Lunes 20 30 hs en Teatro Maipo ( Esmeralda 443 )
Guión de Mercedes Morán y Dirección de Claudio Tolcachir.
El teatro nos convoca en esta ocasión, para ver a una actriz inmensa como Mercedes Morán, en un unipersonal escrito por ella misma, donde nos hablará sobre su vida.
Un lindo desafío para Mercedes, que a lo largo de su carrera interpretó numerosos personajes exitosos, en esta oportunidad decide sacarse todos los trajes y ser ella misma.
Se anima a abrir su corazón y hablar de su vida, su infancia en Concarán, una pequeña localidad puntana, la relación con sus padres, con sus hermanos, nos hablarà de sus amores, de como nace su vocación por la actuación, de sus hijas y mucho más.
El espectador asiste a una charla íntima con la mujer, no con la actriz, escucha sus confesiones a corazón abierto, recuerdos e historias personales, como si ella, estuviera hablando ante un grupo de amigos y ante una sala llena, algo que sin dudas la dá gran riqueza al momento teatral.
Este unipersonal, fue concebido por Mercedes, siguiendo algunos consejos nada menos que de China Zorrilla, tiene mucha sensibilidad y se hace muy ameno, por la fluidez y la frescura con que transmite sus historias.
Hay momentos de risas y otros de emoción, como cuando habla de su padre y se emociona, en un pequeño gran homenaje, valga la contradicción, que le regala.
Pese a tratarse de un unipersonal, la protagonista no está sola en el escenario, ya que a lo largo del desarrollo, ella misma vá trayendo a varios personajes de su vida, que dialogan entre ellos, que le hablan, que la retan. Un ejercicio muy interesante, que sale perfecto y que permiten disfrrtar de Mercedes en todo su esplendor, con momentos de humor, de irreverencia, de emoción y hasta podemos verla bailar.
Hay que destacar la puesta de Claudio Tolcachir, elegido especialmente por la protagonista, porque además de ser un talentoso director, indudablemente le otorga la confianza y la seguridad necesarias, para un trabajo de gran exposición.
Una escenografía sobria, muy buen recurso la pantalla de LED, donde se proyectan algunas fotos de la infancia y también actuales que acompañan el relato y le dán color.
Muy bueno el moderno diseño de luces de Gonzalo Córdoba, aprovechando muy bien las posibilidades que brinda la mítica sala principal del Maipo.
El espectáculo que fue concebido originalmente para salir de gira, vuelve por 8 únicas semanas ( los dìas Lunes ) , nuestra recomendación es que aprovechen la oportunidad de ver a una Mercedes Morán íntima, charlando entre amigos, ya que además de disfrutar de sus confidencias, van a tener la chance de ver a la actriz haciendo gala de muchos de sus recursos artísticos y de ver a una Mercedes auténtica, que abrirá su corazón, a un público fiel, que se lo agradecerá con càlidos aplausos al final de la función.
Pensador Teatral.
martes, 30 de mayo de 2017
lunes, 29 de mayo de 2017
Juegos de Amor y de Guerra
Viernes y Sábados 22 30 hs. Domingos 20 hs en Centro Cultural de la Coperación.
Dramaturgía de Gonzalo Demaría y Dirección de Oscar Barney Finn.
La prolífica pluma de Gonzalo, en esta oportunidad, nos traslada al año 1942, para acercarnos esta historia, basada en hechos reales, que hace referencia el escándalo sexual que envolvió a los cadetes del Colegio Militar.
En la Argentina, gobernaba un débil Ramón Castillo, que había asumido por la muerte de Roberto Ortiz y en el mundo, los aires de la Segunda Guerra Mundial y la aparición de Hitler dominaban la escena.
Situados ya temporalmente, vayamos a la obra, en la cual veremos como reacciona la institución militar ante un escándalo de proporciones, que de llegar a los medios de comunicación podría traer consecuencias catastróficas.
Uno de los cadetes involucrados, es Manuel ( Santiago Magariños ), que pertenece a una familia con un apellido de la alta sociedad, donde Carolina ( Andrea Bonelli ), su madre, perteneciente a una familia de pura cepa militar, quiere que su hijo haga carrera y para eso moverá sus influencias, en especial la de Fedérico ( Luciano Castro ), el Teniente, que además es el instructor del Colegio de Cadetes, a cargo de Manuel.
Sin dudas, la dupla convocante de la obra, es la conformada por Andrea Bonelli y Luciano Castro, dos actores muy reconocidos en el medio. La relación entre la madre y el teniente, es particular, ya que la hija de Carolina en breve se vá a casar con el teniente, pero la relación de confianza entre ellos, parece ir más alla, de este hecho familiar y la posibilidad de un amorío secreto entre ellos es algo que se intuye desde el inicio de la obra. Dejemos que sea el espectador cuando vea la obra, el que descubra, si estas intuición es real o pura fantasìa nuestra.
La pieza nos habla, sobre las tradiciones y los mandatos familiares, sobre el honor y cuanto estamos a dispuesto a dar para salvaguardarlo, sin importar lo que debamos sacrificar por ello.
Se pone en ell tapete, también como una institución militar, trata de imponer o aparentar disciplina para el afuera y la hipocresía que reina dentro de sus filas.
Parece que lo único que importa son las apariencias y que piensa el otro, todo lo que se hace, es para que el otro nos vea de determinada manera, sin importar la realidad.
Otro punto importante, que toca la dramaturgia, es la lucha de clases, como una clase conservadora, mira con desprecio y odio a esos inmigrantes que llegaron en los barcos, italianos y españoles, en busca de comida y huyendo de las guerras, sin reparar que contaminan la supuesta pureza de la sociedad criolla dominante.
Por este tema se producen unos diálogos filosos interesantes, entre la madre y el teniente, que tienen orígenes muy contrapuestos.
Es hora que hablemos de las actuaciones, que son un pilar de la pieza y hay una figura que se destaca, por encima de todos y es Andrea Bonelli, que compone a una madre de la alta sociedad, dura , despiadada y dispuesta a todo para salvaguardar el honor familiar. Es admirable su dominio de la escena, sus gestos adustos, su sensualidad, se aprecia como modifica su lenguaje corporal de acuerdo a lo que pide el momento. Su interpretaciòn, es magnìfica y es sin dudas la que lleva la batuta de la obra, manejando los tiempos y los climas. Un deleite poder ver en escena a una actriz tan completa.
El coprotagonista es Luciano Castro, en su papel de militar serio y autoritario, logra darle credibilidad y presencia a su teniente , recordando que no es sencillo el pase la TV a las tablas, pero logrando salir airoso del compromiso, resolviendo un personaje complejo, que lo exige al máximo.
Santiago Magariños, es Manuel, el cadete e hijo de Carolina, pieza fundamental de la historia, joven actor, que a mi gusto es la revelación de la obra, estando a la altura de lo que pide el director y ofreciendo una estupenda interpretación, mostrando que tiene mucho talento y futuro.
Diego Vegezzi es el otro cadete, en un papel secundario, que igualmente permite su lucimiento, ya que aparece en escenas claves, como al comienzo y el final, luciendo muy creíble.
Para el final, dejamos a Sebastián Holtz, en el papel de Celeste Imperio, que interpreta un transformista de origen ruso, que seduce a Manuel y luego deberá pagar por ello. Aporta un momento distinto en la trama, cantando en francés, bailando, dando frescura y poesía a la pieza, siendo con su arte la contracara, de la rigidez del militarismo, ademá de dar testimonio, del hambre reinante en Europa, que hizo que muchos enfilaran hacia estas tierras.
La puesta en escena y la dirección de Oscar Barney Finn es impecable, no vamos a descubrir ahora su valía, pero aquí lo vuelve a ratificar, aprovechando muy bien, las posiblidades que ofrece esta cómoda y moderna Sala Solidaridad del Ctro.Coorperación , con una escenografía despojada, dominada por una larga mesa, donde posan gorras militares, como buen símbolo de la época, un vestuario de Mini Zuccheri imponente, una musicalización y un sonido excelente y un diseño lumínico que se destaca, para marcar el clima solemne que requiere la puesta.
Como conclusión, estamos ante una obra muy interesante, que rescata de la historia argentina un tema olvidado por muchos y que resulta un buen ejercicio de memoria, para alejar esos aires militaristas, que cada tanto quieren sobrevolar nuestro horizonte, es una pieza dura y controvertida, que impacta por su crudeza y donde las ambiciones personales y una lucha por conservar el status social y las apariencias, están por encima de todo.
