Viernes y Sábados 20 30 hs en Espacio Escénico El Fino ( Paraná 673 )
Una propuesta muy valiosa llega gracias a la pluma de Rubén Mosquera, que nos invitará a viajar hacia el Buenos Aires, de finales del Siglo XIX, para conocer la historia de Felicitas Guerrero, una joven hermosa, que según refieren algunos historiadores de la época, era la muchacha más hermosa de la ciudad.
La dramaturgia girará entre la desdichada vida de Felicitas y las reflexiones acerca de como muchas veces la belleza, una cualidad, que en apariencia es positiva y puede abrir muchas puertas, puede terminar jugando en contra, siendo un castigo para quien la posee..
La historia basada en hechos reales, nos mostrará el relato en primera persona de Felicitas Guerrero, que nos relatará como, con tan solo 17 años, su belleza y pureza, serán entregadas a Martín de Alzaga, un hombre treinta años mayor que ella, acaudalado, familia de alta alcurnia y dueño de una de las mayores fortunas en Argentina, en aquellos años.
La entrega se realizó, en un matrimonio por conveniencia. Fueron los padres de Felicitas, los que ofrecieron a su hija, como si fuera una mercancia. Lo importante era asegurar el futuro de su hija y el de la familia, de nada sirvieron sus súplicas ,para que aquellas nupcias no se concretaran. Su padre había acordado la entrega de su mano y en esos años esos acuerdos, se cumplían, no se discutían.
Felicitas que era casi una niña y tuvo que descubrir su faceta como mujer de la peor manera, teniendo que aceptar las imposiciones de un hombre mayor y hosco, que sin ninguna muestra de cariño y tratándola como una posesión más, la introdujo en un terreno, como la sexualidad, que hasta ahora le había sido desconocido.
Y no queremos contar mucho más, para que aquellos que no conozcan la historia, la vayan descubriendo a medida que el relato se irá desandando. Solo vamos a decir, que la vida de Felicitas estuvo signado por la tristeza y el desamor. Muy a su pesar, sus padres, siempre habían elegido por ella, su belleza en vez de ser una bendición parecía ser una maldición, ya que sus deseos, nunca fueron escuchados y siempre quedaban relegados.
Y hasta allí adelantamos, cuando vean la obra, se enterarán como siguió la vida de Felicitas, ya que la fiebre amarilla que por esos años golpeaba a Buenos Aires, también aparecerá por la casa de los Alzaga, trayendo desgracias y tal vez alguna oportunidad de escapar de esa jaula de oro que la alojaba.
La dramaturgia muy bien elaborada, encuentra en Rocío López Ferreyra, la intérprete adecuada, para ponerse en la piel de Felicitas Guerrero. El protagónico significaba un desafío importante, para esta joven actriz, que debe estar todo el tiempo en escena, ya que la obra, en gran parte, resulta un unipersonal, siendo realmente exigente desde lo físico y emocional llevar adelante su personaje, que transita diferentes estados emocionales y también desdoblando otros papeles, que aparecerán en diálogos imaginarios, que la trama acerca.
Y sin dudas, Rocío supera con creces la prueba, ofreciendo una composición de personaje magnífica. Su belleza y frescura, sus miedos y angustias, sus deseos postergados y más sentimientos, surgirán de manera natural y muy creíble, para que imaginemos estar frente a la verdadera Felicitas Guerrero. Enorme trabajo de esta joven actriz, que el espectador disfruta y agradece,
Sofía Soffriti, como Albina, aparecerá en la parte final de la obra, amiga de la infancia de Felicitas, Tienen una edad similar, pero al no tener los encantos de su amiga, será relegada a ser una especie de chaperona o dama de compañia. Nos gustó mucho el aporte de Sofía, con una carga emocional muy fuerte, enérgica y en sintonia con los momentos dramáticos, que juega su personaje.
La puesta que nos ofrece el director es intimista, el espectador parece estar espiando en la habitación de Felicitas, escuchando sus confesiones íntimas. La cercanía de los espectadores con el escenario, contribuyen a ese clima íntimo y permite observar cada uno de los movimientos de las actrices, sin perder detalle. Es importante para la puesta el diseño luminico de Daniel Zappietro, Asimismo destacamos el elegante diseño escenográfico y el vestuario de época, donde el blanco predomina, estos dos ítems están a cargo de Vanesa Abramovich. Es importante mencionar a todo el equipo, ya que todos son partes importantes.
En definitiva, nos gustó mucho la propuesta de Rubén Mosquera, que recrea la historia de Felicitas Guerrero, una mujer que actualmente se encuentra presente en muchas leyendas urbanas de la ciudad y que en su época debió luchar contra el patriarcado y las imposiciones que rigieron su vida, relegando sus deseos y sentimientos.
La belleza, en vez de resultar una bendición, se transforma en una maldición, para una Felicitas que cuando dejó de ser una adolescente y los juegos quedaron de lado, ingresó a una adultez, que le devolvió tristezas, cada vez que miraba reflejar su bello rostro en el espejo.
Los aplausos cálidos y prolongados que los espectadores, tributaron a las protagonistas al final de la función, son un merecido reconocimiento por la entrañable noche teatral vivida en El Fino, con un público agradecido por haber conocido la historia de vida de Felicitas.
Pensador Teatral.