películas más famosas, como El Chico, La Quimera del Oro, Tiempos Modernos y El Gran Dictador, por mencionar solo algunas.
El texto es muy divertido y se disfruta mucho la comunión que tiene Charles con el personaje que marcó su vida, reviviendo anécdotas del pasado y riendo con las travesuras que siguen haciendo juntos gracias al poder de la imaginación. Geraldine, que se presenta en castings, buscando crecer como actriz, reniega un poco con un padre que se niega a tomar sus medicinas, pero que a cambio, siempre tiene una palabra optimista y una sonrisa en el rostro, pareciendo no tomarse nunca las cosas demasiado en serio. Ella no ve a Charlote con los ojos, pero percibe su presencia, e intuye que en esa casa no están solos y tendrá algunas señales de ello.
La trama tiene momentos muy graciosos, pasos de clown, gags divertidos y momentos musicales muy logrados. El público se ríe mucho con las ocurrencias de Chaplin y su fiel compañero. Los espectadores se conectan mucho con los protagonistas, ya que los actores quieren que el público participe y buscan romper la cuarta pared. Hay un clima festivo y relajado en la sala, algo que en estos tiempos es muy reconfortante y necesario.
Es hora de hablar ya del trío protagónico, que se luce muchísimo, ya que todos logran darle mucho brillo a sus personajes. Gran trabajo el de Daniel Groppo, encarnando a un Charles algo melancólico, que pese a su gran éxito, no quiere quedarse quieto y busca la vuelta para que su máxima creación, siga actuando, pese a los cambios que se están dando en la industria cinematográfica. Un personaje tierno y muy querible el de Daniel, con mucha presencia escénica.
La figura convocante de la obra es Charlot, interpretado de manera notable por Alejandro Canuch, con su habitual vestimenta, bastón, sombrero negro y torpe caminar. Ya con solo verlo el público esboza una sonrisa. Es muy acertada la caracterización de Alejandro, logrando sin decir una palabra, ya que obviamente el personaje es mudo, que los espectadores se rían mucho y recuerden esas imágenes en blanco y negro, que sin dudas marcaron una época del mundo del cine.
Para el final dejamos a Victoria Arrabaca, una verdadera revelación, componiendo a una fresca y encantadora Geraldine. Destacamos su desenfado y un histrionismo a flor de piel que aporta mucho a la trama. Muy gestual, con una sonrisa dibujada en la cara y cantando muy lindo, redondea una hermosa actuación. Nos encantó lo de Victoria, que sin dudas se encontró muy a gusto, con el registro divertido y chaplinesco que pide el texto, con una alegría contagiosa.
No podemos dejar de mencionar a Martín Pomerantz, parte fundamental de la puesta, tocando muy bien el piano, estando a cargo de la música en vivo y de los sonidos que la trama requiere. Esta comedia, como dijimos tiene momentos musicales muy logrados y para que ello ocurra, es clave el aporte de Martín. Es muy bueno el diseño escenográfico y la ambientación que tiene las salas, con muchas fotos de la época y numerosos detalles que ayudan a crear el clima que mejor queda al relato.
Y hasta aquí vamos a contar, el resto lo dejamos para que lo descubran cuando vean la obra. Solo agregaremos que valoramos sobremanera propuestas como las de Smile, que demuestran que es posible divertirse y mucho, con un humor sano, apto para todas las familias, sin groserías, ni golpes bajos. Una invitación a olvidarnos de los problemas, emocionarnos y reírnos de las cosas que nos reíamos, cuando éramos chicos.
En conclusión, disfrutamos de una hermosa noche de teatro y por eso recomendamos la obra, nos sentimos felices de haber podido emprender el viaje imaginario y sanador que nos proponen, gracias a las deliciosas composiciones del trío protagónico y la sensibilidad de la autora, que se unen para tributar un un sentido homenaje al gran Charles Chaplin, resignificando su mensaje de esperanza y optimismo, para ayudarnos a reflexionar y ayudarnos a afrontar una existencia que muchas veces nos pone las cosas difíciles con un enfoque más positivo. Por ello, siempre es importante, tener reservado el espacio para volar con la imaginación y nunca olvidarnos que un día sin reír, es un día perdido.-
Pensador Teatral.
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