Si a esto le sumamos una puesta impecable y un elenco muy sólido, estamos ante un espectáculo de calidad, que merece verse y por eso lo recomendamos.
Pensador Teatral.
Dramaturgía de Gonzalo Demaría y Dirección de Oscar Barney Finn.
La prolífica pluma de Gonzalo, en esta oportunidad, nos traslada al año 1942, para acercarnos esta historia, basada en hechos reales, que hace referencia el escándalo sexual que envolvió a los cadetes del Colegio Militar.
En la Argentina, gobernaba un débil Ramón Castillo, que había asumido por la muerte de Roberto Ortiz y en el mundo, los aires de la Segunda Guerra Mundial y la aparición de Hitler dominaban la escena.
Situados ya temporalmente, vayamos a la obra, en la cual veremos como reacciona la institución militar ante un escándalo de proporciones, que de llegar a los medios de comunicación podría traer consecuencias catastróficas.
Uno de los cadetes involucrados, es Manuel ( Santiago Magariños ), que pertenece a una familia con un apellido de la alta sociedad, donde Carolina ( Andrea Bonelli ), su madre, perteneciente a una familia de pura cepa militar, quiere que su hijo haga carrera y para eso moverá sus influencias, en especial la de Fedérico ( Luciano Castro ), el Teniente, que además es el instructor del Colegio de Cadetes, a cargo de Manuel.
Sin dudas, la dupla convocante de la obra, es la conformada por Andrea Bonelli y Luciano Castro, dos actores muy reconocidos en el medio. La relación entre la madre y el teniente, es particular, ya que la hija de Carolina en breve se vá a casar con el teniente, pero la relación de confianza entre ellos, parece ir más alla, de este hecho familiar y la posibilidad de un amorío secreto entre ellos es algo que se intuye desde el inicio de la obra. Dejemos que sea el espectador cuando vea la obra, el que descubra, si estas intuición es real o pura fantasìa nuestra.
La pieza nos habla, sobre las tradiciones y los mandatos familiares, sobre el honor y cuanto estamos a dispuesto a dar para salvaguardarlo, sin importar lo que debamos sacrificar por ello.
Se pone en ell tapete, también como una institución militar, trata de imponer o aparentar disciplina para el afuera y la hipocresía que reina dentro de sus filas.
Parece que lo único que importa son las apariencias y que piensa el otro, todo lo que se hace, es para que el otro nos vea de determinada manera, sin importar la realidad.
Otro punto importante, que toca la dramaturgia, es la lucha de clases, como una clase conservadora, mira con desprecio y odio a esos inmigrantes que llegaron en los barcos, italianos y españoles, en busca de comida y huyendo de las guerras, sin reparar que contaminan la supuesta pureza de la sociedad criolla dominante.
Por este tema se producen unos diálogos filosos interesantes, entre la madre y el teniente, que tienen orígenes muy contrapuestos.
Es hora que hablemos de las actuaciones, que son un pilar de la pieza y hay una figura que se destaca, por encima de todos y es Andrea Bonelli, que compone a una madre de la alta sociedad, dura , despiadada y dispuesta a todo para salvaguardar el honor familiar. Es admirable su dominio de la escena, sus gestos adustos, su sensualidad, se aprecia como modifica su lenguaje corporal de acuerdo a lo que pide el momento. Su interpretaciòn, es magnìfica y es sin dudas la que lleva la batuta de la obra, manejando los tiempos y los climas. Un deleite poder ver en escena a una actriz tan completa.
El coprotagonista es Luciano Castro, en su papel de militar serio y autoritario, logra darle credibilidad y presencia a su teniente , recordando que no es sencillo el pase la TV a las tablas, pero logrando salir airoso del compromiso, resolviendo un personaje complejo, que lo exige al máximo.
Santiago Magariños, es Manuel, el cadete e hijo de Carolina, pieza fundamental de la historia, joven actor, que a mi gusto es la revelación de la obra, estando a la altura de lo que pide el director y ofreciendo una estupenda interpretación, mostrando que tiene mucho talento y futuro.
Diego Vegezzi es el otro cadete, en un papel secundario, que igualmente permite su lucimiento, ya que aparece en escenas claves, como al comienzo y el final, luciendo muy creíble.
Para el final, dejamos a Sebastián Holtz, en el papel de Celeste Imperio, que interpreta un transformista de origen ruso, que seduce a Manuel y luego deberá pagar por ello. Aporta un momento distinto en la trama, cantando en francés, bailando, dando frescura y poesía a la pieza, siendo con su arte la contracara, de la rigidez del militarismo, ademá de dar testimonio, del hambre reinante en Europa, que hizo que muchos enfilaran hacia estas tierras.
La puesta en escena y la dirección de Oscar Barney Finn es impecable, no vamos a descubrir ahora su valía, pero aquí lo vuelve a ratificar, aprovechando muy bien, las posiblidades que ofrece esta cómoda y moderna Sala Solidaridad del Ctro.Coorperación , con una escenografía despojada, dominada por una larga mesa, donde posan gorras militares, como buen símbolo de la época, un vestuario de Mini Zuccheri imponente, una musicalización y un sonido excelente y un diseño lumínico que se destaca, para marcar el clima solemne que requiere la puesta.
Como conclusión, estamos ante una obra muy interesante, que rescata de la historia argentina un tema olvidado por muchos y que resulta un buen ejercicio de memoria, para alejar esos aires militaristas, que cada tanto quieren sobrevolar nuestro horizonte, es una pieza dura y controvertida, que impacta por su crudeza y donde las ambiciones personales y una lucha por conservar el status social y las apariencias, están por encima de todo.
Si a esto le sumamos una puesta impecable y un elenco muy sólido, estamos ante un espectáculo de calidad, que merece verse y por eso lo recomendamos.
Pensador Teatral.
domingo, 28 de mayo de 2017
El Elogio de la Risa
Mièrcoles a Domingo 20 hs en Multiteatro ( Av.Corrientes 1283 )
Libro y Dirección de Gastón Marioni.
El Elogio de la Risa, es la enorme posibilidad, de ver a Juan Leyrado, un actor de enorme trayectoria, que a los 64 años, se dá el lujo de hacer su primer unipersonal en teatro.
Acostumbrado a actuar siempre a actuar en teatro, cine y TV con grandes elencos, toma el gran desafìo, de estar solito en escena y transmitir sus emociones a un público que solo vá a verlo a él.
Y no mantengamos el suspenso, les adelantamos ya que Leyrado, supera el desafío con enrome solvencia, indudablemente se siente cómodo con el libro de Marioni y nos permite disfrutar de una interpretación que conmueve y emociona.
Leyrado, dá vida a un entrañable Antonio, que se prepara para celebrar los 80 años de su amada Susan. El no revela su edad, pero se intuye que también bordea los 80.
La obra, nos habla del paso del tiempo, de los diversos estados por los que pasa el hombre, de lo que significa el amor en las diferentes edades y que si bien la vida pude transitarse de formas muy variadas, hay un ingrediente que no puede, ni debe faltar, nos referimos al humor, a la risa, pese a todos los problemas, el hombre debe mantener su buen humor y reìrse.
Estudios científicos, certificaron que la risa es un poderoso antídoto contra el stress y el dolor. Nada mejor que una carcajada, para equilibrar el cuerpo y la mente.
A lo largo de la obra, Leyrado nos mostrará como el paso del tiempo, nos vá modificando física y mentalmente, haciendo mucho hincapié en la llegada de la vejez, una etapa que no es fácil de transitar, si no se lo encara con una actitud positiva.
El texto tiene una alta cuota de sensibilidad, que llega al corazón del espectador y en esto tiene un mérito fundamental, un Leyrado, que la rompe y pese a que todos conocen sus pergaminos, se dà el gran lujo de sorprender con esta interpetaciòn en unipersonal. No queremos adelantar mucho, pero es admirable, como cambia los gestos, su corporalidad y principalmente su tono de voz, cuando el personaje de Antonio, en un interesante ejercicio, que tiene la obra, repasa diferentes momentos de su vida. Cuando el espectador vea la obra y en un momento se sorprenda, por un cambio que impone el protagonista, se darà cuenta de lo que deciamos era verdad, lo de la sorpresa y que Leyrado la rompe.
La sala de dimensiones reducidas del Multiteatro, donde se desarrolla la pieza, colabora con la puesta intimista que requiere la obra y que permite disfrutar del protagonista bien cerquita, sin perder detalle. Nos gustò la sobria escenografía donde predomina el blanco y hay que destacar el diseño de luces de Leandra Rodrìguez, que tiene fundamental importancia, para marcar diferentes momentos de la pieza y separar algunos actos.
En conclusión, El Elogio de la Risa, es una obra con tonos de comedia y melancolía, que habla de la vida y por eso se disfruta tanto y llega al espectador, que como dijimos por momentos se reirà y por otros se và a emocionar hasta las lágrimas ( es el caso de quien escribe estas lìneas ).
Ademàs de disfrutar el texto, la pieza es una oportunidad de oro, para deleitarse de un Leyrado con todas las luces, que nos muestra sus riquísimos recursos artìsticos.
Al final de la función, el público se pone de pie para aplaudir la excelente faena del protagonista, agradeciendo la hermosa noche vivida y la clase magistral de teatro brindada, por un actor con todas las letras.
Pensador Teatral.
Libro y Dirección de Gastón Marioni.
El Elogio de la Risa, es la enorme posibilidad, de ver a Juan Leyrado, un actor de enorme trayectoria, que a los 64 años, se dá el lujo de hacer su primer unipersonal en teatro.
Acostumbrado a actuar siempre a actuar en teatro, cine y TV con grandes elencos, toma el gran desafìo, de estar solito en escena y transmitir sus emociones a un público que solo vá a verlo a él.
Y no mantengamos el suspenso, les adelantamos ya que Leyrado, supera el desafío con enrome solvencia, indudablemente se siente cómodo con el libro de Marioni y nos permite disfrutar de una interpretación que conmueve y emociona.
Leyrado, dá vida a un entrañable Antonio, que se prepara para celebrar los 80 años de su amada Susan. El no revela su edad, pero se intuye que también bordea los 80.
La obra, nos habla del paso del tiempo, de los diversos estados por los que pasa el hombre, de lo que significa el amor en las diferentes edades y que si bien la vida pude transitarse de formas muy variadas, hay un ingrediente que no puede, ni debe faltar, nos referimos al humor, a la risa, pese a todos los problemas, el hombre debe mantener su buen humor y reìrse.
Estudios científicos, certificaron que la risa es un poderoso antídoto contra el stress y el dolor. Nada mejor que una carcajada, para equilibrar el cuerpo y la mente.
A lo largo de la obra, Leyrado nos mostrará como el paso del tiempo, nos vá modificando física y mentalmente, haciendo mucho hincapié en la llegada de la vejez, una etapa que no es fácil de transitar, si no se lo encara con una actitud positiva.
El texto tiene una alta cuota de sensibilidad, que llega al corazón del espectador y en esto tiene un mérito fundamental, un Leyrado, que la rompe y pese a que todos conocen sus pergaminos, se dà el gran lujo de sorprender con esta interpetaciòn en unipersonal. No queremos adelantar mucho, pero es admirable, como cambia los gestos, su corporalidad y principalmente su tono de voz, cuando el personaje de Antonio, en un interesante ejercicio, que tiene la obra, repasa diferentes momentos de su vida. Cuando el espectador vea la obra y en un momento se sorprenda, por un cambio que impone el protagonista, se darà cuenta de lo que deciamos era verdad, lo de la sorpresa y que Leyrado la rompe.
La sala de dimensiones reducidas del Multiteatro, donde se desarrolla la pieza, colabora con la puesta intimista que requiere la obra y que permite disfrutar del protagonista bien cerquita, sin perder detalle. Nos gustò la sobria escenografía donde predomina el blanco y hay que destacar el diseño de luces de Leandra Rodrìguez, que tiene fundamental importancia, para marcar diferentes momentos de la pieza y separar algunos actos.
En conclusión, El Elogio de la Risa, es una obra con tonos de comedia y melancolía, que habla de la vida y por eso se disfruta tanto y llega al espectador, que como dijimos por momentos se reirà y por otros se và a emocionar hasta las lágrimas ( es el caso de quien escribe estas lìneas ).
Ademàs de disfrutar el texto, la pieza es una oportunidad de oro, para deleitarse de un Leyrado con todas las luces, que nos muestra sus riquísimos recursos artìsticos.
Al final de la función, el público se pone de pie para aplaudir la excelente faena del protagonista, agradeciendo la hermosa noche vivida y la clase magistral de teatro brindada, por un actor con todas las letras.
Pensador Teatral.
En el Columpio
Jueves 21 hs en El Estepario Teatro ( Medrano 484 )
Dramaturgia y Dirección de Micaela Fariña.
Una entrañable historia, la que nos regala la pluma de la joven y talentosa Micaela Fariña, retratando con gran delicadeza y sensibilidad, la vida en un pequeño pueblo del interior de menos de 2.000 habitantes, como cualquier otro de la Argentina, que día a día, pierde habitantes, ya que los jóvenes parten a las grandes ciudades, en busca de oportunidades y en el pueblo cada vez, queda con menos gente y el riesgo de que desaparezca, cada vez es más concreto.
En este caso, el pueblito se llama Berreta y Micaela nos contará la historia de tres de sus jovenes habitantes, Marita ( Catalina Collardin ), su hermano menor Rubén ( Gastón Filgueira Oria ) y Nelly ( Viviana Ghizzoni ).
La acción se inicia con ellos en una plaza, dominada por dos hamacas, donde los jóvenes charlan mientras se hamacan, como si fueran niños.
Están hablando del velorio de unos de los habitantes del pueblo, que está ocurriendo en esos momentos. Uno de los tantos de los últimos meses.
El tono de la charla es jocoso, se permiten hacer bromas sobre la vida del difunto, adivinando quienes estarán presentes, como se compartarán, etc.
Queda claro, que está muy vigente, el famoso refrán de "pueblo chico, infierno grande", que nos quiere significar, que en el pueblo todo se sabe, todos se conocen, nada ni nadie, pasa desapercibido y todo acto que se realiza, por más que se haga a escondidas terminará saliendo a la luz.
Y estos jóvenes, reafirman esto, viven en un lugar donde reina la monotonía y la rutina, donde pasa poco y donde la asfixia, por sentirse observados y juzgados en todo momento, en algún momento les pasará factura.
La obra es profunda y tiene un bello tinte melancólico, con un texto muy rico, que se apoya en actuaciones muy lucidas, de personajes que se contraponen en forma muy inteligente, por sus diversas personalidades.
Catalina Collardín, es Marita, que se muestra dura, de aspecto rudo, muy descreída del amor y aferrada al pueblo y a sus costumbres. Ella sabe que su futuro, está en Berreta y le cuesta aceptar al que piensa diferente, no entiende a los que se van. Un personaje ácido y complejo, resuelto en gran forma.
Gastón Filgueira, el único hombre de la pieza, es tímido, dulce, sensible y le cuesta expresar sus sentimientos reales, ya que sufre la influencia de su hermana mayor, con la quien vive y que sin dudas lo intimida. El tampoco encuentra su rumbo amoroso, pero no pierde las esperanzas. Otra muy buena interpretación.
Y el triángulo, se completa con Viviana Ghizzoni, dando vida a una Nelly, fresca, enamoradiza y soñadora. Ella es la que más nota, que el pueblo está cayendo en picada, que los velorios se multiplican y que los nacimientos cada vez son menos.
Se dá cuenta que el futuro, no está en ese lugar que la vió nacer y crecer, su sueño sería, estar en una gran ciudad, donde nadie la conozca y donde además de forjarse un futuro y una familia, ella pudiera hacer lo que siente, sin tener miedo al dedo acusador que la juzgue.
Nos regala además, hermosos momentos musicales, con su guitarrita, una gran actuación la de Viviana, si bien los tres protagonistas están muy parejos, a nosotros fue la labor, que más nos gustó, tal vez por ser el personaje que crea más empatía, tiene un encanto especial.
Son tres almas sensibles y solitarias, que con interpretaciones sólidas y muy creíbles dotan de mucha belleza y poesía a la trama, donde la palabra, pero también los silencios tienen un lugar destacado.
La puesta que nos propone Micaela, en la dirección, tiene muchos puntos para destacar, partiendo de un diseño escenográfico muy creativo, con esas hamacas en el centro del escenario, que nos trasladan a nuestra infancia y a esas reuniones con amigos, donde se confiesan los mayores secretos. Otro recurso acertado, es la creación de espacios que se van naciendo de mano de los protagonistas en el mismo desarrollo de la trama, como ventanas y muebles ( no contamos más para dejar el suspenso ), hay momentos musicales que descontraturan y se disfrutan, una iluminación que crea diferentes climas y la escenografía partida, que nos permite ver diferentes acciones a la vez, teniendo siempre en escena a los protagonistas, por más que no compartan el ambiente.
Como se puede apreciar, hay una gran cantidad de recursos volcados al servicio de la obra , demostrando que para una puesta bella y poética, no siempre es necesario grandes recursos económicos, algo imposible para el teatro off, sino que con ingenio y creatividad, también se logra.
Como dato de color, investigando al momento de escribir esta reseña, descubrimos que Berreta, no es un nombre inventado por la autora, es una localidad real, ubicada a 75 kms de Rosario, que tuvo momentos de crecimiento y que actualmente se convirtió, casi en un pueblo fantasma. Este dato le aporta aún más encanto a la obra ( dejamos el link, para aquel lector inquieto que quiera prfundizar : http://442.perfil.com/2014-04-22-274793-berretta-el-pueblo-fantasma-donde-conviven-12-personas-y-una-cancha/ )
Como mencionamos antes, En El Columpio, es una obra profunda y cotidiana, con ese aire inocente del interior que tienen sus protagonistas y donde el espectador se siente identificado y cercano, con lo que está viendo y por eso reflexiona junto a los protagonistas, en temas universales, como el amor, nuestro propósito en la vida, la formación de la familia, los miedos, los deseos y finalmente la llegada inevitable de la muerte, un abanico de temas fundamentales, incluidos en forma inteligente dentro de la pieza.
En conclusión, celebramos que el teatro off, nos siga dando estas propuestas de jovenes autores nacionales, jóvenes, que nos cuentan historias reales y que nos llegan al corazón.
El cálido y prolongado aplauso que recibieron los actores al final de la función, muestran que disfrutaron tanto como nosotros de la obra.
Nuestra recomendación, es que se acerquen un Jueves a El Estepario, que elijan un columpio y mientras se hamacan, disfruten de una hermosa noche de teatro.
Pensador Teatral.
Dramaturgia y Dirección de Micaela Fariña.
Una entrañable historia, la que nos regala la pluma de la joven y talentosa Micaela Fariña, retratando con gran delicadeza y sensibilidad, la vida en un pequeño pueblo del interior de menos de 2.000 habitantes, como cualquier otro de la Argentina, que día a día, pierde habitantes, ya que los jóvenes parten a las grandes ciudades, en busca de oportunidades y en el pueblo cada vez, queda con menos gente y el riesgo de que desaparezca, cada vez es más concreto.
En este caso, el pueblito se llama Berreta y Micaela nos contará la historia de tres de sus jovenes habitantes, Marita ( Catalina Collardin ), su hermano menor Rubén ( Gastón Filgueira Oria ) y Nelly ( Viviana Ghizzoni ).
La acción se inicia con ellos en una plaza, dominada por dos hamacas, donde los jóvenes charlan mientras se hamacan, como si fueran niños.
Están hablando del velorio de unos de los habitantes del pueblo, que está ocurriendo en esos momentos. Uno de los tantos de los últimos meses.
El tono de la charla es jocoso, se permiten hacer bromas sobre la vida del difunto, adivinando quienes estarán presentes, como se compartarán, etc.
Queda claro, que está muy vigente, el famoso refrán de "pueblo chico, infierno grande", que nos quiere significar, que en el pueblo todo se sabe, todos se conocen, nada ni nadie, pasa desapercibido y todo acto que se realiza, por más que se haga a escondidas terminará saliendo a la luz.
Y estos jóvenes, reafirman esto, viven en un lugar donde reina la monotonía y la rutina, donde pasa poco y donde la asfixia, por sentirse observados y juzgados en todo momento, en algún momento les pasará factura.
La obra es profunda y tiene un bello tinte melancólico, con un texto muy rico, que se apoya en actuaciones muy lucidas, de personajes que se contraponen en forma muy inteligente, por sus diversas personalidades.
Catalina Collardín, es Marita, que se muestra dura, de aspecto rudo, muy descreída del amor y aferrada al pueblo y a sus costumbres. Ella sabe que su futuro, está en Berreta y le cuesta aceptar al que piensa diferente, no entiende a los que se van. Un personaje ácido y complejo, resuelto en gran forma.
Gastón Filgueira, el único hombre de la pieza, es tímido, dulce, sensible y le cuesta expresar sus sentimientos reales, ya que sufre la influencia de su hermana mayor, con la quien vive y que sin dudas lo intimida. El tampoco encuentra su rumbo amoroso, pero no pierde las esperanzas. Otra muy buena interpretación.
Y el triángulo, se completa con Viviana Ghizzoni, dando vida a una Nelly, fresca, enamoradiza y soñadora. Ella es la que más nota, que el pueblo está cayendo en picada, que los velorios se multiplican y que los nacimientos cada vez son menos.
Se dá cuenta que el futuro, no está en ese lugar que la vió nacer y crecer, su sueño sería, estar en una gran ciudad, donde nadie la conozca y donde además de forjarse un futuro y una familia, ella pudiera hacer lo que siente, sin tener miedo al dedo acusador que la juzgue.
Nos regala además, hermosos momentos musicales, con su guitarrita, una gran actuación la de Viviana, si bien los tres protagonistas están muy parejos, a nosotros fue la labor, que más nos gustó, tal vez por ser el personaje que crea más empatía, tiene un encanto especial.
Son tres almas sensibles y solitarias, que con interpretaciones sólidas y muy creíbles dotan de mucha belleza y poesía a la trama, donde la palabra, pero también los silencios tienen un lugar destacado.
La puesta que nos propone Micaela, en la dirección, tiene muchos puntos para destacar, partiendo de un diseño escenográfico muy creativo, con esas hamacas en el centro del escenario, que nos trasladan a nuestra infancia y a esas reuniones con amigos, donde se confiesan los mayores secretos. Otro recurso acertado, es la creación de espacios que se van naciendo de mano de los protagonistas en el mismo desarrollo de la trama, como ventanas y muebles ( no contamos más para dejar el suspenso ), hay momentos musicales que descontraturan y se disfrutan, una iluminación que crea diferentes climas y la escenografía partida, que nos permite ver diferentes acciones a la vez, teniendo siempre en escena a los protagonistas, por más que no compartan el ambiente.
Como se puede apreciar, hay una gran cantidad de recursos volcados al servicio de la obra , demostrando que para una puesta bella y poética, no siempre es necesario grandes recursos económicos, algo imposible para el teatro off, sino que con ingenio y creatividad, también se logra.
Como dato de color, investigando al momento de escribir esta reseña, descubrimos que Berreta, no es un nombre inventado por la autora, es una localidad real, ubicada a 75 kms de Rosario, que tuvo momentos de crecimiento y que actualmente se convirtió, casi en un pueblo fantasma. Este dato le aporta aún más encanto a la obra ( dejamos el link, para aquel lector inquieto que quiera prfundizar : http://442.perfil.com/2014-04-22-274793-berretta-el-pueblo-fantasma-donde-conviven-12-personas-y-una-cancha/ )
Como mencionamos antes, En El Columpio, es una obra profunda y cotidiana, con ese aire inocente del interior que tienen sus protagonistas y donde el espectador se siente identificado y cercano, con lo que está viendo y por eso reflexiona junto a los protagonistas, en temas universales, como el amor, nuestro propósito en la vida, la formación de la familia, los miedos, los deseos y finalmente la llegada inevitable de la muerte, un abanico de temas fundamentales, incluidos en forma inteligente dentro de la pieza.
En conclusión, celebramos que el teatro off, nos siga dando estas propuestas de jovenes autores nacionales, jóvenes, que nos cuentan historias reales y que nos llegan al corazón.
El cálido y prolongado aplauso que recibieron los actores al final de la función, muestran que disfrutaron tanto como nosotros de la obra.
Nuestra recomendación, es que se acerquen un Jueves a El Estepario, que elijan un columpio y mientras se hamacan, disfruten de una hermosa noche de teatro.
Pensador Teatral.
jueves, 25 de mayo de 2017
La Piel de Elisa
Lunes 19 hs en Espacio Callejòn. ( Humahuaca 3759 )
Obra escrita por la reconocida dramaturga canadiense Carole Frèchette y dirigida por nuestra Silvina Katz.
Una propuesta muy original, la que nos ofrece La Piel de Elisa, en este Espacio Callejón, que ya se convirtió en un verdadero símbolo de lo mejor teatro del off, con obras como Ya Nadie Duerme la Siesta, Los Ojos de Ana, Tròpico del Plata y La Pilarcita, por nombrar alguna de las obras que vimos el año pasado en este teatro.
Pero en este caso, el espectador se sorprenderá con una variante fundamental, la obra que nos convoca, no se desarrolla en la sala principal, como sería normal, sino en el hermoso y renovado bar que tiene el teatro.
Es muy acertada la disposición de las mesas y del público, que además de en las mesas, también se ubica en la barra del bar, parece una reunión de amigos en un bar cerrado al público en general. Al no apagarse las luces y al estar enfrentados a los otros espectadores, además del espectáculo en si, también se disfruta mucho viendo las caras y la reacciones de los otros asistentes.
Si bien el primer pensamiento puede ser que la decisión de montar la función en el bar, puede obedecer a alguna razón de logistica, al transcurrir la trama, el espectador comprenderá el motivo de la elección de este espacio y lo acertado que fue la decisión.
De entrada, la cuarta pared se derrumba, cuando la protagonista de la historia, Elisa ( Dana Basso ) se dirige al público, con el que dialoga. El espectador en un comienzo puede sentirse extraño, ya que no está un ámbito natural, una butaca en la oscuridad, sino que está sentado, vulnerable a la vista de la protagonista y del resto del público, en una variación muy interesante.
El ambiente es muy cálido, se respira un aire intimo y la comunión entre actor y espectador es absoluta, ya que está en medio de la historia, no solo como testigo silencioso, sino como protagonista de la misma.
Elisa comenzará a relatarnos una historia de amor, recordando hasta el mínimo detalle, con una intensidad que abruma, haciendo que el espectador logre ver las imágenes del relato que escucha, gracias al realismo que tiene la narración. Termina una historia y arranca otra, cambia el nombre del compañero ahora, sigue habiendo amor, pero la historia es diferente y luego arranca otra. Los relatos tienen una lograda continuidad y solo se interrumpen, cuando Elisa preocupada y con aire de gravedad, pregunta al espectador, si notan algo raro en sus codos, en su cuello, en sus rodillas, etc ...
El espectador duda, si esta mujer que con tanta emoción relata estas historias de amor, está en sus cabales. Realmente le ocurrieron tantas cosas ?? Estará inventándolas ?? Pero para que las inventaría ?? Y además que sentido, tienen contar todo esto ???
Los interrogantes son muchos, toda la poesía y emoción que tienen los relatos, se entremezclan con la duda del espectador, de tratar de comprender que está sucediendo.
Promediando el desarrollo, el monólogo de esta misteriosa mujer, será interrumpido, por un hombre joven que entra a un bar y la vé llorando, en vez consolarla, le empieza a contar sus propias historias de amor, Que hace este hombre se pregunta Elisa ??? Y que hago yo acá escuchàndola ?? Debería irme se pregunta y pregunta ...
El guión de de Fréchette surge pleno de belleza y poesía, en un momento este joven le hablará en el oído a Elisa y ese secreto que le cuenta, será la llave para que el espectador, entienda todo, el porque la obra se desarrolla en el bar en vez de en la sala, el porque de tantos relatos de tantos nombres, todo cierra de manera mágica.
Realmente el guión es excelente e indudablemente la precisa dirección de Silvia Katz, supo interpretarlo en gran forma y llevarlo a una puesta intensa y minimalista.
Llega el momento de hablar de la magnífica actuación de Dana Basso, que es una Elisa, que emociona y que nos conmueve con sus relatos. Hay que destacar, su gestualidad, su sensualidad, sus miradas, los diálogos con el pùblico, que la tiene tan cerca
La entrega actoral y física de Dana es admirable, se la disfruta muchísimo. Un trabajo magnífico, con una energía y una pasión que debemos valorar, ya que no es frecuente.
Quien la acompaña es Lisandro Penelas, ese joven enigmático y pintón, haciendo las veces de partenaire ideal de la protagonista. El también tiene historias de amor para contarnos y serà pieza clave para desentrañar el misterio que envuelve a Elisa. Nos gustó mucho su personaje.
La dirección de Silvina Katz es precisa, aprovechando muy bien las posibilidades que ofrece el original lugar de representación escogido y permitiendo el lucimiento de los protagonistas. A la belleza que de por si tiene la puesta, debemos agregar la musicalización y los sonidos que llenan de imágenes las historias, que nos regala Miguel Gomiz con su violoncello, siendo un placer para nuestros oídos, poder escucharlo.
Realmente una grata sorpresa, nos llevamos con La Piel de Elisa, un texto bello y potente que nos traerá entrañables y cercanas historias románticas, con esta puesta intima, que nos propone la directora, donde se cuidan todos los detalles.
En definitiva, una excelente manera de arrancar la semana, es llegarse el Lunes hasta el Espacio Callejón, para ser parte de esta original obra y descubrir las bellas historias de amor, que Elisa tiene para contarnos y gracias a ellos, remorar nuestras propias historias amorosas.
Pensador Teatral.
Obra escrita por la reconocida dramaturga canadiense Carole Frèchette y dirigida por nuestra Silvina Katz.
Una propuesta muy original, la que nos ofrece La Piel de Elisa, en este Espacio Callejón, que ya se convirtió en un verdadero símbolo de lo mejor teatro del off, con obras como Ya Nadie Duerme la Siesta, Los Ojos de Ana, Tròpico del Plata y La Pilarcita, por nombrar alguna de las obras que vimos el año pasado en este teatro.
Pero en este caso, el espectador se sorprenderá con una variante fundamental, la obra que nos convoca, no se desarrolla en la sala principal, como sería normal, sino en el hermoso y renovado bar que tiene el teatro.
Es muy acertada la disposición de las mesas y del público, que además de en las mesas, también se ubica en la barra del bar, parece una reunión de amigos en un bar cerrado al público en general. Al no apagarse las luces y al estar enfrentados a los otros espectadores, además del espectáculo en si, también se disfruta mucho viendo las caras y la reacciones de los otros asistentes.
Si bien el primer pensamiento puede ser que la decisión de montar la función en el bar, puede obedecer a alguna razón de logistica, al transcurrir la trama, el espectador comprenderá el motivo de la elección de este espacio y lo acertado que fue la decisión.
De entrada, la cuarta pared se derrumba, cuando la protagonista de la historia, Elisa ( Dana Basso ) se dirige al público, con el que dialoga. El espectador en un comienzo puede sentirse extraño, ya que no está un ámbito natural, una butaca en la oscuridad, sino que está sentado, vulnerable a la vista de la protagonista y del resto del público, en una variación muy interesante.
El ambiente es muy cálido, se respira un aire intimo y la comunión entre actor y espectador es absoluta, ya que está en medio de la historia, no solo como testigo silencioso, sino como protagonista de la misma.
Elisa comenzará a relatarnos una historia de amor, recordando hasta el mínimo detalle, con una intensidad que abruma, haciendo que el espectador logre ver las imágenes del relato que escucha, gracias al realismo que tiene la narración. Termina una historia y arranca otra, cambia el nombre del compañero ahora, sigue habiendo amor, pero la historia es diferente y luego arranca otra. Los relatos tienen una lograda continuidad y solo se interrumpen, cuando Elisa preocupada y con aire de gravedad, pregunta al espectador, si notan algo raro en sus codos, en su cuello, en sus rodillas, etc ...
El espectador duda, si esta mujer que con tanta emoción relata estas historias de amor, está en sus cabales. Realmente le ocurrieron tantas cosas ?? Estará inventándolas ?? Pero para que las inventaría ?? Y además que sentido, tienen contar todo esto ???
Los interrogantes son muchos, toda la poesía y emoción que tienen los relatos, se entremezclan con la duda del espectador, de tratar de comprender que está sucediendo.
Promediando el desarrollo, el monólogo de esta misteriosa mujer, será interrumpido, por un hombre joven que entra a un bar y la vé llorando, en vez consolarla, le empieza a contar sus propias historias de amor, Que hace este hombre se pregunta Elisa ??? Y que hago yo acá escuchàndola ?? Debería irme se pregunta y pregunta ...
El guión de de Fréchette surge pleno de belleza y poesía, en un momento este joven le hablará en el oído a Elisa y ese secreto que le cuenta, será la llave para que el espectador, entienda todo, el porque la obra se desarrolla en el bar en vez de en la sala, el porque de tantos relatos de tantos nombres, todo cierra de manera mágica.
Realmente el guión es excelente e indudablemente la precisa dirección de Silvia Katz, supo interpretarlo en gran forma y llevarlo a una puesta intensa y minimalista.
Llega el momento de hablar de la magnífica actuación de Dana Basso, que es una Elisa, que emociona y que nos conmueve con sus relatos. Hay que destacar, su gestualidad, su sensualidad, sus miradas, los diálogos con el pùblico, que la tiene tan cerca
La entrega actoral y física de Dana es admirable, se la disfruta muchísimo. Un trabajo magnífico, con una energía y una pasión que debemos valorar, ya que no es frecuente.
Quien la acompaña es Lisandro Penelas, ese joven enigmático y pintón, haciendo las veces de partenaire ideal de la protagonista. El también tiene historias de amor para contarnos y serà pieza clave para desentrañar el misterio que envuelve a Elisa. Nos gustó mucho su personaje.
La dirección de Silvina Katz es precisa, aprovechando muy bien las posibilidades que ofrece el original lugar de representación escogido y permitiendo el lucimiento de los protagonistas. A la belleza que de por si tiene la puesta, debemos agregar la musicalización y los sonidos que llenan de imágenes las historias, que nos regala Miguel Gomiz con su violoncello, siendo un placer para nuestros oídos, poder escucharlo.
Realmente una grata sorpresa, nos llevamos con La Piel de Elisa, un texto bello y potente que nos traerá entrañables y cercanas historias románticas, con esta puesta intima, que nos propone la directora, donde se cuidan todos los detalles.
En definitiva, una excelente manera de arrancar la semana, es llegarse el Lunes hasta el Espacio Callejón, para ser parte de esta original obra y descubrir las bellas historias de amor, que Elisa tiene para contarnos y gracias a ellos, remorar nuestras propias historias amorosas.
Pensador Teatral.
miércoles, 24 de mayo de 2017
Como si pasara un Tren.
Sábados 20 hs, Domingos 17 y 19 hs en El Camarín de las Musas ( Mario Bravo 960 )
Obra escrita y dirigida por Lorena Romanin.
Teníamos muchas expectativas de ver Como si pasara un tren, pieza que está teniendo enorme éxito de crítica y de público, siendo uno de las obra del momento del teatro off.
La historia que nos presenta Lorena, tiene varias virtudes, la primera presentar una historia cotidiana y cercana para el espectador, que se siente identificado con la misma en todo momento, pero a esa familiaridad, le agrega una alta cuota de sensibilidad, que le aporta una belleza muy particular a la pieza.
Otra gran virtud, es envolver en un tono de comedia, una pieza profunda y conmovedora, que llega a la fibra más íntima del espectador, que por momentos se reirá mucho con las situaciones hilarantes que se producen y en otros pasajes, se emocionará hasta las lágrimas, este mix tan logrado, habla de la inspiración y de la brillante pluma de esta joven y talentosa autora.
La historia arranca, con un adolescente con capacidades especiales jugando en el living de su casa con un tren, mientras su madre está hablando por teléfono.
Luego sabremos que esa casa, se encuentra en una ciudad pequeña e indeterminada de nuestro interior, la típica donde todos se conocen y pocas cosas puede suceder, sin que a los pocos minutos, todo el pueblo se entere.
La madre es Susana ( Silvia Villazur ) y ese hijo tan especial es Juan Ignacio ( Guido Botto Fiora ), la relación entre ellos es muy particular, la madre es sobreprotectora al parecer en demasía y cumple también el rol de un padre ausente. Su hijo, le obedece en forma casi incondicional, es cariñoso. no tiene maldad y no se atreve a cuestionar las verdades de una madre, que lo quiere mucho, pero se nota le transmite muchos de sus miedos propios.
La vida de ellos, se desenvuelve en forma rutinaria, con esa sana monotonía e inocencia, que parecen tener las vidas pueblerinas, hasta que se produce un corte en la obra y en la vida de esta familia disfuncional. Que sucede ??
De Buenos Aires, llegará Valeria ( Luciana Grasso ) , la hija adolescente de la hermana de Susana, la prima de Juan Ignacio. Pero su llegada no ocurre por deseos propios, sino como castigo, ya que la madre la encontró con un cigarrillo de marihuana y para tratar de aislarla de su entorno, decidió alejarla de su entorno y sus amistades, y mandarla contra su voluntad, a la casa de su tía, a la que hace muchos años no veía y que encima vive en una ciudad pequeña y lejos de todo lo que le resulta familiar.
El choque de culturas, ciudad/interior en el primer encuentro es grande y está muy bien explotado y narrado por la autora, además se marca la diferencia entre el carácter rebelde de Valeria, que llega a ese hogar donde reina la calma, con la sumisión, de Juan Ignacio. Provocan gracia además, algunas tragedias que debe soportar la recién llegada, como no tener su celular y la necesidad de tener que ir hasta un cyber para acceder a Internet, ya que ni por asomo Susana, sabe lo que es el wi-fi.
Como dijimos se dán muchísimas situaciones graciosas y un tanto disparatadas, que provocan risas y carcajadas de los espectadores, pero a medida que la trama se vá desarrollando, esas risas, dejarán lugar a una realidad más dura, de lo que se pensaba inicialmente y llegarán momentos de mucha emoción y sensibilidad, magníficamente construidos
A un guión potente, se le suman actuaciones magníficas.
Lo de Guido Botto Fiora como Juan Ignacio, es francamente brillante, componiendo sin exageraciones, un personaje bondadoso y querible, que irradia ternura. Pese a las limitaciones dadas por su retraso madurativo, emociona ver su voluntad, sus ganas de superarse y sus sueños y deseos , escondidos hasta la llegada de su prima, pero que ahora están al descubierto.
Una interpretación superlativa la de Guido, en un rol muy complejo. Se nota que hubo muchos meses de trabajo para preparar un personaje, por el cual recibió varios premios y diversos reconocimientos, muy merecidos por cierto.
Sin perderle pisada, viene Silvia Villazur, con su experiencia actoral y regalandonos una entrañable madre , una verdadera madraza, que adora a su hijo, la razón de su vida, es ella sola y su hijo y esa soledad, a veces no le permiten tomar las mejores decisiones. Hasta donde hay una protección normal y donde hay un comportamiento nocivo para su hijo ?? No será fácil determinarlo se los aseguro, como no lo es en la vida real.
Ipresionantes su tono alto registro de voz, su gestualidad, su dominio del escenario, provocando las situaciones más graciosas y también las más tensas, realmente una actuación fantástica la de Susana, formando una dupla deliciosa con Guido.
Y el triángulo virtuoso, se cierra con la bella Luciana Grasso, la prima de Buenos Aires, difícil poder sobresalir con dos interpretaciones tan fuertes como las antes mencionadas, pero con su frescura lo consigue a mucho mérito, recreando a a una típica adolescente. Le da un aire moderno y divertido a la trama, que le cae muy bien el desarrollo. Me encanto su papel y también se luce muchísimo.
Indudablemente, tres actuaciones soberbias, comprometidas con el texto, con mucha química entre ellos y logrando reír y conmover, con igual facilidad.
Llega la hora de destacar algunos elementos de la puesta, arrancando con una muy buen diseño escenográfico, ese cálido living, con ese trencito siendo protagonista en muchas partes de la obra, con su andar y sus ruidos que nos remotan a algunas imágenes de nuestra infancia. Me gustó el vestuario, con muy buenos detalle, como Juan Ignacio y su pijama. Es bueno el diseño lumínico, que marca los momentos de la historia, con los días y las noches que transcurren y por último las muy buenas coerografías, en un momento delicioso de la obra, como es el baile de los primos, instante de infinita ternura.
Como pueden notar los lectores, son muchos los recursos puestos en favor de la obra, que enriquecen la puesta y la embellecen.
Como si pasara un tren, nos habla de muchos temas, del amor de madre e hijo, de los límites que se imponen, la rebeldía de los adolescentes, de los sueños de los deseos que todos tenemos. Son muchas la aristas que se tocan y sin golpes bajos, lo que permite disfrutar lo que vemos, poder reirnos y también reflexionar.
Son en ese grupo de obras que además de disfrutarlas al verlas, nos dejan pensando los días siguientes y repasando mentalmente , si nuestras preocupaciones a veces no son exageradas y si no debemos disfrutar mas la vida, cumpliendo nuestros deseos.
Concluyendo, las expectativas con la que llegamos a El Camarín de las Musas, fueron ampliamente superadas, vimos una excelente obra, un guión profundo que emociona y conmueve con actuaciones extraordinarias.
La ovación que reciben los protagonistas al final de la función, es un merecido premio a su labor y la confirmación, que estamos en presencia de una de esas joyitas del teatro off, que son de visión obligatoria.
Pensador Teatral.
Obra escrita y dirigida por Lorena Romanin.
Teníamos muchas expectativas de ver Como si pasara un tren, pieza que está teniendo enorme éxito de crítica y de público, siendo uno de las obra del momento del teatro off.
La historia que nos presenta Lorena, tiene varias virtudes, la primera presentar una historia cotidiana y cercana para el espectador, que se siente identificado con la misma en todo momento, pero a esa familiaridad, le agrega una alta cuota de sensibilidad, que le aporta una belleza muy particular a la pieza.
Otra gran virtud, es envolver en un tono de comedia, una pieza profunda y conmovedora, que llega a la fibra más íntima del espectador, que por momentos se reirá mucho con las situaciones hilarantes que se producen y en otros pasajes, se emocionará hasta las lágrimas, este mix tan logrado, habla de la inspiración y de la brillante pluma de esta joven y talentosa autora.
La historia arranca, con un adolescente con capacidades especiales jugando en el living de su casa con un tren, mientras su madre está hablando por teléfono.
Luego sabremos que esa casa, se encuentra en una ciudad pequeña e indeterminada de nuestro interior, la típica donde todos se conocen y pocas cosas puede suceder, sin que a los pocos minutos, todo el pueblo se entere.
La madre es Susana ( Silvia Villazur ) y ese hijo tan especial es Juan Ignacio ( Guido Botto Fiora ), la relación entre ellos es muy particular, la madre es sobreprotectora al parecer en demasía y cumple también el rol de un padre ausente. Su hijo, le obedece en forma casi incondicional, es cariñoso. no tiene maldad y no se atreve a cuestionar las verdades de una madre, que lo quiere mucho, pero se nota le transmite muchos de sus miedos propios.
La vida de ellos, se desenvuelve en forma rutinaria, con esa sana monotonía e inocencia, que parecen tener las vidas pueblerinas, hasta que se produce un corte en la obra y en la vida de esta familia disfuncional. Que sucede ??
De Buenos Aires, llegará Valeria ( Luciana Grasso ) , la hija adolescente de la hermana de Susana, la prima de Juan Ignacio. Pero su llegada no ocurre por deseos propios, sino como castigo, ya que la madre la encontró con un cigarrillo de marihuana y para tratar de aislarla de su entorno, decidió alejarla de su entorno y sus amistades, y mandarla contra su voluntad, a la casa de su tía, a la que hace muchos años no veía y que encima vive en una ciudad pequeña y lejos de todo lo que le resulta familiar.
El choque de culturas, ciudad/interior en el primer encuentro es grande y está muy bien explotado y narrado por la autora, además se marca la diferencia entre el carácter rebelde de Valeria, que llega a ese hogar donde reina la calma, con la sumisión, de Juan Ignacio. Provocan gracia además, algunas tragedias que debe soportar la recién llegada, como no tener su celular y la necesidad de tener que ir hasta un cyber para acceder a Internet, ya que ni por asomo Susana, sabe lo que es el wi-fi.
Como dijimos se dán muchísimas situaciones graciosas y un tanto disparatadas, que provocan risas y carcajadas de los espectadores, pero a medida que la trama se vá desarrollando, esas risas, dejarán lugar a una realidad más dura, de lo que se pensaba inicialmente y llegarán momentos de mucha emoción y sensibilidad, magníficamente construidos
A un guión potente, se le suman actuaciones magníficas.
Lo de Guido Botto Fiora como Juan Ignacio, es francamente brillante, componiendo sin exageraciones, un personaje bondadoso y querible, que irradia ternura. Pese a las limitaciones dadas por su retraso madurativo, emociona ver su voluntad, sus ganas de superarse y sus sueños y deseos , escondidos hasta la llegada de su prima, pero que ahora están al descubierto.
Una interpretación superlativa la de Guido, en un rol muy complejo. Se nota que hubo muchos meses de trabajo para preparar un personaje, por el cual recibió varios premios y diversos reconocimientos, muy merecidos por cierto.
Sin perderle pisada, viene Silvia Villazur, con su experiencia actoral y regalandonos una entrañable madre , una verdadera madraza, que adora a su hijo, la razón de su vida, es ella sola y su hijo y esa soledad, a veces no le permiten tomar las mejores decisiones. Hasta donde hay una protección normal y donde hay un comportamiento nocivo para su hijo ?? No será fácil determinarlo se los aseguro, como no lo es en la vida real.
Ipresionantes su tono alto registro de voz, su gestualidad, su dominio del escenario, provocando las situaciones más graciosas y también las más tensas, realmente una actuación fantástica la de Susana, formando una dupla deliciosa con Guido.
Y el triángulo virtuoso, se cierra con la bella Luciana Grasso, la prima de Buenos Aires, difícil poder sobresalir con dos interpretaciones tan fuertes como las antes mencionadas, pero con su frescura lo consigue a mucho mérito, recreando a a una típica adolescente. Le da un aire moderno y divertido a la trama, que le cae muy bien el desarrollo. Me encanto su papel y también se luce muchísimo.
Indudablemente, tres actuaciones soberbias, comprometidas con el texto, con mucha química entre ellos y logrando reír y conmover, con igual facilidad.
Llega la hora de destacar algunos elementos de la puesta, arrancando con una muy buen diseño escenográfico, ese cálido living, con ese trencito siendo protagonista en muchas partes de la obra, con su andar y sus ruidos que nos remotan a algunas imágenes de nuestra infancia. Me gustó el vestuario, con muy buenos detalle, como Juan Ignacio y su pijama. Es bueno el diseño lumínico, que marca los momentos de la historia, con los días y las noches que transcurren y por último las muy buenas coerografías, en un momento delicioso de la obra, como es el baile de los primos, instante de infinita ternura.
Como pueden notar los lectores, son muchos los recursos puestos en favor de la obra, que enriquecen la puesta y la embellecen.
Como si pasara un tren, nos habla de muchos temas, del amor de madre e hijo, de los límites que se imponen, la rebeldía de los adolescentes, de los sueños de los deseos que todos tenemos. Son muchas la aristas que se tocan y sin golpes bajos, lo que permite disfrutar lo que vemos, poder reirnos y también reflexionar.
Son en ese grupo de obras que además de disfrutarlas al verlas, nos dejan pensando los días siguientes y repasando mentalmente , si nuestras preocupaciones a veces no son exageradas y si no debemos disfrutar mas la vida, cumpliendo nuestros deseos.
Concluyendo, las expectativas con la que llegamos a El Camarín de las Musas, fueron ampliamente superadas, vimos una excelente obra, un guión profundo que emociona y conmueve con actuaciones extraordinarias.
La ovación que reciben los protagonistas al final de la función, es un merecido premio a su labor y la confirmación, que estamos en presencia de una de esas joyitas del teatro off, que son de visión obligatoria.
Pensador Teatral.
sábado, 20 de mayo de 2017
El Servidor.
Miércoles 21 15 hs en Teatro La Comedia. ( Rodriguez Peña 1062 )
Obra escrita por Lauro Campos y dirigida por Alberto Clementin.
Una cita con la historia, nos presenta El Servidor, estupenda obra, autoría de Lauro Campos, en cuyo relato, nos trasladamos al Siglo XVI, poniendo la lupa en la particular relación entre el Rey de Inglaterra, Enrique VIII y Tomás Moro, abogado y prestigioso hombre de ley de la época, reconocido por su hombría de bien y su integridad.
El poderoso Enrique VIII, segundo monarca de la Casa Tudor, tenía una entrañable amistad con Tomás Moro, dueño de unos valores y una fé inquebrantable.
La relación entre de ellos era de amistad y de respeto, hasta podría decirse de admiración mutua, realmente se apreciaban, pese a que la investidura del rey, lo hacía a Enrique, el hombre más poderoso del país.
Pero hubo un hecho, que rompió esa fuerte amistad, el Rey casado con Catalina de Aragon, que no puede darle hijos que hereden el trono, está decidido a romper ese matrimonio, para casarse con su amante de entonces, Ana Bolena, pero para esto necesitaba la dispensa papal, algo complicado sin ayuda de alguna persona influyente en el clérigo. Para conseguir su objetivo, Enrique pide la colaboración de su amigo Tomas Moro, quien sorpresivamente se niega a ayudarlo en ese cometido, lo que desata la furia del monarca, que no se iba a quedar con los brazos cruzados y entonces decide romper con la Iglesia Católica de Roma y crear su propia iglesia, en lo que fue el origen de la Iglesia Anglicana.
