Jueves 21 hs en Espacio Callejón ( Humahuaca 3759 )
Una propuesta original y ambiciosa llega con La Rabía y de la mano de Juan Pablo Galimberti, joven actor y dramaturgo, que decide salir de lo usual, apostando por una obra de terror, género habitual en pantalla grande, pero muy poco visto en el teatro, por lo compleja que resulta su ejecución.
La obra surge de un proceso de investigación, que llevó más de dos años de trabajo, representando la pieza en espacios no convencionales, siempre con buena repercusión y devolución del público, que significó un crecimiento de la pieza, que se confirma, llegando en horario central al Espacio Callejón, uno de los teatros referentes de nuestro off y con un público fiel, ávido por todo lo que allí se presenta, sabiendo que con seguridad, verá una buena obra, de un autor argentino y en el caso de La Rabia, se cumplirá esta tendencia.
Juan Pablo, juega con el texto, coqueteando con muchos estereotipos del genero terror, noche tormentosa, grupo de jóvenes entusiastas llegando a una casa abandonada, sin imaginar lo que les espera. En la historia hay romances, imágenes religiosas, oscuridad, ruidos extraños y por supuesto un personaje misterioso, que al principio parece inofensivo, pero con el correr de la trama, se convertirá en un ser muy peligroso.
Uno de los puntos muy fuertes que presenta la pieza, es su dispositivo escénico, que genera una atmósfera cargada de misterio y tensión excelentemente lograda, con un suelo mojado y lleno de desperdicios, con manchas extrañas en el piso, que parecen ser sangre.
La pieza tiene una dosis de suspenso muy importante, solo contaremos que ese grupo de misioneros, encabezados por el joven Padre Francisco, no llega al lugar que esperaba para alojarse. El refugio que los espera, es una casa sucia, que ni energía eléctrica tiene y encima está habitada, por una señora muy misteriosa, que parece enferma y lastimada. Le cuesta hablar, balbucea las palabras y a duras penas puede narrar que su perro se le volvió malito y fue quien le provocó esa herida en la pierna, que luce infectada y hasta allí contaremos, el resto lo descubirá el espectador cuando vea la obra.
La puesta como dijimos al comienzo, atrapa desde que arranca la obra, con una sordidez que impresiona y un aire de tensión que invade la sala. Hay algunos momentos graciosos, pero otros, en que los espectadores se tapan la cara, un poco por asco y otro poco miedo, por lo que sucede, tal acontece con cualquier buena películas de terror.
A una dramaturgia potente y a una puesta tan bien lograda, se le suman las muy buenas interpretaciones, que ofrece la obra. Se reunió un elenco joven, pero con buen rodaje en el off, que saben interpretar, el espíritu del texto.
En actuaciones muy buenas, creemos que hay una que se destaca por encima del resto, nos referimos a Enrique Dumont, como Coleta, la malherida dueña de casa, que parece estar en trance tirada en la cama y calmando su dolor solo con vino. Su composición es brillante, dando vida a un personaje con multiplicidad de matices, pasando de ser una vieja moribunda e inofensiva, a ser una mujer peligrosa y diabólica en segundos. Genial la actuación de Enrique.
Este gran trabajo, no debe restar méritos al resto. Se destacan mucho, los dos personajes masculinos de la obra, nos referimos a Francisco González Gil, a quien elogiamos el año pasado por una estupenda actuación en Yo,Feuerbach, aquí como el Padre Fran, tratará de tranquilizar a los misioneros que lo acompañan y no perder el control, ante la compleja situación que deberá enfrentar.
Franco Moix interpreta al carismático Mono, con un estilo más reo, que parece no ser el del resto de los misioneros. Muy bueno lo de Franco. En los papeles femeninos, aportan lo suyo, Luciana Vitale, como una lanzada Sabrina y Julia Garriz, como Maria Eugenia, que tiene alguna relación poco clara con el Padre. Ambas están muy bien.
En conclusión, una historia que tiene terror, suspenso y también una cuota de humor, que al principio domina la escena, pero a medida que los minutos corren y la trama se vá desarrollando, las risas irán dejando lugar, a la sorpresa y al miedo. Disfrutamos de una muy buena noche de teatro y por eso no dudamos en recomendar la obra.
Celebramos las apuestas diferentes y sin dudas que La Rabia de Juan Pablo Galimberti lo és, ya que apuesta a un genero poco explorado en el teatro y además, lo hace de manera cuidada, con mucho trabajo previo, algo que se nota en la obra, que se destaca por una puesta muy atractiva, que hará que el espectador, se pegue a su silla y esté siempre atento, no vaya ser el perrito de Coleta, se escape y le muerda la pierna a algún distraído del público.
Pensador Teatral.