Basada en el libro de Mori Ponsowy. Adaptación y Dirección de Paula Herrera Nobile.
Un viaje al Lejano Oriente y al interior del sentimiento maternal, nos propone Okasan, esta hermosísima obra, basada en el libro de Mori Ponsowy, escritora argentina, que vivió varios años en Perú y Venezuela y llega a nuestro teatro, en una lucida adaptación, protagonizada por Carola Reyna, una actriz delicada y muy talentosa, que redondea un trabajo fantástico en su primer unipersonal, algo que luego de ver la obra, cuesta creer.
La trama nos cuenta el viaje primerizo de una mujer a Japón y el motivo del mismo, es visitar a Matías, su hijo adolescente que se fue a vivir a aquel lejano país, que tiene un huso horario de 12 horas de diferencia con Argentina y requiere 36 horas de vuelo para llegar. Existía algún país más exótico y lejano que podría elegir du hijo ?? Seguramente no, pero eso queda en la anécdota, el viaje ya está en marcha y ella pronto podrá darle el esperado abrazo.
La obra está llena de imágenes y sonidos, gracias a ello, desde que la protagonista, de la que no sabemos el nombre, llega a Tokio compartiremos su asombro y fascinación por aquel país y su milenaria cultura, el silencio en el transporte público, los indescifrables ideogramas en los menús de los restaurantes, la fonética de un idioma que parece imposible comprender y la amabilidad de los japoneses, que siempre tratarán de ayudarla, ya sea hablándole en inglés, suponiendo que ella así entenderá o bien con señas, cuando notan por su cara que el inglés no es su idioma.
Pero aquella madre no viajó un día y medio desde Argentina para hacer turismo. Estaba más que ansiosa para reencontrarse con Matías, al que tanto extrañaba. Cuantos recuerdos de aquel niño que ahora era todo un hombre. Cuantas veces comieron solos en la casa, tantas charlas compartidas, las remembranzas de como se divertían inventando juegos y tanto más. Pero un día, toda aquella rutina se cortó y quedó en el recuerdo, hubo un día en que su hijo, dejó el nido para ir a probar suerte bien lejos de casa, quedando un aura de soledad en su hogar y en el corazón de ella.
La travesía no quedará en Tokio, juntos tomarán el famoso tren bala, para conocer el Japón rural. La madre llevó una lista con cuestiones que le gustaría charlar con su hijo, pero luego de pasar unos días, se daría cuenta que se le haría difícil encontrar el momento adecuado para hacerlo. Y más que eso notaba que Matías estaba en otra, ya no era aquel niño que ella crió, ahora ya era todo un hombre que estaba preparado para hacer su camino solo. Y cuanto que costaba aceptar esa nueva realidad, digerir que los hijos crecen y parten. Y hasta allí vamos a contar, para dejar que descubran ustedes cuando vean la obra, más detalles de este viaje sensible y repleto de emociones.
Momento de hablar de la composición exquisita de Carola Reyna, llena de sutilezas y detalles. Su manera de hablar, de caminar, su gestualidad y postura, todo es cuidado y realizado con una minuciosidad que impacta. Manejando la ironía y el humor con maestría, consigue adueñarse de la escena sin estridencias, de manera armónica y dándole al relato una cadencia y un ritmo bien acorde con el texto, algo que la platea agradece y disfruta. Fenomenal interpretación de Carola, en su primer unipersonal, con un debut, que realmente no podía ser mejor.
La puesta de Paula Herrera Nobile es bella por donde se la mira, con una estética muy cuidada y varios ítems para destacar. Arrancando por el diseño escenográfico de Cecilia Zuvialde, con numerosos elementos de utilería que acompañan a la protagonista en el relato. El vestuario de Ana Marakarian se luce mucho y distingue a Carola. Y párrafo especial para la música de Gingo Ono, que embellece mucho una puesta que se destaca por su armonía y por detalles que agregan valor y preciosidad a un texto lleno de virtudes.
Y hasta allí vamos a contar, Okasan que en japonés significa madre, con un agregado que no vamos a adelantar, es una propuesta encantadora. En lo personal y por diversos motivos, nos emocionamos muchísimo con la obra, porque nos remitió a momentos de nuestra infancia y de manera inequívoca, en esa madre llena de amor, veíamos reflejada a nuestra madre, añorando hermosos momentos compartidos, que daríamos lo que no tenemos por volver a vivir. Y cuando uno obra consigue movilizarnos de tal manera, es algo a destacar, ya que pocas veces ocurre con semejante intensidad.
Okasan es un viaje al Japón y su milenaria cultura, pero más profundamente, es una demostración cruda del amor infinito de una madre, que aunque su hijo sea adulto, siempre verá a ese niño indefenso y lleno de miedos al que tuvo en brazos, años atrás. La obra nos invita a reflexionar acerca de la vida, los vínculos y el inexorable paso del tiempo, de la mano de un texto entrañable, en un viaje cargado de emociones y una composición formidable de Carola, que nos permite disfrutar de una noche plena de sensibilidad, que llega al corazón de los espectadores.
Por eso no extraña, esa ovación que al final de la función, el público que colmó la sala del Picadero le regala a la protagonista, agradeciendo la velada teatral que disfrutaron. En lo personal, situamos está obra, sin dudas entre las mejores que vimos este año, ayudándonos a tener siempre presente, cuales son las cosas importantes de la vida y lo significativo que resulta disfrutar de ciertos momentos, que luego vamos a añorar y no se van a repetir.
Pensador Teatral.
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