Una vez más Tomas Moro, servidor del Rey, estaba contra la espada y la pared, ya que debía escoger entre sus convicciones religiosas que respondían a la iglesia católica o al Rey que fundó una iglesia nacional independiente, que lo tenía como máxima autoridad.
Repasamos un poco, esta apasionante historia, para que el espectador, se ponga en situación, pero vayamos ya a la pieza que nos ofrece Lauro, donde se nos presenta la escena, con estos dos hombres, ya enemistados, que repasarán los hechos que desencadenaron esta tensa relación actual y el desenlace ya anunciado por los conocedores de esta historia. No vamos a ahondar en ello, solo recordar que Tomás Moro, fue beatificado en 1886 y canonizados en 1935 por la Iglesia Católica Romana, que lo considera un santo.
La trama es atrapante y tiene muy buena dinámica, sobre el escenario se desarrolla un profundo drama, donde valores como la amistad, la lealtad y la ética estarán bajo constante cuestionamiento.
Que sucede cuando las convicciones personales chocan contra la autoridad ? A qué poder debemos responder ?? Al poder supremo de un monarca o a un poder divino que está por encima de todo y es concordante con nuestros valores y convicciones.
La obra es muy profunda y en todo momento invita a la reflexión, ya que este tema de las lealtades a cualquier costo o el defender nuestros ideales, es un tema de absoluta vigencia,
Debemos destacar la precisa dirección de Alberto Clementin , que le dá fluidez a la trama, en esto tiene gran influencia las brillantes actuaciones de la dupla protagónica.
Walter Muni, es Enrique VIII, una interpretación soberbia, una presencia que impacta, un tono de voz que se impone, con una dicción perfecta, que resulta un placer para los oídos. Su gestualidad, sus cambios de estado de ánimo, sus silencios, todo ejecutado con una prestancia y una energía que debemos destacar.
Y Alejandro Giles, es Tomás Moro, que complementa de manera perfecta al monarca, con otra excelente actuación, con un tono más pausado, más calmo, pareciendo sumiso a la autoridad real por momentos, pero dejando claras sus convicciones y sus pensamientos, en el momento preciso.
Una pareja protagónica, de enorme experiencia en las tablas, que con pasión y compromiso llevan adelante la historia, mostrando un gran entendimiento entre ellos y una absoluta entrega actoral.
La puesta tiene un grado de intimidad muy alto, el espectador puede disfrutar las caras, los gestos y los movimientos de los actores, a muy corta distancia, algo que permite esta señorial Sala 3 de La Comedia, que tanto nos gusta.
El director aprovecha muy bien las posibilidades que ofrece la sala, en cuanto a tener diferentes puertas de acceso, para entrar y salir de escena, además de conseguir una atmósfera íntima, que enriquece mucho una puesta bella y minimalista.
Destacamos el diseño lumínico, que marca los diferentes climas y el logrado vestuario de época, además de la buena musicalización, todos detalles, que elevan el nivel de la composición, que tiene un alto contenido poético.
Realmente disfrutamos mucho de la obra, ya que nos presenta una historia muy interesante, con una temática vigente, al hablar de amistad, traiciones y de utopías, permitiendo además el lujo, de deleitarnos, con las magníficas actuaciones de los dos protagonistas.
Por todo lo manifestado, no queda más, que recomendar a los amantes del buen teatro, que no se pierdan El Servidor, una de esas obras del off, que no deberíamos dejar pasar.
Pensador Teatral.
Obra escrita por Lauro Campos y dirigida por Alberto Clementin.
Una cita con la historia, nos presenta El Servidor, estupenda obra, autoría de Lauro Campos, en cuyo relato, nos trasladamos al Siglo XVI, poniendo la lupa en la particular relación entre el Rey de Inglaterra, Enrique VIII y Tomás Moro, abogado y prestigioso hombre de ley de la época, reconocido por su hombría de bien y su integridad.
El poderoso Enrique VIII, segundo monarca de la Casa Tudor, tenía una entrañable amistad con Tomás Moro, dueño de unos valores y una fé inquebrantable.
La relación entre de ellos era de amistad y de respeto, hasta podría decirse de admiración mutua, realmente se apreciaban, pese a que la investidura del rey, lo hacía a Enrique, el hombre más poderoso del país.
Pero hubo un hecho, que rompió esa fuerte amistad, el Rey casado con Catalina de Aragon, que no puede darle hijos que hereden el trono, está decidido a romper ese matrimonio, para casarse con su amante de entonces, Ana Bolena, pero para esto necesitaba la dispensa papal, algo complicado sin ayuda de alguna persona influyente en el clérigo. Para conseguir su objetivo, Enrique pide la colaboración de su amigo Tomas Moro, quien sorpresivamente se niega a ayudarlo en ese cometido, lo que desata la furia del monarca, que no se iba a quedar con los brazos cruzados y entonces decide romper con la Iglesia Católica de Roma y crear su propia iglesia, en lo que fue el origen de la Iglesia Anglicana.
Una vez más Tomas Moro, servidor del Rey, estaba contra la espada y la pared, ya que debía escoger entre sus convicciones religiosas que respondían a la iglesia católica o al Rey que fundó una iglesia nacional independiente, que lo tenía como máxima autoridad.
Repasamos un poco, esta apasionante historia, para que el espectador, se ponga en situación, pero vayamos ya a la pieza que nos ofrece Lauro, donde se nos presenta la escena, con estos dos hombres, ya enemistados, que repasarán los hechos que desencadenaron esta tensa relación actual y el desenlace ya anunciado por los conocedores de esta historia. No vamos a ahondar en ello, solo recordar que Tomás Moro, fue beatificado en 1886 y canonizados en 1935 por la Iglesia Católica Romana, que lo considera un santo.
La trama es atrapante y tiene muy buena dinámica, sobre el escenario se desarrolla un profundo drama, donde valores como la amistad, la lealtad y la ética estarán bajo constante cuestionamiento.
Que sucede cuando las convicciones personales chocan contra la autoridad ? A qué poder debemos responder ?? Al poder supremo de un monarca o a un poder divino que está por encima de todo y es concordante con nuestros valores y convicciones.
La obra es muy profunda y en todo momento invita a la reflexión, ya que este tema de las lealtades a cualquier costo o el defender nuestros ideales, es un tema de absoluta vigencia,
Debemos destacar la precisa dirección de Alberto Clementin , que le dá fluidez a la trama, en esto tiene gran influencia las brillantes actuaciones de la dupla protagónica.
Walter Muni, es Enrique VIII, una interpretación soberbia, una presencia que impacta, un tono de voz que se impone, con una dicción perfecta, que resulta un placer para los oídos. Su gestualidad, sus cambios de estado de ánimo, sus silencios, todo ejecutado con una prestancia y una energía que debemos destacar.
Y Alejandro Giles, es Tomás Moro, que complementa de manera perfecta al monarca, con otra excelente actuación, con un tono más pausado, más calmo, pareciendo sumiso a la autoridad real por momentos, pero dejando claras sus convicciones y sus pensamientos, en el momento preciso.
Una pareja protagónica, de enorme experiencia en las tablas, que con pasión y compromiso llevan adelante la historia, mostrando un gran entendimiento entre ellos y una absoluta entrega actoral.
La puesta tiene un grado de intimidad muy alto, el espectador puede disfrutar las caras, los gestos y los movimientos de los actores, a muy corta distancia, algo que permite esta señorial Sala 3 de La Comedia, que tanto nos gusta.
El director aprovecha muy bien las posibilidades que ofrece la sala, en cuanto a tener diferentes puertas de acceso, para entrar y salir de escena, además de conseguir una atmósfera íntima, que enriquece mucho una puesta bella y minimalista.
Destacamos el diseño lumínico, que marca los diferentes climas y el logrado vestuario de época, además de la buena musicalización, todos detalles, que elevan el nivel de la composición, que tiene un alto contenido poético.
Realmente disfrutamos mucho de la obra, ya que nos presenta una historia muy interesante, con una temática vigente, al hablar de amistad, traiciones y de utopías, permitiendo además el lujo, de deleitarnos, con las magníficas actuaciones de los dos protagonistas.
Por todo lo manifestado, no queda más, que recomendar a los amantes del buen teatro, que no se pierdan El Servidor, una de esas obras del off, que no deberíamos dejar pasar.
Pensador Teatral.
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