Dramaturgia de Mario Diament. Dirección de Daniel Marcove.
Sábados 20 hs y Domingos 18 hs en El Tinglado ( Mario Bravo 948 )
Una distinguida cita con la historia nos propone Mario Diament, sin dudas uno de los autores más reconocidos de nuestro teatro, que tiene la sana costumbre de presentar propuestas que recrean hechos históricos,. Rápidamente se nos vienen al recuerdo Franz y Albert y Guayaquil, por mencionar solo dos obras del género, que se han presentado como muy buen suceso. Aquí Mario, tiene una idea muy ambiciosa, ya que nos invitará a viajar hasta principios del Siglo XX, a una ciudad de Viena que era el centro del mundo intelectual y político. Y para emprender la travesía, sube al barco nuevamente a Daniel Marcove en la dirección, para reeditar la dupla que se viene dando en sus últimas obras, siempre con buenos resultados.
La trama nos lleva a 1913, en los momentos previos a la Primera Guerra Mundial, en escena veremos mesas y sillas vacías, con un mozo que se confiesa fantasma e indicará al público que ante nuestro ojos tenemos el Café Central, una cafetería de Viena, por la que desfilaban las personalidades más importantes del momento, que entre café y café, charlaban sobre el convulsionado momento que estaba viviendo el mundo. Es importante aclarar que la historia se basa en hechos reales, ya que la cafetería existió y las crónicas de la época confirman que allí se reunían los personajes que Diament que reúne en su dramaturgia.
Por eso, la magia del teatro nos permitirán ser testigos de las partidas de ajedrez que jugaba un joven León Trotski, alguna charla ocasional del mismo con Stalin o con un joven llamado Josip Broz, que luego se convertiría en el Mariscal Tito. También estarán Sigmund Freud y Alfred Adler, figuras del psicoanálisis que evitaban concurrir al mismo tiempo ya que estaban enemistados. Los escritores Karl Kraus y Stefan Zweig, el filósofo Ludwing Wittgenstein, el pintor Oskar Kokoschka y su amante Mahler, son solo a alguno de los ilustres personajes que concurrían al Café Central y veremos en escena.
Pero no mencionamos aún al personaje más tenebroso de la historia, un joven arrogante llamado Adolf Hitler que se llegaba hasta la cafetería para intentar vender sus acuarelas de dudosa calidad. Ficción y realidad se mezclan en la dramaturgia y eso sin dudas hace aún más interesante el relato, pero para quienes no conocían este dato, les contamos que en año 2015, una casa de subastas alemanas recaudó 400.000 euros por catorce acuarelas realizadas por Adolf Hitler entre 1904 y 1922, momentos en nadie imaginaba que años más tardes, se convertiría en uno de los personajes más siniestros que tuvo la historia mundial.
Habrá un salto en el tiempo y las acciones en la cafetería retornarán recién en 1933, cuando la situación en Viena era muy diferente. La guerra se había cobrado muchas vidas y pocos de los concurrentes originales, seguían siendo clientes del Central. Se vivía una atmósfera de temor en el ambiente. En Alemania, Hitler había sido nombrado canciller y rápidamente ganaba poder. El futuro era sombrío y aunque algunos preferían engañarse pensando que el pueblo alemán frenaría aquella locura, otros ya planeaban la huida, antes que fuera demasiado tarde. Y hasta allí vamos a contar, para saber que sucedió con el Café Central y sus clientes, deberán ver la obra.
Un punto muy destacado que tiene la pieza, es su despliegue actoral. son nada menos que trece los actores en escena, algo que queremos destacar y resaltar, en épocas donde los unipersonales son moneda corriente en el teatro independiente, poder disfrutar de una obra con un elenco tan numeroso y talentoso, resulta un verdadero placer, ya que le brinda mayor riqueza a la historia y permite disfrutar de gran cantidad de personajes, con sus diferentes historias atrás.
Con el riesgo de ser injustos, vamos a destacar las actuaciones que a nuestro entender más se destacaron. Arranquemos por Marcos Woinski, el veterano mozo del Café Central, que servirá con elegancia las mesas y oficiará las veces de maestro de ceremonias y presentador de la historia. Superlativo su trabajo. Gabriel Nicola se luce mucho como Karl Kraus, escritor y periodista, protagonista de muchos escándalos de la época desde su período La Antorcha, siendo uno de los personajes más fuertes de la obra. Alejo Mango, tiene un doble lucimiento representando al escritor Peter Altenberg en la primer parte y nada a menos que a Sigmund Freud en la segunda, dando gala de sus recursos en ambos personajes. Mariano Engel como el Dr. Adler y Stephan Sweig es otro valor destacado.
Dentro del elenco, hay varias figuras a las que ya hemos destacado en este sitio por sus trabajos, uno de ellos Junior Pisanu, a quien recordamos por una gran actuación en Monte Chingolo, que sorprende aquí por su composición de Trotski y de otro personaje del que no vamos a dar más detalles para mantener la sorpresa, pero que será muy importante en la parte final de la trama. Sebastián Dartayete otro joven actor al que elogiamos mucho aquí, se destaca en el papel del pintor Kokoschka, que sufrirá en carne propia los flagelos de la guerra. Queremos dejar una mención especial a Lucas Matey, que tiene el gran desafío de representar a un Hitler joven y lo hace muy bien. Y para el final, queremos destacar la estupenda composición de Amanda Bond, como Alma Mahler, para muchos la dame más bella de Viena, una mujer con una vida y una sensibilidad muy distinta para su época. En una puesta, con gran mayoría de personajes masculinos, Amanda se luce mucho.
Pero no queremos ser injustos con Beni Gentilini, Rocco Gioa, Toto Salinas, Nacho Stamati y Camila Truyol, ya que todos cumplen en muy buena forma, desde personajes con menos minutos en escena. Son nada menos que trece los actores en escena y se nota que hay mucho trabajo, y ensayos, para lograr una puesta dinámica y precisa como la que disfrutamos.
Y si hablamos de la puesta, hay que hablar de Daniel Marcove, ladero incondicional de Diament, que sin dudas sabe como darle brillo a sus textos. Aquí realiza un gran trabajo, para que tantos actores puedan despegar sus personajes y encuentren espacio para el lucimiento. Nos gustó mucho el diseño escenográfico de Héctor Calmet, para representar una cafetería en el espacio escénico de El Tinglado y fenomenal diseño de vestuario de Daniela Tatiana, para vestir de época a tantos personajes, tan bien caracterizados. Una puesta muy atractiva y bella desde lo estético consigue Daniel.
La obra que tiene un anclaje histórico fascinante, logra presentar una temática muy interesante, donde el fantasma de la guerra y los fanatismos tienen un lugar central, adicionando una buena dosis de delicado humor, que hacen más digerible la trama. De igual manera que la incorporación en la historia de figuras relevantes del arte y la política en aquellos tiempos, que le dan magnetismo a la trama y la intriga al espectador para tratar de dilucidar los límites entre ficción y realidad.
Celebramos la aparición de obras históricas como Café Central, que nos muestran como un siglo después, la temática mantiene una vigencia inquietante y angustiante, ya que aunque cambian los rostros y los nombres, el hilo conductor es el mismo y la humanidad siempre corre el riesgo de repetir errores y recrear sus peores tragedias. Por eso, resulta una gran idea reflexionar con este inteligente texto de Diament y disfrutar las estupendas actuaciones del elenco reunido, que nos ayudan a tener memoria, para que la historia no se repita. La ovación que el público que llenó la sala de El Tinglado le brinda a los protagonistas al final de la función, es una clara muestra que el mensaje ha llegado.
Pensador Teatral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario